miércoles, 6 de agosto de 2014

MOON...(NARATIVA)

MOON...(NARATIVA)

DUNIA SÁNCHEZ
Son las seis de la mañana, me levanto. Mi edredón quiere seguir cubriéndome, ofrecerme todo su calor. El nocturno sigiloso me ha columpiado en el ritmo afable
de los sueños ¡Sueños¡ Sueños que me hacen fugitiva de ese techo donde mis pupilas se clavan inertes ¿Qué son de ellos ahora? El ronroneo de la ciudad ya se siente, el grito curioso de las aves también empieza a taconear. Ellas parecen acompañar al día que despierta, giran sobre el significado de la jornada de hoy. Presienten la brisa fuerte y tras de ella la lluvia. Con ellas y las hormigas que corretean por la cocina se forma un juego maravilloso que me invita a elegir la ropa que he de ponerme. Los pensamientos me seducen; hace años que la soledad pintan estas paredes. Una soledad que escucha mis pasos para cualquier actividad que elaboro yo aquí dentro. Una soledad de los años que se acuesta con nosotros y nos va haciendo más exigentes, más viejos, más aislados. Todo nos molesta, todo aquello que sea ajeno a nuestros oídos, como si viviéramos en un mundo aparte. Un mundo del que nadie se quiere contagiar.
Sobre mi mesa, una mesa enjaulada en papeles, dispongo de esas actividades que he de realizar hoy. La lista no parece terminar ¡Como puede ser que la tinta de mi pluma sea inagotable para anotar todo lo que he de hacer ¡ La verdad, no poseo tanto tiempo. Son tantas cosas para tan pocas horas. Pero es un buen método, sobretodo, para ahuyentar esos nubarrones que nos acosan. Todo trabajo y vuelta al trabajo. Y, ¿nosotros? ¡Como nos desmemoriamos¡ , nos dejamos a un lado y solo vemos lo que el espejo nos ofrece, sin llegar a profundizar ¿ Què es lo que queremos ¿, ¿qué es lo que sentimos? Para ello damos una firma de adiós.
Me adentro en mi diario, un diario que no deja de correr. Me siento respirar. Arroyos de serenidad fluyen por el y , me remojo en su paz ¡Respirar ¡ Un respirar profundo y monótono, sin colores, sin tener en mi mente a nadie. Sólo, un golpe de tos me separa de él recordándome que he de irme. He de ponerme en camino para el trabajo, para uno de mis trabajos. Es una labor grata y que a mi me entusiasma, a veces, es ardua, sobretodo, cuando el cromatógrafo da la lata. Ahora, estoy investigando residuos de DDT en tortugas marinas. El DDT es un insecticida descubierto por allá, por el año 1939, perteneciente al grupo de los organoclorados. Hoy en día es un producto restringido, menos en los países subdesarrollados a los que se le sigue vendiendo. Este producto cuando se descubrió creían que habían hallado una de las maravillas del mundo por la disminución de los casos de Paludismo, pero, a largo plazo, fue peor. Tanto es así, que hoy en día se investiga casos de cáncer por dicho producto. Y, aquí esta una de mis tareas, una labor que me lleva unas cuantas horas en ir al laboratorio a medir y realizar cultivos.
El teléfono suena ¿Quién será a esta hora ¿ ¡Tan temprano¡ Me incorporo y dejo que las estaciones de Vivaldi sigan su ritmo. Es una vieja costumbre que poseo desde hace muchos años. Mi despertador tiene un CD, que a las seis en punto comienza a dar esta tonada de alegría. Me da cierto pánico coger el teléfono a estas horas, pero , no para , es una llamada de desesperación.
-Diga- contesto
Al otro lado de la línea una voz temblorosa pero conocida me habla. Su manera es rápida, sin vocalizar palabra. Una tragedia acorrala a su alma. Una tragedia que nos sacude a todos por igual aunque actuemos de maneras diferentes ¿De qué se tratara? Inmediatamente el suceso sale a luz. Siento frío, mucho frío.
-Hola Ann. Disculpa que te llame a estas horas, pero, ha sucedido algo terrible, algo de lo que soy aun incrédulo- El llora, llora como roca rota por una ola descomunal. Me contagia -El hijo de Antón ha tenido un accidente. Un accidente mortal. Siento escalofrío, mi estomago parece que se encoge y se marchita ¡El pobre chico¡ Ahora se halla en el tanatorio ¡Vaya tragedia¡ Hasta tiemblo solo pensarlo ¡Un jovenzuelo¡ Una persona que no ha brotado de su cascarón. Sus padres están destrozados, parecen vivir en una atmósfera imaginaria Ann.
¿Qué es lo que acabo de escuchar? ¿Es real? Las palabras parecen echar anclas en la desorientación, una nube de polvo oscuro juega a guarecerse en mis venas.
-¿Qué me dices? No puede ser. Si hasta hace dos días lo vi con sus padres de compras. Su imagen se me hace presente ahora. Parece que lo que me cuentas es irreal ¡Qué desgracia¡
-Si Ann. Te dejo, tengo que ir a trabajar. Después nos vemos.
-Si Per. Hasta luego.
Después nos vemos, me dice¿Cómo será nuestras miradas? Seguro que tomarán caminos distintos. Una bocanada de tristeza me transmite de esa preparación que debemos poseer para el dolor, para la muerte. Pero, ¿el dolor así? Pero, ¿la muerte así? Una pequeña ave que la vida no más que le ofrece sonrisas e ilusiones y, también, juegos de adolescentes ¡Un juego mortal¡ Me da un ataque de impotencia, una ira donde la injusticia sobre el día a día me devora. Es como si la muerte nunca nos fuera a tutear tan fríamente, pero, en un instante, todo termina ¡Todo termina¡ Un adiós definitivo nos arrastra bruscamente sin pedirnos permiso hacia un precipicio ¿ Como evitarlo? Todo es confuso, el ambiente se vuelve con una humedad ácida que no permite respirar. Tengo que salir de entre estas paredes, tener la suficiente capacidad para levantar anclas tras ese proyectil y dejar bajo este techo todo aquello desagradable. El trabajo me espera. Un trabajo que por unas horas me auxiliara, desvestirme así de la amargura, desbordar mi mente de las espumas de la labor y agigantarla de razonamientos.
No se como el tiempo está hoy, ni tan siquiera me he asomado a olisquear de él. Ello, lo llevo notando hace años, cada singladura de sus estaciones pasa inadvertida por mi. He perdido el contacto con su curso. Recuerdo que antiguamente, en otro sitio , me encantaba respirar de las primeras luces del día ¡Ese amanecer¡ La culpa la tienen todos estos edificios. Me aísla del océano, me destierra del monte, de ese brote cobrizo reflejo del artista más maravilloso: el universo y, dentro de su cuerpo, la naturaleza. Ya salgo, así me desquito de este cavilar. Lo cierto, es que cuando comienzo a meditar, me olvido de todo, incluso, de ir a trabajar.
La calle esta mojada, hace poco de por seguro ha dejado de llover. Frío no siento, sólo una sutil y serena brisa acogiendo mi rostro. Me imanta, suavemente cierro mis párpados y me trae sin cuidado ser observada por algún transeúnte espontáneo. Sentir este fresquito, emano así una respiración profunda y relajada. Me transporta, me hace girar en el equilibrio y el sosiego. Mis pasos se hacen más lentos, el reloj parece detenerse: los minutos son montañas difíciles de escalar, los segundos son una remota sonata que no siento. Camino y respiro, respiro y camino. Absorber de esta atmósfera húmeda mis labios. Mi respiración se halla imbuida en ese pozo mágico de mis sentidos. Me da cierto relax, revalorizando la energía positiva existente en mi. Sí, hay que ser optimista a pesar de los barrotes deformes de la cotidianidad, aprovecharnos de aquello insignificante para comprender y tender un beso a la felicidad.
Paso al lado de mi coche, un coche de color negro: seriedad, discreción y ,en otras culturas, la vida. No me detengo ante él, hoy creo que tomare el autobús. Es más cómodo y me evita perder los nervios en un atasco, además, así se contamina menos. No se cuando pero supongo que ya estarán investigando el cáncer por causa de estos. En la parada hay una hilera de personas, todas, más bien, distintas. Cada una dibuja un mundo diferente, unas expectativas errantes más allá de mi raciocinio. Uf, la lluvia ¡La lluvia ¡¡La lluvia¡ Lágrimas cristalinas que dan un cierto aire de violín.
No quiero mojarme y, encima, no traigo nada censurable que me proteja de ella. El autobús tarda, cosa normal cuando en esta diminuta ciudad caen unas cuantas gotas ¡Me voy a empapar¡ Ello, lo detesto. Estar toda la jornada mojada, como si fuera un espárrago en lata; penetrando por cada uno de mis poros la humedad hasta mis huesos y, yo, aquí constantemente cavilando lo bien que estaría en casa con la fragancia de su calidez. Ya esta aquí, lo cierto es que no se a retrasado mucho, como siempre, mi razón va por delante de lo que puede o no ser cierto. Si, tenemos que detenernos un poco y ser pacientes , no dar opiniones que te estampan contra un muro de hormigón por ser falsas.
Dejo pasar a las personas, pero antes, me cercioro de la existencia de asientos libres, no soporto ir de pie, me exaspera. Qué bien, hoy hay sitio, vaya alivio.
