EL ‘RETONNO’, ÚLTIMAS TENDENCIAS
Salvador Illa y Carles Puigdemont. / Política &
Prosa - CTXT
1- Bueno. Ya está liada.
2- El 8A, a las 8:00 am, queda convocado un acto de –sic– “Rebuda/recibimiento institucional” a Puigdemont, cerca del Parlament. El acto empezaría a las 9 am, y consistiría en la ya habitual, tradicional y conmovedora –en Washington, en Brasilia y, ahora, en BCN– Marcha sobre Roma, con el fin de no reconocer unos resultados electorales, me temo. O, al menos, con este pitote, Puigdemont no hace hincapié en un conflicto con la Justicia, sino que lo aparca bien lejos y plantea un conflicto con una mayoría social, ya asociada en el Parlament. Puigdemont, en fin, no aparece ante un juzgado, sino ante un parlamento en el trance de votar a otro presi, y con ánimo de evitar esa votación. Con lo que plantea el conflicto, no con el Estado, sino con su propia sociedad. En efecto, no todo el mundo vale para eso.
3- Vale. ¿Y cuál es el plan?
Los planes de Junts suelen consistir, y
culminar, en trayectos hacia la nada
4- Los planes de ese work in progress denominado
Junts se caracterizan, no por su resultado –por lo general nulo o discreto–,
sino por su coralidad, por implicar siempre una coreografía nutrida que, de
hecho, es el culmen del plan, en ausencia de un final razonable. Los planes
suelen consistir, y culminar, así, en trayectos hacia la nada, pero bulliciosos
y espectaculares, lo que resulta ser su clímax. Son y consisten –glups– en la
dinámica de la formación de la masa y de su disgregación, tras su clímax, que
en su día describió Canetti, sin que a nadie le haya llamado mucho la atención
ese hecho, sumamente inquietante sabiendo lo que Canetti estaba describiendo en
realidad.
5- Por lo que sabemos, lo que pasará mañana
es la sombra de otras posibilidades iniciales. El País informa, en ese
sentido, de que el primer plan, ya lejano, consistía en volver por carretera
desde la frontera francesa, con acopio de periodistas empotrados y ciudadanos
con banderitas. Y, hacerlo, además, como candidato a la presidència de la Gene,
algo imposible tras las elecciones, pero por lo que Junts siguió luchando más
tiempo de lo verosímil –lo que habla del promedio de las calidades de los planes
de Junts–. En todo caso, para mañana se abre un abanico de posibilidades que,
llámenme arriesgado, denominaré a), b), c), d), e) y, claro, f).
6- La a) es que todo eso no llegue a pasar,
y que los diversos cuerpos de policía punteros en I+D, que en su día no
pudieron encontrar las chorrocientas urnas del 1-O, encuentren en esta ocasión
a Puigdemont antes de las 9 am.
7- La cosa b) es que Puigdemont, a las 9
am, esté en otro sitio.
8- La cosa c) es que Puigdemont, en efecto,
esté a las 9 am en el sitio indicado, avance hasta la puerta del Parc de la
Ciutadella –dentro del cual está el Parlament– envuelto en su escudo humano, y
se detenga frente a su verja –está previsto que solo haya una puerta abierta,
próxima a la Estació de França–, custodiada por la poli. Y que, una vez allí,
la poli permita pasar solo a Puigdemont, en tanto que poseedor de una acta de
diputat. Es decir, que la poli negocie la entrega de Puigdemont. De hecho, ha
trascendido que los Mossos han intentado negociar, estos días, una entrega simbólica
y discreta, en la que nadie haga demasiado el ridículo. Y nones. En el caso de
que, en esta ocasión, Puigdemont acceda a ser detenido, ¿se retirarían los
Puigdemontettes?
9- La cosa d) sería el punto 8, pero, una
vez llegados a la verja, con mayor tensión y posterior desmadre, ruptura de la
cadena de mando, fin de cualquier planificación y final aciago e imprevisible.
Un tanto feroz y bisontista, tal vez.
Ha trascendido que los Mossos han
intentado negociar, estos días, una entrega simbólica y discreta
10- La cosa e) es una variable del punto 9.
Una mala gestión policial –tenemos mucho de eso– provocaría el desmadre, la
ruptura de la cadena de mando, etc.
11- Luego tenemos la f). Que todo esto no
sea un intento de acceso de Puigdemont al Parlament, sino, sencillamente, un
boicot al Parlament. Un intento de rodearlo –esté o no Puigdemont en su
recinto, haya sido detenido o no– para evitar la entrada de los trabajadores
del Parlament y de los diputados, y evitar así la sesión de investidura. Hace
años que Europa esperaba algo parecido. De ser así, BCN, capital del diseño,
sería la primera polis en experimentar con esas líneas arriesgadas. Para rodear
el Parlament no son necesarias muchas personas. Se sabe que Puigdemont cuenta
con los 700 alcaldes de su pack –vendrían con su vara de alcalde, como
el 27O de 2017, cuando se les tomó el pelo por todo lo alto–, con la ANC
–recuerden: “La media de edad de los asistentes a un acto de la ANC es superior
al número de asistentes”– y con Òmnium, en principio en la órbita ERC. Pero
aquí viene lo divertido: también asistirían ERC y la CUP, como combinado mixto
de la Selecció Catalana de la Reïal Federació de Chicken Game. No parece un
espectáculo prometedor contado así, pero durante el día, desde las 8:00 am, los
medios públicos y concertados no pararán de dibujar el acto como un punto al
que ir. Es muy posible que el espacio se llene. Y se colapse. Veremos.
