lunes, 2 de noviembre de 2020

G R A V E Z A, por José Rivero Vivas

 

G R A V E Z A

Avío de Jorge Manrique

Cuento en Flor

(Londres, julio de 2012)

José Rivero Vivas

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(Del libro inédito

TEXTOS DIVERSOS

Distintas Fechas

Obra: E.21 (a.109)

José Rivero Vivas

Enero de 2016

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Tenerife

Islas Canarias

Octubre de 2020

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José Rivero Vivas

GRAVEZA

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Visitaron la capital del reino -con recomendación de no publicitar el tema-, como medida ceremoniosa que permitiera elegir candidato, en juegos y suspiros, entre el número importante de mujeres del mundo, sin distinción de edad, para modosas encarnar figuras, estrictamente nominadas en suprema ocasión.

         Orbelinda dice haber nacido el primero de marzo, cual reza en las bases del concurso. Los organizadores del evento, en exhaustiva investigación, han llegado a la conclusión de que esta mujer vino al mundo en año bisiesto, por donde el uno de dicho mes torna a ser veintinueve de febrero, lo que descalifica a la autriz para concurrir al premio convocado por la emisora de implantación nacional.

         ¡Caramba! Un solo día cambia su perspectiva de futuro; de modo que, la característica del año de su nacimiento, da al traste con su esperanza, pese a la general consideración de la obra en sí, no que el autor sea televisivo ni contrahecho. Piensa ella, en su agravio, que no hay forma de florecer con tanta medida ajustada al arbitrio de quien mueve los hilos de la inextricable urdimbre recamada.

Cariacontecida, Orbelinda, ante aquel acaecer inesperado, se puso a contar ventanas abiertas, balcones y terrazas, así como áticos y azoteas, de donde veía fachadas múltiples, convertidas en faces adustas de réproba mirada. Atónita, por mor de aquella contrariedad, antes que desmoronarse sobre sí, insistente recuerda de Amancio su porfía:

He de seguir leyendo esos cuentos, que no está bien llamarlos tal; pero debo asimismo ponerme al día con esa obra, que habré de acabar pronto, para tomar contacto con cuanto era usual en aquel tiempo, olvidado para mí, por carecer de vínculo social que me facilitara el conocimiento con quien pudiera influir, mediante su apoyo, en exteriorizar lo que anhelo, el delicado amor de la mujer que me ha embrujado con su belleza, su ternura, su saber estar entre las variadas destemplanzas que me abruman cada día, en pérfido agasajo, tras la somnolencia de la hembra que lleva el estigma de ser a gusto esclava del deseo, divisa de alguno, y, sin conciencia de ser atropellada, no protesta ni dice nada, sino arremete contra el tonto de su igual; así, ante la amargura propiciada por la dureza de la vida, dificultosa y aciaga, no tiene otra reacción que hacer de su compañero causa de la culpa, ajena a una y otro indistintamente.

Eso todo, Amancio, no lleva a ningún lado, porque si nos ponemos a mirar los vientos pasados, observaremos que ninguno ha henchido tu vela, suponiendo que tuvieras embarcación. Lo posible es que fueras a pie por riscos y barrancos, en adversa peregrinación hacia la negra hondura del precipicio a tus pies.

*

La descollante actuación de cuantos intervinieron en el concierto improvisado, producto de aquella gesta, fue adjudicada a quienes comieron, ingredientes recuperados, hasta saciar su avidez. Ocurrió en la sala de invierno, que es dependencia de esgrima, sable y espada, modalidades en que fue, el aspirante a campeón, ganador de medalla olímpica, en una final admirable; no obstante, del primer al último asalto, fue desesperada la fulminante derrota del novel participante.

Amancio alcanzó a descubrir, en su estancia, un cable negro, de longitud imprecisa, puesto que no supo negociar en la estacada su paso a la siguiente etapa, y sugerir a la gente la ocupación de menor espacio, con el fin de agudizar su sentido, hasta percibir el zumbido del moscardón libando la florecida madreselva. Por eso, para atender el canto, sin revelar desafinación, es menester llegar al fondo del conocimiento canoro, antes de verter su voz sobre el escenario, donde se mece la barcarola de leyenda sutilmente reiterada.