El viaje ante mi mirada transcurre monótono: los mismos semáforos; los mismos edificios; los mismos escaparates; las mismas aceras y, por ellas, se yerguen los primeros viandantes paralelos a las primeras horas del día. Las calles las encuentro algo ásperas con un sabor de aquellos que madrugan, el trabajo, ir al mercado… No hay prisa, en el laboratorio no me espera nadie. Cada uno va a su labor, sólo charlamos cuando tenemos que intercambiar una opinión, una duda. Allí estará como siempre a estas horas la señora de la limpieza. Le he cogido un poco de cariño. Siempre nos encontramos cuando ella realiza su trabajo, a media luz, sólo enciende las luces por el lugar que limpia. Yo esperaré a que ella termine, con su fregona para atrás y para delante, con su icono amarillo y símbolos rojos de prohibido el paso.
Se nota, percibo la presencia del invierno dentro de este autobús, en la hilera de árboles que dejo atrás hasta llegar a mi trabajo. Aquí, en esta zona la temperatura desciende más debido a la altura que se encuentra el laboratorio. Me bajo del autobús, soy la última, esta es la última parada. Con mis pasos largos y lentos descubro esa cumbre nevada. Da un toque de belleza, de una beldad mezclada con el verde fogoso de la naturaleza a sus pies. No hay nadie en esta zona, aun es muy temprano, aprovecho para sacar mi móvil y hacer una foto a ese espectáculo salvaje y pacífico que brinda la tierra.
¡Qué largas se hacen hoy las horas¡ Será porque estoy apurada, quiero ir cuanto antes al tanatorio. El cromatógrafo no me deja trabajar, el método aplicado no funciona, ¿me habré equivocado en algo? No lo se. Mejor será dejarlo e irme a donde tengo que ir, pero, antes saludaré a mis compañeros y al investigador que me ayuda. Tal vez el me pueda auxiliar, pero, no, mejor será dejarlo para mañana.
¡Tanto bullicio en este tanatorio¡ La verdad que no suelo venir mucho a estos lugares, por suerte. Esto más bien parece un hotel, tan poca intimidad para la muerte. Directamente busco a Per. No lo hallo, seguro que en su trabajo no le han dado permiso. Sin embargo, me acerco a esa familia desgraciada. La angustia pisa a fondo en sus miradas, unas miradas que se vuelven bucólicas, unas miradas que se deforman en el infinito de la nada. Mis pasos hacia ellos se viste de gris, mi beso en sus mejillas es cálido ante el derrumbe sobre mis labios de sus lágrimas. Luego, me voy, esperare afuera a que llegue Per. Me da igual el manar de las horas, quiero verlo , deseo verlo y desprenderme de esta tristeza. Las penas son contagiosas. Una imagen, unas palabras , el vacío se traspasa de ser a ser. Mientras espero a Per los recuerdos me buscan. El recuerdo de una amante, de una compañera, de una amiga del ayer. Ahora, no está . Su destierro de esta vida es igual que la fotografía tomada hoy por mi mente. A ella la leucemia la calcino, la aparto del camino de los vivos ; poco a poco la fue destruyendo. A mi no me dijo nada, a nadie se lo quiso decir. Callada, errante de su destino en cuevas donde la penumbra se acuesta con ella ¡Su última amante¡ ¡La muerte¡
Yo me entere en esos últimos momentos, cuando su estado era irreversible y estaba a punto de partir. Nuestra relación ya había concluido pero, seguíamos telefoneándonos, enviándonos alguna que otra carta. Llega a mi memoria esa última, esa cual yo no entendía:
“Que tal Ann. Hace tiempo que nos no llamamos y de vernos ni hablar .Si supieras que nuestros días son como gotas de agua que se deshacen y vuelve a su origen, que nuestros días están contados, no nos pararíamos en las nimiedades de la vida. Somos como ríos que erupcionamos una y otra vez por el mismo cauce, después, en la mar morimos, sólo el recuerdo de los más allegados cae en ti, en quienes éramos. Por qué esta distancia entre nosotras ¡Fue tan hermoso todo ¡ Recuerda cuando hacíamos el amor: esa lentitud , ese calor , ese deseo del éxtasis mutuo que nos comprometía . Ahora, sólo queda una huella, esa huella que parece borrarse, evadirse de nosotras. Yo no quiero, no quiero desprenderme de ese cuerpo a cuerpo del ayer, de esos paseos a ras del océano bajo la mirada incierta de las gaviotas. No se puede hacer nada, todo se ofuscó, quedo guardado en un arcón que nos olvidamos de arrastrar y ver los buenos momentos. Yo sigo mi vida, tú, la tuya y, así, tan felices con nuestro nuevo ritmo.”
Los buenos momento, sus palabras vuelan una y otra vez sobre mi. De esta carta hice cenizas de ellas. La introduje en un cuenco de barro y a la luz de unas velas que encendí en su honor la prendí fuego. Esparcidas por el océano luego las deje, al igual que ella. La mar esa tarde estaba en calma y refulgente, un escudo de bronce marcaba el cielo, el aroma de las algas y la sal contenían mis lágrimas.
Yo a esta la carta le conteste y le escribí algo como:
“No. No logro comprender tus palabras Marion cuando somos allende colinas ¡Esa añoranza¡¿Por qué ahora? En este tiempo que somos mujeres renovadas, con otra vida. Exclusivamente hay un pacto en común en la memoria, en los objetos que cada una poseemos. Me desesperas ¡Quiero saber¡ Quiero que me respondas que es lo que te ocurre . Existe algo, algo que no me gusta, un olor tal vez, enrarecidos en tu carta. Lo presiento, una bruma que te enjaula y no te deja respirar ¡Me mortificas¡ Dime, dime , ¿qué es lo que sucede? Ya sabes que nuestra amistad es eterna. Puedes confiar en mi.”
Esta carta, no se si fue un error. A veces, ¡ nos equivocamos tanto¡ Quizás, fue algo impulsiva , algo severa. Ella, no me respondió. Su confianza la difuminó su silencio. Ese temor que los demás se preocupen de ti. No quería ser una víctima cuando lo era.
Ya llega Per. Lo observo buscando aparcamiento. Esto está tan saturado de coches que tal vez tenga que aparcar en doble fila. Así es. Uno de los abandonados por el devenir de la suciedad y el olvido se presenta ante él. Supongo que le estará pidiendo dinero por vigilar su coche. Noto como accede. Saca del bolsillo algo, una cartera, y le da alguna moneda. Una sonrisa y satisfacción se mece entre ellos. Ya viene. No me ve. Me aproximo yo a él. Lleva puesto, como siempre, una chaqueta de pana, un pantalón vaquero y unos zapatos de alta calidad. En sus pies se ve a que rango de la sociedad pertenece, aunque él, no tiene prejuicios.
Ya se da cuenta de mi presencia, baja su mirada. En estos momentos es un desconocido de la distancia. Me abraza, le abrazo, nos abrazamos. Él, que es tan frío, tan distante. Siento caer sus lágrimas de hiel y un suspiro anónimo se desprende de él ¡ Qué cariño nos tenemos¡ Me acaricia el cabello, mi cabello entre castaño y cano. Nuestros corazones son opacos, aliados al daño.
-Qué tal Ann- me dice bajo una senda abisal.
-Yo Bien. Y, tú .Bueno, no hace falta que me digas nada. Todo tú descifra como te sientes en estos instantes.
-No me gusta estas situaciones de la vida, sabes Ann- me contesta Per con desgana.
-A mi tampoco, pero, nos hace mirar por dentro .Muy adentro, allí por donde nuestros ojos se vuelven aguas freáticas.
-Es cierto .Me pregunto ¿¡ qué mierda es la vida ¡? Sólo estamos aquí por unas cuantas horas.
-Si, y esas horas parecen infinitas. En realidad no lo son. Caemos mucho en los detalles y sólo sirven para la satisfacción, para lograr la felicidad , sino, no sirven para nada.
Durante unos minutos nos miramos, nos miramos y vemos a través de nosotros una jornada inconclusa, ¿ nos deparará alguna alegría? En este instante si a pesar de que estemos embarrizados de neblinas ¡El contacto humano¡ Ese fragor que expulsamos de nuestro cuerpo, cálido, vital. La mirada, la mirada. Una mirada huída, sólo el roce de nuestros cuerpos, no como amantes sino como amigos.
-Me tengo que ir Per. He de hacer unas cuantas cosas. Yo ya he saludado a la familia.
-Yo me quedo Ann. Ahora iré a saludarles ¿Podré? Me siento tan débil. Tú ya sabes de mi apego con ellos. ¡La imagen que me espera es tan dura¡
-No te preocupes. Están tranquilos . Todavía no se han dado cuenta de la realidad.
-¡La realidad¡¡La realidad – Per en su suspiro parece que quiere desquitarse del día de hoy.
-Hasta luego Per .
-Hasta luego Ann. Antes de ir a verlos pasaré por la cafetería.
Un adiós a media mañana. Se aleja de mi, dice , ir a la cafetería . Un Whisky, dos Whisky, tres Whisky y un interminable desfile de copas hasta caer más triste, más abatido, más umbrío antes de saludar a la familia. Me angustia. Es un adiós que lo abarca en incompleto, lo insostenible. Mi desasosiego y su desequilibrio ¡El dolor¡ ¡El dolor ¡ Él, es tan frágil, frágil delfín que danza en aguas contaminadas. Somos como el océano, un sumidero, pero, algunos , no somos capaces de abortar las tragedias, lo podrido, lo asfixiante.
