ESTA VEZ LO TENEMOS,
JEFE
Al PP se le venían encima largos días de soledad hablando de Carlos Mazón.
Pero la declaración del superagente secreto Víctor de Aldama vino a arreglarlo
cuando más falta hacía
Mazón, PP,
Feijóo, DANA. / Pedripol
Todo
cuanto podía salir mal está saliendo mal. Reconozcámoslo. Tan contundentemente
mal que la formidable maquinaria político mediática armada para acabar con
Pedro Sánchez por cualquier medio necesario ha vuelto a cantar victoria por
enésima ocasión. Resulta fascinante cómo se excitan los medios de los
verdaderos periodistas y sus señorías investidas con sus pulseritas rojigualdas
cada vez que creen haber cazado a la presa sanchista; tenerla a punto para
despellejar y despiezar. Esa exuberancia irracional de feromonas bien merecería
un documental de la 2 o un especial en National Geographic.
Para el diván del psicoanálisis socialista quedará, sin duda, tratar de determinar cómo ha sido posible que el novio de la presidenta Ayuso haya confesado dos delitos fiscales y la presidenta Ayuso haya ordenado utilizar los recursos públicos de la Comunidad de Madrid para defender a su amado con uñas y bulos, pero es el fiscal general del Estado quien aguarda en ese corredor de la muerte política que se instala en el Tribunal Supremo cuando no gobierna quien tiene que gobernar; y es Juan Lobato, el exlíder socialista madrileño, quien ha tenido que irse a su casa por el reprobable delito de haber ido a un notario para registrar una conversación digital. Seguramente existe una estrategia genial detrás de esta catastrófica relación de causalidad, pero parece que únicamente Miguel Angel Rodríguez sabe cómo funciona.
Fracasada
la distracción europea con Teresa Ribera como cebo, al PP se le venían encima
largos días de soledad hablando de Carlos Mazón y su estilo de gestión basado
en ese empoderante “id haciendo que no hace falta que esté yo”. Ni con el
bochorno de ser el único que vota en contra de la nueva Comisión Europea se lo
quitaría de encima. Pero la declaración del superagente secreto Víctor de
Aldama vino a arreglarlo cuando más falta hacía; confirmando de nuevo que, en
España, las casualidades y las coincidencias son de derechas. Lo del correo de
Begoña Gómez en copia a la asesora de Moncloa entregado al juez Peinado fue una
chiripa. Lo de hacer declarar en condición de investigado al hermano de Pedro
Sánchez ya fue un puro alarde.
No
me hable de la dana, hábleme de Aldama. El relato popular se escribe solo. Las
feromonas antisanchistas andan haciendo el resto. El invencible Sánchez ya solo
es un juguete del destino en manos del maquiavélico Aldama. Está acabado. A un
paso de acabar en La Haya juzgado por crímenes contra la humanidad con whatsapps
de destrucción masiva.
Mientras,
en el mundo real, las ayudas que se anuncian a bombo y platillo como si fueran
un milagro no llegan a Valencia con la rapidez con que se anuncian, los
inevitablemente lentos trabajos de reconstrucción exasperan a unos vecinos que
comprueban que los días pasan mientras sienten que el tiempo empieza a correr
en su contra y el pueblo que fue a salvar al pueblo se repliega en las redes
sociales para, desde allí, monetizar y apelar a la revolución que convierta
nuestra democracia en una verdadera democracia; con ellos al frente porque
alguien tiene que ocuparse de que se hagan las cosas.
Seguramente
muchos ya no se acuerden. Pero cuando Sánchez convocó el congreso sevillano que
se celebrará este fin de semana, el gran tema, la traición que marcaría el fin
de España, era el acuerdo de financiación singular para Catalunya. La incógnita
residía en saber si acudiría Felipe González, y todos conteníamos la
respiración imaginando ese tuit de estadista que seguro preparaba el
último socialista libre: Emiliano García-Page, el presidente manchego. Repasar
aquella agenda hoy casi produce ternura.
El
congreso federal se celebrará, y Sánchez saldrá aclamado como el único líder
socialdemócrata que queda en pie en el continente. Habrá vítores y panegíricos.
Se pronunciarán frases tan redondas que costará comprarlas porque seguro que
tienen copyright. Se fabricarán imágenes icónicas y se escaparán media
docena de memes. Todo serán sonrisas y abrazos. Parecerá que la tormenta ha
pasado y tampoco fue para tanto. Casi nadie se da cuenta de la arena que se van
llevando para siempre las galernas, hasta que un día la playa ya no está donde
estaba.
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