PP GOTERA Y OTILIO
ANA PARDO DE
VERA
Funeral de Estado con los 62 militares muertos en el
accidente del Yak-42, la mayor tragedia militar de la historia de España en
tiempos de paz, en mayo de 2003. AFP/Pierre-Philippe Marcou
Si
hay una frase que ha retumbado estos días de tragedia por redes sociales y
tertulias, es la que la exvicepresidenta de la Generalitat Valenciana Mónica
Oltra pronunció en 2016, aludiendo al Partido Popular del Paìs: "Han
sido más peligrosos por incompetentes que por corruptos". Y es
cierto, y de eso han dejado constancia catástrofes como la última DANA (222
muertos y 32 desaparecidos al cierre de estas líneas) o el accidente del
Metro de València en 2006 (43 muertos, 47 heridos, mucha corrupción).
Oltra tiene toda la razón: más allá del debate sobre si el Gobierno del Estado debió intervenir la Generalitat y coger el mando de la emergencia al comprobar la incompetencia, incomparecencia, abandono y retraso en la reacción ante los efectos de una gota fría sin precedentes -pero con alertas previas de la Aemet- del Govern de Carlos Mazón, la responsabilidad primera y más grave es la del poder autonómico competente en este Estado, el valenciano. Parece imposible cometer más errores, promulgar más mentiras desmentidas una y otra vez, lanzar más versiones de un mismo hecho, ocultar otros y demostrar más ignorancia en la gestión de la catástrofe que la del Gobierno valenciano, con su presidente a la cabeza.
Desgraciadamente,
la corrupción, a la larga, también es causa de este desastre. ¿Por qué
tres de cada diez viviendas (más de 75.000) afectadas por esta última DANA se
construyeron en zona inundable durante la burbuja inmobiliaria (en 47
municipios) pese a haber sido identificado este riesgo por la propia
Generalitat y ya en 2003, cuando aprobó el Plan de Acción Territorial sobre
Prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana (Patricova)?
Recomiendo encarecidamente el reportaje de investigación de
DATADISTA sobre este asunto, que deja la gestión del PP
valenciano en cueros y su avaricia corrupta recubierta de lodo.
Una
vez más, el Partido Popular viene a demostrar que, frente a las desgracias, lo
primero es salvarse ellos/as, poner a resguardo su poder, evitar
responsabilidades de algún tipo como sea -mentiras incluidas- y gestionar de la
peor manera posible para que todo lo anterior (poder, poder, poder) funcione
coordinado. La última tragedia de la DANA solo es, desgraciadamente, una
muestra más.
La
gestión del hundimiento del petrolero Prestige frente a las costas gallegas
(2002) fue, seguramente, el ejemplo más clamoroso de incompetencia, ignorancia y
desprecio hacia los ciudadanos/as por parte del PP gallego,
pero no solo, ya que José María Aznar gobernaba en Madrid y solo supo hacer el
ridículo con las mentiras de su Gabinete de crisis y las explicaciones del tipo
"unos hilitos de plastilina" de su portavoz (gallego, para
más pitorreo) Mariano Rajoy, desplazado al lugar de la catástrofe
ecológica más trágica en la historia de España para empeorar todo con sus
colegas del partido en Galicia y alejar el buque mar adentro. Fue un desastre
y, más allá de la devastación costera y marítima irrecuperable, la Fiscalía
cifró en 4.300 millones de euros las pérdidas ocasionadas. ¿Dónde estaban
los responsables del Gobierno Aznar? Como el presidente de la Xunta y fundador
del PP, Manuel Fraga, el ministro de Fomento, Álvarez Cascos, se
encontraba de cacería; el de Medio Ambiente, Matas, en Doñana con el de
Interior, Acebes, y la de Sanidad, Pastor. ¿Y qué? Y nada, era
fin de semana y las competencias eran gallegas, así que como Mazón, en las
horas del inicio mortal de la DANA, Fraga estaba desaparecido, cazando mientras
el Prestige se hundía.
Igual
que la alcaldesa de Madrid Ana Botella cuando se fue a un spa de
lujo a Portugal con su marido, el expresidente Aznar, y la familia durante la
tragedia del Madrid Arena (2012), en la que murieron aplastadas cinco
chicas en un evento cargado de irregularidades y favoritismos. "Lo primero
va antes", que dice un lucense de pro, y la familia Aznar-Botella era la
prioridad, con muertas o sin ellas.
Al
menos, no hicieron como en el accidente en Turquía del Yakóvlev 42 (2003),
el Yak-42, que para que nadie se enterara de las ¿negligencias o algo peor?
con el transporte de los integrantes de las Fuerzas Armadas, el Ministerio de
Defensa del súperOpus (moral impecable, nos tratan de vender) Federico
Trillo ordenó cerrar ataúdes con miembros mezclados de varios cadáveres en
cada uno. Murieron 75 personas, 62 militares españoles y sus familias fueron
ignoradas, amenazadas y despreciadas por los babosos exaltados de las banderas
grandes (dime de qué presumes...).
Hubo
más: el accidente del Alvia en Santiago de Compostela (2013), un cierre
de filas entre PP y PSOE para no llegar al fondo de la cuestión cuando fue
investigado: 80 muertos, cerca de 150 heridos. El maquinista y un funcionario
de Adif, culpables. Mientras, la Unión Europea (UE), su Agencia Ferroviaria,
extendió la responsabilidad a varios gobiernos, o sea, a PP y PSOE: en la
cerrada curva de Angrois tenía que haberse hecho un análisis de riesgo. ¿Y
qué? Y nada; lo dicho: cierre de filas.
Hay
más, les suenan todas: las mentiras del 11-M de 2004 del Gobierno Aznar para
culpar a ETA y, más tarde, al Gobierno de Zapatero de un brutal atentado
yihadista en Madrid. Las angustiosas muertes en las residencias de
mayores madrileñas durante la pandemia de covid (7.291), sin posibilidad de
tratamiento ni de dignidad alguna. La construcción de la línea 7B de Metro en
San Fernando de Henares (Madrid), que hundió un residencial, con derribos,
amenazas de hundimiento, afecciones de todo tipo y el estrés generalizado de
una población a la que nadie desde el Gobierno de Ayuso da respuestas más que
la inhabitabilidad y la construcción de un parque en la zona que anunció la
presidenta y que cabreó aun más a quienes se quedaron sin casa por la
incompetencia de los sucesivos ejecutivos de la CAM (PP).
Hay
tiempo para depurar responsabilidades, dicen desde las instituciones, con más
convencimiento unas que otras... Es verdad, pero el periodismo, las hemerotecas
del ídem, los hechos no se pueden callar y aquí estamos para denunciarlos y
recordarlos. Son muchos, siempre demasiados. Poder, poder, poder...
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