MOON...(NARATIVA)
DUNIA SÁNCHEZ
Son las seis de la mañana, me levanto. Mi edredón quiere seguir
cubriéndome, ofrecerme todo su calor. El nocturno sigiloso me ha columpiado en
el ritmo afable
de los sueños ¡Sueños¡ Sueños que me hacen fugitiva de ese techo
donde mis pupilas se clavan inertes ¿Qué son de ellos ahora? El ronroneo de la
ciudad ya se siente, el grito curioso de las aves también empieza a taconear.
Ellas parecen acompañar al día que despierta, giran sobre el significado de la
jornada de hoy. Presienten la brisa fuerte y tras de ella la lluvia. Con ellas
y las hormigas que corretean por la cocina se forma un juego maravilloso que me
invita a elegir la ropa que he de ponerme. Los pensamientos me seducen; hace
años que la soledad pintan estas paredes. Una soledad que escucha mis pasos
para cualquier actividad que elaboro yo aquí dentro. Una soledad de los años
que se acuesta con nosotros y nos va haciendo más exigentes, más viejos, más aislados.
Todo nos molesta, todo aquello que sea ajeno a nuestros oídos, como si
viviéramos en un mundo aparte. Un mundo del que nadie se quiere contagiar.
Sobre mi mesa, una mesa enjaulada en papeles, dispongo de esas
actividades que he de realizar hoy. La lista no parece terminar ¡Como puede ser
que la tinta de mi pluma sea inagotable para anotar todo lo que he de hacer ¡
La verdad, no poseo tanto tiempo. Son tantas cosas para tan pocas horas. Pero
es un buen método, sobretodo, para ahuyentar esos nubarrones que nos acosan.
Todo trabajo y vuelta al trabajo. Y, ¿nosotros? ¡Como nos desmemoriamos¡ , nos
dejamos a un lado y solo vemos lo que el espejo nos ofrece, sin llegar a
profundizar ¿ Què es lo que queremos ¿, ¿qué es lo que sentimos? Para ello
damos una firma de adiós.
Me adentro en mi diario, un diario que no deja de correr. Me
siento respirar. Arroyos de serenidad fluyen por el y , me remojo en su paz
¡Respirar ¡ Un respirar profundo y monótono, sin colores, sin tener en mi mente
a nadie. Sólo, un golpe de tos me separa de él recordándome que he de irme. He
de ponerme en camino para el trabajo, para uno de mis trabajos. Es una labor
grata y que a mi me entusiasma, a veces, es ardua, sobretodo, cuando el
cromatógrafo da la lata. Ahora, estoy investigando residuos de DDT en tortugas
marinas. El DDT es un insecticida descubierto por allá, por el año 1939,
perteneciente al grupo de los organoclorados. Hoy en día es un producto
restringido, menos en los países subdesarrollados a los que se le sigue
vendiendo. Este producto cuando se descubrió creían que habían hallado una de
las maravillas del mundo por la disminución de los casos de Paludismo, pero, a
largo plazo, fue peor. Tanto es así, que hoy en día se investiga casos de
cáncer por dicho producto. Y, aquí esta una de mis tareas, una labor que me
lleva unas cuantas horas en ir al laboratorio a medir y realizar cultivos.
El teléfono suena ¿Quién será a esta hora ¿ ¡Tan temprano¡ Me
incorporo y dejo que las estaciones de Vivaldi sigan su ritmo. Es una vieja
costumbre que poseo desde hace muchos años. Mi despertador tiene un CD, que a
las seis en punto comienza a dar esta tonada de alegría. Me da cierto pánico
coger el teléfono a estas horas, pero , no para , es una llamada de
desesperación.
-Diga- contesto
Al otro lado de la línea una voz temblorosa pero conocida me
habla. Su manera es rápida, sin vocalizar palabra. Una tragedia acorrala a su
alma. Una tragedia que nos sacude a todos por igual aunque actuemos de maneras
diferentes ¿De qué se tratara? Inmediatamente el suceso sale a luz. Siento
frío, mucho frío.
-Hola Ann. Disculpa que te llame a estas horas, pero, ha
sucedido algo terrible, algo de lo que soy aun incrédulo- El llora, llora como
roca rota por una ola descomunal. Me contagia -El hijo de Antón ha tenido un
accidente. Un accidente mortal. Siento escalofrío, mi estomago parece que se
encoge y se marchita ¡El pobre chico¡ Ahora se halla en el tanatorio ¡Vaya
tragedia¡ Hasta tiemblo solo pensarlo ¡Un jovenzuelo¡ Una persona que no ha
brotado de su cascarón. Sus padres están destrozados, parecen vivir en una
atmósfera imaginaria Ann.
¿Qué es lo que acabo de escuchar? ¿Es real? Las palabras parecen
echar anclas en la desorientación, una nube de polvo oscuro juega a guarecerse
en mis venas.
-¿Qué me dices? No puede ser. Si hasta hace dos días lo vi con
sus padres de compras. Su imagen se me hace presente ahora. Parece que lo que
me cuentas es irreal ¡Qué desgracia¡
-Si Ann. Te dejo, tengo que ir a trabajar. Después nos vemos.
-Si Per. Hasta luego.
Después nos vemos, me dice¿Cómo será nuestras miradas? Seguro
que tomarán caminos distintos. Una bocanada de tristeza me transmite de esa
preparación que debemos poseer para el dolor, para la muerte. Pero, ¿el dolor
así? Pero, ¿la muerte así? Una pequeña ave que la vida no más que le ofrece
sonrisas e ilusiones y, también, juegos de adolescentes ¡Un juego mortal¡ Me da
un ataque de impotencia, una ira donde la injusticia sobre el día a día me
devora. Es como si la muerte nunca nos fuera a tutear tan fríamente, pero, en
un instante, todo termina ¡Todo termina¡ Un adiós definitivo nos arrastra
bruscamente sin pedirnos permiso hacia un precipicio ¿ Como evitarlo? Todo es
confuso, el ambiente se vuelve con una humedad ácida que no permite respirar.
Tengo que salir de entre estas paredes, tener la suficiente capacidad para
levantar anclas tras ese proyectil y dejar bajo este techo todo aquello
desagradable. El trabajo me espera. Un trabajo que por unas horas me auxiliara,
desvestirme así de la amargura, desbordar mi mente de las espumas de la labor y
agigantarla de razonamientos.
No se como el tiempo está hoy, ni tan siquiera me he asomado a
olisquear de él. Ello, lo llevo notando hace años, cada singladura de sus
estaciones pasa inadvertida por mi. He perdido el contacto con su curso.
Recuerdo que antiguamente, en otro sitio , me encantaba respirar de las
primeras luces del día ¡Ese amanecer¡ La culpa la tienen todos estos edificios.
Me aísla del océano, me destierra del monte, de ese brote cobrizo reflejo del
artista más maravilloso: el universo y, dentro de su cuerpo, la naturaleza. Ya
salgo, así me desquito de este cavilar. Lo cierto, es que cuando comienzo a
meditar, me olvido de todo, incluso, de ir a trabajar.
La calle esta mojada, hace poco de por seguro ha dejado de llover.
Frío no siento, sólo una sutil y serena brisa acogiendo mi rostro. Me imanta,
suavemente cierro mis párpados y me trae sin cuidado ser observada por algún
transeúnte espontáneo. Sentir este fresquito, emano así una respiración
profunda y relajada. Me transporta, me hace girar en el equilibrio y el
sosiego. Mis pasos se hacen más lentos, el reloj parece detenerse: los minutos
son montañas difíciles de escalar, los segundos son una remota sonata que no
siento. Camino y respiro, respiro y camino. Absorber de esta atmósfera húmeda
mis labios. Mi respiración se halla imbuida en ese pozo mágico de mis sentidos.
Me da cierto relax, revalorizando la energía positiva existente en mi. Sí, hay
que ser optimista a pesar de los barrotes deformes de la cotidianidad,
aprovecharnos de aquello insignificante para comprender y tender un beso a la
felicidad.
Paso al lado de mi coche, un coche de color negro: seriedad,
discreción y ,en otras culturas, la vida. No me detengo ante él, hoy creo que
tomare el autobús. Es más cómodo y me evita perder los nervios en un atasco,
además, así se contamina menos. No se cuando pero supongo que ya estarán
investigando el cáncer por causa de estos. En la parada hay una hilera de
personas, todas, más bien, distintas. Cada una dibuja un mundo diferente, unas
expectativas errantes más allá de mi raciocinio. Uf, la lluvia ¡La lluvia ¡¡La
lluvia¡ Lágrimas cristalinas que dan un cierto aire de violín.
No quiero mojarme y, encima, no traigo nada censurable que me
proteja de ella. El autobús tarda, cosa normal cuando en esta diminuta ciudad
caen unas cuantas gotas ¡Me voy a empapar¡ Ello, lo detesto. Estar toda la
jornada mojada, como si fuera un espárrago en lata; penetrando por cada uno de
mis poros la humedad hasta mis huesos y, yo, aquí constantemente cavilando lo
bien que estaría en casa con la fragancia de su calidez. Ya esta aquí, lo
cierto es que no se a retrasado mucho, como siempre, mi razón va por delante de
lo que puede o no ser cierto. Si, tenemos que detenernos un poco y ser pacientes
, no dar opiniones que te estampan contra un muro de hormigón por ser falsas.
Dejo pasar a las personas, pero antes, me cercioro de la
existencia de asientos libres, no soporto ir de pie, me exaspera. Qué bien, hoy
hay sitio, vaya alivio.
