jueves, 28 de noviembre de 2024

LA SEMANA MÁS LARGA PARA PEDRO SÁNCHEZ

 

LA SEMANA MÁS LARGA PARA PEDRO SÁNCHEZ

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

El PP aplica sin rubor la estrategia de olvidarse de Mazón en un miércoles que lo tuvo todo y nada bueno para Sánchez: una entrevista de Aldama, un pleno dominado por la corrupción y la imputación de su hermano. Ahora contiene la respiración a la espera de lo que cuente Lobato ante el juez

En la sesión de control posterior, ya no había que perder el tiempo hablando de la DANA. Allí el PP preparó un menú de plato único con ocho preguntas dedicadas a Aldama, Ábalos y sus aledaños. Feijóo preguntó a Sánchez si le preocupaban más “los whatsapps de Moncloa con la Fiscalía o la próxima declaración del señor Aldama” (susto o muerte). El presidente le respondió exigiendo “la destitución del señor Mazón”. Feijóo ya había dicho antes que “le daba (a Aldama) la misma verosimilitud que le dan los fiscales anticorrupción”. Sánchez no podía meterse con la Fiscalía, así que se limitó a decirle que estaba dando “más credibilidad a un delincuente confeso que a la AEMET”.

Sánchez se fue poniendo tenso y acabó recordándole los grandes éxitos del PP. Marcial Dorado, claro. La sede de la calle Génova, rehabilitada con dinero negro. La condena por financiación ilegal. Todo cierto, pero antiguo. Sobre Aldama, nada más que llamarlo delincuente.

Ese mismo día, el contratista dio su primera entrevista en la Cadena COPE. No será la última. Mantuvo el estilo provocador que tuvo tras salir de prisión, conseguida gracias a la gran comprensión de los fiscales. Para dar a todo un aire siciliano, habló de su seguridad: “Quiero entender que en este momento cualquier cosa que me pudiera pasar a mí o a mi familia va a apuntar al Gobierno y al presidente, está claro. Entiendo que en este momento no me va a pasar nada, pero sí es obvio que conociendo a los personajes, pues me tendré que cuidar muy mucho”.

Aldama hinchó pecho con la foto publicada esa mañana por El Mundo. Aparece con el coronel de la Guardia Civil Francisco Vázquez, el agregado del FBI en la embajada en España y un miembro de la CIA destinado en Madrid. A iniciativa de Vázquez, había organizado una cacería para agasajar a los norteamericanos.

Eso prueba su amistad con el coronel y que se ocupaba de la agenda de ocio y tiempo libre. Pero al menos se confirma que era colega de los responsables de la unidad antiterrorista de la Guardia Civil. La foto, que está en el sumario del Caso Koldo, ha aparecido con gran rapidez para refutar las burlas del Gobierno sobre sus contactos. Le compararon con el Pequeño Nicolás.

Lo único malo para el PP es que Aldama dijo sobre la falta de pruebas que respalden acusaciones tan graves como las que ha hecho: “Ya se han aportado pruebas a la Fiscalía. Hay más que suficientes”. Se ha especulado con que habrá un constante goteo de revelaciones por parte de Aldama. Sólo con el cotilleo o las fotos con su amiguete de la Guardia Civil, ya da para unos cuantos titulares. Pero sin pruebas de verdad será más difícil seguir apretando al Gobierno. Esa partida no está cerrada. Habrá más capítulos si el caso llega al Tribunal Supremo para investigar directamente a Ábalos.

Sobre Begoña Gómez, dijo que había tenido un encuentro con ella en el bar de un hotel de San Petersburgo durante la Asamblea de la Organización Mundial del Turismo. Unas copas por la noche junto al consejero delegado de Globalia. Feijóo le metió más imaginación al asunto en el Congreso y dijo a Sánchez que Aldama “compartía negocios con su esposa”. A estas alturas, inventarse algo sobre un testimonio ya conocido es lo menos que se espera de un discurso en el Congreso.

El Gobierno sólo puede esperar a ver qué más tiene Aldama. A cuenta del fiscal general, lo tiene más difícil hasta el punto de que debería empezar a afrontar la realidad. Una asociación de fiscales denunció que el día del registro de su despacho vieron en el patio de la Fiscalía General a Álvaro García Ortiz hablando con la teniente fiscal del Supremo y con un teléfono móvil en las manos. Para dar un aire delictivo a la escena, afirmó que estaban manipulando el móvil. El magistrado del Tribunal Supremo que lleva el caso ha pedido que no se borren las imágenes de las cámaras de seguridad. Fuentes de la Fiscalía han dicho a este diario que las únicas están en la fachada del edificio.

Una reacción como esta del instructor sobre una escena tan aparentemente inocua –los agentes tenían en sus manos el móvil de García Ortiz y ninguna orden le prohibía utilizar otro teléfono– indica que el destino del fiscal general está ya muy lejos del alcance del Gobierno. Es decir, es muy arriesgado apostar dinero en favor de la supervivencia de García Ortiz. Lo que se puede dar por seguro es que nadie investigará la filtración de los mensajes enviados por el fiscal general, que ya se ha producido. Esa sangría sólo se puede cortar con la dimisión o retirada temporal de un alto cargo que está en el punto de mira de una operación tan política como judicial.

La mañana se cerró con la noticia de la imputación del hermano de Pedro Sánchez y la dimisión de Juan Lobato al frente del PSOE de Madrid. Este último había dejado a todo el partido con la boca abierta, y no precisamente de admiración, al escucharle confirmar que había depositado en una notaría los mensajes que le envió una alto cargo de Moncloa, que ha sido jefa de gabinete de Óscar López.

Lobato no desaparece por completo. El viernes, debe declarar ante el juez del caso del fiscal general y llevar consigo esos mensajes. Entonces, se verá si son dinamita o pólvora mojada. Los sustos no se han acabado para los socialistas.

 

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