QUE VUELVA LA URSS…AUNQUE
SEA POR PROVOCAR
¿El
fin de la URSS y los regímenes del socialismo real mejoró la vida de sus
ciudadanos y la de los ciudadanos del resto del planeta? No parece fácil
contestar afirmativamente
PABLO IGLESIAS
Mijaíl Gorbachov durante una visita a Washington en 1992.
…Mientras el crimen organizado nos recordaba la
naturaleza perenne de la acumulación originaria, los burócratas que habían
gobernado el orden soviético se reciclaban. Una mutación virtuosa que no
alteraba la verdad de su ADN tornaba los dinosaurios en camaleones.
Literalmente. Como la velocidad de la luz, que se mueve a sus anchas en el
vacío, la instructora a la que habíamos padecido en sus alucinadas clases de
marxismo-leninismo se convirtió en directora de la recién creada cátedra de
economía de mercado. Repito, literalmente. Pero eso fue dos años después. En
aquel día de primavera, cuando el hermano de Abdel y yo deshicimos nuestro
abrazo, me dijo algo que mi cabeza ha refugiado todo este tiempo en uno de sus
rincones: “Este país era una mentira insoportable, pero servía para contener el
desastre definitivo del mundo. Los árabes sabemos que la caída de la Unión
Soviética no es más que el principio del fin”.
Ángel Luís Lara, “De espirales y hogueras” CTXT, 12 de Marzo de 2022
.…Con la URSS aún no
disuelta, Occidente recibió luz verde para amarrar un poco más su control sobre
el petróleo, con la primera guerra de Irak. Luego todos los espacios de los que
la URSS se retiró fueron ocupados por la OTAN contra Rusia, operación que
continúa aún hoy con dramáticas consecuencias bélicas. En Occidente no creían en ninguna “nueva
civilización”. Los interlocutores de Gorbachov eran políticos vulgares y
reaccionarios como Ronald Reagan o Margaret Thatcher, y socialdemócratas que
abrazaron el neoliberalismo de aquellos, como Mitterrand o González. Y en el
sistema en el que estaban insertos esos líderes no había la menor intención de
reforma. Gorbachov demostró que lo irreformable no era el comunismo, sino el
capitalismo.
Rafael Poch, “Luces
y sombras de Mijaíl Gorbachov (1931-2022)”. CTXT, 31 de Agosto de 2022.
El título de esta
columna es una provocación que ni siquiera es una idea original por mi parte.
Es de unos raperos de Cádiz, la FRAC, que demostraron en su mítico tema sentido
geopolítico y también sentido del humor.
Pero lo cierto es
que este título servirá para que una colección de analfabetos funcionales
(puede que algunos con la licenciatura de Periodismo superada) opten por no
leer nada más y digan cosas muy inteligentes y sofisticadas en Twitter. Decía
Umberto Eco que “las redes sociales le han dado el derecho a la palabra a
multitud de imbéciles que antes solo hablaban en el bar, después de despachar
un vaso de vino, pero sin dañar a la colectividad”. No caigamos en la amargura
del semiólogo y disfrutemos del baile de los necios, que es uno de los pocos
placeres que nos reservan estos tiempos de monstruos. Además, la multitud de
imbéciles a la que se refería el profesor italiano no solo estaba en los bares.
A veces también estaba en las redacciones.
Leí en mi juventud
a los dirigentes de la Revolución de Octubre y leí también a Edward Hallett
Carr, pero no sé mucho de la historia de la Unión Soviética. Sin embargo, creo
que sé algo de política y de comunicación, y lo que estamos viendo en estas
horas, con motivo del fallecimiento de Mijaíl Gorbachov, es muy representativo
del mundo que vivimos, repleto de necios con gran poder de emisión.
La derecha y la
progresía mediáticas elogian en bloque en estas horas la figura de Gorbachov.
Pero no tanto porque se identifiquen con sus ideas (como dice Poch, Gorbachov
era básicamente un socialdemócrata ruso, signifique eso lo que signifique) sino
porque lo celebran alborozados como liquidador de la Unión Soviética. El nivel
de hipocresía (o de simple necedad) es más que notable teniendo en cuenta que
el resultado de la liquidación y venta al por mayor de la URSS fue el régimen
de Boris Yeltsin y de Vladimir Putin, aplaudidos hasta anteayer por la
totalidad de los regímenes y elites económicas occidentales.
¿El fin de la URSS
y los regímenes del socialismo real mejoró la vida de sus ciudadanos y la de
los ciudadanos del resto del planeta? No parece fácil contestar afirmativamente
a la pregunta dadas las circunstancias, en especial las circunstancias
geopolíticas que padecemos. Y que me disculpen los necios, decir esto no supone
elogiar indirectamente los sistemas políticos del socialismo real. Al fin y al
cabo, como señala lúcidamente Ángel Luis Lara en la cita con la que empezábamos
esta columna, la mayoría de los cuadros de mando de esos regímenes se
reconvirtieron enseguida en los oligarcas de los nuevos sistemas neoliberales.
Es impresentable justificar la falta de libertades civiles en esos regímenes,
pero es igual de impresentable (además de un insulto a la historia política) no
reconocer que buena parte de los avances sociales en Europa occidental
descansaban en la presión que ejercía sobre el capitalismo la propia existencia
de la Unión Soviética.
Hoy no hay URSS ni
tampoco fin de la historia, y la desesperada competición de Estados Unidos con
China ha hecho del brazo militar de los intereses económicos de Estados Unidos,
la OTAN, un actor que empuja a Europa a una situación de guerra y crisis
energética que amenaza con echar por tierra lo que aún queda de democracia y
justicia social en el territorio de la Unión.
A día de hoy,
ningún gobierno tiene el poder (aunque llegara a tener la voluntad) de
cuestionar un sistema económico, el capitalismo, cuya lógica de acumulación sin
fin y crecimiento sin fin puede mandar al garete al conjunto de la humanidad,
mientras un ejército de necios elogian a Gorbachov porque le consideran el
liquidador de la URSS.
La URSS no era un
régimen defendible, pero que su desaparición alejó a la humanidad de un futuro
humanamente viable es también una evidencia. Decirlo hoy supone saltarse los
infames consensos mediáticos y políticos pero no es más que decir la verdad, la
puñetera verdad, frente a los necios.
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