El viaje ante mi mirada transcurre monótono: los mismos
semáforos; los mismos edificios; los mismos escaparates; las mismas aceras y,
por ellas, se yerguen los primeros viandantes paralelos a las primeras horas
del día. Las calles las encuentro algo ásperas con un sabor de aquellos que
madrugan, el trabajo, ir al mercado… No hay prisa, en el laboratorio no me
espera nadie. Cada uno va a su labor, sólo charlamos cuando tenemos que
intercambiar una opinión, una duda. Allí estará como siempre a estas horas la
señora de la limpieza. Le he cogido un poco de cariño. Siempre nos encontramos
cuando ella realiza su trabajo, a media luz, sólo enciende las luces por el
lugar que limpia. Yo esperaré a que ella termine, con su fregona para atrás y
para delante, con su icono amarillo y símbolos rojos de prohibido el paso.
Se nota, percibo la presencia del invierno dentro de este
autobús, en la hilera de árboles que dejo atrás hasta llegar a mi trabajo.
Aquí, en esta zona la temperatura desciende más debido a la altura que se
encuentra el laboratorio. Me bajo del autobús, soy la última, esta es la última
parada. Con mis pasos largos y lentos descubro esa cumbre nevada. Da un toque
de belleza, de una beldad mezclada con el verde fogoso de la naturaleza a sus
pies. No hay nadie en esta zona, aun es muy temprano, aprovecho para sacar mi
móvil y hacer una foto a ese espectáculo salvaje y pacífico que brinda la
tierra.
¡Qué largas se hacen hoy las horas¡ Será porque estoy apurada,
quiero ir cuanto antes al tanatorio. El cromatógrafo no me deja trabajar, el
método aplicado no funciona, ¿me habré equivocado en algo? No lo se. Mejor será
dejarlo e irme a donde tengo que ir, pero, antes saludaré a mis compañeros y al
investigador que me ayuda. Tal vez el me pueda auxiliar, pero, no, mejor será
dejarlo para mañana.
¡Tanto bullicio en este tanatorio¡ La verdad que no suelo venir
mucho a estos lugares, por suerte. Esto más bien parece un hotel, tan poca
intimidad para la muerte. Directamente busco a Per. No lo hallo, seguro que en
su trabajo no le han dado permiso. Sin embargo, me acerco a esa familia
desgraciada. La angustia pisa a fondo en sus miradas, unas miradas que se
vuelven bucólicas, unas miradas que se deforman en el infinito de la nada. Mis
pasos hacia ellos se viste de gris, mi beso en sus mejillas es cálido ante el
derrumbe sobre mis labios de sus lágrimas. Luego, me voy, esperare afuera a que
llegue Per. Me da igual el manar de las horas, quiero verlo , deseo verlo y
desprenderme de esta tristeza. Las penas son contagiosas. Una imagen, unas palabras
, el vacío se traspasa de ser a ser. Mientras espero a Per los recuerdos me
buscan. El recuerdo de una amante, de una compañera, de una amiga del ayer.
Ahora, no está . Su destierro de esta vida es igual que la fotografía tomada
hoy por mi mente. A ella la leucemia la calcino, la aparto del camino de los
vivos ; poco a poco la fue destruyendo. A mi no me dijo nada, a nadie se lo
quiso decir. Callada, errante de su destino en cuevas donde la penumbra se
acuesta con ella ¡Su última amante¡ ¡La muerte¡
Yo me entere en esos últimos momentos, cuando su estado era
irreversible y estaba a punto de partir. Nuestra relación ya había concluido
pero, seguíamos telefoneándonos, enviándonos alguna que otra carta. Llega a mi
memoria esa última, esa cual yo no entendía:
“Que tal Ann. Hace tiempo que nos no llamamos y de vernos ni
hablar .Si supieras que nuestros días son como gotas de agua que se deshacen y
vuelve a su origen, que nuestros días están contados, no nos pararíamos en las
nimiedades de la vida. Somos como ríos que erupcionamos una y otra vez por el
mismo cauce, después, en la mar morimos, sólo el recuerdo de los más allegados
cae en ti, en quienes éramos. Por qué esta distancia entre nosotras ¡Fue tan
hermoso todo ¡ Recuerda cuando hacíamos el amor: esa lentitud , ese calor , ese
deseo del éxtasis mutuo que nos comprometía . Ahora, sólo queda una huella, esa
huella que parece borrarse, evadirse de nosotras. Yo no quiero, no quiero
desprenderme de ese cuerpo a cuerpo del ayer, de esos paseos a ras del océano
bajo la mirada incierta de las gaviotas. No se puede hacer nada, todo se
ofuscó, quedo guardado en un arcón que nos olvidamos de arrastrar y ver los
buenos momentos. Yo sigo mi vida, tú, la tuya y, así, tan felices con nuestro
nuevo ritmo.”
Los buenos momento, sus palabras vuelan una y otra vez sobre mi.
De esta carta hice cenizas de ellas. La introduje en un cuenco de barro y a la
luz de unas velas que encendí en su honor la prendí fuego. Esparcidas por el
océano luego las deje, al igual que ella. La mar esa tarde estaba en calma y
refulgente, un escudo de bronce marcaba el cielo, el aroma de las algas y la
sal contenían mis lágrimas.
Yo a esta la carta le conteste y le escribí algo como:
“No. No logro comprender tus palabras Marion cuando somos allende
colinas ¡Esa añoranza¡¿Por qué ahora? En este tiempo que somos mujeres
renovadas, con otra vida. Exclusivamente hay un pacto en común en la memoria,
en los objetos que cada una poseemos. Me desesperas ¡Quiero saber¡ Quiero que
me respondas que es lo que te ocurre . Existe algo, algo que no me gusta, un
olor tal vez, enrarecidos en tu carta. Lo presiento, una bruma que te enjaula y
no te deja respirar ¡Me mortificas¡ Dime, dime , ¿qué es lo que sucede? Ya
sabes que nuestra amistad es eterna. Puedes confiar en mi.”
Esta carta, no se si fue un error. A veces, ¡ nos equivocamos
tanto¡ Quizás, fue algo impulsiva , algo severa. Ella, no me respondió. Su
confianza la difuminó su silencio. Ese temor que los demás se preocupen de ti.
No quería ser una víctima cuando lo era.
Ya llega Per. Lo observo buscando aparcamiento. Esto está tan
saturado de coches que tal vez tenga que aparcar en doble fila. Así es. Uno de
los abandonados por el devenir de la suciedad y el olvido se presenta ante él.
Supongo que le estará pidiendo dinero por vigilar su coche. Noto como accede.
Saca del bolsillo algo, una cartera, y le da alguna moneda. Una sonrisa y
satisfacción se mece entre ellos. Ya viene. No me ve. Me aproximo yo a él.
Lleva puesto, como siempre, una chaqueta de pana, un pantalón vaquero y unos
zapatos de alta calidad. En sus pies se ve a que rango de la sociedad
pertenece, aunque él, no tiene prejuicios.
Ya se da cuenta de mi presencia, baja su mirada. En estos
momentos es un desconocido de la distancia. Me abraza, le abrazo, nos
abrazamos. Él, que es tan frío, tan distante. Siento caer sus lágrimas de hiel
y un suspiro anónimo se desprende de él ¡ Qué cariño nos tenemos¡ Me acaricia
el cabello, mi cabello entre castaño y cano. Nuestros corazones son opacos,
aliados al daño.
-Qué tal Ann- me dice bajo una senda abisal.
-Yo Bien. Y, tú .Bueno, no hace falta que me digas nada. Todo tú
descifra como te sientes en estos instantes.
-No me gusta estas situaciones de la vida, sabes Ann- me
contesta Per con desgana.
-A mi tampoco, pero, nos hace mirar por dentro .Muy adentro,
allí por donde nuestros ojos se vuelven aguas freáticas.
-Es cierto .Me pregunto ¿¡ qué mierda es la vida ¡? Sólo estamos
aquí por unas cuantas horas.
-Si, y esas horas parecen infinitas. En realidad no lo son.
Caemos mucho en los detalles y sólo sirven para la satisfacción, para lograr la
felicidad , sino, no sirven para nada.
Durante unos minutos nos miramos, nos miramos y vemos a través
de nosotros una jornada inconclusa, ¿ nos deparará alguna alegría? En este
instante si a pesar de que estemos embarrizados de neblinas ¡El contacto
humano¡ Ese fragor que expulsamos de nuestro cuerpo, cálido, vital. La mirada,
la mirada. Una mirada huída, sólo el roce de nuestros cuerpos, no como amantes
sino como amigos.
-Me tengo que ir Per. He de hacer unas cuantas cosas. Yo ya he
saludado a la familia.
-Yo me quedo Ann. Ahora iré a saludarles ¿Podré? Me siento tan
débil. Tú ya sabes de mi apego con ellos. ¡La imagen que me espera es tan dura¡
-No te preocupes. Están tranquilos . Todavía no se han dado
cuenta de la realidad.
-¡La realidad¡¡La realidad – Per en su suspiro parece que quiere
desquitarse del día de hoy.
-Hasta luego Per .
-Hasta luego Ann. Antes de ir a verlos pasaré por la cafetería.
Un adiós a media mañana. Se aleja de mi, dice , ir a la
cafetería . Un Whisky, dos Whisky, tres Whisky y un interminable desfile de
copas hasta caer más triste, más abatido, más umbrío antes de saludar a la
familia. Me angustia. Es un adiós que lo abarca en incompleto, lo insostenible.
Mi desasosiego y su desequilibrio ¡El dolor¡ ¡El dolor ¡ Él, es tan frágil,
frágil delfín que danza en aguas contaminadas. Somos como el océano, un
sumidero, pero, algunos , no somos capaces de abortar las tragedias, lo
podrido, lo asfixiante.
