ARENA
DUNIA SANCHEZ
Arena.
Sudor. El mediodía cuece en su cuello, en su frente. Descalza, abatida por los
vientos del sudeste. Se levanta. Se yerta donde sus ojos colonizan el sol y le
suplica y le lamenta y una conversación con el silencio resquebraja sus alas,
sus espaldas cansadas. El desierto viene con toda su belleza y la vez
desgracia, la nada. El susurro del viento se incrusta en sus carnes y la
dejadez de la lucha por llegar la amenaza, la hace temblar. Temblor. Un cierto
balanceo hace que tropiece, una cierta fatiga la desmorona, pero se yerta, se
levanta hasta el veredicto de su sueño, la huida. Y huye, ya no puede
retroceder. Los ángeles del universo la visitan. La contemplan con sus alas
quebradas, rajadas, con gotas de sangre lamentando la tierra. Los ángeles del
universo la acogen, se la llevan donde los ojos son túneles oscuros donde no se
puede pasar, donde no se puede descifrar. Y ella herida…herida de dolor, herida
de amor a sus raíces se va, tranquila, con la sonoridad del viento suroeste.
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