Empieza a llover de nuevo. Tendré que coger un taxi, por aquí el autobús parece que nunca va llegar, esto está tan desterrado y yo he de hacer muchas cosas en lo que me resta de día. Tengo que realizar unas compras aunque pasaré por la biblioteca para después ir a casa.
El taxista me habla, me habla y me habla.
-Señora. La vida cada vez va a peor. Si usted supiera lo que me ocurrió anoche. Entraron al vehículo dos tipos, yo los cogí porque tenía buena pinta. Sobretodo, entrada la madrugada, tengo cuidado a quien dejo subir a mi taxi. Cuando llegamos al sitio que se apeaban me sacaron una navaja. Me temí lo peor, sabe. Me la pusieron en el cuello. Me amenazaron de que si no les daba todo vería correr mi propia sangre ¡Que miedo¡ Aún siento pánico pero , como he de trabajar para alimentar a mi familia y pagar créditos por allá, créditos por acá ,aquí me tiene. Yo le di todo cuanto llevaba, no le di mi ropa porque no me la pidieron ¡Se lo imagina¡ Al pasarme esto avise a la policía, no se si los habrán pillado. Me dije entonces, para casa que allí estoy protegido. Al llegar a mi barrio si usted supiera con lo que me encontré. Otro individuo en su vehículo estaba dándose taponazos contra un árbol, daba la marcha tras y otra vez contra él árbol. Habían vecinos asomados, pero, allí nadie llamaba a la policía. Decidí llamarla yo, desde mi casa desde luego. No se como reaccionaría el tipo ese. Por aquí en toda la noche no apareció nadie. Este, cuando se canso, con el coche en su parte delantera echo migajas se fue ¡Vaya noche ¡,vaya noche de nervios. No pegue ojo, por mucha tila y valeriana que tomará. Mi mujer me quería dar las pastillas que se toma para dormir, yo me negué. Paso de esos recursos. Se crea un sueño pesado y lleno de pesadillas y, tal vez , me levante peor. Ya tengo con las pesadillas reales del día a día.
El taxi se detiene en una de las calles más colapsadas de la ciudad.
-¿Cuánto es?- Le pregunto.
- Bueno, la cuenta es 4 euros. Hasta otro día.
Comienzo andar directa a la biblioteca. Siento algo detrás de mi, no se que, no lo percibo, sólo, un murmullo. En un momento pienso que no tiene que ver conmigo. Pero, si tiene que ver, mucho. En menos de unos segundos, no se como, me quitan el bolso. Salen corriendo y yo voy tras de ellos. Nadie me auxilia. Se preguntarán que hace esta mujer corriendo detrás de dos muchachos. Creo que es evidente. Estoy hirviendo, estoy rabiosa, quiero cazarlos y voy a por ellos. Son dos, no se cual lleva el bolso. Juegan conmigo, se lo pasan. Se introducen en un garaje y yo sigo persiguiéndolos. Ahora, todo es un lío. Esto parece un laberinto. Se dividen, me confunden, pero, aun así , sigo , quiero agarrar aunque sea sólo uno. Desaparecen de mi vista, todo perdido: tarjetas, dinero, documentos, menos mal que las llaves del cohe las llevo siempre en el bolsillo. Mis piernas han dado todo lo que han podido dar, no noto el cansancio. Mi pasado de atleta ¿Donde está? ¿Donde se encuentra? Mi pasado, mirar al sol que florece entre nubes y llorar ante él.
Voy a la comisaría, por el camino intento sosegarme. Es imposible estoy acelerada, mis pasos quieren avanzar y no pueden, mi corazón esta satinado de ira. Estoy harta de que abusen de mi, se que correr tras ellos es tomarme la ley por mi mano. Es un impulso. Las piernas me tiemblan, desfallecen, a igual que correr un maratón. Maratón, carrera donde el ser en soledad ve consumada su lucha, su esfuerzo y su éxito consigo mismo. No competimos contra nadie, sólo, con nosotros mismo. No me gusta recordar esta parte de mi, pero, ahora que siento el agotamiento me persigue. No rememorarlo por lo que fui y seré, sino porque hubo una mano letal que me dejo inmóvil como persona durante algún tiempo. Yo por aquel tiempo era un ser más ingenuo, más cohibida se podría decir. Subir hasta mi casa y yo sin saber muy bien porque ponía mi entrenador su radio, lo único que escuchaba era sobre el tamaño de los penes, yo, fatigada, extasiada sin darme cuenta. Llegar a la comprensión de esto, ¿cómo no pude averiguar ¿ Poco a poco, sin yo saberlo me fue introduciendo en sus colmillos mortíferos. Sus colmillos, su lengua de cloacas y, para mi , de lamentos .
A mi memoria arriba aquel día en que tenía que correr yo sola, como siempre, unos 40 kilómetros. Era sábado, un sábado invernal, con la sombra de los árboles mareadas a mi paso continuo y constante más algo lento. Yo me encontraba muy mal, la fatiga me sacudía de manera nefasta. En los últimos kilómetros llego él y me paro. Me llevo a casa. A casa, eso decía, yo me hallaba media inconsciente. La tensión se me baja demasiado por ello tomo tanto café. Fácil presa era. Sólo recuerdo que cuando desperté mis pantalones de deporte estaban a medio muslo. Mi terror y mi fatiga se conjugaban. El pánico ante un violador y mi cabeza ida ¡Qué es esto¡ Como el ser humano puede aprovecharse de otro ser inválido, sin sus plenas capacidades. No se. No se. Su obsesión, un desequilibrio oscuro que no se logra amarrar. Sabía lo que hacía , había examinado cada parte de mi ¡Mi debilidad¡, ante una bestia que con su chasquido corrupto domina todo y a todos, incluso, la mentira. Cuando entre en casa todavía desfallecida no abarcaba en mi la realidad. Cuanto más horas pasaba más me iba dando cuenta de lo ocurrido, se iba perfilando en mi la suciedad por mi cuerpo, el asco, lo incontenible. Innumerables veces me duche, bañarme repetidamente hasta acabar con su pestilencia, sumergirme en las sales de baños hasta zanjar los horrores que se iban elaborando en mi mente. Si, me olía. Olfateaba la sangre que vomitaba. Su olor de perro me acosaba. Ducharme, lavarme una y otra vez hasta sangrar, quitar todo ese entramado de vicioso atado a mi piel. ¡Mi piel ¡ Mi piel , cargada de un halito viscoso de su bestialidad . Después, por la tarde, salí a correr. Con la ira , con la furia del dolor , un dolor que se hacía más gigantesco a cada zancada, a cada plomada de mi pie sobre el asfalto ¡ Qué mal lo pase¡ ¡Qué llantos me liaron en un aterrizar de la incertidumbre¡ Sola ¡Sola¡ Sola bajo la luna menguante. Una luna que se divisaba fría y metálica a la vez. Una punzante de toda llamada al lamento. Desolada, escudriñando que iba a ser de mi. El influjo de la bestia no más que es miedo. Miedo a una denuncia. Así, así va por la vida con un disfraz de ángel; de ángel de la muerte.
¿Quién será la próxima ave que pierda sus alas? Alguien a quien pueda dominar, hacer sumisa y aplastar con su grito.
En la madrugada llame a Marion. En mis palabras noto la grieta que se hacía más honda a cada frase que decía. Ella vino en mi pedida de auxilio. Al tocar la puerta no quise abrir, me daba pavor, me daba vergüenza mirar a sus ojos .Ella insistía , sabiendo que me hallaba en una situación grave.
-Ann. Abre. Se que estas ahí. De mi no tienes que huir- suplicante estaba Marion.
-No. No puedo abrirte Marion. El terror me hostiga. No puedo levantar mi mirada. Ni ante ti, ni ante nadie.
-Ann abre la puerta, te lo pido por favor. Me asustas.
-No puedo Marion. Hay una fuerza que me involucra en el aislamiento.
-¡En el aislamiento¡¿Por qué? Nuestra confianza, nuestro amor. No. Si no abres yo abro. Tengo las llaves. Necesito que me digas si y yo abriré la puerta.
Mi silencio quiere hacerse perpetuo. Deseo evitar su mirada, su mirada y mi mirada, ¿cómo erguir mis pupilas ante las de ella? Un monte de ortigas y seda nos separa; el primero, mi camino ; el segundo, el calor de sus manos.
-Voy abrir ya Ann.
Marion abre meticulosamente. La casa esta oscura. ¡No quiero ver la luz¡ No quiero verla ¿Será cobardía? ¿Será vergüenza? Que más da. Ella me busca y me busca, la siento tropezar con los muebles pero, no hay algún quejido .
-¿Dónde estás Ann?- pregunta algo cohibida
Por fin yo me decido a responder.
-Aquí.
-¿Puedo encender la luz?
-¡No¡ La luz no.

Ella sin que sus pasos resonaran se aproximo a mi.
-¡Ann¡¡Ann¡- me llama Ann dulcemente.
-¡Fui yo la culpable Marión¡ Tenia que saber…
-¡Déjate de bobadas¡.¡ No te acuses, no te castigues así y menos cuando pisas magma asesino sin saberlo. Él es el único culpable. Se vale de gente como tú y como yo para sus actos escalofriantes ¿Quieres llamar a la policía?
-¿Para qué ¿
-Para denunciarlo. Al menos que su nombre se encuentre manchado.
-Tú , como yo , sabes lo que implica ello .
-Sí. Tendrás que sufrir más y si no ha habido penetración más con los años que tu tienes no te harán caso.
