domingo, 21 de enero de 2024

LA AMNISTÍA

 

LA AMNISTÍA

El acto de un general retirado, en el que participó Ayuso, fue chusco, con olor a calzoncillos y más próximo a una chirigota que a una rebelión

GUILLEM MARTÍNEZ

 

Isabel Díaz Ayuso junto a Agustín Álvarez, presidente de la

Fundación Reales Tercios. / Comunidad de Madrid

Recientemente, Isabel Díaz Ayuso ha sido agasajada en la sede oficial de la CAM por un general que le ha hecho entrega de una condecoración. En el acto, el general tomó la palabra, e hilvanó un discurso que no difirió del que podría emitir un portavoz de Vox o de PP en una institución. O en un bar. El resultado fue un acto chusco, con olor a calzoncillos, en el que se hizo enaltecimiento de algo sumamente alejado de la democracia griega, pero también de otras democracias más cercanas. ¿Se trató de un acto golpista? Analicémoslo.

 

Es preciso señalar que el general no lo era. Era un militar retirado. Es decir, un pensionista. Vestido raro. Podría, por lo mismo, haber ido vestido de La Veneno o, dada la relativa cercanía de esas fechas tan entrañables, de Rey Mago. Pero fue vestido de militar. Más concretamente, de paramilitar, con un traje no reglado. Es más, es posible colegir que el pensionista paramilitar, un valiente a todas luces, se cuidó muy mucho de ir vestido con su uniforme reglamentario, en caso de disponer aún de él y de que aún le cupiera. El uniforme paramilitar elegido, fantasioso, de los que tanto gustaban a Rubén Darío, tenía el logo de una entidad privada, como los esbirros en las pelis de James Bond. Esa entidad se podría haber llamado Covega, y dedicarse al embotellado de refrescos de cola con autorización del fabricante, pero se trataba una asociación fundada en el siglo XXI, si bien se autoproclama continuadora de otra fundada en 1942, durante el Franquismo Unplugged, por Juan de Borbón, conde de Barcelona, y dos generales golpistas y, por lo visto, filántropos. La asociación, por lo que veo en su web, se dedica a cosas que permiten a los inscritos no quedarse en casa por las tardes, con la señora, aunque para ello tengan que salvar España. Hay miles de esas asociaciones. Algunas se dedican a concursos de canto de canarios, o a ver cómo las palomas, en efecto, vuelan. Todas esas asociaciones de pensionistas son legales, y tal vez necesarias y con una función social. En todo caso, y según leo en la web de la asociación, la asociación no es militar en absoluto, sino que es, explícitamente, paramilitar. Es más, está jerarquizada militarmente –como cualquier cadena de montaje en cualquier fábrica–, aunque sus rangos “no son equiparables ni suponen procedencia con empleos de las FF.AA. ni de la GC”. Vamos, que son tan militares como una chirigota compuesta por chorrocientos tíos vestidos de Tejero, emitiendo rimas asonantes finalizadas en -oño.

 

El acto no supone nada más que autoformulación

 

El acto participado, tal vez organizado, por Ayuso, no es, por lo tanto, golpismo, sino algo más parecido a, lo dicho, una chirigota. Independientemente de su valor estético o intelectual, quiere parecer algo, pero, aún más, quiere no llegar a serlo. Tanto que el grueso de la energía del acto se gasta en desactivarlo, en alejarlo de cualquier ilegalidad efectiva. El acto no supone nada más que autoformulación. No está protegido por el buen gusto, ni por la cultura democrática, pero sí por la libertad de expresión, en tanto es un acto de ficción, y no un acto operativo. Es, así, un procesismo. Español, en este caso. Una construcción sin voluntad de consecuencias y con el fin de que se hable de ello, de manera que, en ese trance, no se hable nada de lo real. Es, como en su día, lo que el referéndum fue para la élite política catalana, en 2017. Por lo demás, el Ministerio de Interior hizo, consecuentemente, muy mal en destacar en el acto de Ayuso y el pensionista a más de 20.000 polis, gritando aporellosoé al salir de boxes, y que emplearon una violencia, extrema y desproporcionada, para disolver al pensionista. A su vez, el juez Llarena se excedió al tipificar toda esa charlotada como rebelión, y en aplicar, consecuentemente, la preventiva a Ayuso, encarcelada desde entonces, a la espera de ser juzgada, conforme a delito, en el TS.

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