ANTONIO
ARROYO SILVA
La emigración canaria hacia Cuba, tras la Guerra Civil Española,
trajo para Canarias y, en este caso, para la isla de El Hierro muchos
beneficios, pero también inconvenientes. Beneficios porque en una Isla tan
pequeña que por esos tiempos había sufrido las terribles consecuencias de una
epidemia de tifus que arrasó con la población y dejó tras de si la hambruna.
Eso, aparte de la represión política y religiosa que impuso el régimen
franquista. Inconvenientes, sobre todo para las mujeres que quedaron a la espera
a este lado del Atlántico, sin apenas recibir noticias de sus esposos, quienes
en muchos casos formaban otra familia allá y no regresaban. Lo mismo ocurrió
después, en los años 60, en la emigración a Venezuela. Eso pasó en muchas
familias de El Hierro, La Palma y todo el Archipiélago. Las mujeres se
quedaban, según decían, en un estado en que no eran ni solteras, ni casadas, ni
viudas. Por las condiciones sociales y religiosas de las Islas una mujer no
podía emparejarse con otro hombre y, aún menos en una isla como El Hierro y La
Palma.
Entrando en la novela de José Francisco Armas Pérez Un alcaraván cantó que publica la
editorial Idea-Aguere, he de resaltar las palabras previas de su editor Anghel
Morales cuando me propuso escribir estas palabras de presentación. Me decía
Morales que se trata de una narrativa que recoge la tradición oral; es decir,
lo que viaja de boca en boca por el espacio y el tiempo de la isla herreña. Y,
efectivamente, tras lenta lectura, se observa que en esta obra se habla de las
costumbres de la isla como el curanderismo, el trabajo del campo, el sistema
patriarcal y, por supuesto, el extremo aislamiento de sus habitantes respecto
de las islas mayores y de la Península. También las causas económicas y
sociales que llevó a tantos campesinos a buscar fortuna en Cuba.
En este contexto se desarrolla la trama a lo largo de 37
capítulos que por su brevedad hacen que la acción transcurra con agilidad desde
el principio hasta el final. Aparentemente, esta acción transcurre de forma
lineal, pero con dos linealidades paralelas. Del capítulo I al XXXI transcurre
en la isla (no recuerdo que se hable de El Hierro, pero la referencia a esa
isla está clara). Aquí se presenta a los personajes principales: Manuela,
Nicasio. Después, el viaje de Nicasio hasta Cuba, la llegada de una carta
esperanzadora y, posteriormente, nada más de dicho personaje. Las demás
noticias solo llegan de forma tenue e indirecta a través de cartas de otros
vecinos que revelan la decisión de Nicasio de unirse sentimentalmente a la
negra Caridad, etc. Del capítulo XXXII al XXXVII, en contrapunto con lo que
sucede en la isla, se cuentan las hazañas verdaderas de Nicasio en Cuba y su
regreso.
Esta manera de contar crea un paralelismo entre ambas orillas,
al mismo tiempo que un contraste entre lo que la gente de El Hierro contaba y
lo que realmente ocurrió. Pero no voy a revelarar más, pues son ustedes quienes
han de leer la novela como yo. Solo me gustaría analizar el triángulo
Manuela-Nicasio-Caridad y por otro lado la relación epistolar entre Mayte y
María.
Según el sociólogo Denis de Rougemont en su ensayo El amor y Occidente, toda la cultura
occidental está regida por el mito del triángulo amoroso. Hace un análisis de
la literatura desde Tristán e Isolda hasta
los místicos españoles para aplicarlo al mundo contemporáneo. En la novela de
José Francisco Armas también se reproduce el mito o esquema del triángulo, no
solo por la tradición oral sino por la escrita. Así vemos la relación entre
Nicasio y Manuela, el trato de este no solo machista sino salvaje, hasta el
punto que le pone mayor importancia al nacimiento de un becerro que al de su
propia hija María. Su argumento era que el becerro los iba a alimentar a todos.
En contraste, cuando Nicasio se va a Cuba, tras su fracaso y el sentimiento de
frustración completo de este, emprende una relación amorosa intensa con
Caridad, hasta que ella muere tras el parto de su otra hija, Mayte. Nicasio se
ocupa de los cuidados y educación de Mayte, cosa que nunca hizo con su hija
herreña.
Y no les cuento más, amigos y amigas, sólo les digo que en la
novela el alcaraván cantó. Espero sinceramente que no cante en sus vidas. pero
lean, lean la novela de José Francisco Armas que mucho tiene que decirles.
Antonio Arroyo Silva
Muy buena la novela, un honor la intervención del autor, tan llena de empatía y me la estoy leyendo pero el mismo nos empapó de tantas historias y vivencias que me llegó mucho. Felicitar a Antonio Arroyo por su intervención y la de Angel Morales. Un lujo de novela, visibilizar todo lo que pasaron los Herreños y especialmente el papel de las mujeres de los emigrantes que quedaron a cargo de la familia y las tierras a pie de cañón. La necesidad de todos en esos tiempos tan difíciles y con una sensibilidad tan bien acertada.
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