-Marión te has olvidado de que él es policía. Mejor será que me quede aquí. No soportaría la frialdad de ese ambiente. Además,¿cómo lucharía contra él? ¿ No crees?- conteste yo .
-No se que decirte Ann. También hay que pensar en otras, a otras que le haga lo mismo.
-No, no quiero ir. Abrázame Marion.
-Como no. Todo mi amor para ti, toda esta pasión aunque este volando sobre mármoles. Encendamos unas velas. Tal vez, con el halo de luz que dan ellas sientas más calor.
-Si, necesito mucha intimidad.
-Ann ¿Te acuerdas que querías poner una chimenea?
-Si, Marion. Para sentir la nostalgia al tiempo que el sonido de la madera que se quema al unísono con la música me acompañara.
-Todavía estas a tiempo. Yo podría invertir en ello.
-Ay Marion, a que viene eso ahora. Creo que el frío mortal que cruza mi espalda es espada perpetua.
-Perpetua no. Yo ahora estoy contigo, mañana estaré contigo y haré todo lo posible porque arrimes ese suceso. Todo pasará lentamente, el paso del tiempo matará esa maldita mano sobre tu piel.

Todo pasará muy lentamente. Esa fueron sus palabras después, el olvido ¡No, el olvido no¡. Regresara a mi con su disfraz de huracán con navajas y en soledad me dañará. La reminiscencia diáfana me enjaulará y los gritos míos se ahogarán en una herida crónica. Una herida que con el paso de los años se ha convertido en un odió mortal ¡Lo odió¡ Deseo todo el mal para él. Quiero verlo sufrir. Sufrir como sufren muchas mujeres por ese pasillo umbrío donde las cicatrices quedan. Y, aquellas , aquellas que tienen por obligación de aunarse con la bestia ¡Como puede ser¡ Alas de cementerios de elefantes, almas donde la erupción de amapolas para la vida sólo será oxidación. Oxidación de toda su persona. Una muerte lenta, ralentizada con el acribillar de todas sus sensaciones y emociones alegres ¡Qué será de su felicidad¡ Como puedo yo quejarme, derecho ninguno poseo después de lo que hay en este mundo. Un mundo avaro y áspero al otro lado del cristal, lo vemos pero no lo tocamos.
El abrazo de Marión. Ese abrazo que rompe el hielo, que asciende por un cuerpo desvalido y un ser aterrado. Suavemente me acarició el cabello, me cogió de la barbilla y un beso en la frente se acostó en ella. Nuestros cuerpos adosados, gigantesca orilla al ritmo de su oleaje donde me ruborizo. Amantes andantes de la pena, de un hecho que con la fragilidad de nuestras manos, de nuestra piel se ahoga ¡Se ahoga¡ Mi amor del ayer, mi amor por esas sendas donde jugábamos quien adivinaba más constelaciones y así, averiguar la historia que guardaba detrás, el por qué de sus nombres. Ahora, que somos, somos flores de cuando llega el nocturno: cerradas, lejanas, sin color.
Llego a la comisaría, una mujer policía me toma nota. Me dice que me marche que ya me llamarán, me recomienda tomar algo y tranquilidad, ¡estos actos son tan comunes¡ Aunque ella me recomiende serenidad ,¿cómo serenarme? Aun así, hago caso a sus palabras. Respiro, inspiro y espiro repetidas veces. Eclipso mis ojos mientras camino e inspiro y espiro. Me siento más aliviada y me da igual que me miren. Es el estar yo bien. Yo , y sólo yo después de este suceso.
Tomo dirección a una cafetería, una cafetería que a mi me lleva por momentos nostálgicos. Es de estilo del siglo XIX y entrada del XX. Un piano y diversos cuadros hacen de ella un lugar acogedor. Antiguamente los intelectuales se reunían y recitaban sus poemas, sus escritos además de discutir temas diversos ,sobre todo, del ser humano ¡El ser humano y el mundo¡ ¡El mundo y el ser humano¡ Por ello , me trae muchos recuerdos de Marión. Marion de nuevo. Marion, mi primer amor. Ella está ahí, tras los cristales de esta cafetería descansando en el mar. A ella, le entusiasmaba escribir y pintar, como si ello hubiera nacido con ella, lo necesitaba hacer diariamente, respiraba con ello .
Marión cuando tuviera suficiente dinero quería construir una cafetería, más moderna, pero que en ella tuviera lugar recitales y ,a la vez, exposición de cuadros y , al mismo tiempo deseaba su propia editorial para publicar sus obras. Ahora, recuerdo uno de sus poemas
El tiempo viene lento,
Espíritu de aves flotantes
Que renuncian a la sonrisa.
Abren su paso
Con la resurrección
De sus alas oscuras
Para ser más veraces,
Más avanzado viento
Del oeste.
¡El placer de ser vuelo¡
De rocas hechizadas
Con el musgo húmedo
De sus pisadas.
El sol nace,
La luna cierra sus párpados
Renunciando al son brillante
De su refugio
Porque llego tarde,
Llego tarde….
Todo se marchito, todo se destruyo como esa mar rabiosa que deja sus sales en estos cristales ¡La mar ¡ ¡La mar¡ La mar con su vasto horizonte toma camino a igual que la bandada de gaviotas que giran y giran sobre su superficie. Hoy la encuentro titánica, airada, su manto son arrugas plomizas que vienen y van sin definir su dirección. Mal día para los hombres de los océanos: los marineros, los de recreo y como no lo inmigrantes. A estos últimos le darán igual las condiciones, que se cabe esperar después de tanta agonía en sus tierras ¡Al encuentro del paraíso¡ Ese lugar donde las oportunidades responde a nuestros sueños ¿Es ello cierto? Llegan sin nada y esa nada los hace erigirse en los trabajos peores, esos que esta sociedad no quiere, sino, que hacer. Cuando desembarcan su lucha no ha acabado ¡Tanto desastre¡ Marión es ahora como muchos de ellos, ahí en ese mar tenebrosa reposando sus restos ¡Un grito de gaviota ¡. Muertos donde el sufrimiento se deja ver en barcas vagabundas, barcas vacías que recogen esperanzas abrasadas ¡La mar ¡ ¡La mar¡ La siento tan cerca de mi, tan melancólica en su ritmo atávico y tórrido ¿Quien será los siguientes en perecer bajo sus aguas? Seres anónimos cuyos nombres se inscribirá con estrellas de mar en su fondo abisal, las caracolas darán la tonada de sus orígenes y llegará aquellos tambores salvajes repletos de beldad en sus tierras.
Hago una llamada, llamo a María. María es mi pareja, mi pareja actual después de Marión. La conocí en una noche de soledad. Sí, la soledad tocaba a mi puerta. Esa soledad que te retrae y te hace rumbo del pensamiento.
La tarde caía, el sol era ya endeble para filtra sus rayos sobre el cuerpo, Orión se posaba en el firmamento y Cabeza de Caballo giraba con sus estrellas. Me hallaba desinquieta, ni inspirar y espirar cerrando los ojos me calmaba. Sólo eran las siete de la tarde y ya me quería acostar pero, el sueño no me seducía , se alejaba de mi. Sin más llame al Teatro
-Buenas noches.
-Buenas noches – me responde
-Hay entradas para Fedora.
-Si , alguna queda.
Al colgar el teléfono fui directamente a mi armario. No elegí una ropa especial, más bien sencilla, más bien desapercibida. Aunque ir con vaqueros a la ópera creo que no es pasar inadvertida. Que más daba, necesitaba consagrarme con la música, sentir el ritmo de esa fantasía trágica en mis arterias. Al mirarme al espejo pensé sin maquillaje mejor, prefiero ir al natural. Hay algunas que pintadas parecen espectros del espacio. Rápidamente salí, no quería llegar con la función empezada, me gusta ver al público que va entrando y sentándose en sus butacas. Cogí un taxi. Me toco un sitio en el que no se distinguía las caras de los representantes sin embargo, la música me trasladaba a otro mundo. Ese mundo oscuro de la imaginación que no más que nosotros mismo lo sabemos. En la butaca contigua había sentada una mujer, una mujer entre 40 y 50 años. En el punto más álgido nuestros ojos se hallaron. Su tez estaba humedecida por un llanto tímido de emoción y que evolucionaba hasta sus labios.
-Esto es pasión y la vez la paz que penetra por cada uno de mis poros- me dijo en voz baja al darse cuenta que yo la estaba mirando.
- Si, es muy cierto. Sensaciones como estas en la vida cotidiana es difícil de hallar– conteste yo
Y seguimos en ese juramento de nuestro cavilar en seguir la actuación en silencio, adsorber de ella todo ese espectáculo de placer y relax hasta su fin. Su fin, los aplausos fueron portentosos. Una y otra vez salían los actores al escenario y, una y otra vez, el público, en pie, era impacto de sus palmas. A mi ese instante me hizo gravitar por un sueño que había tenido la noche anterior. Un sueño donde yo paseaba por calles vacías. El girar del otoño hacia el caer de hojas secas y una brisa besaba mi rostro. Un caballo plateado paso galopando al lado mío y, sobre el, una mirada , la mirada azul de una mujer. Me invito a subirme. Yo hice caso. Y, las dos , galopando nos dirigimos a un puente cuya suelo era de amapolas. Tras atravesarlo desaparecimos bajo una nube verde.
