IMPUESTOS, COMUNIDADES AUTÓNOMAS
Y PARAÍSOS FISCALES
VICTOR
ARROGANTE
En España ha comenzado la guerra de los impuestos, que no terminará hasta la celebración de elecciones municipales y autonómicas del próximo año, prologándose hasta las próximas generales. Lo que quiere decir que los impuestos se han convertido en arma políticamente electoral.
El Estado de las autonomías que desarrolla el Título VIII de la Constitución está inacabado. Eso pretendían los padres de la Constitución que no sabían como meterle mano allá por 1978.Las demandas pasaban desde el Estado unitario franquista al Estado federal que defendían las fuerzas nacionalista y de izquierdas, incluido el PSOE del momento. El resultado, un Estado multinacional, sin competencias territoriales, que se han ido desarrollando a lo largo de estos últimos cuarenta y cuatro años. Si no había competencias transferidas, tampoco financiación. Fue un problema entonces y lo sigue siendo ahora. La política fiscal es el gran debate y se puede abordar desde la coyuntura económica o desde el modelo de Estado, centralizado o descentralizado.
Se ha iniciado una
escalada entre las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular,
sobre quien baja más impuestos, que afecta especialmente al de Patrimonio.
Moreno Bonilla ha decidido librar del impuesto de Patrimonio a 20.000
andaluces, chocando con otras autonomías. Parece que están compitiendo en quién
es capaz de reproducir un paraíso fiscal a imagen de aquellos del exterior para
librar a los más ricos del pago legal de impuestos
Moreno Bonilla,
apoyado por la dirección natural del PP y apoyado por otros tantos presidentes
de Comunidades, parece como que el asunto es un derecho natural y no lo es. En
estos momentos históricos, los gastos de una guerra en Europa y los gastos
derivados de la inflación, eliminar impuestos va en contra de toda lógica y en
contra de las recomendaciones de organismos como el FMI o la OCDE. Si todas las
autonomías bajan impuestos, habrá que eliminar gastos en los presupuestos, como
ya hace el Gobierno de Madrid en sanidad, hospitales, medicamentos, educación,
dependencia, paro, carreteras, residencias o ayudas sociales.
Andalucía quiere
atraer empresarios, y ha puesto el foco en los que están instalados en
Catalunya. El Gobierno andaluz ha lanzado una campaña para atraer empresas que
consiste en la bonificación del 100% del impuesto sobre el patrimonio y una
bajada de los tres primeros tramos del IRPF. Para que no quede duda de sus
intenciones, el Gobierno andaluz abrirá una delegación en territorio catalán
para captar inversiones. No obstante, no está claro que consiga atraer el
perfil deseado: empresarios que generen actividad económica y empleo. Si algo
parecido hubiera hecho Catalunya, no solo pedirían la aplicación del artículo
155 de la Constitución como ya ocurre, lanzarían sus tropas de asalto para
eliminar todo rastro de nacionalismo.
Para tener un
Estado del Bienestar fuerte hacen falta recursos públicos. La guerra iniciada
por el Partido Popular con el tema de los impuestos es lamentable. Pretenden
dar más privilegios a las clases privilegiadas, suprimiendo el Impuesto de
Patrimonio, que solo paga el 0,2% de lo más ricos en Andalucía, en lugar de
atender a las más de 400.000 ayudas a la dependencia aún pendientes de tramitar
por la Junta de Andalucía, lo que demuestra que hacen política para una minoría
a costa de la mayoría social.
El PP, en su
irresponsabilidad política, busca el enfrentamiento territorial. Moreno Bonilla
decide regalar a 20.000 andaluces afortunados, entrando al choque con otras
autonomías, como Cataluña, inaugurando por segunda vez una especie de subasta
de ricos entre Comunidades Autónomas, haciendo un llamamiento para que los
empresarios se instalen en Andalucía. Madrid fue la pionera de rebajar impuestos,
ahora, Andalucía, secundado por Murcia y Galicia. La Junta apruebó la mayor
rebaja fiscal de la historia de Castilla y León, convirtiéndose en la segunda
Comunidad con el tipo de gravamen más bajo de España, después de Madrid.
