EL HIJO DE LA BARRENDERA
En la
declaración de Pablo hay más decencia y dignidad de la que conocerán en sus
tristes vidas todos los abascales que desquician el mundo banderitas vacías en
mano
GERARDO TECÉ
Grupos de encapuchados, manifestantes contra el toque de queda, movimientos espontáneos de protesta, jóvenes provocando incidentes. La gran prensa española, tan habituada a llamar terrorista a cualquiera que se menee un poco en cualquier reivindicación social, sigue teniendo graves problemas de dicción para referirse a quienes saludan brazo en alto mientras destrozan las calles. Lo de atado y bien atado, ahora lo sabemos, también incluía a los directores de informativos.
La prueba más
evidente de que detrás de los disturbios nocturnos de los últimos días hay
grupos nazis y movimientos de extrema derecha es que desde VOX apoyan estas
protestas. Un sábado se emocionan al ver las playas ensuciadas con miles de
banderitas de plástico en supuesto homenaje a los fallecidos por la covid y al
siguiente viernes aplauden el destrozo de calles por unas medidas que pretenden
evitar más víctimas del virus. Cuando la ultraderecha consigue tocar poder
reprime a las minorías. Cuando no lo logra, intenta desquiciar a la mayoría.
Con la primera ola de la pandemia vino un primer confinamiento y con la segunda
ola es muy probable que nos volvamos a ver en las mismas. Si en marzo y abril
la ultraderecha puso su granito de arena patriótico llenando las redes de bulos
sanitarios y odio, es probable que en esta segunda parte del duro trance que se
nos viene, la nueva contribución a la nación sea llevar el caos de las redes a
las calles. Es lo que los ultras llaman responsabilidad patriótica: destrozar
el juguete si no es suyo.
La imagen de este
puente de todos los santos, le duela lo que les duela a quienes pretenden hacer
de este país un lugar desquiciado, es Pablo, un joven riojano que, a primera
hora de la mañana siguiente a los destrozos nocturnos en Logroño, quedó con
unos amigos para echar una mano en la limpieza de calles y el arreglo de
destrozos. “Mi madre es barrendera”, explicaba Pablo a cámara, “y sé lo que es
deslomarse la espalda para traer un plato de comida a casa”. Una declaración de
10 segundos en la que hay más decencia y dignidad de la que conocerán en sus
tristes vidas todos los abascales que desquician el mundo banderitas vacías en
mano. Antonio Machado decía que “En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha
sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la
venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la
salva”. Antonio Machado se refería a Pablo. Ni a Pablo, limpiando las calles de
los destrozos de los ultras ni a Antonio, que murió en el exilio huyendo de
quienes consiguieron destrozarlo todo, la prensa los suele llamar patriotas.
Quizá ese sea el grave problema de este país. Gracias, Pablo.
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