12- Lo que nos habla de la época. La derecha
nos está avanzando por la izquierda. En Argentina, en USA y en Europa adopta el
léxico del enfrentamiento, de la radicalidad, del cambio, de la libertad, que
nos era propio, para encarar agendas derechistas –no reconocer unos resultados
electorales encaja con esa tradición, si se fijan–. No es la primera vez que
pasa, sino que sucede de manera periódica. En los años treinta, el
anarcosindicalista alemán Rudolf Rocker consignaba en sus diarios este
fenómeno: en las manifestaciones nazis, los nuevos grupos, o como se llamen,
portaban banderas nazis en cuyo rojo se veía el pespunte de una hoz y un
martillo descosidos. Esas banderas explicaban que los nuevos militantes que las
exhibían provenían de la izquierda, y que habían sido absorbidos por un léxico
más revolucionario, rampante, tentador. E inútil. Son tiempos de confusión, ese
ingrediente básico de la extrema derecha que impide ver a la extrema derecha.
13- Por su parte, los grupos parlamentarios
–ajenos al pack Junts– tienen prevista la medida de acceder unas horas
antes al Parlament, por la única puerta del Parc de la Ciutadella disponible,
que puede llegar a ser un Checkpoint Charly colapsado, si no rodeado de
patriotas indignados. Es posible que, sin autobuses, tanto los trabajadores
como los diputados lo tengan sumamente mal para acceder al Parlament. Veremos.
14- Algunos grupos contemplan tres
posibilidades, que son las que modularían la sesión parlamentaria. Que a)
Puigdemont sea detenido fuera del recinto, que b) acceda al recinto, y que c)
acceda al recinto y, para celebrarlo, diversos usuarios de la extrema derecha,
si bien con diferentes banderitas, se den para el pelo.
15- Sea detenido, o no, en modo a), b) o c),
la idea es detener la sesión en ese momento. Pero ojo, solo media hora, tras la
cual, la Diputació Permanent –recuerden, quien corta el bacalao en el Parlament
durante los días inhábiles/hasta el 15A, momento en el que Rull sería el gran
ideólogo– convoque nuevamente sesión en ese ínterin. Sí, me dicen que Rull, el
presi del Parlament, apoyado nuevamente en la petición de dos grupos
parlamentarios, podría volver a suspender la sesión otra vez. Pero me dicen
también, por el pinganillo, que Rull está un tanto desubicado, sabedor de que
está expuesto a una erosión extrema: la de ser el primer presi de un parlamento
de Europa que puede dar un paso formal hacia algo sumamente parecido a la
iliberalidad explícita.
Rull está un tanto desubicado, sabedor
de que está expuesto a una erosión extrema
16- La idea sería retomar el pleno –es
decir, la investidura– el mismo 8A, que sería un día muy largo. Es posible que
los dipus vuelvan a casa bien entrada la noche y oliendo a rayos –cónyuges:
tengan piedad de ellos–. Pero también me dicen que podrían retomarlo al día
siguiente. O el sábado o el domingo como máximo.
17- Vamos, que nadie sabe nada.
18- La idea de Junts de retrasar el pleno
hasta las elecciones automáticas, posible, difícil, supondría un escándalo
internacional, me temo. Y el fin de muchas cosas que, de hecho, hace años que
finalizaron. Dudo que se llegue a tal extremo. Y no por falta de ganas.
19- En estos momentos el procesismo está
dividido. O, mejor dicho, hasta el procesismo está dividido. Lo que habla de la
gran crisis social que vive Cat. Una crisis en la que Cat se juega su tesoro.
No es un destino manifiesto, no es una identidad única, no es una unidad
nacional. Es su unidad social, una joya seriamente dañada por –pocos, pero
densos– años de expulsión del corpus de la
catalanidad –cada vez más exigente, cada vez más excluyente– de
ciudadanos que no dan la nota de corte. En pocas horas se iniciará algo que
–espero no tener que confirmarlo– parece un enfrentamiento civil, un intento de
que no sea president alguien que no posee una identidad lo suficientemente
tatuada, sustentado por tres grupos parlamentarios que no poseen algo en el
alma que deberían poseer, para ser buenos cats, para dejar de ser eternos
inmigrantes.
20- Vox –otra banderita, un mismo
posicionamiento contra la inmigración, por cierto– anima a ir a la zona cero
del Retonno con la otra banderita. Ya está liada, ¿lo he dicho ya?
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