Empieza a llover de nuevo. Tendré que coger un taxi, por aquí el
autobús parece que nunca va llegar, esto está tan desterrado y yo he de hacer
muchas cosas en lo que me resta de día. Tengo que realizar unas compras aunque
pasaré por la biblioteca para después ir a casa.
El taxista me habla, me habla y me habla.
-Señora. La vida cada vez va a peor. Si usted supiera lo que me
ocurrió anoche. Entraron al vehículo dos tipos, yo los cogí porque tenía buena
pinta. Sobretodo, entrada la madrugada, tengo cuidado a quien dejo subir a mi
taxi. Cuando llegamos al sitio que se apeaban me sacaron una navaja. Me temí lo
peor, sabe. Me la pusieron en el cuello. Me amenazaron de que si no les daba
todo vería correr mi propia sangre ¡Que miedo¡ Aún siento pánico pero , como he
de trabajar para alimentar a mi familia y pagar créditos por allá, créditos por
acá ,aquí me tiene. Yo le di todo cuanto llevaba, no le di mi ropa porque no me
la pidieron ¡Se lo imagina¡ Al pasarme esto avise a la policía, no se si los
habrán pillado. Me dije entonces, para casa que allí estoy protegido. Al llegar
a mi barrio si usted supiera con lo que me encontré. Otro individuo en su
vehículo estaba dándose taponazos contra un árbol, daba la marcha tras y otra
vez contra él árbol. Habían vecinos asomados, pero, allí nadie llamaba a la
policía. Decidí llamarla yo, desde mi casa desde luego. No se como reaccionaría
el tipo ese. Por aquí en toda la noche no apareció nadie. Este, cuando se
canso, con el coche en su parte delantera echo migajas se fue ¡Vaya noche
¡,vaya noche de nervios. No pegue ojo, por mucha tila y valeriana que tomará.
Mi mujer me quería dar las pastillas que se toma para dormir, yo me negué. Paso
de esos recursos. Se crea un sueño pesado y lleno de pesadillas y, tal vez , me
levante peor. Ya tengo con las pesadillas reales del día a día.
El taxi se detiene en una de las calles más colapsadas de la
ciudad.
-¿Cuánto es?- Le pregunto.
- Bueno, la cuenta es 4 euros. Hasta otro día.
Comienzo andar directa a la biblioteca. Siento algo detrás de
mi, no se que, no lo percibo, sólo, un murmullo. En un momento pienso que no
tiene que ver conmigo. Pero, si tiene que ver, mucho. En menos de unos
segundos, no se como, me quitan el bolso. Salen corriendo y yo voy tras de
ellos. Nadie me auxilia. Se preguntarán que hace esta mujer corriendo detrás de
dos muchachos. Creo que es evidente. Estoy hirviendo, estoy rabiosa, quiero
cazarlos y voy a por ellos. Son dos, no se cual lleva el bolso. Juegan conmigo,
se lo pasan. Se introducen en un garaje y yo sigo persiguiéndolos. Ahora, todo
es un lío. Esto parece un laberinto. Se dividen, me confunden, pero, aun así ,
sigo , quiero agarrar aunque sea sólo uno. Desaparecen de mi vista, todo
perdido: tarjetas, dinero, documentos, menos mal que las llaves del cohe las
llevo siempre en el bolsillo. Mis piernas han dado todo lo que han podido dar,
no noto el cansancio. Mi pasado de atleta ¿Donde está? ¿Donde se encuentra? Mi
pasado, mirar al sol que florece entre nubes y llorar ante él.
Voy a la comisaría, por el camino intento sosegarme. Es
imposible estoy acelerada, mis pasos quieren avanzar y no pueden, mi corazón
esta satinado de ira. Estoy harta de que abusen de mi, se que correr tras ellos
es tomarme la ley por mi mano. Es un impulso. Las piernas me tiemblan,
desfallecen, a igual que correr un maratón. Maratón, carrera donde el ser en
soledad ve consumada su lucha, su esfuerzo y su éxito consigo mismo. No
competimos contra nadie, sólo, con nosotros mismo. No me gusta recordar esta
parte de mi, pero, ahora que siento el agotamiento me persigue. No rememorarlo
por lo que fui y seré, sino porque hubo una mano letal que me dejo inmóvil como
persona durante algún tiempo. Yo por aquel tiempo era un ser más ingenuo, más
cohibida se podría decir. Subir hasta mi casa y yo sin saber muy bien porque
ponía mi entrenador su radio, lo único que escuchaba era sobre el tamaño de los
penes, yo, fatigada, extasiada sin darme cuenta. Llegar a la comprensión de
esto, ¿cómo no pude averiguar ¿ Poco a poco, sin yo saberlo me fue
introduciendo en sus colmillos mortíferos. Sus colmillos, su lengua de cloacas
y, para mi , de lamentos .
A mi memoria arriba aquel día en que tenía que correr yo sola,
como siempre, unos 40 kilómetros. Era sábado, un sábado invernal, con la sombra
de los árboles mareadas a mi paso continuo y constante más algo lento. Yo me
encontraba muy mal, la fatiga me sacudía de manera nefasta. En los últimos
kilómetros llego él y me paro. Me llevo a casa. A casa, eso decía, yo me
hallaba media inconsciente. La tensión se me baja demasiado por ello tomo tanto
café. Fácil presa era. Sólo recuerdo que cuando desperté mis pantalones de
deporte estaban a medio muslo. Mi terror y mi fatiga se conjugaban. El pánico
ante un violador y mi cabeza ida ¡Qué es esto¡ Como el ser humano puede
aprovecharse de otro ser inválido, sin sus plenas capacidades. No se. No se. Su
obsesión, un desequilibrio oscuro que no se logra amarrar. Sabía lo que hacía ,
había examinado cada parte de mi ¡Mi debilidad¡, ante una bestia que con su
chasquido corrupto domina todo y a todos, incluso, la mentira. Cuando entre en
casa todavía desfallecida no abarcaba en mi la realidad. Cuanto más horas
pasaba más me iba dando cuenta de lo ocurrido, se iba perfilando en mi la
suciedad por mi cuerpo, el asco, lo incontenible. Innumerables veces me duche,
bañarme repetidamente hasta acabar con su pestilencia, sumergirme en las sales
de baños hasta zanjar los horrores que se iban elaborando en mi mente. Si, me
olía. Olfateaba la sangre que vomitaba. Su olor de perro me acosaba. Ducharme,
lavarme una y otra vez hasta sangrar, quitar todo ese entramado de vicioso
atado a mi piel. ¡Mi piel ¡ Mi piel , cargada de un halito viscoso de su
bestialidad . Después, por la tarde, salí a correr. Con la ira , con la furia
del dolor , un dolor que se hacía más gigantesco a cada zancada, a cada plomada
de mi pie sobre el asfalto ¡ Qué mal lo pase¡ ¡Qué llantos me liaron en un
aterrizar de la incertidumbre¡ Sola ¡Sola¡ Sola bajo la luna menguante. Una
luna que se divisaba fría y metálica a la vez. Una punzante de toda llamada al
lamento. Desolada, escudriñando que iba a ser de mi. El influjo de la bestia no
más que es miedo. Miedo a una denuncia. Así, así va por la vida con un disfraz de
ángel; de ángel de la muerte.
¿Quién será la próxima ave que pierda sus alas? Alguien a quien
pueda dominar, hacer sumisa y aplastar con su grito.
En la madrugada llame a Marion. En mis palabras noto la grieta
que se hacía más honda a cada frase que decía. Ella vino en mi pedida de
auxilio. Al tocar la puerta no quise abrir, me daba pavor, me daba vergüenza
mirar a sus ojos .Ella insistía , sabiendo que me hallaba en una situación
grave.
-Ann. Abre. Se que estas ahí. De mi no tienes que huir-
suplicante estaba Marion.
-No. No puedo abrirte Marion. El terror me hostiga. No puedo
levantar mi mirada. Ni ante ti, ni ante nadie.
-Ann abre la puerta, te lo pido por favor. Me asustas.
-No puedo Marion. Hay una fuerza que me involucra en el
aislamiento.
-¡En el aislamiento¡¿Por qué? Nuestra confianza, nuestro amor.
No. Si no abres yo abro. Tengo las llaves. Necesito que me digas si y yo abriré
la puerta.
Mi silencio quiere hacerse perpetuo. Deseo evitar su mirada, su
mirada y mi mirada, ¿cómo erguir mis pupilas ante las de ella? Un monte de
ortigas y seda nos separa; el primero, mi camino ; el segundo, el calor de sus
manos.
-Voy abrir ya Ann.
Marion abre meticulosamente. La casa esta oscura. ¡No quiero ver
la luz¡ No quiero verla ¿Será cobardía? ¿Será vergüenza? Que más da. Ella me
busca y me busca, la siento tropezar con los muebles pero, no hay algún quejido
.
-¿Dónde estás Ann?- pregunta algo cohibida
Por fin yo me decido a responder.
-Aquí.
-¿Puedo encender la luz?
-¡No¡ La luz no.
Ella sin que sus pasos resonaran se aproximo a mi.
-¡Ann¡¡Ann¡- me llama Ann dulcemente.
-¡Fui yo la culpable Marión¡ Tenia que saber…
-¡Déjate de bobadas¡.¡ No te acuses, no te castigues así y menos
cuando pisas magma asesino sin saberlo. Él es el único culpable. Se vale de
gente como tú y como yo para sus actos escalofriantes ¿Quieres llamar a la
policía?
-¿Para qué ¿
-Para denunciarlo. Al menos que su nombre se encuentre manchado.
-Tú , como yo , sabes lo que implica ello .
-Sí. Tendrás que sufrir más y si no ha habido penetración más
con los años que tu tienes no te harán caso.
