¿ALGUIEN PUEDE PARAR
ESTO?
CARLOS ELORDI
El principal partido de la oposición carece de norte táctico y estratégico y su única práctica política es reventar cualquier iniciativa del Gobierno. La actuación de su líder es cada vez más errática, contradictoria, y no pocas veces mentirosa y antidemocrática, y en la dirección del partido empiezan a ser cada vez más los que piensan que con Feijóo como cabeza de lista el PP puede volver a ver frustrado su proyecto de hacerse con la presidencia del Gobierno
Las fake news y los bulos proliferan sin freno y son seguidos por millones de ciudadanos de todas las ciudades y seguramente creídos por muchos de ellos. Una legión de pseudo intelectuales, de creadores de opinión para ignorantes supinos y de oportunistas de todo tipo de pelaje, muchas veces de ultraderecha, tienen un protagonismo creciente en los medios de comunicación, los de nuevo cuño y algunos de los de siempre. Porque saben llamar la atención, a eso se dedican, y divierten. Pero también erosionan, día tras día, algunos de los principios en los que está basada la convivencia y también destruyen, casi siempre sin argumentos sólidos y únicamente con descalificaciones groseras, la imagen pública de los líderes, que toda sociedad necesita. Eso sí, a cambio de dinero.
Miguel Ángel Rodríguez, el cerebro pensante
de la potente Comunidad de Madrid ha amenazado con llevarse “p´alante” al
Fiscal General del Estado porque éste ha dicho que podría interponer una
querella contra él. Así se las gastaban en el Far West norteamericano y en los
cuartos de bandera de los ejércitos fascistas. Y nadie ha dicho nada.
Tampoco se le ha dado demasiada importancia a que un
descerebrado golpeara con una pala en la espalda de Pedro Sánchez durante los
altercados de Paiporta, dejándole bastante tocado, según revelaban las imágenes
inmediatamente posteriores al incidente que mostraban al presidente caminando
con serias dificultades. Luego, rompieron los cristales de su coche. Eso sí:
más de un comentarista de derechas dijo en las teles que Sánchez, a diferencia
del rey, no había tenido en valor de quedarse, que había huido.
Hay indicios cada vez más frecuentes y elocuentes de que crece
la ola de radicalización ultraderechista o antidemocrática. Sobre todo entre
los jóvenes y muy jóvenes, pero también entre los colectivos de otras edades.
Hay quien se consuela diciendo que lo mismo está ocurriendo en buena parte de
los países de la Europa rica. Otros añaden que España estará contenido dentro
de los límites, minoritarios pero no pequeños, que ahora tienen, mientras en
España la ultraderecha carezca de un líder con carisma y potencia. Pero la
historia enseña que esos líderes aparecen en el momento menos pensado… si hay
condiciones ambientales y políticas para ello. Y aquí empieza a haberlas.
Un grupo de jueces, entre ellos algunos de los que más mandan,
siguen desatados en su particular campaña para derribar al gobierno de
izquierdas. Manipulan sin rubor con tales fines las leyes y los procedimientos.
Y buena parte de su gremio, el más conservador que existe en el aparato del
Estado, les sigue o cuando menos no les critica.
El principal partido de la oposición carece de norte táctico y
estratégico y su única práctica política es reventar cualquier iniciativa del
Gobierno. La actuación de su líder es cada vez más errática, contradictoria, y
no pocas veces mentirosa y antidemocrática, y en la dirección del partido
empiezan a ser cada vez más los que piensan que con Feijóo como cabeza de lista
el PP puede volver a ver frustrado su proyecto de hacerse con la presidencia
del Gobierno. Una crisis en el interior del partido y una lucha por la
sustitución de Feijóo aparecen como cada vez más probables a medio plazo.
Ninguno de los elementos hasta aquí citados puede provocar una
crisis por sí solo por mucho que se agudice. Otra cosa sería si se juntaran
varios de ellos y el orden público y la relativa paz social que en estos
momentos existe cambiarán radicalmente de signo.
O sea que por el momento no hay que lanzar alarma alguna. Pero
conviene estar atento a la evolución de los acontecimientos. España no vive
sobre un volcán, pero no se puede descartar que en el futuro se produzca una
erupción como las que se han registrado en nuestro pasado. Sería oportuno que
quienes pueden hacerlo, que tampoco está muy claro quiénes son, reaccionaran
para frenar derivas indeseables en los capítulos citados.
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