LA SEMANA MÁS LARGA
PARA PEDRO SÁNCHEZ
IÑIGO SÁENZ DE UGARTE
El PP aplica sin rubor la estrategia de
olvidarse de Mazón en un miércoles que lo tuvo todo y nada bueno para Sánchez:
una entrevista de Aldama, un pleno dominado por la corrupción y la imputación
de su hermano. Ahora contiene la respiración a la espera de lo que cuente
Lobato ante el juez
En la sesión de control posterior, ya no había que perder el tiempo hablando de la DANA. Allí el PP preparó un menú de plato único con ocho preguntas dedicadas a Aldama, Ábalos y sus aledaños. Feijóo preguntó a Sánchez si le preocupaban más “los whatsapps de Moncloa con la Fiscalía o la próxima declaración del señor Aldama” (susto o muerte). El presidente le respondió exigiendo “la destitución del señor Mazón”. Feijóo ya había dicho antes que “le daba (a Aldama) la misma verosimilitud que le dan los fiscales anticorrupción”. Sánchez no podía meterse con la Fiscalía, así que se limitó a decirle que estaba dando “más credibilidad a un delincuente confeso que a la AEMET”.
Sánchez se fue poniendo tenso y acabó
recordándole los grandes éxitos del PP. Marcial Dorado, claro. La sede de la
calle Génova, rehabilitada con dinero negro. La condena por financiación
ilegal. Todo cierto, pero antiguo. Sobre Aldama, nada más que llamarlo
delincuente.
Ese mismo día, el contratista dio su primera entrevista en la Cadena COPE. No será la
última. Mantuvo el estilo provocador que tuvo tras salir de prisión, conseguida
gracias a la gran comprensión de los fiscales. Para dar a todo un aire
siciliano, habló de su seguridad: “Quiero entender que en este momento cualquier
cosa que me pudiera pasar a mí o a mi familia va a apuntar al Gobierno y al
presidente, está claro. Entiendo que en este momento no me va a pasar nada,
pero sí es obvio que conociendo a los personajes, pues me tendré que cuidar muy
mucho”.
Aldama hinchó pecho con la foto publicada esa mañana por El Mundo. Aparece
con el coronel de la Guardia Civil Francisco Vázquez, el agregado del FBI en la
embajada en España y un miembro de la CIA destinado en Madrid. A iniciativa de
Vázquez, había organizado una cacería para agasajar a los norteamericanos.
Eso prueba su amistad con el coronel y
que se ocupaba de la agenda de ocio y tiempo libre. Pero al menos se confirma
que era colega de los responsables de la unidad antiterrorista de la Guardia
Civil. La foto, que está en el sumario del Caso Koldo, ha aparecido con gran
rapidez para refutar las burlas del Gobierno sobre sus contactos. Le compararon
con el Pequeño Nicolás.
Lo único malo para el PP es que Aldama
dijo sobre la falta de pruebas que respalden acusaciones tan graves como las
que ha hecho: “Ya se han aportado pruebas a la Fiscalía. Hay más que
suficientes”. Se ha especulado con que habrá un constante goteo de revelaciones
por parte de Aldama. Sólo con el cotilleo o las fotos con su amiguete de la
Guardia Civil, ya da para unos cuantos titulares. Pero sin pruebas de verdad
será más difícil seguir apretando al Gobierno. Esa partida no está cerrada.
Habrá más capítulos si el caso llega al Tribunal Supremo para investigar
directamente a Ábalos.
Sobre Begoña Gómez, dijo que había
tenido un encuentro con ella en el bar de un hotel de San Petersburgo durante
la Asamblea de la Organización Mundial del Turismo. Unas copas por la noche
junto al consejero delegado de Globalia. Feijóo le metió más imaginación al
asunto en el Congreso y dijo a Sánchez que Aldama “compartía negocios con su
esposa”. A estas alturas, inventarse algo sobre un testimonio ya conocido es lo
menos que se espera de un discurso en el Congreso.
El Gobierno sólo puede esperar a ver qué
más tiene Aldama. A cuenta del fiscal general, lo tiene más difícil hasta el
punto de que debería empezar a afrontar la realidad. Una asociación de fiscales
denunció que el día del registro de su despacho vieron en el patio de la
Fiscalía General a Álvaro García Ortiz hablando con la teniente fiscal del
Supremo y con un teléfono móvil en las manos. Para dar un aire delictivo a la
escena, afirmó que estaban manipulando el móvil. El magistrado
del Tribunal Supremo que lleva el caso ha pedido que no se borren las imágenes de las cámaras de
seguridad. Fuentes de la Fiscalía han dicho a este diario que las únicas están
en la fachada del edificio.
Una reacción como esta del instructor
sobre una escena tan aparentemente inocua –los agentes tenían en sus manos el
móvil de García Ortiz y ninguna orden le prohibía utilizar otro teléfono–
indica que el destino del fiscal general está ya muy lejos del alcance del
Gobierno. Es decir, es muy arriesgado apostar dinero en favor de la
supervivencia de García Ortiz. Lo que se puede dar por seguro es que nadie
investigará la filtración de los mensajes enviados por el fiscal general, que
ya se ha producido. Esa sangría sólo se puede cortar con la dimisión o retirada
temporal de un alto cargo que está en el punto de mira de una operación tan política
como judicial.
La mañana se cerró con la noticia
de la imputación del hermano de Pedro Sánchez y la dimisión de Juan Lobato al frente del PSOE de Madrid.
Este último había dejado a todo el partido con la boca abierta, y no
precisamente de admiración, al escucharle confirmar que había depositado en una
notaría los mensajes que le envió una alto cargo de Moncloa, que ha sido jefa
de gabinete de Óscar López.
Lobato no desaparece por completo. El
viernes, debe declarar ante el juez del caso del fiscal general y llevar
consigo esos mensajes. Entonces, se verá si son dinamita o pólvora mojada. Los
sustos no se han acabado para los socialistas.
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