LA CEGUERA
ANTE LAS DESIGUALDADES
POR FRANCISCO SANZ
Nos dijeron que
para conseguir la abundancia debíamos hacernos los tontos ante la desigualdad,
limitar el papel del Estado. Bueno ahora que la abundancia parece que nos
abandona el Estado tendrá que recobrar su protagonismo limitando las
desigualdades de renta y propiedades.
Si lo
que mantenía funcionando a la sociedad era que los mejores siempre podían
mejorar más, cuando las mejoras de los mejores no se traducen en mejoras para
los peores es cuestión de revisarlas. Que el momento de considerar que las
desigualdades son justas en la medida en que las mejores expectativas de los
más favorecidos por el sistema contribuyen a maximizar las de los menos
favorecidos, ha pasado. La injusticia son las desigualdades que no benefician
a todos.
La ceguera ante las desigualdades sociales
obliga y autoriza a explicar todas las desigualdades, ya desde la escuela, como
desigualdades naturales, desigualdades de dotes; semejante actitud está
implícita en la lógica de un sistema que, por reposar en el postulado de la
igualdad formal de todos los alumnos, está incapacitado para reconocer otras
desigualdades que las que provienen de las dotes individuales. No es más arbitrario, y por consiguiente más
injusto, acomodarse a las desigualdades sociales que aceptar con resignación
los efectos de la lotería natural.
Las desigualdades entre todas las clases son incomparablemente más fuertes en todos
los países cuando se las mide por las "probabilidades de paso" que
cuando se las mide por las "probabilidades de éxito", la sociedad expresa sus dudas acerca de
ciertos aspectos de la educación. El camino de la igualdad de oportunidades a
la igualdad de resultados hay que desandarlo.
Tengo que recordar siempre a mis amigos
neoliberales como enamorado de la libertad, como aborrecedor del Estado que la
limita, que el Estado no ha hecho sus deberes, que mientras no los haya hecho
no podemos pasar de la política. Invitarles a llegar hasta la Ilustración misma
para recordarles que lo que los ilustrados nos propusimos con la Ilustración
era en definitiva un proyecto de realización de la libertad en tres fases:
superación de las desigualdad o supresión de las clases, abundancia o
satisfacción de las necesidades, final de la política o supresión del Estado.
Nos dijeron que para conseguir la abundancia
debíamos hacernos los tontos ante la desigualdad, limitar el papel del Estado.
Bueno ahora que la abundancia parece que nos abandona el Estado tendrá que
recobrar su protagonismo limitando las desigualdades de renta y propiedades.
Todas las mañanas vivimos unos segundos de
angustia sobre el peso, sintagma que ha reemplazado a la palabra “balanza”,
ambigua como la justicia. Al miedo ante la escasez sucede la fobia ante el
exceso. ¿Quiere esto decir que las desigualdades sociales han sido abolidas
frente a la alimentación? ¿Podemos intentar un cambio de régimen para estar más
sanos socialmente?
Decían los nazis que quien se irrita al ver
tratados desigualmente a los iguales, pero no se irrita al ver tratados
igualmente a los desiguales, es plebeyo. Necesariamente. Y cuando la necesidad
de una especie superior desaparece uno está en la democracia y entre formadores
de opinión pública: “que no es gran parte sino la purulenta secreción de esas almas
rencorosas (periodistas, profesores y políticos sin talento)”.
En uno de Diálogos más famosos pregunta
Sócrates a Gorgias si no es bueno que los mejores tengan más. El sofista no se
corta un pelo: Sí, pero no más bienes terrenales. ¡Qué poco parece que hayamos
avanzado desde entonces!
¿Alternativas a lo de derechas e izquierdas?
Derechas: el mundo es desigual y la igualdad no sólo es imposible sino que
intentar imponerla es nocivo, contrario a la economía, al progreso... generador
de pillos y corruptos. Izquierdas: la igualdad es imposible pero hay que hacer
lo posible por limitar los efectos de la desigualdad. Alternativa: la igualdad
es lo natural y hay que tratar la desigualdad como si fuera una enfermedad.
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