-Marión te has olvidado de que él es policía. Mejor será que me
quede aquí. No soportaría la frialdad de ese ambiente. Además,¿cómo lucharía
contra él? ¿ No crees?- conteste yo .
-No se que decirte Ann. También hay que pensar en otras, a otras
que le haga lo mismo.
-No, no quiero ir. Abrázame Marion.
-Como no. Todo mi amor para ti, toda esta pasión aunque este
volando sobre mármoles. Encendamos unas velas. Tal vez, con el halo de luz que
dan ellas sientas más calor.
-Si, necesito mucha intimidad.
-Ann ¿Te acuerdas que querías poner una chimenea?
-Si, Marion. Para sentir la nostalgia al tiempo que el sonido de
la madera que se quema al unísono con la música me acompañara.
-Todavía estas a tiempo. Yo podría invertir en ello.
-Ay Marion, a que viene eso ahora. Creo que el frío mortal que
cruza mi espalda es espada perpetua.
-Perpetua no. Yo ahora estoy contigo, mañana estaré contigo y
haré todo lo posible porque arrimes ese suceso. Todo pasará lentamente, el paso
del tiempo matará esa maldita mano sobre tu piel.
Todo pasará muy lentamente. Esa fueron sus palabras después, el
olvido ¡No, el olvido no¡. Regresara a mi con su disfraz de huracán con navajas
y en soledad me dañará. La reminiscencia diáfana me enjaulará y los gritos míos
se ahogarán en una herida crónica. Una herida que con el paso de los años se ha
convertido en un odió mortal ¡Lo odió¡ Deseo todo el mal para él. Quiero verlo
sufrir. Sufrir como sufren muchas mujeres por ese pasillo umbrío donde las
cicatrices quedan. Y, aquellas , aquellas que tienen por obligación de aunarse
con la bestia ¡Como puede ser¡ Alas de cementerios de elefantes, almas donde la
erupción de amapolas para la vida sólo será oxidación. Oxidación de toda su persona.
Una muerte lenta, ralentizada con el acribillar de todas sus sensaciones y
emociones alegres ¡Qué será de su felicidad¡ Como puedo yo quejarme, derecho
ninguno poseo después de lo que hay en este mundo. Un mundo avaro y áspero al
otro lado del cristal, lo vemos pero no lo tocamos.
El abrazo de Marión. Ese abrazo que rompe el hielo, que asciende
por un cuerpo desvalido y un ser aterrado. Suavemente me acarició el cabello,
me cogió de la barbilla y un beso en la frente se acostó en ella. Nuestros
cuerpos adosados, gigantesca orilla al ritmo de su oleaje donde me ruborizo.
Amantes andantes de la pena, de un hecho que con la fragilidad de nuestras
manos, de nuestra piel se ahoga ¡Se ahoga¡ Mi amor del ayer, mi amor por esas
sendas donde jugábamos quien adivinaba más constelaciones y así, averiguar la
historia que guardaba detrás, el por qué de sus nombres. Ahora, que somos,
somos flores de cuando llega el nocturno: cerradas, lejanas, sin color.
Llego a la comisaría, una mujer policía me toma nota. Me dice que
me marche que ya me llamarán, me recomienda tomar algo y tranquilidad, ¡estos
actos son tan comunes¡ Aunque ella me recomiende serenidad ,¿cómo serenarme?
Aun así, hago caso a sus palabras. Respiro, inspiro y espiro repetidas veces.
Eclipso mis ojos mientras camino e inspiro y espiro. Me siento más aliviada y
me da igual que me miren. Es el estar yo bien. Yo , y sólo yo después de este
suceso.
Tomo dirección a una cafetería, una cafetería que a mi me lleva
por momentos nostálgicos. Es de estilo del siglo XIX y entrada del XX. Un piano
y diversos cuadros hacen de ella un lugar acogedor. Antiguamente los
intelectuales se reunían y recitaban sus poemas, sus escritos además de
discutir temas diversos ,sobre todo, del ser humano ¡El ser humano y el mundo¡
¡El mundo y el ser humano¡ Por ello , me trae muchos recuerdos de Marión.
Marion de nuevo. Marion, mi primer amor. Ella está ahí, tras los cristales de
esta cafetería descansando en el mar. A ella, le entusiasmaba escribir y
pintar, como si ello hubiera nacido con ella, lo necesitaba hacer diariamente,
respiraba con ello .
Marión cuando tuviera suficiente dinero quería construir una
cafetería, más moderna, pero que en ella tuviera lugar recitales y ,a la vez,
exposición de cuadros y , al mismo tiempo deseaba su propia editorial para
publicar sus obras. Ahora, recuerdo uno de sus poemas
El tiempo viene lento,
Espíritu de aves flotantes
Que renuncian a la sonrisa.
Abren su paso
Con la resurrección
De sus alas oscuras
Para ser más veraces,
Más avanzado viento
Del oeste.
¡El placer de ser vuelo¡
De rocas hechizadas
Con el musgo húmedo
De sus pisadas.
El sol nace,
La luna cierra sus párpados
Renunciando al son brillante
De su refugio
Porque llego tarde,
Llego tarde….
Todo se marchito, todo se destruyo como esa mar rabiosa que deja
sus sales en estos cristales ¡La mar ¡ ¡La mar¡ La mar con su vasto horizonte
toma camino a igual que la bandada de gaviotas que giran y giran sobre su
superficie. Hoy la encuentro titánica, airada, su manto son arrugas plomizas
que vienen y van sin definir su dirección. Mal día para los hombres de los
océanos: los marineros, los de recreo y como no lo inmigrantes. A estos últimos
le darán igual las condiciones, que se cabe esperar después de tanta agonía en
sus tierras ¡Al encuentro del paraíso¡ Ese lugar donde las oportunidades
responde a nuestros sueños ¿Es ello cierto? Llegan sin nada y esa nada los hace
erigirse en los trabajos peores, esos que esta sociedad no quiere, sino, que
hacer. Cuando desembarcan su lucha no ha acabado ¡Tanto desastre¡ Marión es
ahora como muchos de ellos, ahí en ese mar tenebrosa reposando sus restos ¡Un
grito de gaviota ¡. Muertos donde el sufrimiento se deja ver en barcas
vagabundas, barcas vacías que recogen esperanzas abrasadas ¡La mar ¡ ¡La mar¡
La siento tan cerca de mi, tan melancólica en su ritmo atávico y tórrido ¿Quien
será los siguientes en perecer bajo sus aguas? Seres anónimos cuyos nombres se
inscribirá con estrellas de mar en su fondo abisal, las caracolas darán la
tonada de sus orígenes y llegará aquellos tambores salvajes repletos de beldad
en sus tierras.
Hago una llamada, llamo a María. María es mi pareja, mi pareja
actual después de Marión. La conocí en una noche de soledad. Sí, la soledad
tocaba a mi puerta. Esa soledad que te retrae y te hace rumbo del pensamiento.
La tarde caía, el sol era ya endeble para filtra sus rayos sobre
el cuerpo, Orión se posaba en el firmamento y Cabeza de Caballo giraba con sus
estrellas. Me hallaba desinquieta, ni inspirar y espirar cerrando los ojos me
calmaba. Sólo eran las siete de la tarde y ya me quería acostar pero, el sueño
no me seducía , se alejaba de mi. Sin más llame al Teatro
-Buenas noches.
-Buenas noches – me responde
-Hay entradas para Fedora.
-Si , alguna queda.
Al colgar el teléfono fui directamente a mi armario. No elegí
una ropa especial, más bien sencilla, más bien desapercibida. Aunque ir con
vaqueros a la ópera creo que no es pasar inadvertida. Que más daba, necesitaba
consagrarme con la música, sentir el ritmo de esa fantasía trágica en mis
arterias. Al mirarme al espejo pensé sin maquillaje mejor, prefiero ir al
natural. Hay algunas que pintadas parecen espectros del espacio. Rápidamente
salí, no quería llegar con la función empezada, me gusta ver al público que va
entrando y sentándose en sus butacas. Cogí un taxi. Me toco un sitio en el que
no se distinguía las caras de los representantes sin embargo, la música me
trasladaba a otro mundo. Ese mundo oscuro de la imaginación que no más que
nosotros mismo lo sabemos. En la butaca contigua había sentada una mujer, una
mujer entre 40 y 50 años. En el punto más álgido nuestros ojos se hallaron. Su
tez estaba humedecida por un llanto tímido de emoción y que evolucionaba hasta
sus labios.
-Esto es pasión y la vez la paz que penetra por cada uno de mis
poros- me dijo en voz baja al darse cuenta que yo la estaba mirando.
- Si, es muy cierto. Sensaciones como estas en la vida cotidiana
es difícil de hallar– conteste yo
Y seguimos en ese juramento de nuestro cavilar en seguir la
actuación en silencio, adsorber de ella todo ese espectáculo de placer y relax
hasta su fin. Su fin, los aplausos fueron portentosos. Una y otra vez salían
los actores al escenario y, una y otra vez, el público, en pie, era impacto de
sus palmas. A mi ese instante me hizo gravitar por un sueño que había tenido la
noche anterior. Un sueño donde yo paseaba por calles vacías. El girar del otoño
hacia el caer de hojas secas y una brisa besaba mi rostro. Un caballo plateado
paso galopando al lado mío y, sobre el, una mirada , la mirada azul de una
mujer. Me invito a subirme. Yo hice caso. Y, las dos , galopando nos dirigimos
a un puente cuya suelo era de amapolas. Tras atravesarlo desaparecimos bajo una
nube verde.
