jueves, 28 de noviembre de 2024

UN PLANETA ENFERMO Y UN MUNDO EN PELIGRO

 

UN PLANETA ENFERMO Y UN MUNDO EN PELIGRO

PATROCINIO NAVARRO VALERO

Cuando un organismo se altera, emite señales a las que llamamos síntomas. El síntoma es una llamada de atención para invitarnos a descubrir la causa que lo provoca. Se puede decir que es un amigo que nos da la oportunidad de rectificar errores. Sin embargo se suele tratar como se trata a un enemigo: o se niega su existencia, o se le desprecia  o se le combate con falsos remedios, comportamientos que tienen consecuencias negativas para la salud. El primero porque es la política del avestruz; el  segundo, porque actúa como alguien que ve humedad en las paredes de su casa y en lugar de averiguar el por qué y poner remedio, decide pintarla o inventa malos remedios que aún agravan más el problema. Y eso es lo que está pasando.

Con estas actitudes, qué enfermo puede mejorar? Parece fácil de comprender por cualquiera  siempre, claro, que no sea médico alopático que combate síntomas de la enfermedad en vez de sus causas  o político negacionista que combate a los que dicen que el clima está en las últimas. Eso tiene serias consecuencias para el Planeta y para nosotros, porque  es verdad: el clima está en las últimas. ¿ Y nosotros?

Tiempos de lo peor

El Planeta da síntomas continuos, cada vez más amenazantes para quienes lo habitamos, de estar gravemente alterado;  y la naturaleza, los animales  y el ser humano sufren con él  porque el cuerpo de cada ser vivo  forma parte de la materia  del Planeta y comparte con él  la suerte de cada uno de sus cuatro elementos, pues todo constituye una gran unidad, y lo que afecta a cada uno repercute en los otros antes o después para bien o para mal, porque la Ley causal  es  inmutable y universal: cada causa tiene su efecto correspondiente.

La ley causal en acción

El Planeta enfermó  por tanto veneno vertido sobre sus cuatro elementos y se defiende con ellos:  agua, aire, fuego y tierra reaccionan en todos los continentes. Catástrofes naturales continuas y cada vez más  violentas aquí o allá, grandes bosques con incendios de última generación  difíciles de apagar, talas sin control, desaparición acelerada de especies, repetición de viejas enfermedades y aparición de nuevas y raras, y conflictos sociales de todos los órdenes, con la amenaza mundial  de una posible guerra nuclear, muestran ese  sombrío panorama al que conocemos como Apocalipsis  desde hace milenios y que tantos profetas han venido advirtiendo, pero estos tienen tan mala prensa como los científicos y movimientos ciudadanos o políticos que se oponen a este capitalismo destructor multinacional y neofeudal  con sus hidrocarburos, su extractivismo, su colonialismo, sus formas de neoesclavismo y su desprecio a los derechos humanos con las  máscaras de la  democracia para engañar a los bobos. Ser antinuclear, anticapitalista o anti OTAN,  como ser pacifista, vegano, animalista, activista climático, contra los fondos buitre  que nos expropian viviendas, tiene peor prensa que un creador de bulos y mentiras, un racista, un fascista supremacista, un militar golpista,  o un sionista israelí. Todo así,  todo al revés.

¿Cómo afronta la humanidad la doble  amenaza?

¿Debería hacerlo  como el médico alopático con sus enfermos, o como lo haría un médico alternativo en busca de la raíz de todos estos males que nos aquejan por partida doble?  No parece haber mejor solución que la de cambiar de raíz este sistema irracional de producir y consumir hasta el agotamiento de toda fuente de energía, y sin Planeta B. No parece haber mejores soluciones que las que proponen los amantes del Planeta y de la paz entre nosotros y con el mundo animal. La humanidad deberíamos haber aprendido hace tiempo a tener  conciencia de unidad con todo lo que existe y de formar parte de una especie amenazada para poder actuar en consecuencia. Sin embargo, ellos, los ricos y poderosos, nos han marcado espacios geográficos cerrados por fronteras y hasta llegan a obligarnos a defenderlos en sus guerras como si fuésemos animales de su pertenencia, mientras rechazan con violencia policial las manifestaciones que crean conciencia ecológica o social  y fusilan a los soldados que se niegan a combatir o desertan, como ocurre siempre, y hoy mismo en Ucrania a la que el gobierno español apoya con tal  cantidad de miles de millones para que haga su guerra OTAN que si dedicara una cuarta  parte en ayudar a las víctimas de la DANA en Valencia cambiaría la faz de la zona y la de sus airados habitantes que no ven llegar ni lo que les prometen.

Así que estamos en una comprometida situación en la que estamos siendo atacados por dos frentes a la vez: El Planeta y los que dirigen este mundo. El primero porque se defiende de su enfermedad;  los segundos porque la provocan y la agudizan a diario.

Los  grandes  responsables de ese  1 por ciento de ricos y poderosos con sus siervos políticos y hombres grises de su misma calaña, son egoístas, perversos, y criminales también ambientales. Como  no son tontos,  se han dado cuenta de lo negativo del  cambio climático para su ley del beneficio a todas costa. Saben de sobra que el aumento de la temperatura global  que nos lleva al fin de este mundo que creíamos civilizado y al cambio de la faz de la Tierra es imparable: El calor nos va a matar. Lo saben, pero les da igual. Siempre viven aferrados a esa idea de “después de mí, el Diluvio Pues bien: ya estamos en el Diluvio. ¿ Y ahora qué?

¿Preparados para la siguiente cumbre  de la burla climática? ¿O habrá antes  otra pandemia prefabricada o la guerra siguiente? El Diluvio ya está aquí y no parece que tengamos a punto ni arcas de Noé ni paraguas antinucleares. Y mientras  los hombres oscuros aparentan no darse por enterados y actúan como los avestruces y como la orquesta del Titánic, el Apocalipsis está aquí, convocado por ellos y seguido por los que bailan al ritmo de su orquesta satánica.

 

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