HOMO VIRTUALIS
ESCRITO POR EDUARDO
SANGUINETTI
Para quienes se nutren de valores ‘reales’ en lo cognitivo y concreto en espacio y tiempo, asimilándose a los procesos de ‘avance’ que la tekné ofrece en la construcción de lo humano, otorgándole al Homo sapiens ‘sentido’, les resulta perturbador el impacto de permanecer en un tiempo, donde la virtualidad subyace con ‘lo real’.
Imposible no dejar de aplicar términos críticos acerca de los preocupantes procesos de inactivación cerebral, disminución del coeficiente intelectual, que provienen de la generación de contenidos vacuos a través de Internet y del universo fantasmagórico de la web, que desvirtúa la esencia y capacidad del ‘ser humano’ en sentido estrictamente ontológico… se torna preciso y necesario, ofrecer un campo reflexivo más allá de la distinción corriente de la virtualidad y la “realidad”, por ser un problema mal formulado, lo apreciamos en este tiempo de narcisos digitales, sin destino, con el núcleo constitutivo desvirtuado, pues no se puede ignorar que la humanidad ha experimentado la virtualidad mucho antes de esta era digital, sin la necesidad de filtros conscientes, aportados por el desarrollo tecnológico.
Cientos de millones de “selfitis”
transitan en el espacio de las redes sociales del universo de la web,
instaladas en cuentas de Instagram, que intentan dar sentido a las vidas
paralelas virtuales que completan el GPS global del Homo Virtualis, quién ha
arribado a su mayoría de edad… la primera generación para quienes el ecosistema
formado por los medios sociales digitales es normal. Para ellos, las redes
sociales siempre han existido.
Se suman quienes precisan elevar
su autoestima tomándose fotos varias veces al día, instalando incertidumbre en
el efecto narciso de la selfie: una apología al yo diluido en su simulación,
sujeta a dispositivos informáticos que podrán rastrear la imagen y repetirla ad
infinitum, sin posibilidad de que el sujeto exhibicionista pueda controlar el destino
de esa imagen… mientras envían un Whatsapp tras otro, adicción compulsiva,
adictiva y, en fin, mis limitaciones no pueden controlar mis ánimos de
modificar rumbos, meditando con huellas, desde una plataforma Twitch con
servicio streaming, recibiendo Cheers con Bits que mostrarán apoyo a los
emisores celebrando ‘grandes momentos’ fabricados, directamente en el chat… y
así entramos en el nuevo mundo de la red y el videojuego en que se ha
convertido la existencia de la humanidad, que ha llegado al extremo de
necesitar afirmar su realidad cotidiana buscando espectadores para su vida,
convirtiendo lo virtual en posible y lo actual en real, siempre dentro del plan
extenso y engañoso del simulacro… no existir en las redes sociales es igual a
no existir en la realidad… quiere el vertiginoso estímulo de la respuesta de
Twitter, afirmándose como potenciar su propio ser y hacer en este mundo.
Experimenta una integración de la
existencia en el mundo real y el mundo virtual. Por eso se acepta ya la
acepción de un “ecosistema digital”, donde su imagen en canales de youtube es
un testimonio de vida, esperando respuestas que le den el alivio de estar
conectado con el mundo.
Pertenecen definitivamente al
pasado, se han muerto sin dejar descendencia, fenómenos tales como el
desarrollo paulatino de los talentos, su lenta maduración natural… Los nombres
de grandes hombres y mujeres del pasado, ya no son más que sonidos vacíos de
significado para la generación Virtualis, que procesan su autoconstrucción y
afirmación, precisamente, eliminando el pasado, tan incómodo en ocasiones. Por
eso tantos y tantos usuarios defienden hasta el delirio lo que creen y piensan.
Aunque están totalmente equivocados, al parecer de un pasado que sonriendo
observa la carencia de respuestas y estímulos del Virtualis, con vacío
existencial, ansiedad y angustia incorporados a sus vidas paralelos en el
universo de la web.
No puedo dejar de comentar acerca
de la degradación cognitiva y lingüística que provocan las distorsiones
ortográficas de esta nueva escritura oralizada del Homo Virtualis, pues el uso
y abuso de las Redes trae aparejadas consecuencias desastrosas. Me preocupa la
tipificación de los usuarios mediante etiquetas… pero cientos de millones de
personas de modo rutinario se acercan al altar que les ofrece la pantalla que
ilumina sus rostros desdibujados, enmascarados con distintas máscaras, en
función de participar cada día, durante horas en la “danza de los Homo
Virtualis” en Internet… en esta “ceremonia secreta” llevada a cabo desde el anonimato,
construyendo una realidad ficcionalizada con las mejores-peores intenciones,
donde están presentes los insultos, difamaciones , la ira y el amor tan
asimilados a las relaciones humanas, incluso en la era de la virtualidad.
¿Terminaremos atados como los
prisioneros en la caverna de Platón, ineptos en la posibilidad de percibir la
realidad y dar por única verdad sombras proyectadas en el muro por el fuego que
ardía en la hoguera?, ¿La denominada realidad en la que permanecíamos nos
exige, hoy, en existir en la virtualidad?… ante la evidencia de la virtualidad
instalada cual signo de una revolución jamás experimentada, ¿mantendremos
nuestra identidad o podremos modificarla según la ocasión o conveniencia?, ¿las
fronteras de las naciones desaparecerán?, ¿sobre qué bases se construirá el
mundo por venir?… un desafío sin límites para la humanidad virtual deberá
enfrentar los déficit que presenta el sistema vigente ¿serán superados por los
humanistas que habitan en espacios de ideales que se perpetúan según
transcurrieron los siglos de la Historia del hombre?
Imagen de portada: Utopia,
Realidad, Revelación III (1980)
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