jueves, 7 de junio de 2018

COLONIALES


COLONIALES
JM AIZPURUA
De las antiguas colonias hispanas, nos llega la polémica que la figura del Gral. Antonio Imbert, nombrado Héroe de la Patria en la R. Dominicana, plantea en el presente. Un reducido grupo de contrarios a su figura siguen negándose a considerar heroico su comportamiento y el de su grupo clandestino que ajustició a Trujillo en plena calle acabando con su dictadura sangrienta de 31 años y dando paso a la nueva república democrática.
Para Trujillo, Franco era un referente y lo admiraba profundamente.
El debate es intemporal, extraterritorial, equiparable en tempo y profundamente necesario para abordar futuros y superar pasados.
Me consta por conversaciones personales el patriotismo, la grandeza humana y la sencillez del Gral. Imbert (Q.E.P.D.), pero; esa no es la cuestión. ¿Es licito y merecedor de honra social el alzarse en armas contra las dictaduras? ¿El valor de la Democracia justifica los medios para alcanzarla?
Confieso que yo desde los 15 años tuve clara mi postura y emprendí con la Resistencia Vasca la lucha contra el dictador Franco y su Régimen fascista. Pero es con los años y las conversaciones intimas con miembros resistentes de otros países cuando comprendí toda la profundidad del asunto.
1978 debió marcar un principio democrático, pero ¿Qué hacer con el pasado?

Y el horrendo pajarraco que preside las Ramblas chicharreras nos enfrenta con un pasado inconfesable, de traición a la democracia, de asesinatos genocidas ideológicos, de cobarde silencio, de necio seguidismo.
Algunos pretenden que el tiempo borre el recuerdo, pero la historia y los descendientes de los represaliados jamás lo consentirán.
El descerebrado alcalde Bermúdez, recurre a una coartada insólita, de “valor artístico” ¿cree que una bella alegoría a ETA confeccionada por escultor preminente con gran mérito artístico podría ser levantada en la plaza Candelaria?
Si tiene tanto valor artístico llévenla a un Museo, y limpien la calle de su contaminación fascista y asesina pues valor democrático no tiene ninguno y es un ilegal símbolo guerra-civilista sectario.
Canarias, en sus clases dirigentes, arrastra los pies en el camino a la Democracia y ese es uno de sus rasgos nefastos que la mantienen alejada del progreso.
“Aquello” que pasó en Canarias en 1936, no debe condicionar el futuro democrático de su siglo XXI ni manchar a su juventud que nunca volverá a salir de la senda democrática europeísta. Los poderosos canarios extienden un manto de silencio, de ignorancia, de temor, sobre el genocidio castellano en las islas, del colonialismo, de su golpe de Estado contra el Gobierno legal de 1936, de los 40 años de fascismo represivo en los que solo ellos progresaron y el pueblo llano paso hambre y exilio económico que rompió las familias isleñas en dramas matrimoniales que aún hoy afectan a muchos paisanos que vivieron sin su padre y mujeres abandonadas que sufrieron una situación inhumana.
Nada tiene que agradecer el pueblo canario al fascismo que la relegó al africanismo económico, infra-dotándolo de recursos europeístas y condenándole a la miseria.
Ese monumento es un símbolo de humillación popular canaria, un canto a los esclavos felices, una provocación, es la burla a la Democracia, la impunidad de los asesinos, y la constatación que los jóvenes canarios no tienen un camino diferente al de sus mayores que inevitablemente llevó a la miseria.
No es un tema más; es capital para el destino de las islas.
Haciendo lo mismo, pensando lo mismo, contando lo mismo: sucederá lo mismo. La nueva Canarias llama a la puerta y los canarios deben aceptarla, para desde la verdad histórica, arrinconar al fascismo y sus nostálgicos, y emprender caminos de progreso dentro de las más estrictas normas democráticas europeístas.
La derecha canaria moderna no se atreve a salir de la caverna en la que la tiene cautiva la falsa tradición hispano-religiosa de los fanáticos filo fascistas.
Como un día les dijo Labordeta: ¡Váyanse a la mierda! y dejen vivir a Canarias.







  




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