SEIS MESES DE MENTIRAS SOBRE UCRANIA Y SU GUERRA
TOMÁS F. RUIZ
“Desde tiempos de
Franco no se había vivido una medida de represión informativa tan grave como
esta”
Pocas veces en la
historia de la humanidad tan pocos habían mentido tanto para engañar a tantos
en tan poco tiempo.
Llevamos seis meses incapaces de saber qué es verdad y qué no lo es gracias a los señuelos informativos con que nos desinforman los medios; seis meses sometidos a las fake news (noticias falsas) que infiltran en los medios occidentales las centrales de inteligencia norteamericanas. Esos medios, con su plantilla de periodistas a nómina de la CIA, toman las noticias falsas que les proporciona la OTAN, las procesan para hacerlas más digeribles, menos inverosímiles, y se las ofrecen, sin ningún tipo de desvergüenza para la digna profesión de informadores que representan, a la indefensa población occidental a la que van dirigidas.
Complot y manipulación
Efectivamente, la
guerra de Ucrania se ha convertido en un devastador crisol para poner en
práctica todo tipo de diabólicas artimañas y perversos complots en la línea de
lavar el cerebro (“brainwash” en jerga anglosajona) al indefenso receptor de
informaciones europeo.
Desde la peligrosa
Organización del Tratado del Atlántico Norte (léase CIA, FBI o Pentágono) están
experimentando con nosotros para ver hasta qué punto llega nuestra ingenuidad
ante sus perversas artimañas, hasta dónde la credulidad en sus inverosímiles
falacias. En esta guerra de Ucrania, los medios de comunicación occidentales no
parecen sentir vergüenza alguna sometiéndose a las diabólicas estrategias
comunicativas que les aplican. Piensan que Europa se ha quedado ciega y sorda,
que ha perdido su norte en la razón y la justicia y que en ese estado de
inconsciencia resultará muy fácil engañarla.
Envenenamiento informativo
No hay escrúpulos
ni límites en el envenenamiento informativo que se está aplicando; se utiliza
de todo: retorcidos subterfugios, denigrantes bulos, abyectas simulaciones… El
caso del despreciable montaje de los cadáveres colocados premeditadamente en
las calles de Bucha, cuando llevaban semanas muertos, fue una de las
performances (puestas en escena) más brillantes que llevaron a cabo los cabezas
rapadas nazis del batallón Azov. Este escalofriante montaje -basado en
fotografías manipuladas y falsas interpretaciones- encendió ríos de indignación
en todo el mundo y ha sido uno de los principales detonantes de la rusofobia.
Sinceramente, me
resulta repugnante ver la patética situación a que han degenerado mis
compañeros de profesión: nunca creí que la prensa europea pudiera caer tan
bajo. En los tiempos que corren, el Estado mayor de la OTAN se ha convertido en
redactor jefe de todos los periódicos de Occidente, supervisor de todas las
radios y redes sociales y censor de todas las cadenas (nunca mejor dicho)
televisivas. Se trata de mentir y crear falsos argumentos para que al ciudadano
europeo lo blanco le parezca negro y lo negro blanco. Europa ha vuelto a la
manipulación informativa de la ocupación nazi y en España hemos retornado a los
siniestros años del franquismo.
Noticias falsas
Ese absurdo
inventar noticias falsas, manipular el escenario bélico, invertir a los
protagonistas de las masacres… Estamos viviendo una situación muy cercana a la
que se plantea en la escalofriante obra “1985” de George Orwell. Y la
información ofrecida sobre los ataques a la central nuclear de Zaporiyia lo
confirma. Los medios europeos han cumplido correctamente su papel de la voz de
su amo, recogiendo patrañas tan absurdas como sugerir que Rusia es la
responsable de los bombardeos a la central. Esa falacia, tan insostenible ahora
que se encuentra allí un equipo de observadores internacionales, ha sido
tragada y repetida hasta la saciedad por casi todos los medios de comunicación
del mundo.
La prensa europea
carece de vergüenza a la hora de convertirse en cómplice de la manipulación de
la verdad y de la difusión de mentiras. Con la abyecta complicidad de los
medios de comunicación, el ciudadano europeo sufre la desinformación que se
persigue con estas maniobras de envenenamiento informativo. A través de ellas,
a través de los alguaciles trompeteros en que se han convertido los periodistas
europeos, la NATO dicta los mandamientos de rusofobia a toda Europa. No hay que
olvidar que algunos alcaldes europeos, como el de Madrid sin ir más lejos, se
ha tomado esta rusofobia como asunto personal y a través de las pantallas de
televisión ha llamado a los rusos hijos de puta (bastards en la barriobajera
lengua anglosajona que el “dick face” chapurrea).
Rastrera prensa española
Desde mi posición
de informador profesional, me cuesta creer que mis colegas periodistas de
España no hayan manifestado el menor escrúpulo a la hora de someterse al nuevo
Reichstag informativo que les imponen desde la OTAN. Parece que con tener a
mano el tarro con vaselina -que tanto utilizaron antes y después de la muerte
de Franco-, se dan por satisfechos. En algunos medios del país, considerados
“de izquierdas” y dignos de admiración en los años setenta, parece que incluso
disfrutan con esa repugnante sodomización a que los someten desde Washington.
La prensa española,
humillada hasta la médula en su despreciable sumisión a los mandamientos
dictados por la NATO, llega a ser tan desvergonzada que actúa como cómplice de
Kiev, diseminando las mentiras que el mismo Zelensky urde desde su retardada
personalidad de mal cómico y peor payaso. Mientras tanto, sin ninguna voz que
denuncie esta maniobra represiva, el rastrero gobierno español prohíbe ver en
todo el territorio “nazional” la Rusian Television (RT), para impedir que los
ciudadanos españoles puedan contrastar las falsas y tendenciosas informaciones
que, a través de la ramera mayor del reino que es la TV española, les ofrecen
desde el lado nazi-ucraniano del conflicto.
La desvergüenza de
la prensa española, insisto, es que ni uno sólo de los medios de comunicación
importantes del país se ha atrevido a criticar esta medida goebeliana que
atenta contra el inalienable derecho de los ciudadanos a recibir una
comunicación veraz y contrastada. Desde tiempos de Franco no se había vivido
una medida de represión informativa tan grave como esta. Y lo que es peor,
nadie, ni desde las páginas de los periódicos, ni desde los micrófonos de las
emisoras ni desde las pantallas de la televisión, ha levantado la voz para
denunciarlo… ¿Para esto pasan los estudiantes de C.C. de la Información cinco
años formándose como periodistas en la universidad, aprendiendo deontología y
ética de la profesión? ¿Para eso las clases de Teoría de la Comunicación, donde
el primer mandamiento dice que toda información pública debe ser contrastada
antes de ser difundida? Rastrera prensa española… QVO VADIS?
* Tomás F. Ruiz es
periodista profesional, miembro de la FAPE.
https://loquesomos.org/seis-meses-de-mentiras-sobre-ucrania-y-su-guerra/
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