viernes, 14 de diciembre de 2018

LOS SIETE RISCOS...14 y 15


LOS SIETE RISCOS...14 y 15
DUNIA SÁNCHEZ
Ah, ya estoy aquí, en mi aldea ¡Ciudadanos¡ Pueblo mía, salid. Salid aquí donde la ejecución será eminente. Tengo que hablaros, contaros. Todo esto tiene que acabar. Las malditas hechiceras con  olor invisible, con una maldición callada nos han llevado a la confusión, a un enfebrecido sudor que nos acorrala ¡Basta¡ Y grito ¡Basta¡ Tenemos que pararlas ¡Detenerlas en su afán de destrucción, del mal¡  Los jardines del infierno borraran sus secuelas. Ah, ¡Ciudadanos¡ amigos míos, las cazaremos como batida de lobas que dan nauseas con sus colmillos . Sí, vosotros no veis sus colmillos pero yo lo sé, sé que los tienen arrebatados de sangre. Quieren acaban con esta aldea y ser ellas resonar del poder ¡Venid¡ ¡Venid a mí¡ No me veis, el insolente insomnio ante las tétricas maldades de estas nos no dejan respirar, nos asfixiaran hasta que nuestra lengua sea arrancada ¡Ciudadanos¡ Pueblo mío, venid. Ir preparando las antorcha para cuando la noche llegue a nosotros y ascenderemos a esos siete riscos al encuentro de esas. Mujeres mundanas, mujeres violentas, mujeres embrujadas en las artes de la magia negra ¡Ciudadanos de este mundo¡ Miradme, mirad como estoy , como están ustedes. El terror mordiente nos azota y hay que acabar con él. Preparad en el centro de la plaza las hogueras para cuando sean cazadas.
Qué el rumor pase de unos a otros, todos iremos a esos siete riscos donde Lucifer las oculta. Y así llego el cura a la aldea, cubierto de barro y desolación, con un quejido que hizo que todos se arremolinarán a su derredor. Los más creyentes tiritaban de pánico, aquellos que la fe los cegaba a las palabras de este hombre. Los que no, lamentaban los gritos, estos no querían la muerte de las siete mujeres de los siete riscos. Y seguía , y seguía…preparad todo para la noche sin luna venidera, azadas, cuchillos, espadas, lo más dañino y amenazante que tengáis en mano. Todos pueden ir, incluso los más pequeños para que vean la verdad ¡La verdad de Dios¡ Repetir conmigo ¡La verdad de Dios¡ No, su estado era anormal, su blancura verdina los asustaba, sus gritos desesperado los atormentaba. ¡Muerte ven¡ arrímate a esas malhechoras mujeres y estrangúlalas ¡Sí¡ quemarlas, que no quede rastro de ellas. Por los sietes riscos arrastraremos sus cuerpos de serpiente hasta aquí, hasta esta plaza donde el fuego las espera y solo serán cenizas. Barrer y barrer ese jardín marmóreo de la mala fortuna en el saltar de sus ojos huecos ante las llamas. Así será, Dios mío…así será.
LOS SIETE RISCOS...15
15
Emergieron de las aguas infinitas, eternas de aquel océano. Desnudas, en la orilla, las caracolas rezumaba un aviso, una alerta que ellas solemnes escucharon. El canto de las caracolas a la deriva de la tristeza, con una cierta melancolía y dejadez las capturaba en un cierto desconsuelo. “ Y vendrán…y vendrán las tempestades de la mentira y os rasgarán las espaldas, pesadas, livianas hacia una fosa anónima en el paso de la memoria. Y vendrán…y vendrán las llamaradas que arderán en vuestras carnes, en vuestros sentidos. Huid…huid por el amplio monte donde la espesura de las arboledas es oscuridad a quien intente tocaros. Huid..huid mujeres donde lo cierto ambula en vuestros corazones. “  Sintieron la voz del peligro, de la alerta. Inmediatamente el cielo se volvió cenizo, otra vez venía la lluvia. Ellas, las siete mujeres de los siete riscos , miraban esas nubes violentadas por el gris más embustero, por el gris más enfermo como la aldea. Sí, una aldea enferma, diezmada por el correr de los siglos y siglos, estancada en el miedo a un Dios inexistente, solo, devorador en las palabras de un cura atrofiado “ Y vendrán y vendrán los hombres y mujeres de hiel, hienas ensangrentadas del castigo impuesto” Las siete mujeres de los siete riscos abrieron los ojos cuando la lluvia temperamental aguijoneaba sus cuerpos. Las siete mujeres de los siete riscos estiraron sus brazos en forma de cruz y giraron sobre sí mismas. El océano detrás que se había vuelto de repente plomizo, revuelto, violentado por la tronadora ventolera que venía “ Y vendrán y vendrán risco arriba a vuestro encuentro, arrasando el todo, dejando la nada, el vacío ..” Callaron las caracolas y un quejido agónico se desprendió del mar, eran las ballenas en su grito incompresible del por qué, del por qué tanta sangre derramada incoherente, ilegible para ellas. Las siete mujeres de los sietes riscos se detuvieron, con sus manos a ese cielo impertinente, austero se transmitieron sus ideas, pensamientos consecuentes tras aquella llamada a la huida. ..

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