PERDONA NUESTRAS OFENSAS, ASÍ COMO NOSOTROS NO PERDONAMOS A NADIE
JUAN
CARLOS MONEDERO
Foto de
archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto
al mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador-EP
Es inconsecuente comparar la conquista de América con otros procesos de la historia como, por ejemplo, la romanización. Hará temblar de excitación a los que todo lo que saben de historia se lo susurró el capitán Alatriste, pero hay vida más allá del carajillo y el yelmo con el que se fotografió Abascal para perdonarse haberse librado como el buen pillo que es de hacer el servicio militar. Todo por España. Los efectos perversos de la romanización hoy no afectan a los pueblos romanizados y no dan ninguna ventaja a Italia (bueno, salvo turistas, que no es poco), mientras que los de la colonia española siguen vivos y benefician a los países coloniales. En la Ciudad de México, en el Zócalo, todos los días tienen noticia de que había otra cultura debajo de donde los conquistadores construyeron la hermosísima catedral de la capital. El racismo vivo en México vive de aquella sumisión de los indios y la mezcla, que tiene resultados grandiosos, la utilizamos para hacer jerarquías donde los blancos siempre estaban arriba. Tampoco es gratuito que mexicanos y venezolanos, la mayoría tan ricos como ladrones, estén comprando tantos inmuebles en el barrio de Salamanca. Tampoco que Iberdrola se beneficiara de las reformas energéticas neoliberales en México o que el PP participara del golpe de Estado contra Chávez.