¿POR QUÉ NOS QUITAN LA FILOSOFÍA?
AMPARO
ARIÑO
Un mal día los gobiernos de todo el mundo decretaron el final
del pensamiento, el fin del razonamiento y de la razón crítica, con el fin
sustituir a los ciudadanos por súbditos, a los seres racionales y pensantes por
irracionales susceptibles de ser conducidos en manadas, fáciles de aleccionar,
obedientes, temerosos. En lugar de individuos libres, pensantes, con capacidad
de crítica y de autocrítica, sólo hubo cuerpos para el trabajo, y trabajo para
la subsistencia, y para el consumo dirigido por el poder si es que creían haber
conseguido algún excedente en sus salarios.
Con ese fin se eliminó, de las escuelas primero, de las
universidades después, todo aquello que pudiera propiciar el ejercicio de la
razón, del pensamiento crítico. También en vistas a lograr esta finalidad se
encarecieron los libros, se empobrecieron las bibliotecas hasta que terminaron
cerrando. Se dejó de subvencionar públicamente la producción de las artes
escénicas, el cine y el teatro, al mismo tiempo que se gravó con tal carga
impositiva el acceso de los espectadores a lo que quedaba de ellas, que se
convirtieron en algo residual. No hay dinero para la cultura. La cultura es
inútil, no produce bienes fungibles. Un poco más tarde se quemaron los libros
que aun quedaban en las casas. Sí, a 451º Farenheit.
La vida de los antes ciudadanos se empobreció hasta la
imbecilidad. De un trabajo, quienes lo tenían, sin ningún sentido para su
propia existencia, en el que pasaban las horas que “el mercado” les exigía de
acuerdo con sus conveniencias, pasaban a contemplar, como zombies, la basura
informativa-manipuladora y la basura de “entretenimiento” que les ofrecía esa
pantalla de plasma tan grande como se habían podido permitir. Sí, la mayor
ilusión de los grupos-familias, disociados entre sí, era llegar a cubrir las 4
paredes de la casa de maxi pantallas de TV, para no estar nunca solos, para no
estar nunca en silencio, para no poder dialogar, para no poder pensar.
Orwell dijo que esto pasaría en 1984. Puede que tarde unas
décadas más en culminarse el proceso. Pero el proceso hace tiempo que está en
marcha. Y va deprisa. Sobre todo en nuestro país, donde la Filosofía es ya una
asignatura optativa, en el mejor de los casos, y sólo para el Bachillerato de Letras.
Si este gobierno conservador -que sólo conserva lo peor y recupera lo nefasto-
pudiera, eliminaría la Filosofía también de la Universidad. Es más, su
tendencia es hacer desaparecer los Departamentos y las Facultades de Filosofía.
Y eso es lo que hará, si los que aun podemos hacerlo no reaccionamos. Porque
conocer en qué consiste la actividad y la actitud filosófica, conocer la
Historia de la Filosofía, hace posible que comprendamos lo que diferencia lo
mítico de lo científico y de lo racional, nos permite reconocer un sofisma, un
razonamiento engañoso con apariencia de verdad, una incoherencia lógica, una
mentira, un engaño, en definitiva. Hace posible que estemos en situación de
reconocer los instrumentos y medios de los que se vale el poder económico,
político o religioso (siempre en connivencia entre ellos), para oprimirnos,
sojuzgarnos y privarnos de capacidad de
decisión libre, y así, al reconocerlos, podamos tener la capacidad, ahora sí,
de librarnos de ellos. Esa es el arma a la que más teme el poder, porque
ninguna fuerza puede vencerla.
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