TEBAS SECUESTRA LA LIGA
El
responsable de la competición de fútbol censura comentarios críticos en las
retransmisiones, restringe imágenes de jugadas conflictivas y elige a
comentaristas obviando criterios de equidad entre los equipos
RICARDO URIBARRI
Javier Tebas.
Cuando una persona paga un precio alto mensual por disfrutar de un servicio, en este caso poder ver por televisión la Liga de fútbol, espera recibir una contraprestación de calidad en la que, gracias a la tecnología actual, pueda enterarse de todo lo que pasa en el césped, encuentre comentarios de profesionales reconocidos e independientes y, sobre todo, no se le hurten detalles de lo que ocurre en el partido. Por el contrario, lo que se está encontrando es un producto cada vez más prefabricado, en el que LaLiga que preside Javier Tebas no repite imágenes de algunas jugadas conflictivas y, cuando lo hace, resultan a veces de mala calidad; prohíbe por contrato que en las retransmisiones se haga cualquier comentario o pregunta que, a su juicio, pueda resultar crítico o no se ciña a lo que es estrictamente el evento, y opta por contratar a comentaristas que toman partido por uno de los dos contendientes. La patronal de los clubes se está disparando a sí misma en el pie. Y lo peor es que le da lo mismo.
Coincidiendo con la
entrada en vigor del nuevo contrato televisivo, que durará cinco años, LaLiga
ha decidido extender sus tentáculos y controlar al 100% toda la producción de
las retransmisiones televisivas de los partidos. Hasta ahora, la institución ya
era la responsable de la señal de algunos de los partidos, pero la empresa que
ostentaba los derechos tenía la opción de personalizar la transmisión de los
encuentros que quisiera, además de elegir a sus locutores y comentaristas.
Ahora la realización de los partidos la ha asumido por completo la Liga, a
través de la empresa Mediapro, una decisión que la Comisión Nacional de los
Mercados y la Competencia (CNMC) ya puso en entredicho en su informe sobre el
pliego de condiciones para la adjudicación de los derechos, al señalar que “la
norma legal (Real Decreto-ley 15/2015) otorga a la LNFP la facultad de
comercialización conjunta de los derechos audiovisuales y a su órgano de
control el establecimiento de un patrón para la producción que asegure un estilo
común, pero no la producción o explotación directa de los mismos”.
Una de las grandes
novedades de esta campaña es que Telefónica ya no tiene la exclusiva de los
derechos, sino que los comparte al 50% con la empresa británica Dazn.
Telefónica (Movistar) tenía la opción de seleccionar a periodistas y analistas,
pero ha apostado por ahorrar costes, asumiendo todo el paquete que le entrega
LaLiga: señal, locutores y comentaristas. Se limita a emitir lo que le mandan.
Y Dazn ha preferido elegir a las personas que aparecen en las retransmisiones.
Eso sí, teniendo claro que deben asumir las mismas normas que cumplen los
profesionales contratados por LaLiga que aparecen en las retransmisiones de
Movistar. ¿En qué consisten?
Telefónica
(Movistar) ha apostado por ahorrar costes, asumiendo todo el paquete que le
entrega LaLiga: señal, locutores y comentaristas
En el contrato se
incluyen cláusulas en las que la patronal deja claro que los comentarios “no
deben dañar la imagen de las competiciones, clubes, jugadores y público”, es
decir, pase lo que pase, prohibidas las críticas sobre cualquier aspecto que
afecte al producto. El que no siga las directrices recibirá un aviso y, en caso
de reincidir, “se solicitará el relevo de los que hayan incumplido los principios
citados”. Incluso se advierte de que se deberá consultar al entrevistado
previamente si le incomoda que se le pregunte sobre un tema. ¿Dónde queda la
libertad de información y opinión? Cercenada bajo los parámetros de LaLiga.
Unas declaraciones como las realizadas por el portavoz del Atlético de Madrid,
Tomás Reñones, al término del partido ante la Real Sociedad, en la que se
quejaba con dureza de las decisiones del árbitro y de la utilización del VAR,
parecen ahora mismo impensables de oír en los canales oficiales del campeonato.
Por eso las tuvo que hacer en los medios oficiales del club.
Sobre este control
de lo que se dice en las transmisiones, la CNMC ya advirtió en su informe que
esta directriz debería ser “reconsiderada a la luz del artículo 20 de la
Constitución y las libertades de expresión e información”. Sin embargo, LaLiga
hace oídos sordos. A Tebas cabe reconocerle que nunca ha engañado en sus
intenciones. Hace ya tiempo que en una entrevista en la Cope afirmó: “Yo no
digo las preguntas, tú sabrás lo que debes preguntar. Como preguntes algo que
no esté dentro del manual no volverás a salir. Si el canal está controlado por
LaLiga no vas a decir una cosa que no creemos que sea apropiada”.
