martes, 3 de noviembre de 2020

EL HIJO DE LA BARRENDERA


EL HIJO DE LA BARRENDERA

En la declaración de Pablo hay más decencia y dignidad de la que conocerán en sus tristes vidas todos los abascales que desquician el mundo banderitas vacías en mano

GERARDO TECÉ

Grupos de encapuchados, manifestantes contra el toque de queda, movimientos espontáneos de protesta, jóvenes provocando incidentes. La gran prensa española, tan habituada a llamar terrorista a cualquiera que se menee un poco en cualquier reivindicación social, sigue teniendo graves problemas de dicción para referirse a quienes saludan brazo en alto mientras destrozan las calles. Lo de atado y bien atado, ahora lo sabemos, también incluía a los directores de informativos.

 

La prueba más evidente de que detrás de los disturbios nocturnos de los últimos días hay grupos nazis y movimientos de extrema derecha es que desde VOX apoyan estas protestas. Un sábado se emocionan al ver las playas ensuciadas con miles de banderitas de plástico en supuesto homenaje a los fallecidos por la covid y al siguiente viernes aplauden el destrozo de calles por unas medidas que pretenden evitar más víctimas del virus. Cuando la ultraderecha consigue tocar poder reprime a las minorías. Cuando no lo logra, intenta desquiciar a la mayoría. Con la primera ola de la pandemia vino un primer confinamiento y con la segunda ola es muy probable que nos volvamos a ver en las mismas. Si en marzo y abril la ultraderecha puso su granito de arena patriótico llenando las redes de bulos sanitarios y odio, es probable que en esta segunda parte del duro trance que se nos viene, la nueva contribución a la nación sea llevar el caos de las redes a las calles. Es lo que los ultras llaman responsabilidad patriótica: destrozar el juguete si no es suyo.

 

La imagen de este puente de todos los santos, le duela lo que les duela a quienes pretenden hacer de este país un lugar desquiciado, es Pablo, un joven riojano que, a primera hora de la mañana siguiente a los destrozos nocturnos en Logroño, quedó con unos amigos para echar una mano en la limpieza de calles y el arreglo de destrozos. “Mi madre es barrendera”, explicaba Pablo a cámara, “y sé lo que es deslomarse la espalda para traer un plato de comida a casa”. Una declaración de 10 segundos en la que hay más decencia y dignidad de la que conocerán en sus tristes vidas todos los abascales que desquician el mundo banderitas vacías en mano. Antonio Machado decía que “En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva”. Antonio Machado se refería a Pablo. Ni a Pablo, limpiando las calles de los destrozos de los ultras ni a Antonio, que murió en el exilio huyendo de quienes consiguieron destrozarlo todo, la prensa los suele llamar patriotas. Quizá ese sea el grave problema de este país. Gracias, Pablo.


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