FRANCIA Y LA REBELIÓN CONTRA LA AUSTERIDAD EN
EUROPA
ARIEL NOYOLA RODRÍGUEZ
La cúpula europea sostiene que el aumento de la incertidumbre
económica en la región deriva fundamentalmente de la inestabilidad geopolítica
en Ucrania y Oriente Medio. De este modo, los dirigentes políticos del llamado
viejo continente pretenden evadir su responsabilidad ante el agravamiento de la
crisis. El segundo trimestre del año en curso, las tres economías mayores de la
Zona Euro obtuvieron pésimos resultados en términos de crecimiento económico:
Alemania registró una contracción de -0.2 por ciento (primera caída desde
2012); Francia, una tasa de crecimiento cero; e Italia, una recesión de triple
hundimiento. La gran noticia es que el motor de crecimiento (Alemania) no
marcha más y todo indica que la Eurozona continuará padeciendo recesión crónica
en los próximos meses.
“Es mejor admitir lo que es, a mantener la esperanza en algo que
no será”, se lamentó Michel Sapin, ministro de Finanzas francés, quien de
manera inédita rechazó que las políticas de austeridad fiscal y las reformas
estructurales sugeridas por la troika europea (Fondo Monetario Internacional,
Banco Central Europeo y Comisión Europea) vayan a revertir la tendencia
recesiva de la economía francesa (The Telegraph, 14 de agosto de 2014). De este
modo, Francia tomó distancia de las políticas de ajuste exigidas por el
gobierno de Angela Merkel y abandonó el límite de 3.8 por ciento de déficit
fiscal como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) aprobado por la
Comisión Europea con el respaldo de Berlín. “Me niego a subir los impuestos
para cerrar cualquier brecha presupuestaria”, remató Sapin.
El aparente viraje francés ocurre en un momento crítico de gran
calado: 2 trimestres consecutivos sin crecimiento y un aumento del descontento
social sin precedentes. En enero de 2012, la confianza puesta en el gobierno de
François Hollande era de 55 por ciento. Actualmente se ubica en menos de 20 por
ciento según diversas encuestas. La baja inflación para el conjunto de la Zona
Euro, que se ha mantenido en 0.4 por ciento, podría provocar la bifurcación
política en el proceso de integración, según el tipo de medidas para enfrentar
la crisis: Francia de un lado promoviendo políticas contracíclicas para
revertir la caída de la actividad económica, y Alemania de otro apuntalando y
marcando los ritmos del ajuste. No obstante, si el gobierno de Hollande decide
mantener la austeridad fiscal y la contracción salarial, la debacle electoral
del Partido Socialista francés sería inminente y el ascenso al poder de la
extrema derecha podría concretarse en breve con el apoyo de grandes grupos
empresariales.
De otro lado, el aumento de las tensiones en la relación con
Estados Unidos también tuvo un efecto multiplicador negativo sobre la economía
gala. La multa de 8 mil 900 millones de dólares impuesta por el Departamento de
Justicia estadounidense en contra de BNP Paribas aumentó en más de ciento por
ciento el saldo deficitario de la cuenta corriente el mes de junio. Por
añadidura, provocó pérdidas trimestrales al banco por un total de 4 mil 300
millones euros (5 mil 750 millones de dólares). En enero, el precio de una
acción de BNP Paribas oscilaba entre 55 y 57 euros, en tanto las primeras 2
semanas de agosto cayó a menos de 50 euros (una reducción de 15 por ciento). El
banco Crédit Agricole, también de origen francés, y los alemanes Deutsche Bank
y Commerzbank están siendo investigados actualmente por parte de Washington
para determinar si violaron, al igual que BNP Paribas, los embargos establecidos
por la ley del dólar (The New York Times, 31 de julio de 2014).
En el marco de la cooperación multilateral y con el objetivo de
evitar angustias económicas derivadas de multas bancarias futuras, Francia
realizó un llamado a discutir el tema de las acciones judiciales del gobierno
de Estados Unidos en la próxima reunión del Grupo de los 20 (G-20), a
realizarse a finales de año en Brisbane, Australia. Es decir, si bien Hollande
evitó un conflicto diplomático de grandes proporciones con el gobierno de Barack
Obama, nada le ha impedido cuestionar los términos y el alcance extrarregional
de las multas aplicadas por la jurisdicción de Nueva York. “Debe haber una
coordinación entre los reguladores”, declaró un alto funcionario europeo, quien
confirmó además que ha habido algunas discusiones sobre el tema entre los
países que forman parte del G-20 aunque de carácter “informal” (Financial
Times, 3 de agosto de 2014). En caso de nuevas sanciones, las repercusiones
sobre el nivel de capitalización del sistema bancario europeo serán
desastrosas. Dicha situación incrementaría las restricciones en el otorgamiento
de crédito y el fomento a la inversión, reduciría aún más las perspectivas de
recuperación de mediano plazo y finalmente, la conformación de la Unión
Bancaria podría enfrentar nuevas resistencias.
En definitiva, un cambio de rumbo económico sustancial requiere
de algo más que declaraciones promisorias de altos funcionarios: es urgente
rebelarse a través de acciones que alivien de raíz el malestar económico en la Zona
Euro, castigada desde hace 4 años por la crisis y la austeridad. En sintonía
con los discursos, Francia estaría llamada a convertirse en la protagonista de
semejante transformación. Ojalá.
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