Los últimos datos
estadísticos sobre el Impuesto sobre Patrimonio que ha publicado la Agencia
Tributaria constatan los efectos que esta política fiscal tiene sobre las
clases más privilegiadas. Durante 2020, el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso libró
de pagar 992 millones de euros a 18.225 contribuyentes que declararon
patrimonios millonarios. La bonificación alcanzó, de media, los 54.431 euros,
según las cifras oficiales. Madrid era, hasta hace unos días, la única
autonomía que bonificaba al 100% este gravamen, lo que supone, de facto,
suspender el impuesto que grava a las grandes fortunas. Si bien, están
obligados a presentar esta declaración aquellos que tengan más de dos millones
de euros, mientras que en otros territorios el mínimo se sitúa en 700.000
euros. Con el anuncio de Juan Manuel Moreno Bonilla de sumarse a la política
fiscal de la Comunidad de Madrid y suprimir este impuesto, ha resucitado un
debate recurrente. El de la competencia fiscal a la baja, que hace que
decisiones como las de Andalucía o Madrid lastren la financiación de otras
comunidades.
El impuesto del
patrimonio fue eliminado en 2008 por el Gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero. El expresidente socialista lo calificó de desigual y criticó que
penalizara el ahorro: “Eliminaremos el impuesto sobre el patrimonio para todos
los ciudadanos de este país. Prácticamente un millón de ciudadanos,
fundamentalmente clase media”, dijo en un acto pocos meses antes de las
elecciones generales de 2008.
El presidente Pedro
Sánchez ha hecho una referencia a la competencia fiscal a la baja que se está
dando entre las comunidades y ha apostado por un modelo que fortalezca el
Estado de bienestar, haciendo un paralelismo entre las dos crisis que ha
enfrentado España en esta década. La que tenía lugar en 2008 y la que dejan ahora
la pandemia y la guerra en Ucrania. Crisis, hay muchas, pero solo hay dos
respuestas posibles, ha señalado el presidente, la “basada en el individualismo
y la insolidaridad” de hace diez años o la actual, que ha asegurado que se está
encarando con “determinación, con unidad, con solidaridad y con sensibilidad
social”.
El Gobierno apunta
a un nuevo impuesto estatal a las grandes fortunas. Unidas Podemos lleva tiempo
proponiendo un impuesto a los ricos que el PSOE había rechazado bajo la premisa
de que estaba elaborando una propuesta de reforma fiscal amplia. Sin embargo,
la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha señalado que se acerca el
momento: El Gobierno de España trabaja en estos momentos de dificultad en pedir
un esfuerzo a aquellos que consideramos que están en mejores condiciones de
hacerlo. Unidas Podemos, ha valorado positivamente que la titular de Hacienda
se abra a la posibilidad de subir los impuestos a las grandes fortunas.
La Comunidad
califica de injusto y destructivo el impuesto a las grandes fortunas anunciado
por el Gobierno. Por su parte el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha
resaltado que el nuevo impuesto a las grandes fortunas anunciado por la
ministra de Hacienda, es un error y una equivocación, recordando que en Europa
el Impuesto de Patrimonio solo está en España.
Garamendi no dice
toda la verdad; actualmente, este impuesto se aplica en España, Noruega y
Suiza. Noruega aplica una retención del 0,95% a los patrimonios superiores a
180.000 euros y el 1,1% a los que traspasan la barrera de los 2,1 millones de
euros, mientras que en Suiza varía en cada cantón. Lo cierto es que la
popularidad de este impuesto ha ido decayendo durante las últimas décadas. En
1990 lo aplicaban en su totalidad doce países de la OCDE. Un análisis elaborado
para la comisión de Presupuestos de la Eurocámara en 2021 achaca la decaída a
la combinación de una mayor competencia fiscal internacional con los bajos
niveles de recaudación y a los altos costes administrativos.
El Impuesto grava a
las rentas altas, ya que se impone sobre el patrimonio neto de las personas
físicas, el conjunto de bienes y derechos de contenido económico que posee cada
una. Este impuesto se aplica en todo el territorio nacional y sus competencias
corresponden a las comunidades autónomas.
Suprimir el
impuesto patrimonio atrae ricos, pero no riqueza, merma la recaudación y
aumenta la desigualdad.
Víctor Arrogante
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