La gente se disipo del teatro poco a poco, con un murmullo que
era ahora banda sonora del lugar. Nosotras nos quedamos hasta el final, hasta
que todo los allí presentes hubieran salido. Su mirada vino otra vez a mi como
la mar devuelve todo lo que se lleva desembocando sus pupilas sobre las mías.
Orillas cómplices que se cruzan para dar comienzo a una nueva amistad. La
historia de dos en el regazo de un nocturno, un nocturno con la luna menguante
para dejar sitio a nuestros cuerpos. Una historia donde nuestro presente y
pasado no cuenta, donde nuestra mirada rinde atributo a un rastro de dos.
Nos hicimos invisibles del tumulto de personas. Fuera nos
esperaba la avenida de una singular playa con 4 km de longitud. Al principios
éramos seres mudos, seres de nuestro subconsciente “¿ Qué dices amor cuando la
medianoche se acerca? Las flores son letargo y las pardelas danzan un grito de
emoción. La lasitud de las olas, el amargo tintineo de su espuma en soledad nos
llama para que compartamos nuestros sentimientos. No, no hablemos de aquellas
experiencias que como ortigas eclipsan nuestros ojos. No, no llamemos a nuestra
puerta, esa , en la que somos vacío. Las horas no cuentan y la noche es larga,
muy larga. Abracémonos e inmortalizaremos este instante. “
Un paseo por la orilla de la playa , monte de constelaciones y
luces de la ciudad que nos embriagan a ser una sola. Poco a poco que nuestras
palabras fueron creciendo nuestras manos se tocaron. Se tocaron como cumbre a
escalar con una lentitud memoria de un estado de placer, de calma. Nos descalzamos
y la humedad de la arena enterraba nuestras huellas para el recuerdo. Para el
recuerdo. Nos desvestimos y ante una mar apacible pues había marea vacía nos
bañamos. Ya no discurría nadie por la playa debido a la alta hora de la
madrugada. Formábamos un círculo impenetrable, un círculo donde la hoguera del
deseo iba escalando paulatinamente. Nos mirábamos, nos mirábamos sin rozarnos y
el resonar de unas palabras del corazón tomaban la batuta.” El deseo, fuerza
vital por el que se enmudece el ritmo cierto y vivo de las palabras. El deseo,
ápice gravitante entre dos mundos, el tuyo y el mío. Ahora, somos águilas
nocturnas que guardamos un secreto. El secreto de una noche de primavera, el
secreto de una borrasca en su plenitud como monte plateado ¡ Abracémonos¡,
seamos impacto aterciopelado de nuestro cuerpo “. Y nuestros cuerpos se
aunaron. Y nuestras lenguas florecieron, como una sola. Pero todo no fue tan
perfecto como queríamos, en la playa había alguien más. Escuchamos unos gritos.
Gritos que nos despertó de nuestro dulce vals de amor. Entornamos nuestros ojos
hacía el lugar de donde se oían los chillidos. Pudimos observar como un
muchacho o un hombre, no se distinguía bien, salió corriendo como alma que
lleva el diablo. En la arena, había alguien más, un cuerpo inmóvil. Nuestras
sospechas las apoderaba un campo de cipreses con sus llantos. Salimos del agua
.Nos vestimos, daba igual estar empapadas. Fuimos al lugar y un eco sórdido
impactó sobre nuestros pechos. Un cuerpo inerte, marmóreo e inanimado estaba
presente ante nosotras. Ni la tocamos, sólo, miramos su pulso y no respondía.
Sus ojos estaban abiertos: dos esferas de cristal blancas ¡ Blancas ¡¡Blancas
con signo de muerte ¡ Una tormenta fue tras nosotras, nos acosaba haciendo caer
nuestros ojos bajo un manto de pesadillas. Llamamos inmediatamente una
ambulancia y a la policía ¡Una hora tardaron¡ Una hora en que la desesperación
eclosionaba la angustia. La noche represento ese drama. De repente un viento
furioso y pertinaz empezó a azotar. Consigo traía unas nubes que a su vez traía
agua; agua fuerte, agua implacable. Una hora tardaron, una hora en que sobre
nosotras se cernía un infructuoso acantilado de desilusión. Recogieron el
cuerpo, tomaron nota y unas buenas noches que nos no salía. La policía nos dijo
que si queríamos ir algún sitio que ellos nos llevaban. Contestamos a ello que
no, que poseíamos nuestros propios medios. Otra vez nos quedamos solas. Solas y
una lluvia voraz devorándonos además de una desolación. Estábamos temblando,
temblando de frío y de horror sobre los cristales rotos que habíamos pisado.
Sin más decidimos ir a mi casa. De nuevo los pensamientos volaba entre
nosotras. Otra vez el calor humano tomaba su sitio. ”Giremos una sobre la otra,
seamos manantial que discurre por una monte azulado de laurisilva. Tus labios.
Tus pechos. Tu cuerpo. Tu sensualidad. Se hace extraño después del dolor. Pero,
seamos esa algidez que anuda los corazones. Abrázame. Desviste con tus lunas mi
ser y seremos golondrina de un ritmo lento y pacífico ¡ Volemos¡ ¡ Volemos
hacia lo más alto de nuestra reconditez ¡ Nuestras lenguas otra vez se lían. Se
lían y se lían en esta noche asombrosa “.
El día parece que se hace pesado. Veo a María entrar por la
puerta. Sólo ha tardado media hora desde que la llamé. Su rostro refleja relax,
una tranquilidad que esta presente en ella. Parece que no ve, es como si hoy
todos estuvieran despistados. Alzo mi mano y la llamo por su nombre. En seguida
se da cuenta donde estoy sentada. Viene a mi con una radiante sonrisa.
-Pero , Ann. ¡Qué escondida estás hoy ¡
-Necesito intimidad María . Tu no sabes lo que me ha pasado hoy.
Estoy de un humor de perros. De perros no, sino de fieras.
-¡Qué cara llevas ¡
-Si. Cara de que te atraquen en plena luz del día.
-¿Cómo? ¿Qué te han atracado? ¿Cuándo? ¿Cuéntame lo que paso?
Le narro todo paso por paso a María. Ella me mira asombrada y
más cuando le dije que fui a por ellos
-Pero. Pero, como se te ocurre ir detrás. Te hubieran podido
hacer cualquier cosa ¡Qué se yo¡ Te hubieran podido apuñalar. Sabes, mira que
anoche tuve un mal presentimiento.
- Déjate de presentimientos María. Esto es la vida.
- ¡Qué me deje de presentimiento¡ Pues te contaré. Un sueño
atroz vino a visitarme, un estruendo que hacía caerme en un abismo. Un abismo
ciertamente raro de aguas turbulentas y estancadas. Tu imagen estaba presente a
medida que iba cayendo.
- Bueno María … - Le digo yo resignada.
- Y, mira, habrás ido a la policía no. No vaya a ser como aquel
robo que te hicieron cuando estudiabas. A, por cierto, cuéntamelo. He conocido
un abogado que quiere saber los hechos.
- ¡Otra vez María .
- Si , otra vez Ann. Tienes que escupir. Además, cuando tu vida
tomo un giro absoluto.
Escupir, me dice. Como si todo fuera tan sencillo. La miro. Me
mira. Esa mirada que mezcla el pulso de la vida ¡El amor ¡ Por unos instantes
veto mis ojos. Suspiro lentamente. A esa gracia que ella despierta me da ganas
de darle un beso.
“Que corazón. En mi la primavera se embellece. Es enaltecida
sonata donde los gorriones marcan nuestro vuelo ¿Qué amor? Llevo horas sin que
mis pupilas acaricien tu tez. Horas donde un zarpazo cruel y a la vez
benevolente es travesía de mi reconditez. Sabes, ¿Cómo puedo quererte tanto?
¡Te quiero¡ ¡Te quiero¡ La mar ovaciona nuestro espíritu y lo asciende hasta
una rocosa encantada ¿Qué será de ti? ¿Qué será de mi? Esta unión nos imanta,
imana un musgo cálido sobre el que reposamos ¿Te lo he dicho? ¿No? Te quiero
¡Te quiero¡ Serpenteantes somos singladura de nuestro cráter y como tambores
del universo somos un solo son.”
-Si Maria. Te contaré todo de nuevo. Pero, ten paciencia porque
aún me pongo nerviosa, sabes.
-Nerviosa. Pero Ann. Tienes que desvestirte de ese miedo. En
aquel momento tenias que haber denunciado.
-En eso estoy de acuerdo contigo. Pero date cuenta de las
circunstancias chica.
-Si. Yo creo que hubiera actuado igual. Nunca sabemos como vamos
a actuar. Dímelo. Esta mañana me levante como cualquier mañana. En mis sábanas
estaba tu olor impregnado. Ese aroma que te hacer fuerte y un despertar
volcánico, como si tu magma de rosas manara de mi cuerpo. Di un suspiro y
sentía ganas de seguir en la cama. Después de unos minutos vino él. Ya sabes
quien. Ese quien aplastaba mi cuerpo contra una muralla de hielo. Mi sangre
dejo de fluir, mis latidos se precipitaron por una senda de cenizas. Un velero
de velas quemadas venía a recogerme ¡El ¡ ¡El ¡ El cual con sus manos de
torbellinos asquerosos reposo sobre mi piel de manera trágica. Mi temor. El
miedo se apodero de mi y, yo, roce de nuevo el abismo.
-¿Por qué no me llamaste María?
-Porque son cosas que la he de superar yo sola ¡Yo sola ¡
Además, había hablado con Per y me contó lo del accidente de ese pobre chico.
-No. No. esa no es una causa justificada. Debiste llamar. Cada
momento, cada instante que la hoz negra vaya a por ti acude a mi. Solas, cuando
nos no queda otro remedio pero, si tienes a alguien, te desahogas.