La gente se disipo del teatro poco a poco, con un murmullo que era ahora banda sonora del lugar. Nosotras nos quedamos hasta el final, hasta que todo los allí presentes hubieran salido. Su mirada vino otra vez a mi como la mar devuelve todo lo que se lleva desembocando sus pupilas sobre las mías. Orillas cómplices que se cruzan para dar comienzo a una nueva amistad. La historia de dos en el regazo de un nocturno, un nocturno con la luna menguante para dejar sitio a nuestros cuerpos. Una historia donde nuestro presente y pasado no cuenta, donde nuestra mirada rinde atributo a un rastro de dos.
Nos hicimos invisibles del tumulto de personas. Fuera nos esperaba la avenida de una singular playa con 4 km de longitud. Al principios éramos seres mudos, seres de nuestro subconsciente “¿ Qué dices amor cuando la medianoche se acerca? Las flores son letargo y las pardelas danzan un grito de emoción. La lasitud de las olas, el amargo tintineo de su espuma en soledad nos llama para que compartamos nuestros sentimientos. No, no hablemos de aquellas experiencias que como ortigas eclipsan nuestros ojos. No, no llamemos a nuestra puerta, esa , en la que somos vacío. Las horas no cuentan y la noche es larga, muy larga. Abracémonos e inmortalizaremos este instante. “
Un paseo por la orilla de la playa , monte de constelaciones y luces de la ciudad que nos embriagan a ser una sola. Poco a poco que nuestras palabras fueron creciendo nuestras manos se tocaron. Se tocaron como cumbre a escalar con una lentitud memoria de un estado de placer, de calma. Nos descalzamos y la humedad de la arena enterraba nuestras huellas para el recuerdo. Para el recuerdo. Nos desvestimos y ante una mar apacible pues había marea vacía nos bañamos. Ya no discurría nadie por la playa debido a la alta hora de la madrugada. Formábamos un círculo impenetrable, un círculo donde la hoguera del deseo iba escalando paulatinamente. Nos mirábamos, nos mirábamos sin rozarnos y el resonar de unas palabras del corazón tomaban la batuta.” El deseo, fuerza vital por el que se enmudece el ritmo cierto y vivo de las palabras. El deseo, ápice gravitante entre dos mundos, el tuyo y el mío. Ahora, somos águilas nocturnas que guardamos un secreto. El secreto de una noche de primavera, el secreto de una borrasca en su plenitud como monte plateado ¡ Abracémonos¡, seamos impacto aterciopelado de nuestro cuerpo “. Y nuestros cuerpos se aunaron. Y nuestras lenguas florecieron, como una sola. Pero todo no fue tan perfecto como queríamos, en la playa había alguien más. Escuchamos unos gritos. Gritos que nos despertó de nuestro dulce vals de amor. Entornamos nuestros ojos hacía el lugar de donde se oían los chillidos. Pudimos observar como un muchacho o un hombre, no se distinguía bien, salió corriendo como alma que lleva el diablo. En la arena, había alguien más, un cuerpo inmóvil. Nuestras sospechas las apoderaba un campo de cipreses con sus llantos. Salimos del agua .Nos vestimos, daba igual estar empapadas. Fuimos al lugar y un eco sórdido impactó sobre nuestros pechos. Un cuerpo inerte, marmóreo e inanimado estaba presente ante nosotras. Ni la tocamos, sólo, miramos su pulso y no respondía. Sus ojos estaban abiertos: dos esferas de cristal blancas ¡ Blancas ¡¡Blancas con signo de muerte ¡ Una tormenta fue tras nosotras, nos acosaba haciendo caer nuestros ojos bajo un manto de pesadillas. Llamamos inmediatamente una ambulancia y a la policía ¡Una hora tardaron¡ Una hora en que la desesperación eclosionaba la angustia. La noche represento ese drama. De repente un viento furioso y pertinaz empezó a azotar. Consigo traía unas nubes que a su vez traía agua; agua fuerte, agua implacable. Una hora tardaron, una hora en que sobre nosotras se cernía un infructuoso acantilado de desilusión. Recogieron el cuerpo, tomaron nota y unas buenas noches que nos no salía. La policía nos dijo que si queríamos ir algún sitio que ellos nos llevaban. Contestamos a ello que no, que poseíamos nuestros propios medios. Otra vez nos quedamos solas. Solas y una lluvia voraz devorándonos además de una desolación. Estábamos temblando, temblando de frío y de horror sobre los cristales rotos que habíamos pisado. Sin más decidimos ir a mi casa. De nuevo los pensamientos volaba entre nosotras. Otra vez el calor humano tomaba su sitio. ”Giremos una sobre la otra, seamos manantial que discurre por una monte azulado de laurisilva. Tus labios. Tus pechos. Tu cuerpo. Tu sensualidad. Se hace extraño después del dolor. Pero, seamos esa algidez que anuda los corazones. Abrázame. Desviste con tus lunas mi ser y seremos golondrina de un ritmo lento y pacífico ¡ Volemos¡ ¡ Volemos hacia lo más alto de nuestra reconditez ¡ Nuestras lenguas otra vez se lían. Se lían y se lían en esta noche asombrosa “.
El día parece que se hace pesado. Veo a María entrar por la puerta. Sólo ha tardado media hora desde que la llamé. Su rostro refleja relax, una tranquilidad que esta presente en ella. Parece que no ve, es como si hoy todos estuvieran despistados. Alzo mi mano y la llamo por su nombre. En seguida se da cuenta donde estoy sentada. Viene a mi con una radiante sonrisa.
-Pero , Ann. ¡Qué escondida estás hoy ¡
-Necesito intimidad María . Tu no sabes lo que me ha pasado hoy. Estoy de un humor de perros. De perros no, sino de fieras.
-¡Qué cara llevas ¡
-Si. Cara de que te atraquen en plena luz del día.
-¿Cómo? ¿Qué te han atracado? ¿Cuándo? ¿Cuéntame lo que paso?
Le narro todo paso por paso a María. Ella me mira asombrada y más cuando le dije que fui a por ellos
-Pero. Pero, como se te ocurre ir detrás. Te hubieran podido hacer cualquier cosa ¡Qué se yo¡ Te hubieran podido apuñalar. Sabes, mira que anoche tuve un mal presentimiento.
- Déjate de presentimientos María. Esto es la vida.
- ¡Qué me deje de presentimiento¡ Pues te contaré. Un sueño atroz vino a visitarme, un estruendo que hacía caerme en un abismo. Un abismo ciertamente raro de aguas turbulentas y estancadas. Tu imagen estaba presente a medida que iba cayendo.
- Bueno María … - Le digo yo resignada.
- Y, mira, habrás ido a la policía no. No vaya a ser como aquel robo que te hicieron cuando estudiabas. A, por cierto, cuéntamelo. He conocido un abogado que quiere saber los hechos.
- ¡Otra vez María .
- Si , otra vez Ann. Tienes que escupir. Además, cuando tu vida tomo un giro absoluto.
Escupir, me dice. Como si todo fuera tan sencillo. La miro. Me mira. Esa mirada que mezcla el pulso de la vida ¡El amor ¡ Por unos instantes veto mis ojos. Suspiro lentamente. A esa gracia que ella despierta me da ganas de darle un beso.
“Que corazón. En mi la primavera se embellece. Es enaltecida sonata donde los gorriones marcan nuestro vuelo ¿Qué amor? Llevo horas sin que mis pupilas acaricien tu tez. Horas donde un zarpazo cruel y a la vez benevolente es travesía de mi reconditez. Sabes, ¿Cómo puedo quererte tanto? ¡Te quiero¡ ¡Te quiero¡ La mar ovaciona nuestro espíritu y lo asciende hasta una rocosa encantada ¿Qué será de ti? ¿Qué será de mi? Esta unión nos imanta, imana un musgo cálido sobre el que reposamos ¿Te lo he dicho? ¿No? Te quiero ¡Te quiero¡ Serpenteantes somos singladura de nuestro cráter y como tambores del universo somos un solo son.”
-Si Maria. Te contaré todo de nuevo. Pero, ten paciencia porque aún me pongo nerviosa, sabes.
-Nerviosa. Pero Ann. Tienes que desvestirte de ese miedo. En aquel momento tenias que haber denunciado.
-En eso estoy de acuerdo contigo. Pero date cuenta de las circunstancias chica.
-Si. Yo creo que hubiera actuado igual. Nunca sabemos como vamos a actuar. Dímelo. Esta mañana me levante como cualquier mañana. En mis sábanas estaba tu olor impregnado. Ese aroma que te hacer fuerte y un despertar volcánico, como si tu magma de rosas manara de mi cuerpo. Di un suspiro y sentía ganas de seguir en la cama. Después de unos minutos vino él. Ya sabes quien. Ese quien aplastaba mi cuerpo contra una muralla de hielo. Mi sangre dejo de fluir, mis latidos se precipitaron por una senda de cenizas. Un velero de velas quemadas venía a recogerme ¡El ¡ ¡El ¡ El cual con sus manos de torbellinos asquerosos reposo sobre mi piel de manera trágica. Mi temor. El miedo se apodero de mi y, yo, roce de nuevo el abismo.
-¿Por qué no me llamaste María?
-Porque son cosas que la he de superar yo sola ¡Yo sola ¡ Además, había hablado con Per y me contó lo del accidente de ese pobre chico.
-No. No. esa no es una causa justificada. Debiste llamar. Cada momento, cada instante que la hoz negra vaya a por ti acude a mi. Solas, cuando nos no queda otro remedio pero, si tienes a alguien, te desahogas.
