jueves, 28 de noviembre de 2024

AHORA… EL ALTO EL FUEGO EN GAZA

 

AHORA… EL ALTO EL FUEGO EN GAZA

El alto el fuego en Líbano tiene una cara “B”: la marginación de la causa palestina y la condena de los gazatíes

DIARIO RED

 

Omar Ashtawy Apaimages / Zuma Press / ContactoPhoto 

El alto el fuego en Líbano tiene algo de trampa. El genocida Netanyahu anunció en televisión, desde la más profunda hipocresía, un alto el fuego temporal con Hezbolá que le permite vender una victoria coyuntural en Israel. No obstante, no conviene descontextualizarlo; el genocidio en Gaza, verdadera prioridad del gobierno criminal de Tel Aviv, proseguirá, probablemente con más dureza en los próximos meses, se venda lo que se venda en Occidente sobre el acuerdo entre Hezbolá y Netanyahu.

El acuerdo tiene una primera arista: es un “favor” a los demócratas estadounidenses y a Joe Biden, consciente de que se juega su legado en los menos de dos meses que restan para su salida de la Casa Blanca. Hasta entonces, es su administración la que puede activar palancas que puedan ser beneficiosas para Tel Aviv. De hecho, la duración del alto el fuego brinda pistas sobre sí mismo: 60 días. Para cuando termine, Trump habrá recientemente asumido como presidente de Estados Unidos, por lo que Netanyahu podría negociar un reinicio de las operaciones en Líbano. No por casualidad, Israel se reserva el derecho a responder a Hezbolá en cualquier momento, así como la libertad de acción militar en Líbano.

Hezbolá y el Estado sionista pueden vender una calma temporal. Para Netanyahu y su gobierno criminal, la decisión es política: su invasión del Líbano había afectado a los ciudadanos israelíes, principalmente bajo la forma de cohetes que llegaban al territorio desde Líbano. 60 días sin este peligro será una buena noticia para las expectativas electorales del Likud, el partido del primer ministro.

Para quien es una pésima noticia es para los gazatíes. El genocidio en la Franja de Gaza no entra en la ecuación del alto el fuego

Para quien es una pésima noticia es para los gazatíes. El genocidio en la Franja de Gaza no entra en la ecuación del alto el fuego; por contra, los intereses del Estado genocida en el territorio palestino se ven beneficiados por el acuerdo. En su comunicado, Netanyahu fue nítido: en primer lugar, el pacto de coyuntura con Hezbolá habría de servir para reponer y rearmar al Ejército israelí. Y, más específicamente, el alto el fuego no solo no se vincula con la masacre en Gaza, sino que, de hecho, separa a Hamás y Hezbolá desde la perspectiva de Tel Aviv.

Detengámonos aquí. Desde que Israel acelerase su pulsión genocida en Gaza, así como su lenta toma de Cisjordania, su gobierno ha tratado sistemáticamente evitar que la causa palestina sea leída por el resto de actores del Eje de la Resistencia (Irán, Hezbolá, los hutíes…) como su propia causa. Buena parte de la agresividad imperial que Tel Aviv ha mostrado en la región más allá de Gaza ha buscado dejar solos a los palestinos. Para ello, necesitaba disuadir al resto de actores a punto tal que “no se atrevieran” a defender a los gazatíes del genocidio.

Por esto fue tan importante la presión contra los hutíes; por esto trató la escalada con Irán como existencial; por esto invadió Líbano; por eso hace pocos días llevó a cabo el ataque más mortífero de todos los que había realizado en territorio sirio. Israel busca aleccionar a quienes, en el contexto de la pasividad cómplice (cuando no el apoyo explícito) de Europa, se planteaban echar un cable a los palestinos.

Una muy reciente efeméride evidencia esta idea. A inicios de octubre de 2024, el propio Netanyahu le dijo al pueblo libanés lo siguiente: “tienes la oportunidad de salvar Líbano antes de que caiga en el abismo de una larga guerra que conducirá a la destrucción y al sufrimiento como vemos en Gaza”. Es difícil exagerar estas palabras. Israel estaba dispuesto, o al menos amenazaba con ello, a convertir Líbano en una segunda Gaza. Tel Aviv sabia que Hezbolá, que disputa con otros actores el liderazgo del Eje de la Resistencia, estaba dispuesto a involucrarse en la defensa de los palestinos. Por eso debía asestar un golpe.

La celebración del alto el fuego en Líbano, sin mayor reflexión, es un flaco favor para el pueblo palestino. Claro que es motivo de celebración que, al menos durante 60 días, las familias libanesas puedan descansar del horror de los bombardeos sionistas. Por supuesto, abre ventanas de posibilidad para algún tipo de reconstrucción —no solo de infraestructura, sino también política— en el país. Sin embargo, al cruzar la cuestión palestina, la lectura cambia radicalmente.

Israel logra dar un paso en su objetivo de que el Eje de la Resistencia acepte que no puede salvar a los gazatíes

Si, desde Europa, la celebración del auto el fuego no se vincula, invariable y permanentemente, con la exigencia de un alto el fuego inmediato y un abandono de las tropas israelíes de Gaza… solo se estarán moviendo de un sitio a otro las grotescas cifras de la barbarie sionista. Con este alto el fuego —tanto si es sostenido como si no—, Israel logra dar un paso en su objetivo de que el Eje de la Resistencia acepte que no puede salvar a los gazatíes. No solo eso, sino que Tel Aviv puede, ahora, centrar recursos en Irán y, en concreto, en culminar la destrucción de la Franja de Gaza y la colonización de la misma (empezando por el norte).

El alto el fuego es una decisión táctica en lo militar, coyuntural por sus formas y políticamente pensada. Ni siquiera incluye un compromiso de Israel con poner fin a su agresividad contra el pueblo libanés. Quienes den por satisfecho este acuerdo y celebren —¡como si fuera un éxito de no sé qué diplomacia!— la pausa de las hostilidades en Líbano, sin exigir, en la frase inmediatamente posterior, el fin del genocidio en Gaza, estarán ayudando a instalar la narrativa israelí; una narrativa que aísla al pueblo palestino de sus aliados regionales y, en consecuencia, los condena a la agonía.

 

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