Corresponde, pues, satisfacer la demanda de ese enunciado, que comporta reflexión, por si aportara estímulo a quien realiza abierta entrevista, con motivo de la exclusiva de antiguo acomodo, tras haberle sido otorgado, providencia gratuita, el sumo galardón de las letras magnas. Centra, sin ambages, su fecundidad en la colocación de imprevistos, a cuenta de elevados emolumentos, que empobrecen la hacienda pública, en su gestión devoradora de extrema recaudación, paradigma de proyecto turístico, una vez que, en su posicionamiento, el señor Delegado de Cultura, considera oportuno gravar con alza de impuestos sobre la unidad celular.

*

         Resbaló el Astro Rey en el firmamento, señaló con timidez Orbelinda. Luego, prosiguió: Su resplandor no llegó a la Tierra hasta palidecer el estío estelar. Acortada la distancia, merced a la sabiduría de los doctores del buen hacer pretextos, sobre los que fundar su vaticinio acerca de las obras, dignas de encomio o meramente impugnables, sin distinción ni pauta, ajenas a estudio y disección. Decepcionada la narradora, se puso a cantar coplas de arraigado son escueto; acto seguido fingió llorar, porque el brillo de la estrella cesó su parpadeo y paulatina extinguió su fulgor. Acabó al fin su recital, sobrecogida de desengaño, en el asunto particular, donde tenue concilió el sueño, dentro de un excelente marco de radiante luz solar.

         Ahora, los medios de comunicación, versados en ignorar creadores, de corte raro, pregonan promocionar autoras jóvenes, de reciente remesa, para evitar que las mayores, previamente desechadas, puedan también presentarse, con lo cual resultarían de nuevo excluidas en adversa trayectoria. Otro tanto sucede con aquellos escritores, cual Amancio, que nunca lograron positiva coyuntura; por lo mismo, se ven actualmente desacreditados, tras haber irrumpido en escena con anterioridad a esta iniciativa, acaso angosta, que entusiastas preparan los profesionales del habla, a diario sustentada en su mímesis provecta.

Lo desconcertante de esta norma, sopesa el desventurado escritor, es que su aplicación está lejos de ser receptada por el oficial de turno, personaje idóneo sin duda para la demostración que a su función compete. Por consiguiente, es sin más hora de acometer el relato y enviarlo sin demora a los miembros del jurado, para acogerse confiadamente a la luz del alba, suave y diáfana, al tiempo de volver la espalda al constante centelleo del otro lado del horizonte.

*

         Orbelinda, tierna amante, se inclina sobre el hombro de Amancio y le pide aproximarse a su vera, para susurrarle los dulces requiebros que él ha olvidado en su descuido de ella. Tras claro impulso entronizado, el hombre ha de hallar cauce que le permita seguir adelante, de forma que alivie su llegada a meta; pero cuesta lo indecible concebir idea y cohesionar conceptos ante los cuales decidir su acción, sin miedo a cometer yerro ni transgredir el peso sutil de los llaneros de la aurora, cabalgando en silencio hacia la elevada cordillera, de cumbre inaccesible y señera. Arriba, el caballo descansa, mientras su jinete duerme largas horas de sibilina pereza.

Afectada en su integridad, Orbelinda desiste en su propuesta, cuando advierte, a solas, que el tedio vence su tesón, debilita su pensamiento y malogra su peculiar designio. Asume el revés, y reprime todo ímpetu amoroso hacia Amancio, su bardo de truncada trova.

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José Rivero Vivas

GRAVEZA

Avío de Jorge Manrique

Cuento en Flor

(Londres, julio de 2012)

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(Del libro inédito

TEXTOS DIVERSOS

Distintas Fechas

Obra: E.21 (a.109)

José Rivero Vivas

Enero de 2016

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Tenerife

Islas Canarias

Octubre de 2020

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