-Yo no quiero desahogarme. No se como explicártelo. Es como si
su hacha insensible y machista me atacara dejándome muda, congelada, apartada
de este mundo.
María se queda un rato en silencio con su mirada perdida. Yo no
se que decir. Se de su dolor. Es algo que la atrinchera en lugar de
hostilidades ¡Qué decir ¡ Las palabras a veces son simiente de lo absurdo, del
caos , de la falta de confianza. No necesito decir nada. Sigo la estela de sus
pupilas y en ella veo un decaimiento, un cansancio repentino respecto a su
carácter vivaracho.
-Tomamos otro café Ann.
-Si. Lo pediré yo.
Levanto la mano. Llamo una y otra vez a la camarera y no viene.
Me levanto y me dirijo al mostrador. La lluvia empieza de nuevo a retoñar.
Vuelvo a la mesa y María la encuentro distraída. No se lo que estará pensando.
-No hace falta que me preguntes Ann. Estaba cavilando que esta
noche es la lluvia de estrellas y no se porque se me apetece ir al monte. Allí,
a lo más alto, alejadas de toda civilización a contemplarla ¿Qué te parece? Las
dos juntas
- Me parece muy bien, pero sabes que después de ir a trabajar.
Tengo que atender al chico que cuido.
- Si, ello ya lo se. Ahora, cuéntame. Relátame tu historia.
Viene aquel día, el de la mudanza. Por mi condición de
homosexual había perdido muchas amistades en la residencia. Nadie quería
compartir piso conmigo. No se que prejuicios tiene la gente. Pero, yo , no toco
a nadie. Por lo que decidí irme sola. Alquile una vivienda en la periferia de
la ciudad. Estaba deseando vivir allí y comenzar un nuevo ritmo de vida. A la
mudanza me ayudaron unos amigos que yo poseía. Ellos también estaban contentos
con la nueva casa. Ya, cuando estuvo todo listo, todos se marcharon y , yo, me
quede sola bajo mi nuevo techo. Al anochecer vino una amiga mía a visitarme.
Era con la que tenía más relación en ese momento. Venía a despedirse porque se
marchaba a su tierra de vacaciones. Después, de estar un rato en mi casa se
marcho. Se fue por ese camino entremezclado entre las arboledas y la
hipocresía. Aquella noche dormí pacíficamente, apaciblemente, inmersa en un
sueño de un plantío dorado donde aves picoteaban las semillas y se transformaban
en raíces de la vida. Como, te dije, era noche de verano donde los cuerpos con
el estío remojan sus cuerpos en las acequias, en las piscinas naturales, en
cualquier arroyo donde el monte es soberano. Las constelaciones me acogían en
su regazo. Un Sirio ya lejano era aun inconfundible; un Marte allá, allá a lo
lejos , con su efecto invernadero era también presencia.
Yo, al principio, no había echado de menos mi tarjeta de crédito
pues tenia otra. Además, llegaron mis padres de vacaciones. Querían ver mi nueva
casa y también recorrer la isla. Por lo que gastos no tuve, ellos me lo pagaban
todo. Cuando ellos se marcharon llego mi hermana. La única hermana que poseo. A
mi me dio una inmensa alegría. En ese mismo día que llego fui a buscar mi
tarjeta. Como recordaba, la había dejado en la mesa de noche. Allí no estaba
.No dije nada, sino, busqué y rebusque sin hallar nada. Nada, no había nada. Al
día siguiente fui al banco con mi carné. Sin problemas pude sacar dinero, pero
cuando me dieron el extracto resultó que faltaba dinero: los seis meses
siguientes del pago del alquiler de la casa. Me dio un susto de muerte. Creo
que mis miembros se paralizaron y mi corazón pálido comenzó a latir
desbocadamente. Me dirigí entonces a la chica de la mesa y le consulte. Le dije
que tenía que haber una confusión. Ella me contesto que no .
- ¿Cómo puede ser? - le replique yo - Yo no he sacado el dinero.
-Muy sencillo.. - contesto ella - ..alguna persona cercana a ti
te la quitó . Investiga a tus amistades.
- ¿Cómo? ¿Cómo puedo yo hacer eso?
En mi interior se había armado un lío con las palabras de la
señorita ¿Como iba yo a explorar a cada uno de mis amigos para saber quien era
el ladrón? Fue una situación crítica, una situación comprometida. Además , ni
se me pasaba por la cabeza quien podría ser ¿Quién se había aprovechado de mi
amistad? ¿Quién me había engañado? ¿Quién con sus apariencias no demostraba lo
que era en realidad?
- Chica, no pongas esa cara. Nadie ajeno a tu entorno puede ser.
Es alguien que se halla fijado en tu contraseña cuando entra en el cajero
contigo. Por lo que no cabe más solución que ha de ser los que están más
próximos a ti.
Yo me quede congelada, como si me hubieran echado un vaso de
agua fría en aquel instante. No podía preguntarle como, pero minutos después de
que ella me calmara reaccioné.
-Y, ¿Cómo? ¿Cómo puedo yo saber quien fue?
-Pues, muy sencillo. La cámara.
-¡La cámara ¡
-Si, exactamente la cámara. Te podemos dar los días que sacaron
el dinero, la hora y el cajero. Di que había una cámara. Seguro que alguien de
tus conocidos pica. Es muy sencillo. Venga márchate tranquila a casa y corre
ese riesgo. Hazlo disimuladamente, usa el disfraz de la palabra.
-Si, eso ya lo se.
Maria posa su mano sobre la mía y entre nubes de ensueño somos
una. Nuestro amor parece perenne, como si hubiésemos madurado a lo largo de los
años y ahora seamos esa sabiduría. Nos conocemos, nos sinceramos, dejamos que
la libertad sea cauce de nuestra vida .
” ¿Qué es lo que sentimos? Dos ríos que discurren en paralelos,
nos llegamos a cruzar ¡Sí ¡ Cuando la mar esta cercana y deseamos ser una parte
de la otra. Después, seguimos nuestras singladuras como pétalos en el aire y
autónomas respiramos ¡ Un arco iris alfombrado de tersas amapolas nos espera e
invocamos el arte de amar ¿Qué es el arte de amar? El de andar como sonido del
viento liadas pero cada una por nuestra senda. Al final, una hoguera recóndita
nos espera, nos seduce para que seamos faustosa constelación de su ritmo.
Constelación de dos. Palabra de dos. Amor de dos.”
María me interrumpe.
-Tendrías que haber denunciado antes, no tomar tu sola los
riesgos ¿Qué hubiera pasado ¿ Bueno , paso lo que paso .
-Ya, María. En aquel momento era ignorante. Una chiquilla, se
podría decir.
- Tienes razón. Las etapas de la vida son inconclusas. Parece
que sabemos todo pero, no es así. Cada día aprendemos algo nuevo, maduramos un
poco más. Pero, continua, continua.
- Y, así hice, atraparme en ese riesgo para hallar quien fue.
Mucho no tuve que pensar, sólo, había una persona que podía ser pues fue la que
me visitó entonces. Yo no asimilaba esa verdad. Con mi hermana tuve una leve
discusión por ello. Por lo que decidimos esperar, esperar y contar la historia
como si ella no estuviera implicada, es decir , capturarla en su propia tela de
araña.
“Mirada que trepa, que te seduce, que se queda sola más allá de
un paraíso de mariposas ¿Cómo el amor puede ser tan colosal? Rocosa deforme que
nos aísla en un mutismo. A veces, no hace falta decir nada ¿Para qué? El deseo
oscila entre nuestros corazones. Hay un indicio, como restos de una hoguera,
que nos resquebraja y necesitamos la necesidad de hacer el amor. Así, cuerpos
desnudos a son de nuestra respiración : vaga, lenta. “
El otoño ya se arrimaba. El viento era alas que rozaba tu faz. Y
, por fin, llego ella . Vino a mi casa en una noche donde Orión era Dios del
Universo. Yo y mi hermana estábamos preparando la cena. Más bien yo, ya que a
mi hermana no le gusta cocinar.
La invitamos a sentarse en una habitación. Nosotras, yo y mi
hermana, nos sentamos frente de ella. La oscuridad era dama .Entonces, comencé
a narrar lo que me había sucedido. Primero, disimuladamente de cómo me había
ido el verano, después, cuando la conversación empezó a tomar tibieza en la
confianza dije.
-A que no sabes lo que ha pasado.
-El que – pregunto ella
-Me han robado.
-Si y, ¿cómo?
Yo seguí hablando mientras ella y mi hermana escuchaban
atentamente.
-Me han sacado del cajero cierta cantidad de dinero.
El día este a esta hora esta cantidad, continué yo. Al día
siguiente, esta otra cantidad y así sucesivamente en los días restantes.
-¡Si¡ ¿Como ha podido ser ¿- dijo ella sorprendida
- No te preocupes que esta en manos de la policía. Los cajeros
poseen cámara de vídeo que graba todo. Pronto me dirán quien fue.
Su rostro se volvió blanco. Sus ojos galopaban desorbitados. Su
rostro se torno amoratado.
-No. No puede ser. Mi imagen se verá en las grabaciones.
-¿Tú? Y , por que tú
Mi hermana comenzó con una carcajada irónic . Ella parecía que
no se daba cuenta de nada pero en el fondo estaba tramando algo.
-¿Sabes lo que me ocurrió ese día que te mudaste cuando salí por
la noche de tu casa a eso de las once?
-No- conteste yo
-Me encontré de camino a casa una chica que tenía un brazo
escayolado. Me dijo que si podía sacarle dinero del cajero, que ella no podía.
Además , tampoco podía entrar en el cajero porque tenia problemas con el banco.
