DESCANSE EN VOX
ANÍBAL MALVAR
Ahora que ya hemos terminado de perseguir por las carreteras la carrera de autos locos que nos ha brindado la monarquía británica con Isabel II, la gente de bien regresa a sus cuidados, mete en el baúl del alcanfor los miriñaques y aterriza de nuevo en la cruda realidad española. Y la cruda realidad española es que Vox se rompe y se tambalean los cimientos de la patria.
Nuestros viejos periódicos, que con las televisiones generalistas tanto aliento han derrochado en insuflar propagandas y blanqueos a los neofascistas españoles, amanecen estos días marchitosos y apesadumbrados.
La derecha mediática ha ido creando falaces proyectos políticos que luego no ha tenido más remedio que devorar. Pasó con UPyD primero, y más tarde con Ciudadanos. UPyD tenía como eje ideológico central el antivasquismo y Cs nació en Catalunya regado de anticatalanismo (sé que simplifico). Al final, por mucha cancha mediática que se les dio, la gente acabó descubriendo que eran una farsa, un globo colorista de éter como los que soltaban en sus bien financiados mítines. Desgraciadamente, con Vox no va a suceder lo mismo. El discurso del odio por el odio no necesita grandes contenidos ni globitos de colores. Y menos en los tiempos duros que se avecinan y que van a traer crueles inviernos del descontento.
Es curioso que la ruptura
definitiva entre Macarena Olona y los líderes de Vox se fraguara en una
entrevista en el ABC. La entrevista tenía su gracia, porque amplificaba la voz
de un cadáver político. Olona recibió del torcuatiano diario tratamiento de
primera dama, cuando ya no es nadie y nunca fue casi nadie. Es lo que pasa
cuando mojas un gremlin de noche. Y Macarena es un poco gremlin todo el día.
La dispersión del voto de nuestra
ultraderecha asusta, porque limita sus posibilidades electorales y dificulta
que Alberto Núñez Feijóo pueda llegar a la Moncloa con los apoyos de Vox. De
momento, ya han salido unas siglas ultras de ForoCoches (este país es así) y
Olona amenaza con aliarse con el caricaturesco Mario Conde para fundar un nuevo
partido. El tiempo dirá si son proyectos de corto o largo recorrido. Pero por
extravagantes y minoritarios que sean, la ley D'Hont amplifica el castigo por
la pérdida de un puñado de votos en una circunscripción.
ABC, contrito, ha dedicado un
cariñoso editorial al asunto titulado Vox se hace mayor de edad. Cuando se
escinde la izquierda, es a causa de las ambiciones egoístas de unos rojos con
vocación de millonarios. Si se escinde la derecha, es un rasgo de madurez política.
No es gordo el libro de Petete que consultan los viejos medios para sus
argumentarios.
De momento, Macarena ha dicho en
El Independiente que "no hay espacio hoy para un nuevo partido
político", lo que nos hace sospechar que sí va a dar el paso. La Razón,
también muy atribulada, recuerda a Abascal que "Olona también suma gran
parte de simpatizantes de Vox que ahora se sienten decepcionados". Hay
partida.
El Mundo va más a degüello con
Santiago Abascal y su cohorte de pretores: "Como líder solo ha mostrado
insolvencia en este caso, ofreciendo por toda explicación balbuceos
indescifrables". Pero el periódico que lidera ahora Joaquín Manso huele
que esta sangre puede resultar beneficiosa, a la postre, para los intereses
ultraliberales si "la irrupción de Feijóo como alternativa a Sánchez puede
arrastrar a muchos electores hacia el voto útil del PP". Pobre Santi. Se
tarda en devorar a un hijo menos de lo que cuesta concebirlo, como todo saturno
sabe.
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