ENGANCHADOS AL CAOS
ANTÓN LOSADA
A falta de un debate parlamentario en el
Congreso donde desatar toda su potencia de fuego contra Teresa Ribera, ha
decidido convertir el Parlamento europeo en una delegación del Parlamento
español; con la entusiasta ayuda de Vox
Las crisis traen el caos. La primera
misión del gestor de una crisis consiste en restablecer el orden; que el mundo
vuelva a ser previsible y las cosas vuelvan a suceder de acuerdo con un plan
que la mayoría pueda ver y entender, permitiéndoles así trazar sus propios
planes. Tras la catastrófica y mortal Dana de 29 de octubre por eso mismo
claman y eso mismo esperan las valencianas y valencianos.
Núñez Feijóo también se ha apuntado al caos según las evidencias le tiran los relatos. Al día siguiente de las riadas la culpa era de los meteorólogos y de la AEMET hasta que el timeline de la agencia se lo desmintió. Después había que declarar el estado de emergencia y poner a Pedro Sánchez al mando. Pero esa demanda dejó la gestión del president valenciano en evidencia. Entonces, no quedó más remedio que salir a respaldarla, aunque sin dejar de pedir que asumiera el mando un gobierno central donde tenía que estar y había que encontrar un culpable, dado que Mazón no podía serlo.
Le tocó a Teresa Ribera como le podía
haber tocado a Margarita Robles si en Defensa o en el Ejército alguien se
hubiera demorado media hora en contestar un mail pidiendo un todoterreno, o a
Ángel Víctor Torres si en Política Territorial alguien no hubiera contestado la
primera llamada reclamando más bombas de succión.
Mientras otra Dana barre una costa mediterránea urgentemente
preocupada por impedir como sea que Teresa Ribera sea vicepresidenta de la
Comisión Europea, el caos del PP se desplaza hasta Bruselas. Empeñado en convertir
una catástrofe en una victoria, como fue capaz de hacer desde la presidencia de
la Xunta de Galicia tras tres días de incendios descontrolados –cuatro víctimas mortales, 50.000 hectáreas quemadas–
en octubre del 2017, Núñez Feijóo se ha aprovechado del delicado equilibrio que
sustenta la mayoría que apoya la Comisión de Von der Leyen para presentar como
un bloqueo lo que ya suponía una condición preestablecida: o todos los
vicepresidentes o ninguno.
A falta de un debate parlamentario en el Congreso donde desatar
toda su potencia de fuego contra Teresa Ribera, ha decidido convertir el
Parlamento europeo en una delegación del Parlamento español; con la entusiasta
ayuda de Vox, el gran beneficiado de esta dependencia del caos que demuestra el
PP.
En el mejor de los escenarios Núñez Feijóo habrá obtenido un
aplazamiento de una semana o dos en el nombramiento de Teresa Ribera y unos totales
de la portavoz popular, Dolors Monserrat, exigiendo la dimisión de la
no-nombrada Ribera si un juez la imputa por su gestión; un precedente que sin
duda Carlos Mazón habrá agradecido con entusiasmo. En el peor de los escenarios
puede que el caos se apodere también de Bruselas y todas las cancillerías
europeas asuman como perfectamente normal renegociar el delicado reparto de
poder de la Comisión Europea para que el PP tenga su relato. Quién sabe. El
caos es lo que tiene, que es impredecible.
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