-¿Cómo?- pregunte yo incrédula . Como una persona que aunque
tenga problemas con el banco no entra por la noche al cajero cuando los bancos
están cerrados y por lo tanto no hay personal.
Mi hermana iba a estallar, parecía como si estuviera caminando
por un campo de minas. Le tuve que dar un codazo para que disimulara y ella
cayera en su propia jaula. Yo quería hacer las cosas a mi modo
-Y así ..- continuo ella como si nada-… en lo sucesivo de los
días me la iba encontrando por casualidad y ella me pedía, por favor, si podía
sacarle el dinero. Bueno ahora debo de irme, ya es tarde.
Al terminar sus palabras se marchó. Yo y mi hermana estábamos
asombradas. Nuestra conversación se prolongó en toda la noche hasta que el
primer lucero del alba nos aconsejo que era hora de descansar. Pero,
descansar,¿Cómo? Había recibido un brutal desengaño de una amistad que creía
firme. Marismas de aguas negras eran guerreras de mi razón ¿Como podía ser?
Cuando su apariencia era de ser benevolente deseando el bien de todos los que
le rodea.
- Las apariencias engañan Ann. Ello a mi me provoca cierta
confusión de cara a la vida. No sabes en quien confiar. Por ello, te digo, que
hay que conocer bien a las personas que pasan bajo tu techo.
“Lento, muy lento nuestras pupilas se yerguen al océano, sus
aguas son mis sentimientos. Serenas, caminantes
de nuestra pasión. Una pardela inicia su vuelo cuando el astro
rey cruza la mitad del cielo y nosotras también levantamos anclas. Imanamos del
deseo del abrazo. De nuestros cuerpos desnudos al son de nuestras manos, de
nuestros labios. Dos colinas que se enganchan a una misma vaguada donde nuestra
pieles cimbraran en el curso del amor. “
-Que tal si nos vamos Ann. Ahora mismo es hora de comer y yo
poseo un hambre atroz.
-Si. Te invito ir a mi casa. Se me apetece cocinar sino pedimos
algo.
-La mar ¡La mar Ann¡
-¿Te acuerdas como nos conocimos?
-¡Como no me voy acordar ¡ ¡Esa ópera¡. ¡Esas lágrimas que
surcaban por mis mejillas¡ ¡Tú mirada ¡ ¡Ese océano que aromatizaba nuestros
cuerpos desnudos ¡ Tachemos aquel suceso desagradable. Nuestros suspiros al
vaivén del amor.
-Si, hacer el amor como hechizadas por nuestros labios ¿Qué
opinas?
-Lo mismo que tú. Te deseo tanto. Una tristeza me atiza hoy,
será por lo de ese pobre muchacho.
“¡La tristeza¡ Llovizna que nos hace presa ante la vigilancia de
estatuas de hielo. Empobrece nuestro paso y un reloj es estático en el tiempo.
Me siento caer y , ella , va conmigo. Hoy seremos dos en una a una ¡Amapolas de
cobre entre sábanas de seda ¡”
-Per por ello te estará llamando. Con el mismo hable por
teléfono antes de llegar a la cafetería.
-Y que tal lo encontraste.
-Tú, ya sabes. Creo que ya tenía unas copas de más.
-Per es tan enigmático chica.
-Tal vez por que no se ha estabilizado .Su forma de atraer a
alguien es tan particular. Recuerdo aquella vez que en medio de un parque le
regalo un ramo de rosas a una chica.
-Ja , Ja ,Ja … Cada vez que lo pienso. Mira que decirnos que
fuéramos con el y observáramos lo que iba a hacer. Pero, vamos, vamos que ya es
tarde.
Salimos de la cafetería, el sol es amante de los cuerpos que
andan por la ciudad, cuerpos que ruedan en la inercia de sus destinos.
Caminamos al unísono, lento. Muy lento. Mi casa queda cerca de la cafetería.
Nuestra conversación se detiene, un silencio nos acoge. Nuestros dedos pequeños
a veces se rozan sintiendo así una vibración que recorre nuestras arterias ¿Qué
es el roce de dos seres que se aman? Es una invasión de jazmines purpúreos a
través de un puente azul. Nos alejamos, nos acercamos y , sabemos de eso que es
el amor. Nos escondemos de las miradas, no queremos que nuestros sentimientos
sean visibles. Ciegos todos. Solo nuestro roce. Altura que nadie puede llegar
¿Quién nos preguntará por nuestra relación? La nada ¡Qué bella es la nada¡ Es
esa insonoridad que nos acoge en su regazo. No necesitamos dar voces de nuestro
buen amor. Así, en anonimato. La cosa parece más intensa, más apasionada. Una
intimidad deseo de las dos. Nos amamos y ya esta.
Llego a mi casa, intento buscar las llaves en mi bolso. Pero, se
me olvidaba, me lo robaron. Y se me olvidaba también que tengo que llamar a un
cerrajero. No me hace gracia que unos desconocidos tenga mis cosas. No puedo
estar tranquila.
María mira en su bolso, saca las llaves. Me las da a mi, de paso
mira su cartera llena de tarjetas y busca la de un cerrajero.
- Tendremos que esperar por el Ann. Hasta que no te cambien la
cerradura no puedo estar tranquila– dice Maria.
Subimos por las escaleras, nuestra respiración es pausada. María
abre la puerta. La casa esta igual ¿Cómo iba a estar? En unas horas no le da
tiempo a mucho a unos ladrones Pero, yo , de todos modos inspecciono mis cosas.
Observo todo cuidadosamente. Todo está como lo deje. Nos dirigimos a la cocina
y abro la nevera. No hay mucho pero , nos podemos remediar
- Ann.
- Dime María.
- Será mejor pedir comida.
- ¿Por qué lo dices?
- No ves que tu nevera esta vacía.
- Ya María. Como comprenderás estamos a finales de mes.
- ¡Si¡ Comprendo. Tu siempre estas a final de mes. Por cierto,
algo de lo que no me había dado cuenta ¿Estas más delgada? Estas comiendo bien.
- Si María. No vayas a ser como mi madre por favor.
- Despistada. Que eres una despistada.
Nos reímos al unísono. María se acerca de mi. Me abraza. Todo su
calor se extiende en mi cuerpo como una necesidad. Será también porque hacia
tiempo que no nos veíamos. Sus dedos rozan mis mejillas, rozan mis párpados,
rozan los botones de mi camisa y, lentamente, mis labios. Mis labios . Sus
labios. Se unen. Se acarician. Nuestras lenguas son dos volcanes que hace
temblar nuestros cuerpos. Me acaricia mi cuello, suavemente. Me desabrocha los
botones y pasa calladamente sus yemas por mis senos. Mis ojos se cierran. Sus
ojos se cierran. Nos unimos en eso del desvestir. Nos humedecemos, su sexo con
mi sexo. Mi sexo con su sexo. Y , después, el éxtasis , ese campo donde los
sueños nos arrumba hasta una playa donde fue la primera vez.
Despertamos, son las cinco de la tarde. Todavía me queda un par
de horas para ir a mi segundo trabajo. Encendemos un cigarro mientras la
cafetera comienza a dar quejidos de que ya su líquido negro dejo de erupcionar.
- Y llego el día después María.
- Si , ese día tan amargo para ti. Como para causarle un trauma
a cualquier persona.
- Eran eso de las nueve de la noche. Tocaron a mi puerta. Era
una señora de mediana edad , no se como describírtela. Me dijo que si podía
pasar a mi casa que tenía que hablar sobre el tema del robo. Yo , tan inocente,
la deje pasar . Y, plasf. Desde que cerré la puerta ante su paso sus aullidos
comenzaron a hacer temblar las paredes. Dijo que era de la policía secreta y
que me iba a difamar. Empezaron una serie de amenazas anómalas con la guardia
civil. Y, gritos. Y, más gritos. Mi hermana estaba llorando, arrinconada ,
asustada ante la bestialidad de aquella mujer. Después de lanzar sus colmillos
ensangrentados de amenazas se marchó.
- Pienso Ann que todo estuvo tramado. A mi me ocurre eso y cada
vez que veo un guardia me esfumo. Insisto en que tenías que haber denunciado.
Quien tiene derecho a entrar en tu casa y amenazarte.
- La verdad es que si pero eso no fue lo que hizo que yo
abandonase mis estudios María.
- Ya lo se. Pero date cuenta que todos tus amigos o ,mejor
dicho, conocidos o , mejor dicho , extraños, te diesen la espaldas a razón de
ese espécimen de la sociedad. Se camelo a todo el mundo y, más , a la gente que
estaba a tu alrededor quedándote sola.
- Lo que hizo y , continuo María , así me desahogo , fue que
cada vez que tenía un examen , el día anterior a este , iba detrás de mi. Desde
la facultad a casa. Pidiendo disculpas y que me devolvería el dinero. Siempre
con la amenaza de que su padre era guardia civil. Termine por coger una
depresión
- Normal Ann. Bastante normal. Pero, ahora mira, tienes tu vida.
Has salido para delante. Mira esta atmósfera que te rodea. Amigos, tu amor, tu
independencia.
Mi independencia. Si, ello es lo más espectacular. Caminar a mi
ritmo. Un ritmo lento y pausado con el paso de las estaciones. Son ya las siete
de la tarde, María se tiene que ir , yo he de envolverme en mi otro trabajo.
