SUMAR Y NINOTCHKA EN 2024
GUILLERMO
ZAPATA
Escritor y guionista
Melvyn Douglas y Greta Garbo en 'Ninotchka' (1939), de Ernst Lubitsch
Ninotchka es una de las mejores y más sofisticadas comedias de la historia, además de un furibundo alegato anticomunista. Fue dirigida por Ernst Lubitsch en 1939 y estrenada poco después. Cuenta, más o menos, la historia de una oficial soviética que viene a Paris y se enamora (de un señor bastante soso, pero sobre todo del capitalismo). Ninotchka, interpretada por Greta Garbo, se anunciaba por aquel entonces con el lema publicitario "Garbo ríe". La risa era, en la película, la prueba definitiva de que el frío témpano de la agente soviética se había aligerado lo suficiente como para tomarse la vida un poco menos en serio (y el consumo de sombreros mucho más).
Además de Garbo, la
película nos presenta a tres funcionarios soviéticos ya corrompidos por el
capital y entregados al disfrute del consumo que servirían de molde para Uno,
Dos, Tres, otra de las mejores comedias de la historia, dirigida por uno de los
guionistas de ésta, Billy Wilder.
En una de las
secuencias iniciales, al llegar Ninotchka a Paris, los funcionarios soviéticos
van a recogerla a la estación y le preguntan por cómo van las cosas en Moscú.
Ninotchka responde con una frase inolvidable: "Moscú va muy bien. Los
últimos juicios masivos han sido un éxito. Hay menos rusos, pero son
mejores".
Sumar nace en el
agotamiento de un ciclo político caracterizado por la efervescencia social, el
desborde y el progresivo agotamiento de unas herramientas en las que cada vez
había menos gente, pero la gente que había era, sin duda, la mejor.
Marta Lois, sobre
Podemos:
Marta Lois, sobre
Podemos: "Los ciudadanos harán balance de qué significa remar a favor o no
hacerlo"
En ese sentido, el
desafío de Sumar en 2024 es partir de una hipótesis contraria a la del ciclo
político anterior. Nacer de la imperfección, de la dificultad, sin el aliento
de las nuevas mayorías impulsando un proceso imparable. Nacer en un momento
antipolítico. ¿Cómo se hace política en un momento antipolítico? Quizás una
buena intuición es intentar en lo posible que haya cuantos más rusos mejor, aunque
no sean los mejores.
Me contaba hace
unos meses Cesar Rendueles, coordinador de uno de los grupos de trabajo de
Sumar, que notaba una enorme diferencia en la discusiones que se daban en los
grupos, comparándolas con las del ciclo político anterior. Dónde entonces las
discusiones eran "morir o matar" y era a todo a nada, aquí el
espíritu del acuerdo primaba sobre el enfrentamiento, asumiendo que dicho
acuerdo sería forzosamente de mínimos.
Otra amiga lo
comentaba conmigo este verano, tras las elecciones generales, con una frase que
muy seguramente habría gustado a Billy Wilder. Decía mi amiga: "Yo que sé,
igual ahora que no vamos a hacer la revolución igual podemos cambiar el
mundo". En Ninotchka esto se expresa de una manera también divertida en la
misma secuencia de la estación. Un mozo se acerca a Garbo para llevarle las
maletas. Ella le pregunta que por qué lo hace y él le explica que es su
trabajo. Ninotchka le dice: "Uno no debería llevar las maletas de nadie.
Eso es injusticia social"; y el mozo le responde: "Depende de la
propina, señora".
Como en Alvy
Singer, el personaje interpretado por Woody Allen en Annie Hall (otra de esas
comedias), la forma de entender las cosas del ciclo anterior ya no valen para
mucho: "Todo lo que nuestros padres nos dijeron que era bueno ahora es
malo: el sol, la leche, la carne roja, la universidad..."
Lo que entonces era
una acción rápida (ventanas de oportunidad) a la toma del estado, hoy es un
despliegue lento y pausado basado en alianzas con proyectos con mucho arraigo
territorial. Todo lo que entonces era una acción relámpago, hoy es acercarse a
los dolores y los ritmos de la vida cotidiana. Todo lo que era "todo o
nada" hoy es persistir, persistir y persistir. Todo lo que eran liderazgos
masculinos basados en atreverse a lo que nadie se había atrevido, no ceder,
aguantar, no levantar el pie del acelerador, hoy son liderazgos femeninos con
una concepción de la transformación social y el poder radicalmente distinta.
Todo lo que era chocar, hoy es desplazar. Todo lo que era romper, hoy es
reconstruir. El movimiento más importante entonces era el 15M, hoy es el
feminismo. Las herramientas fundamentales de entonces eran las redes, pero hoy
las redes son el espacio de reproducción de la toxicidad. Ni siquiera las amenazas
se parecen remotamente. La percepción social del PSOE es radicalmente distinta
y prueba de ello es la rehabilitación pública del propio Zapatero, protagonista
en clave contraria del ciclo anterior.
Una paradoja de los
movimientos contra el cambio climático es su mezcla de emergencia y pragmática.
De la necesidad de ser muy radicales en las transformaciones, y la
imposibilidad de llevarlas a cabo sino es con niveles de consenso social
amplísimos. En esa paradoja toca moverse todo el rato.
Todo el escenario
es fruto tanto de nuestras derrotas como de nuestras victorias. Reconocer ambas
cosas es fundamental para mantener la tensión entre lo humilde y lo ambicioso.
Y aún así no
conviene olvidar que no hay transformación social sin conflicto. Que no hay
nuevos sentidos comunes sin erosionar los existentes, que no hay otra vida,
sino se desea. Y también, que tenemos nuevos y poderosos adversarios.
Al inicio de
Ninotchka hay unas cartelas que no tienen nada que ver con la película. Dicen
así: "Esta película está rodada en París, es los maravillosos días en los
que la sirena era una mujer y no una alarma, y si un francés apagaba la luz era
para hacer el amor y no por los ataques aéreos".
Mientras Garbo
aprendía a reír, Europa se deslizaba hacia el fascismo. Mientras Sumar aprende
a andar, las extremas derechas del planeta se siguen organizando.
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