En esta Liga de
“Mr. Wonderful” que Tebas intenta vender, donde todo es idílico y no hay lugar
para la crítica, nos encontramos con situaciones en las que los espectadores
tienen que buscarse la vida por sus propios medios para ampliar imágenes y ver
si un jugador ha metido un gol con el brazo, o comprobar cómo un claro penalti
por un placaje más propio de rugby que de fútbol no se repite ni una sola vez.
Imágenes que, de querer compartirlas un usuario por redes sociales, corren el
riesgo de ser vetadas poco tiempo después e incluso clausurada su cuenta
personal. Como también se elimina cualquier acción polémica de los resúmenes de
los partidos con la excusa de que hay un tiempo limitado por contrato para esos
vídeos. ¿Acaso no es tan importante poder ver una pena máxima no pitada que un
disparo que se va fuera? Qué tiempos aquellos de la moviola. En vez de mostrar
lo mollar, se recrean en ofrecer a los locutores de la televisión cantando
goles, o los de la radio narrando el tanto varios minutos después, que ya me
dirán qué atractivo tiene, o en enseñar a unos jugadores de otro partido que se
va a jugar dos horas más tarde bajando del autobús.
Como suele ocurrir
en todas aquellas instituciones que copian parámetros semejantes a una
dictadura, cuanto más se intenta controlar las críticas dentro de su ámbito,
más arrecian en el exterior y más bajo cae su reputación. Y el prestigio de la
patronal ahora mismo está bajo mínimos. Por el veto que impone a los
periodistas para preguntar según qué cosas a los protagonistas, por la
selección de las imágenes que ofrece sobre las jugadas polémicas que hay en un
partido, y por algo que irrita mucho a los seguidores: la designación de los
comentaristas en la retransmisión de los partidos.
Hay encuentros,
especialmente en los de Real Madrid y Barcelona, donde las personas que analizan
el juego han tenido vínculos en el pasado con blancos o azulgranas. Y lo que se
oye, nada tiene que envidiar a la realización que podría hacer el canal oficial
de esos clubes. ¿Cómo se puede sentir un aficionado del Betis, por ejemplo,
cuando tiene que escuchar a Iker Casillas ejerciendo de comentarista y diciendo
cosas como “menos mal que Luiz Henrique no ha estado atento a ese pase de Borja
Iglesias”? ¿Menos mal? Ya sabemos que hay más aficionados del Real Madrid,
¿pero acaso el dinero que pagan los espectadores del conjunto verdiblanco no
merece que, al menos, no se sientan como si fueran el enemigo? ¿Tanto cuesta
poner un comentarista de cada equipo? Estas cosas, a las que algunos suman
otros factores, como las actuaciones arbitrales, provocan que numerosos
seguidores muestren su enfado al ver cómo desde hace años se sigue fomentando
un modelo de campeonato basado en el duopolio (Real Madrid y Barcelona). Hay
quien no olvida que Tebas, confeso seguidor merengue, reconoció en su día que a
LaLiga le interesaba que Real Madrid y Barcelona estuvieran siempre arriba.
Ese malestar que
tienen los aficionados de varios equipos con diversos aspectos que dependen de
LaLiga deberían hacerlo suyo los dirigentes de los clubes, que son los
verdaderos dueños de la patronal. Al fin y al cabo, Tebas no es más que un
empleado del que podrían prescindir si quisieran. Uno de ellos es Gil Marín,
máximo accionista del Atlético de Madrid, cuyos hinchas se han sentido
agraviados por todo lo ocurrido en el reciente partido de Anoeta, tanto en el
aspecto arbitral como en la falta de imágenes de las jugadas conflictivas. En
su caso, se da la circunstancia, además, de que es vicepresidente de la
patronal. Pero da la sensación de que él y los demás prefieren coger el dinero
que les toca antes que alzar la voz y meterse en reivindicaciones que son
“cosas de fanáticos”. Ocurre que el silencio les hace cómplices y responsables
finales a todos ellos de este Show de Truman que “Christof” Tebas controla con
mano férrea. Quizá la ambición y la falta de miras de todos ellos les termine
pasando factura. Cada vez son más los que piensan que no merece la pena pagar
por lo ofertado.
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