“Rociada por el viento se va. Se va , se va…Suave es nuestro
amor, suerte que todos deseamos. Parezco desangrar, como si una parte de mi se
desgarrará. Su ida, hasta otro día. Otra jornada que insepulcra rotará a través
de nosotras. “
La magia de salir de nuevo para una labor que para mi es grata,
importante en mi vida. Me gusta ayudar a los demás, darles un poco de ese amor
que vive dentro de mi aunque, muchas veces , casi la mayoría, es como si un
lienzo de grandes dimensiones cayera sobre mi y quede casi exterminada. Pero
poseo una gran facilidad para recuperarme , inspirar y espirar , ver de todo
los minúsculos fragmentos positivos . Ahora cuando ya las ocho expulsa a las
siete de la tarde voy a cuidar a una persona de mediana edad. Una persona que
por la mala fortuna de la vida la hizo caer en el alzheimer. No más que
cuarenta años y toda su fortaleza de vivir en este ambiente que nos rodea
tirada por la borda. A veces, me pregunto el por qué. Por qué de tanta
injusticia. Un hombre sano, fuerte, con todo su porvenir solventado, sin problemas.
Nunca sabemos que nos espera el futuro ¡Es tan incierto como inciertas las
estrellas que pueblan este universo ¡ A mi me da tanta lástima . Una lastima
que te contrae y, luego , te expande por los barrancos de las lágrimas que dan
lugar a una fosa de confusión. Lo peor es que el lo sabe ¡Lo sabe ¡ Me mira y
me pregunta el por qué. Dice :
“Ahora recuerdo tu nombre, se quien eres, se que vienes
ayudarme. Pero, después, todo se habrá acabado. No podré deletrear al viento tu
nombre, ni me acordaré de ti . Sólo, las dulces palabras que me dices en ese
instante . Un instante que durará por las horas que estés conmigo. Yo, a veces
, me mostraré brusco ; otras , cariñoso pero , sin saber quien eres. Todo lo
que no he vivido no lo podré vivir porque a medida que pasa el tiempo me
quedaré inmovilizado, mirando fijamente a una pantalla para el paso de los
ratos. No sabré expresar lo que siento. Aislado ¡Aislado¡ Una atmósfera en la
que tu no puedes introducirte, ni puedes examinar.”
-¿Por qué no damos un paseo? - le digo yo acariciándole las
manos .
El asiente. Ya esta vestido. Salimos. El otoño pisa fuerte en la
noche. Las farolas están encendidas y la gente se apodera de la ciudad. Menos
mal que he traído mi coche ¡ Nos dirigimos a la cumbre, el siente la necesidad
de querer estar solo. El camino es largo. Cuando comenzamos a ascender el
frescor nos despierta y el silencio es intromisión.
Constelaciones del universo. Aquí estamos , los dos sentados en
una roca contemplando las inquietudes de las estrellas. La noche nos acompaña.
La noche nos revela las estatuas faustas del cosmos. Las horas pasan. No nos
damos cuenta de ello. Miramos , examinamos nuestro horizonte, percibimos la
ciudad ya dormida. Parece miles de luciérnagas estáticas con un halo
anaranjado. Nos cogemos de la mano. Lo terso de nuestra alma orbita por nuestro
corazones. No es amor de pareja sino amor de amistad ¡La noche¡ ¡La
naturaleza¡. Pensamos que tenemos que volver. Pero, no. Esta noche hay un
eclipse lunar. Nos quedaremos divisando como la luna es ocultada, como las
estrellas toman todavía más y más esplendor.
Han transcurrido mucho tiempo y no tenemos ganas de retornar a
la ciudad. Llamo a su madre. Si a su madre. El antiguamente vivía con una chica
pero de que se enteró lo que le estaba sucediendo lo abandono. Tomo otro rumbo,
otro camino donde cada paso fuera libre para el mañana. La humedad se hace
fuerte, penetra hasta nuestros huesos, menos mal que hemos traído saco de
dormir y leche con azúcar en un termo. Respiramos de la tranquilidad. No hay
nadie estamos solo nosotros dos en lo vasto de este monumento natural. Nuestras
palabras se congelan y se mutan a la insonoridad. Nuestros cuerpos sin embargo,
se comunican. Es una comunicación que abarca todo aquello que otros no pueden
desvelar. No hace falta más. El piensa en ella, en aquella mujer que lo dejo.
En su razocinio escruta si ella sabrá que se encuentra en estos momentos con
otra mujer. Por ello me ha derivado aquí, como una forma de atraerla, de darle
celos . Quizás ella lo quiera aún ¡Eso es tan difícil saberlo¡ Entre nosotros
solo existe un instante eterno. Nos hallamos cómodos El y yo, yo y él . Hacía
tiempo que no respirábamos de los pinares, de la música descomunal de la
naturaleza. Diversos temas llaman nuestra atención. El parece olvidar o,
aislarse por unos momentos de su enfermedad. Ello me reconforta, hace sentirme
feliz.
- Ya es hora que volvamos.
Le digo yo cuidadosamente con tal de no romper su contemplación.
- Si, será mejor que regresemos. El camino es largo y ya es hora
de que estemos en casa. Mi madre, de por seguro, no se habrá dormido esperando
mi llegada.
- No se, ella sabe que estás conmigo .
Arranco el motor ante todo este espectacular silencio. Parece
que molestamos en este monte. La carretera serpenteante nos va enseñando cada
una de las constelaciones, como se van extinguiendo a medida que nos
aproximamos a la ciudad. Lo dejo en su casa.
- Te acompaño - le digo afectuosamente
- No. No hace falta. Ya has hecho bastante por mi. No crea que
me vaya a perder al subir las escaleras.
Se ríe de el mismo, su humor es así . Cuando cierra la puerta de
su portal yo voy directa a casa. Ya son las dos de la madrugada. Da gusto
conducir cuando la ciudad esta aletargada. Solo los semáforos me entorpecen el
paso para yo arribar a mi casa. Me gusta la ciudad de madrugada, pongo la radio
y escucho temas que a través del día me niego a escuchar. Ese silencio, ese
ronroneo de la radio y todos los coches dormidos ¡De vuelta a casa¡ Llamaré a
María, quiero compartir lo que queda de la noche con ella. Sí, con ella, con
ella vendrá esa aurora dorada donde el sol fragmenta las estrellas y las
aniquila en el sonido perpetuo de la ciudad. Al llegar a casa llamo a María,
ella tarda en contestar, seguro que estará dormida. Yo espero, a ella no le
importa que la importunen. Por fin coge el teléfono.
- Qué tal María
- Anne , nada más a ti se te ocurre llamar a estas hora. Estaba
dormida. Algo me dice que me necesitas esta noche .
- Si, te necesito
- En unos minutos estoy ahí, en lo que me visto y tomo el coche
.
Al unísono colgamos el teléfono. Yo todavía no he encendido las
luces de mi casa, lo prefiero así , solo una lamparita que crea aquí un
ambiente perfecto. Me recuesto en el sofá mientras la espero, todavía siento
vagar en mi piel su aroma y espero lo que queda de la noche se haga eviterno.
La deseo tanto. Mi amor ¡ Mi gran amor¡
El aparato de música no lo pongo, quiero sentir el motor de su
coche cuando se apaga y a partir de ahí será toda mía. Yo seré toda de ella .
Veto mis ojos y una fuente de imágenes del día de hoy me recorre, lento , muy
lento . La verdad que ha sido un día estresado. Que si la muerte del chico ;
que si Per con su melancolía ; que si los recuerdos de Laura siempre en mi; que
si el robo . Ya es hora de cortar con todo esto. Hasta mi llega como
cuidadosamente María abre la puerta.
- ¿Estas ahí? - dice en voz baja
- Si corazón, aquí estoy esperándote.
Se acerca a mi y su mano suavemente pasa por mi tez. Un tornado
se produce en mi interior. Igual que la primera vez. Sus labios poco a poco
resbalan por mi cuello y yo siento vivir. Nuestras palabras se hacen
inanimadas, son rigidez que no hemos de atrapar.
“ El amor, balanza en equilibrio que nos asemeja a campos de
flores vivas. El amor, ruta de una brisa que pasa y deja intacta la huella de
su calor. El amor, cuestión que se erosiona cuando nuestros labios se posan el
uno sobre el otro. El amor, Ibis que nos anuncia la pasión. “
Tersamente su voluptuoso cuerpo se acerca a mi. Yo me dejo
llevar por su perfume de rosas. De rosas ¡Sí¡ , esas que coronan el podio del
amar. Pasa su mano sobre mi cabello. Una y otra vez . Cierro mis ojos y sus
labios acarician mi piel, su textura es sedosa. Un polvorín del amor y el
deseo. Somos criaturas animadas que con el silencio avanzamos hacia zonas
recónditas. Somos corriente de pinzones callados que nos escabullimos en un
bosque oscuro donde la pisada de la nada es presente. Sus labios sobre mis
labios, beso alado de un arco iris invasor. Es una escapada invasora bonancible
de nuestros territorios más íntimos. El solaz me recorre. El solaz la recorre.
Despacio desabrocha los botones de mi camisa y yo me dejo ir
cuando su mano acaricia mi pecho aterciopeladamente. Yo no tengo ganas de
moverme y dejo que ella haga. La escarcha es metamorfosis de hogueras donde
nosotras bailamos a su alrededor Nuestros cuerpos son presa de un fausto beso
alado. Nos envolvemos en un gemido común, nuestras raíces son de ese mismo
árbol que crecerá y crecerá hasta desprender de el alas plateadas de mariposas.
“Cuerpos que se aman en el espacio infinito de lágrimas
colapsadas en el vaivén del nocturno. Cuerpos que se aman en el rotar y rotar
de una amapola al rojo vivo hasta caer en el éxtasis entre sábanas revueltas.
Cuerpos que se aman como despedida de las últimas flores del día. Cuerpos que
se aman como secreto que se goza, que trepa incólume hasta los labios mordidos
por la pasión. Cuerpos que se aman bajo las antorchas de una cueva de seda
donde la luna corretea en la entrega .“
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