-Yo no quiero desahogarme. No se como explicártelo. Es como si su hacha insensible y machista me atacara dejándome muda, congelada, apartada de este mundo.
María se queda un rato en silencio con su mirada perdida. Yo no se que decir. Se de su dolor. Es algo que la atrinchera en lugar de hostilidades ¡Qué decir ¡ Las palabras a veces son simiente de lo absurdo, del caos , de la falta de confianza. No necesito decir nada. Sigo la estela de sus pupilas y en ella veo un decaimiento, un cansancio repentino respecto a su carácter vivaracho.
-Tomamos otro café Ann.
-Si. Lo pediré yo.
Levanto la mano. Llamo una y otra vez a la camarera y no viene. Me levanto y me dirijo al mostrador. La lluvia empieza de nuevo a retoñar. Vuelvo a la mesa y María la encuentro distraída. No se lo que estará pensando.
-No hace falta que me preguntes Ann. Estaba cavilando que esta noche es la lluvia de estrellas y no se porque se me apetece ir al monte. Allí, a lo más alto, alejadas de toda civilización a contemplarla ¿Qué te parece? Las dos juntas
- Me parece muy bien, pero sabes que después de ir a trabajar. Tengo que atender al chico que cuido.
- Si, ello ya lo se. Ahora, cuéntame. Relátame tu historia.
Viene aquel día, el de la mudanza. Por mi condición de homosexual había perdido muchas amistades en la residencia. Nadie quería compartir piso conmigo. No se que prejuicios tiene la gente. Pero, yo , no toco a nadie. Por lo que decidí irme sola. Alquile una vivienda en la periferia de la ciudad. Estaba deseando vivir allí y comenzar un nuevo ritmo de vida. A la mudanza me ayudaron unos amigos que yo poseía. Ellos también estaban contentos con la nueva casa. Ya, cuando estuvo todo listo, todos se marcharon y , yo, me quede sola bajo mi nuevo techo. Al anochecer vino una amiga mía a visitarme. Era con la que tenía más relación en ese momento. Venía a despedirse porque se marchaba a su tierra de vacaciones. Después, de estar un rato en mi casa se marcho. Se fue por ese camino entremezclado entre las arboledas y la hipocresía. Aquella noche dormí pacíficamente, apaciblemente, inmersa en un sueño de un plantío dorado donde aves picoteaban las semillas y se transformaban en raíces de la vida. Como, te dije, era noche de verano donde los cuerpos con el estío remojan sus cuerpos en las acequias, en las piscinas naturales, en cualquier arroyo donde el monte es soberano. Las constelaciones me acogían en su regazo. Un Sirio ya lejano era aun inconfundible; un Marte allá, allá a lo lejos , con su efecto invernadero era también presencia.
Yo, al principio, no había echado de menos mi tarjeta de crédito pues tenia otra. Además, llegaron mis padres de vacaciones. Querían ver mi nueva casa y también recorrer la isla. Por lo que gastos no tuve, ellos me lo pagaban todo. Cuando ellos se marcharon llego mi hermana. La única hermana que poseo. A mi me dio una inmensa alegría. En ese mismo día que llego fui a buscar mi tarjeta. Como recordaba, la había dejado en la mesa de noche. Allí no estaba .No dije nada, sino, busqué y rebusque sin hallar nada. Nada, no había nada. Al día siguiente fui al banco con mi carné. Sin problemas pude sacar dinero, pero cuando me dieron el extracto resultó que faltaba dinero: los seis meses siguientes del pago del alquiler de la casa. Me dio un susto de muerte. Creo que mis miembros se paralizaron y mi corazón pálido comenzó a latir desbocadamente. Me dirigí entonces a la chica de la mesa y le consulte. Le dije que tenía que haber una confusión. Ella me contesto que no .
- ¿Cómo puede ser? - le replique yo - Yo no he sacado el dinero.
-Muy sencillo.. - contesto ella - ..alguna persona cercana a ti te la quitó . Investiga a tus amistades.
- ¿Cómo? ¿Cómo puedo yo hacer eso?
En mi interior se había armado un lío con las palabras de la señorita ¿Como iba yo a explorar a cada uno de mis amigos para saber quien era el ladrón? Fue una situación crítica, una situación comprometida. Además , ni se me pasaba por la cabeza quien podría ser ¿Quién se había aprovechado de mi amistad? ¿Quién me había engañado? ¿Quién con sus apariencias no demostraba lo que era en realidad?
- Chica, no pongas esa cara. Nadie ajeno a tu entorno puede ser. Es alguien que se halla fijado en tu contraseña cuando entra en el cajero contigo. Por lo que no cabe más solución que ha de ser los que están más próximos a ti.
Yo me quede congelada, como si me hubieran echado un vaso de agua fría en aquel instante. No podía preguntarle como, pero minutos después de que ella me calmara reaccioné.
-Y, ¿Cómo? ¿Cómo puedo yo saber quien fue?
-Pues, muy sencillo. La cámara.
-¡La cámara ¡
-Si, exactamente la cámara. Te podemos dar los días que sacaron el dinero, la hora y el cajero. Di que había una cámara. Seguro que alguien de tus conocidos pica. Es muy sencillo. Venga márchate tranquila a casa y corre ese riesgo. Hazlo disimuladamente, usa el disfraz de la palabra.
-Si, eso ya lo se.
Maria posa su mano sobre la mía y entre nubes de ensueño somos una. Nuestro amor parece perenne, como si hubiésemos madurado a lo largo de los años y ahora seamos esa sabiduría. Nos conocemos, nos sinceramos, dejamos que la libertad sea cauce de nuestra vida .
” ¿Qué es lo que sentimos? Dos ríos que discurren en paralelos, nos llegamos a cruzar ¡Sí ¡ Cuando la mar esta cercana y deseamos ser una parte de la otra. Después, seguimos nuestras singladuras como pétalos en el aire y autónomas respiramos ¡ Un arco iris alfombrado de tersas amapolas nos espera e invocamos el arte de amar ¿Qué es el arte de amar? El de andar como sonido del viento liadas pero cada una por nuestra senda. Al final, una hoguera recóndita nos espera, nos seduce para que seamos faustosa constelación de su ritmo. Constelación de dos. Palabra de dos. Amor de dos.”
María me interrumpe.
-Tendrías que haber denunciado antes, no tomar tu sola los riesgos ¿Qué hubiera pasado ¿ Bueno , paso lo que paso .
-Ya, María. En aquel momento era ignorante. Una chiquilla, se podría decir.

- Tienes razón. Las etapas de la vida son inconclusas. Parece que sabemos todo pero, no es así. Cada día aprendemos algo nuevo, maduramos un poco más. Pero, continua, continua.
- Y, así hice, atraparme en ese riesgo para hallar quien fue. Mucho no tuve que pensar, sólo, había una persona que podía ser pues fue la que me visitó entonces. Yo no asimilaba esa verdad. Con mi hermana tuve una leve discusión por ello. Por lo que decidimos esperar, esperar y contar la historia como si ella no estuviera implicada, es decir , capturarla en su propia tela de araña.
“Mirada que trepa, que te seduce, que se queda sola más allá de un paraíso de mariposas ¿Cómo el amor puede ser tan colosal? Rocosa deforme que nos aísla en un mutismo. A veces, no hace falta decir nada ¿Para qué? El deseo oscila entre nuestros corazones. Hay un indicio, como restos de una hoguera, que nos resquebraja y necesitamos la necesidad de hacer el amor. Así, cuerpos desnudos a son de nuestra respiración : vaga, lenta. “

El otoño ya se arrimaba. El viento era alas que rozaba tu faz. Y , por fin, llego ella . Vino a mi casa en una noche donde Orión era Dios del Universo. Yo y mi hermana estábamos preparando la cena. Más bien yo, ya que a mi hermana no le gusta cocinar.
La invitamos a sentarse en una habitación. Nosotras, yo y mi hermana, nos sentamos frente de ella. La oscuridad era dama .Entonces, comencé a narrar lo que me había sucedido. Primero, disimuladamente de cómo me había ido el verano, después, cuando la conversación empezó a tomar tibieza en la confianza dije.
-A que no sabes lo que ha pasado.
-El que – pregunto ella
-Me han robado.
-Si y, ¿cómo?
Yo seguí hablando mientras ella y mi hermana escuchaban atentamente.
-Me han sacado del cajero cierta cantidad de dinero.
El día este a esta hora esta cantidad, continué yo. Al día siguiente, esta otra cantidad y así sucesivamente en los días restantes.
-¡Si¡ ¿Como ha podido ser ¿- dijo ella sorprendida
- No te preocupes que esta en manos de la policía. Los cajeros poseen cámara de vídeo que graba todo. Pronto me dirán quien fue.
Su rostro se volvió blanco. Sus ojos galopaban desorbitados. Su rostro se torno amoratado.
-No. No puede ser. Mi imagen se verá en las grabaciones.
-¿Tú? Y , por que tú
Mi hermana comenzó con una carcajada irónic . Ella parecía que no se daba cuenta de nada pero en el fondo estaba tramando algo.
-¿Sabes lo que me ocurrió ese día que te mudaste cuando salí por la noche de tu casa a eso de las once?
-No- conteste yo
-Me encontré de camino a casa una chica que tenía un brazo escayolado. Me dijo que si podía sacarle dinero del cajero, que ella no podía. Además , tampoco podía entrar en el cajero porque tenia problemas con el banco.
