lunes, 31 de diciembre de 2018

ESTADO s.XXI


ESTADO s.XXI
JM AIZPURUA
Los mayores aún tenemos viva la imagen del “glorioso ejercito español” saliendo a trote de las “españolísimas” provincias de Sahara y Sidi Ifni ante una multitud de moros con pancartas. Era la historia de siempre como en Cuba o Filipinas, la imposibilidad de mantener una españolidad ficticia y administrar los territorios conquistados por la fuerza de manera colonial y en contra de los intereses de los nativos.
El Reino de Castilla, que ganó la Champions en el pasado como Imperio, hoy milita en la 2ª división europea, sin aceptar su situación ni hacer la autocrítica consecuente.
Hoy en Cataluña se vive una situación similar a lo de siempre: el mantenimiento de la territorialidad por la fuerza represiva y con la imposibilidad de conservar las señas de identidad del colonizado. Una supuesta España nacional, se impone como dogma de fe y recordamos los moros con sus atuendos nacionales sentados en las Cortes del franquismo: eran “españoles”.
No hay que ser un lince político, para observar que lo que resta del Imperio español, mantiene sus contradicciones internas desde la época conquistadora y colonizadora.
Los territorios incorporados a la corona de Castilla, algunos han perdido su esencia, pero otros han mantenido carácter, usos y costumbres, e incluso su idioma propio, constituyendo unas naciones o nacionalidades, que son lo mismo, aunque por una trampa semántica se quiera adulterar el concepto constitucional.
El Estado español que se dice social y de derecho, debiera también decirse plurinacional.
Los territorios forales, que los hermanos Arana Goiri llamaron Euzkadi, Galicia y Cataluña son tan naciones como Castilla y en un Estado, deben estar reconocidos y protegidas sus singularidades nacionales. Canarias es otro cantar y su administración colonial es una prueba más de la incapacidad gestora de la casta metropolitana que la mantiene en una situación de miseria impropia de su condición de europea y referente turístico. Gibraltar, Ceuta y Melilla son la guinda de este supuesto Estado que nunca alcanzó a vertebrarse, quizás por que nunca entendió su esencia y siempre utilizó el palo y nunca la zanahoria.
¿Tras cinco siglos de fracasos, la casta no tiene claro que no existe el Estado uniforme? Su pretensión de un Estado nacional, unitario y unionista, castellanizado, es un histórico error que lo sacó del liderazgo poscolonial y que amenaza hoy día con destruirlo definitivamente.
El Estado plurinacional, es una opción realista y con futuro que solo la necedad e incomprensión de una casta subida en ensoñaciones imperiales se opone a realizarlo.
El actual Estado contiene territorios nacionales, colonia canaria, regiones. También contiene pobre, ricos, y entre medios. Hay ateos, católicos y católicos de pega, musulmanes, budistas, los testigos de Jehová y los evangélicos emergentes. Además, con su sexo, la gente hace cosas diferentes y el hombre-mujer ha quedado desfasado. Es un Estado plural.
Pretender uniformarlo, y más a base de palo, es erróneo e imposible. Pueden podarlo con la fuerza, pero ello supone el rebrote con mayor impulso como sucede en Cataluña.
Y los que se oponen al derecho de autodeterminación, piensen que es el equivalente al divorcio: una tranquilidad ante el abuso y la incomodidad, y con esta casta monolítica imperialista: imprescindible.
¿Alguien se pone a idear un Estado para el siglo XXI con comodidad para todos-as?

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