PUCHERO EN AGOSTO
GERARDO TECÉ
“¿Quién puede oponerse a que gobierne el partido más votado?”,
se preguntaba asombrado el otro día ante los periodistas el presidente del
Gobierno. Parecía incrédulo ante la posibilidad de que existiese alguien
mentalmente sano capaz de estar en contra de esa propuesta suya de regeneración
de la democracia tan pura, sincera, bienintencionada, tan de corazón. ¿Quién
puede querer que se retuerza la democracia, la voluntad de la gente en los
despachos con pactos extraños que responden a oscuros intereses?, seguía
asombrándose el presidente a unos metros de la media sonrisa en la boca de
Ángela Merkel.
Cinco personas de la misma familia deciden en el pasillo de un
supermercado qué comprar con el dinero en común que tienen. Uno vota arroz,
otro fruta, otro pescado y dos votan comprar tabaco. Con la ley electoral
actual, los tres primeros se pondrían de acuerdo para elegir qué tipo de comida
llevarse a casa. Con la nueva ley del PP, una mayoría del 40% ha decidido que
quiere tabaco, así que, a fumar.
En psicología, la resiliencia es la capacidad de superar una
situación adversa y sacar de ella un aprendizaje y crecimiento personal. En
política resiliencia es que te pidan regeneración democrática y tú conviertas
eso en una reforma electoral que perpetúe en el poder a Ana Botella, Rita
Barberá o León de la Riva cuando las cosas se ponen feas según las encuestas. Y
es que hay que reconocer que hay a quien la resiliencia le sienta genial. Si la
crisis económica ha resultado ser para algunos tener a mano millones de
trabajadores dispuestos a cobrar la mitad que antes y sin quejarse, ¿por qué
una exigencia de más democracia no va a poder resultar en gobernar
ayuntamientos sin tener la mayoría? En favor de Rajoy hay que decir que esta
reforma que parece que va a aprobar en solitario no puede coger a nadie por
sorpresa, porque ya avisó a su manera hace un año: “Jamás aprobaré una reforma
electoral en solitario”.
Sobre el papel, echando números, esta reforma beneficiaría sobre
todo al PP, pero también a Bildu y a ERC en Euskadi y Cataluña. No escucharemos
decir desde el Gobierno que esta reforma que le dará el poder en muchos
ayuntamientos a Bildu y a Esquerra, es ETA. No hasta que pasadas las elecciones
descubran que, oh dios mío, Bildu y ERC han conseguido muchas alcaldías. Y la
jugada habrá sido perfecta: mantienen el poder en los territorios corruptos y
tienen por delante años con un enemigo diabólico enfrente al que recurrir cada
vez que la tapadera de la corrupción y los sobresueldos vuelva a rebosar.
Pero cuidado con los números, que a veces muerden. El papel
también nos dice que el apoyo a iniciativas del tipo Ganemos va creciendo en
progresión geométrica. Y crece más y más rápido con cada nuevo intento de
pucherazo, con cada nueva sacudida desesperada y tramposa por mantenerse en el
poder. La resiliencia tiene otra característica: si el aprendizaje y el
crecimiento están basados en una mentira, la próxima hostia que llegue puede
ser muy grande.
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