¡Lo que cunde un paseo!
Cándido Quintana
Tras unos sabrosos churros en
Guamasa para coger fuerzas, comienzo un paseo con el fin de ver y contar
algunas cosas de andar por casa, que desgraciadamente proliferan en Tenerife,
que nos mantienen anclados en el vagón de cola del País. Y aunque la mayor
parte de estas cosillas tienen un escaparate empresarial, a su vera,
facilitando la acción por motivos mayormente deshonestos, están los mas
directos culpables, los políticos, funcionarios y allegados diversos. Empiezo
cruzando los dos puentes peatonales de lujo de las cercanías, que dicen que “nos”
costaron un riñón cada uno, que ya hace un par de semanas constaté que se
encontraban en un estado lamentable, por lo que hice una denuncia pública a
través de las ondas de Radio San Borondón, desde donde, además, pedí a la Oposición en el
Ayuntamiento de La Laguna
que se hicieran con sus expedientes, porque el lujo, el coste y el mal estado
en el que se encuentran, no cuadran.
Hoy,
aunque había un par de operarios trabajando en labores de pintado, pude
corroborar que su situación no es normal, tanto su cubierta con cerámica
quebrada, que emula a la del Auditorio de Tenerife y que espero que Calatrava
no tenga su copyright, como sus firmes, sus barandillas, etc., están que da
pena, pienso que hasta con riegos de caídas de casquillos sobre la tan
transitada autopista del norte de Tenerife, y no se entiende, pues hace sólo
cinco años que fueron construidos. Ante esta increíble situación, pregunto, ¿no
tienen las empresas constructoras responsabilidades en tales desaguisados?, ¿no
se les puede exigir su reposición sin coste para el erario público? Y lo
pregunto porque entiendo que es lo que procede. Recuerdo que hace un par de
años observé asombrado, e hice unas fotografías y lo denuncié, como el carísimo
Auditorio de Tenerife, cuyo coste final parece que cuadriplicó a lo
inicialmente presupuestado, tenía cada vez más deterioros en su cubierta
exterior. Desconozco si el Cabildo ha hecho la reclamación pertinente, como han
hecho en otros lugares por fallos al afamado y caro arquitecto. Aquí igual
somos más generosos o nos sobra el dinero, o quizás existan manos atadas,
¡quien sabe!

Prosigo por la Avenida de Anaga hacia San
Andrés, pero hago un alto en la
Escuela de Náutica, sólo para comprobar el estado de su
muellito, deteriorado por un temporal de mar en el año 1999, y corroboro lo que
me temía, continúa en el mismo estado de abandono, aunque el coste de su
reparación es ínfimo. Y añado, para que vean como se las gastan por aquí, que
el pelotazo que por fortuna abortamos de la marina privada de Valleseco de
Arlink Canarias, lo dejó al pairo, ni más ni menos como la inejecución de la
marina privada de San Andrés de Forum Filatélico, ha dejado también al pairo a
la tan necesaria escollera de protección del frente marítimo de San Andrés, con
los negativos resultados que ya conocemos.
Y
me detengo aquí, en San Andrés, para trasladarles una reflexión y vean como
confunden lo público con lo privado. Hacen depender obras públicas de interés
general, como es una escollera de resguardo que protege vidas y bienes, de la
ejecución paralela de una obra privada, como sería un puerto deportivo, por
cierto en momentos en que están embargando muchas embarcaciones por impagos de
atraques, que persigue un simple pelotazo, además de apropiarse de los pocos
metros de litoral público que nos quedan en Santa Cruz. Lamentables formas que
no terminamos de atajar, verdades como puños que ciertos empresarios,
sirviéndose de determinados políticos con poder y de la maraña que les rodea,
en la que tienen cabida empresas, profesionales y hasta algún presidente de la asociación
vecinal de turno que les come el coco a los vecinos, etc., dan un golpe
esgrimiendo mentiras, eso sí, a fuerza de billetes. De vedad, ¿alguien piensa
que la oposición ahora de surfistas a la escollera, que allí nunca se han
visto, es casual? Profundicen un poco y lo verán claro, yo estoy convencido de
que la situación no se corresponde con lo que nos quieren hacer ver, sería
capaz de dar hasta el nombre de un empresario, pero me lo voy a reservar.

©
Cándido Quintana
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