martes, 26 de agosto de 2014

LA CEGUERA ANTE LAS DESIGUALDADES

LA CEGUERA ANTE LAS DESIGUALDADES

POR  FRANCISCO SANZ
Nos dijeron que para conseguir la abundancia debíamos hacernos los tontos ante la desigualdad, limitar el papel del Estado. Bueno ahora que la abundancia parece que nos abandona el Estado tendrá que recobrar su protagonismo limitando las desigualdades de renta y propiedades.
Si lo que mantenía funcionando a la sociedad era que los mejores siempre podían mejorar más, cuando las mejoras de los mejores no se traducen en mejoras para los peores es cuestión de revisarlas. Que el momento de considerar que las desigualdades son justas en la medida en que las mejores expectativas de los más favorecidos por el sistema contribuyen a maximizar las de los menos favorecidos, ha pasado. La injusticia son las desigualdades que no benefician a  todos.

  La ceguera ante las desigualdades sociales obliga y autoriza a explicar todas las desigualdades, ya desde la escuela, como desigualdades naturales, desigualdades de dotes; semejante actitud está implícita en la lógica de un sistema que, por reposar en el postulado de la igualdad formal de todos los alumnos, está incapacitado para reconocer otras desigualdades que las que provienen de las dotes individuales.  No es más arbitrario, y por consiguiente más injusto, acomodarse a las desigualdades sociales que aceptar con resignación los efectos de la lotería natural.

  Las desigualdades entre todas las clases  son incomparablemente más fuertes en todos los países cuando se las mide por las "probabilidades de paso" que cuando se las mide por las "probabilidades de éxito",  la sociedad expresa sus dudas acerca de ciertos aspectos de la educación. El camino de la igualdad de oportunidades a la igualdad de resultados hay que desandarlo.

  Tengo que recordar siempre a mis amigos neoliberales como enamorado de la libertad, como aborrecedor del Estado que la limita, que el Estado no ha hecho sus deberes, que mientras no los haya hecho no podemos pasar de la política. Invitarles a llegar hasta la Ilustración misma para recordarles que lo que los ilustrados nos propusimos con la Ilustración era en definitiva un proyecto de realización de la libertad en tres fases: superación de las desigualdad o supresión de las clases, abundancia o satisfacción de las necesidades, final de la política o supresión del Estado.

  Nos dijeron que para conseguir la abundancia debíamos hacernos los tontos ante la desigualdad, limitar el papel del Estado. Bueno ahora que la abundancia parece que nos abandona el Estado tendrá que recobrar su protagonismo limitando las desigualdades de renta y propiedades.

   Todas las mañanas vivimos unos segundos de angustia sobre el peso, sintagma que ha reemplazado a la palabra “balanza”, ambigua como la justicia. Al miedo ante la escasez sucede la fobia ante el exceso. ¿Quiere esto decir que las desigualdades sociales han sido abolidas frente a la alimentación? ¿Podemos intentar un cambio de régimen para estar más sanos socialmente?

  Decían los nazis que quien se irrita al ver tratados desigualmente a los iguales, pero no se irrita al ver tratados igualmente a los desiguales, es plebeyo. Necesariamente. Y cuando la necesidad de una especie superior desaparece uno está en la democracia y entre formadores de opinión pública: “que no es gran parte sino la purulenta secreción de esas almas rencorosas (periodistas, profesores y políticos sin talento)”.

  En uno de Diálogos más famosos pregunta Sócrates a Gorgias si no es bueno que los mejores tengan más. El sofista no se corta un pelo: Sí, pero no más bienes terrenales. ¡Qué poco parece que hayamos avanzado desde entonces!

  ¿Alternativas a lo de derechas e izquierdas? Derechas: el mundo es desigual y la igualdad no sólo es imposible sino que intentar imponerla es nocivo, contrario a la economía, al progreso... generador de pillos y corruptos. Izquierdas: la igualdad es imposible pero hay que hacer lo posible por limitar los efectos de la desigualdad. Alternativa: la igualdad es lo natural y hay que tratar la desigualdad como si fuera una enfermedad.

  ¿Por qué tantos problemas de hoy son percibidos como problemas de intolerancia en lugar de ser percibidos como problemas de desigualdad, explotación o injusticia? ¿Por qué el remedio propuesto es la tolerancia en lugar de la emancipación, la lucha política o la desobediencia civil? Porque no nos tomamos en serio las alternativas.

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