-¿Cómo?- pregunte yo incrédula . Como una persona que aunque tenga problemas con el banco no entra por la noche al cajero cuando los bancos están cerrados y por lo tanto no hay personal.
Mi hermana iba a estallar, parecía como si estuviera caminando por un campo de minas. Le tuve que dar un codazo para que disimulara y ella cayera en su propia jaula. Yo quería hacer las cosas a mi modo
-Y así ..- continuo ella como si nada-… en lo sucesivo de los días me la iba encontrando por casualidad y ella me pedía, por favor, si podía sacarle el dinero. Bueno ahora debo de irme, ya es tarde.
Al terminar sus palabras se marchó. Yo y mi hermana estábamos asombradas. Nuestra conversación se prolongó en toda la noche hasta que el primer lucero del alba nos aconsejo que era hora de descansar. Pero, descansar,¿Cómo? Había recibido un brutal desengaño de una amistad que creía firme. Marismas de aguas negras eran guerreras de mi razón ¿Como podía ser? Cuando su apariencia era de ser benevolente deseando el bien de todos los que le rodea.
- Las apariencias engañan Ann. Ello a mi me provoca cierta confusión de cara a la vida. No sabes en quien confiar. Por ello, te digo, que hay que conocer bien a las personas que pasan bajo tu techo.
“Lento, muy lento nuestras pupilas se yerguen al océano, sus aguas son mis sentimientos. Serenas, caminantes
de nuestra pasión. Una pardela inicia su vuelo cuando el astro rey cruza la mitad del cielo y nosotras también levantamos anclas. Imanamos del deseo del abrazo. De nuestros cuerpos desnudos al son de nuestras manos, de nuestros labios. Dos colinas que se enganchan a una misma vaguada donde nuestra pieles cimbraran en el curso del amor. “
-Que tal si nos vamos Ann. Ahora mismo es hora de comer y yo poseo un hambre atroz.
-Si. Te invito ir a mi casa. Se me apetece cocinar sino pedimos algo.
-La mar ¡La mar Ann¡
-¿Te acuerdas como nos conocimos?
-¡Como no me voy acordar ¡ ¡Esa ópera¡. ¡Esas lágrimas que surcaban por mis mejillas¡ ¡Tú mirada ¡ ¡Ese océano que aromatizaba nuestros cuerpos desnudos ¡ Tachemos aquel suceso desagradable. Nuestros suspiros al vaivén del amor.
-Si, hacer el amor como hechizadas por nuestros labios ¿Qué opinas?
-Lo mismo que tú. Te deseo tanto. Una tristeza me atiza hoy, será por lo de ese pobre muchacho.
“¡La tristeza¡ Llovizna que nos hace presa ante la vigilancia de estatuas de hielo. Empobrece nuestro paso y un reloj es estático en el tiempo. Me siento caer y , ella , va conmigo. Hoy seremos dos en una a una ¡Amapolas de cobre entre sábanas de seda ¡”
-Per por ello te estará llamando. Con el mismo hable por teléfono antes de llegar a la cafetería.
-Y que tal lo encontraste.
-Tú, ya sabes. Creo que ya tenía unas copas de más.
-Per es tan enigmático chica.
-Tal vez por que no se ha estabilizado .Su forma de atraer a alguien es tan particular. Recuerdo aquella vez que en medio de un parque le regalo un ramo de rosas a una chica.
-Ja , Ja ,Ja … Cada vez que lo pienso. Mira que decirnos que fuéramos con el y observáramos lo que iba a hacer. Pero, vamos, vamos que ya es tarde.
Salimos de la cafetería, el sol es amante de los cuerpos que andan por la ciudad, cuerpos que ruedan en la inercia de sus destinos. Caminamos al unísono, lento. Muy lento. Mi casa queda cerca de la cafetería. Nuestra conversación se detiene, un silencio nos acoge. Nuestros dedos pequeños a veces se rozan sintiendo así una vibración que recorre nuestras arterias ¿Qué es el roce de dos seres que se aman? Es una invasión de jazmines purpúreos a través de un puente azul. Nos alejamos, nos acercamos y , sabemos de eso que es el amor. Nos escondemos de las miradas, no queremos que nuestros sentimientos sean visibles. Ciegos todos. Solo nuestro roce. Altura que nadie puede llegar ¿Quién nos preguntará por nuestra relación? La nada ¡Qué bella es la nada¡ Es esa insonoridad que nos acoge en su regazo. No necesitamos dar voces de nuestro buen amor. Así, en anonimato. La cosa parece más intensa, más apasionada. Una intimidad deseo de las dos. Nos amamos y ya esta.
Llego a mi casa, intento buscar las llaves en mi bolso. Pero, se me olvidaba, me lo robaron. Y se me olvidaba también que tengo que llamar a un cerrajero. No me hace gracia que unos desconocidos tenga mis cosas. No puedo estar tranquila.
María mira en su bolso, saca las llaves. Me las da a mi, de paso mira su cartera llena de tarjetas y busca la de un cerrajero.
- Tendremos que esperar por el Ann. Hasta que no te cambien la cerradura no puedo estar tranquila– dice Maria.

Subimos por las escaleras, nuestra respiración es pausada. María abre la puerta. La casa esta igual ¿Cómo iba a estar? En unas horas no le da tiempo a mucho a unos ladrones Pero, yo , de todos modos inspecciono mis cosas. Observo todo cuidadosamente. Todo está como lo deje. Nos dirigimos a la cocina y abro la nevera. No hay mucho pero , nos podemos remediar
- Ann.
- Dime María.
- Será mejor pedir comida.
- ¿Por qué lo dices?
- No ves que tu nevera esta vacía.
- Ya María. Como comprenderás estamos a finales de mes.
- ¡Si¡ Comprendo. Tu siempre estas a final de mes. Por cierto, algo de lo que no me había dado cuenta ¿Estas más delgada? Estas comiendo bien.
- Si María. No vayas a ser como mi madre por favor.
- Despistada. Que eres una despistada.
Nos reímos al unísono. María se acerca de mi. Me abraza. Todo su calor se extiende en mi cuerpo como una necesidad. Será también porque hacia tiempo que no nos veíamos. Sus dedos rozan mis mejillas, rozan mis párpados, rozan los botones de mi camisa y, lentamente, mis labios. Mis labios . Sus labios. Se unen. Se acarician. Nuestras lenguas son dos volcanes que hace temblar nuestros cuerpos. Me acaricia mi cuello, suavemente. Me desabrocha los botones y pasa calladamente sus yemas por mis senos. Mis ojos se cierran. Sus ojos se cierran. Nos unimos en eso del desvestir. Nos humedecemos, su sexo con mi sexo. Mi sexo con su sexo. Y , después, el éxtasis , ese campo donde los sueños nos arrumba hasta una playa donde fue la primera vez.
Despertamos, son las cinco de la tarde. Todavía me queda un par de horas para ir a mi segundo trabajo. Encendemos un cigarro mientras la cafetera comienza a dar quejidos de que ya su líquido negro dejo de erupcionar.
- Y llego el día después María.
- Si , ese día tan amargo para ti. Como para causarle un trauma a cualquier persona.
- Eran eso de las nueve de la noche. Tocaron a mi puerta. Era una señora de mediana edad , no se como describírtela. Me dijo que si podía pasar a mi casa que tenía que hablar sobre el tema del robo. Yo , tan inocente, la deje pasar . Y, plasf. Desde que cerré la puerta ante su paso sus aullidos comenzaron a hacer temblar las paredes. Dijo que era de la policía secreta y que me iba a difamar. Empezaron una serie de amenazas anómalas con la guardia civil. Y, gritos. Y, más gritos. Mi hermana estaba llorando, arrinconada , asustada ante la bestialidad de aquella mujer. Después de lanzar sus colmillos ensangrentados de amenazas se marchó.
- Pienso Ann que todo estuvo tramado. A mi me ocurre eso y cada vez que veo un guardia me esfumo. Insisto en que tenías que haber denunciado. Quien tiene derecho a entrar en tu casa y amenazarte.
- La verdad es que si pero eso no fue lo que hizo que yo abandonase mis estudios María.
- Ya lo se. Pero date cuenta que todos tus amigos o ,mejor dicho, conocidos o , mejor dicho , extraños, te diesen la espaldas a razón de ese espécimen de la sociedad. Se camelo a todo el mundo y, más , a la gente que estaba a tu alrededor quedándote sola.
- Lo que hizo y , continuo María , así me desahogo , fue que cada vez que tenía un examen , el día anterior a este , iba detrás de mi. Desde la facultad a casa. Pidiendo disculpas y que me devolvería el dinero. Siempre con la amenaza de que su padre era guardia civil. Termine por coger una depresión
- Normal Ann. Bastante normal. Pero, ahora mira, tienes tu vida. Has salido para delante. Mira esta atmósfera que te rodea. Amigos, tu amor, tu independencia.
Mi independencia. Si, ello es lo más espectacular. Caminar a mi ritmo. Un ritmo lento y pausado con el paso de las estaciones. Son ya las siete de la tarde, María se tiene que ir , yo he de envolverme en mi otro trabajo.
“Rociada por el viento se va. Se va , se va…Suave es nuestro amor, suerte que todos deseamos. Parezco desangrar, como si una parte de mi se desgarrará. Su ida, hasta otro día. Otra jornada que insepulcra rotará a través de nosotras. “
La magia de salir de nuevo para una labor que para mi es grata, importante en mi vida. Me gusta ayudar a los demás, darles un poco de ese amor que vive dentro de mi aunque, muchas veces , casi la mayoría, es como si un lienzo de grandes dimensiones cayera sobre mi y quede casi exterminada. Pero poseo una gran facilidad para recuperarme , inspirar y espirar , ver de todo los minúsculos fragmentos positivos . Ahora cuando ya las ocho expulsa a las siete de la tarde voy a cuidar a una persona de mediana edad. Una persona que por la mala fortuna de la vida la hizo caer en el alzheimer. No más que cuarenta años y toda su fortaleza de vivir en este ambiente que nos rodea tirada por la borda. A veces, me pregunto el por qué. Por qué de tanta injusticia. Un hombre sano, fuerte, con todo su porvenir solventado, sin problemas. Nunca sabemos que nos espera el futuro ¡Es tan incierto como inciertas las estrellas que pueblan este universo ¡ A mi me da tanta lástima . Una lastima que te contrae y, luego , te expande por los barrancos de las lágrimas que dan lugar a una fosa de confusión. Lo peor es que el lo sabe ¡Lo sabe ¡ Me mira y me pregunta el por qué. Dice :
“Ahora recuerdo tu nombre, se quien eres, se que vienes ayudarme. Pero, después, todo se habrá acabado. No podré deletrear al viento tu nombre, ni me acordaré de ti . Sólo, las dulces palabras que me dices en ese instante . Un instante que durará por las horas que estés conmigo. Yo, a veces , me mostraré brusco ; otras , cariñoso pero , sin saber quien eres. Todo lo que no he vivido no lo podré vivir porque a medida que pasa el tiempo me quedaré inmovilizado, mirando fijamente a una pantalla para el paso de los ratos. No sabré expresar lo que siento. Aislado ¡Aislado¡ Una atmósfera en la que tu no puedes introducirte, ni puedes examinar.”
-¿Por qué no damos un paseo? - le digo yo acariciándole las manos .
El asiente. Ya esta vestido. Salimos. El otoño pisa fuerte en la noche. Las farolas están encendidas y la gente se apodera de la ciudad. Menos mal que he traído mi coche ¡ Nos dirigimos a la cumbre, el siente la necesidad de querer estar solo. El camino es largo. Cuando comenzamos a ascender el frescor nos despierta y el silencio es intromisión.
Constelaciones del universo. Aquí estamos , los dos sentados en una roca contemplando las inquietudes de las estrellas. La noche nos acompaña. La noche nos revela las estatuas faustas del cosmos. Las horas pasan. No nos damos cuenta de ello. Miramos , examinamos nuestro horizonte, percibimos la ciudad ya dormida. Parece miles de luciérnagas estáticas con un halo anaranjado. Nos cogemos de la mano. Lo terso de nuestra alma orbita por nuestro corazones. No es amor de pareja sino amor de amistad ¡La noche¡ ¡La naturaleza¡. Pensamos que tenemos que volver. Pero, no. Esta noche hay un eclipse lunar. Nos quedaremos divisando como la luna es ocultada, como las estrellas toman todavía más y más esplendor.
Han transcurrido mucho tiempo y no tenemos ganas de retornar a la ciudad. Llamo a su madre. Si a su madre. El antiguamente vivía con una chica pero de que se enteró lo que le estaba sucediendo lo abandono. Tomo otro rumbo, otro camino donde cada paso fuera libre para el mañana. La humedad se hace fuerte, penetra hasta nuestros huesos, menos mal que hemos traído saco de dormir y leche con azúcar en un termo. Respiramos de la tranquilidad. No hay nadie estamos solo nosotros dos en lo vasto de este monumento natural. Nuestras palabras se congelan y se mutan a la insonoridad. Nuestros cuerpos sin embargo, se comunican. Es una comunicación que abarca todo aquello que otros no pueden desvelar. No hace falta más. El piensa en ella, en aquella mujer que lo dejo. En su razocinio escruta si ella sabrá que se encuentra en estos momentos con otra mujer. Por ello me ha derivado aquí, como una forma de atraerla, de darle celos . Quizás ella lo quiera aún ¡Eso es tan difícil saberlo¡ Entre nosotros solo existe un instante eterno. Nos hallamos cómodos El y yo, yo y él . Hacía tiempo que no respirábamos de los pinares, de la música descomunal de la naturaleza. Diversos temas llaman nuestra atención. El parece olvidar o, aislarse por unos momentos de su enfermedad. Ello me reconforta, hace sentirme feliz.
- Ya es hora que volvamos.
Le digo yo cuidadosamente con tal de no romper su contemplación.
- Si, será mejor que regresemos. El camino es largo y ya es hora de que estemos en casa. Mi madre, de por seguro, no se habrá dormido esperando mi llegada.
- No se, ella sabe que estás conmigo .
Arranco el motor ante todo este espectacular silencio. Parece que molestamos en este monte. La carretera serpenteante nos va enseñando cada una de las constelaciones, como se van extinguiendo a medida que nos aproximamos a la ciudad. Lo dejo en su casa.
- Te acompaño - le digo afectuosamente
- No. No hace falta. Ya has hecho bastante por mi. No crea que me vaya a perder al subir las escaleras.
Se ríe de el mismo, su humor es así . Cuando cierra la puerta de su portal yo voy directa a casa. Ya son las dos de la madrugada. Da gusto conducir cuando la ciudad esta aletargada. Solo los semáforos me entorpecen el paso para yo arribar a mi casa. Me gusta la ciudad de madrugada, pongo la radio y escucho temas que a través del día me niego a escuchar. Ese silencio, ese ronroneo de la radio y todos los coches dormidos ¡De vuelta a casa¡ Llamaré a María, quiero compartir lo que queda de la noche con ella. Sí, con ella, con ella vendrá esa aurora dorada donde el sol fragmenta las estrellas y las aniquila en el sonido perpetuo de la ciudad. Al llegar a casa llamo a María, ella tarda en contestar, seguro que estará dormida. Yo espero, a ella no le importa que la importunen. Por fin coge el teléfono.
- Qué tal María
- Anne , nada más a ti se te ocurre llamar a estas hora. Estaba dormida. Algo me dice que me necesitas esta noche .
- Si, te necesito
- En unos minutos estoy ahí, en lo que me visto y tomo el coche .
Al unísono colgamos el teléfono. Yo todavía no he encendido las luces de mi casa, lo prefiero así , solo una lamparita que crea aquí un ambiente perfecto. Me recuesto en el sofá mientras la espero, todavía siento vagar en mi piel su aroma y espero lo que queda de la noche se haga eviterno. La deseo tanto. Mi amor ¡ Mi gran amor¡
El aparato de música no lo pongo, quiero sentir el motor de su coche cuando se apaga y a partir de ahí será toda mía. Yo seré toda de ella . Veto mis ojos y una fuente de imágenes del día de hoy me recorre, lento , muy lento . La verdad que ha sido un día estresado. Que si la muerte del chico ; que si Per con su melancolía ; que si los recuerdos de Laura siempre en mi; que si el robo . Ya es hora de cortar con todo esto. Hasta mi llega como cuidadosamente María abre la puerta.
- ¿Estas ahí? - dice en voz baja
- Si corazón, aquí estoy esperándote.
Se acerca a mi y su mano suavemente pasa por mi tez. Un tornado se produce en mi interior. Igual que la primera vez. Sus labios poco a poco resbalan por mi cuello y yo siento vivir. Nuestras palabras se hacen inanimadas, son rigidez que no hemos de atrapar.
“ El amor, balanza en equilibrio que nos asemeja a campos de flores vivas. El amor, ruta de una brisa que pasa y deja intacta la huella de su calor. El amor, cuestión que se erosiona cuando nuestros labios se posan el uno sobre el otro. El amor, Ibis que nos anuncia la pasión. “
Tersamente su voluptuoso cuerpo se acerca a mi. Yo me dejo llevar por su perfume de rosas. De rosas ¡Sí¡ , esas que coronan el podio del amar. Pasa su mano sobre mi cabello. Una y otra vez . Cierro mis ojos y sus labios acarician mi piel, su textura es sedosa. Un polvorín del amor y el deseo. Somos criaturas animadas que con el silencio avanzamos hacia zonas recónditas. Somos corriente de pinzones callados que nos escabullimos en un bosque oscuro donde la pisada de la nada es presente. Sus labios sobre mis labios, beso alado de un arco iris invasor. Es una escapada invasora bonancible de nuestros territorios más íntimos. El solaz me recorre. El solaz la recorre.
Despacio desabrocha los botones de mi camisa y yo me dejo ir cuando su mano acaricia mi pecho aterciopeladamente. Yo no tengo ganas de moverme y dejo que ella haga. La escarcha es metamorfosis de hogueras donde nosotras bailamos a su alrededor Nuestros cuerpos son presa de un fausto beso alado. Nos envolvemos en un gemido común, nuestras raíces son de ese mismo árbol que crecerá y crecerá hasta desprender de el alas plateadas de mariposas.

“Cuerpos que se aman en el espacio infinito de lágrimas colapsadas en el vaivén del nocturno. Cuerpos que se aman en el rotar y rotar de una amapola al rojo vivo hasta caer en el éxtasis entre sábanas revueltas. Cuerpos que se aman como despedida de las últimas flores del día. Cuerpos que se aman como secreto que se goza, que trepa incólume hasta los labios mordidos por la pasión. Cuerpos que se aman bajo las antorchas de una cueva de seda donde la luna corretea en la entrega .“

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