NUBES DE HOSPITAL (5)
DUNIA
SANCHEZ
Mi casa. Todavía la noche. Todavía la soledad. Todavía el regresivo encuentro con mis ojos, frente al espejo. Mis canas. Mis pechos caídos. El agotamiento del trabajo. Mi piano. Me siento, aunque los músculos me dictan has de reposar. Mis manos deslizándose lento y monótono sobre las teclas. Una melodía, un poema y la dejadez de la conciencia. Mis parpados se condenan a un eclipsar tatuado de serenidad y me dejo ir en mis pensamientos. Regreso con este cavilar al hospital, mido tramo a tramo todo lo que hoy he realizado, tanto lo que esta bien como lo que he errado. Me supero y me entrego donde los sonidos del silencio se agolpan en una pequeña pieza. Así compongo, mis deseos se tañen en un álbum donde mi música se sienta tranquila, cómplice de mis horas en esta habitación donde habitan instrumentos. La casa es grande, cada cuarto guarda un secreto que solo dan lumbre cuando mis piernas cansadas entran y se entregan. Todavía la noche. Una noche de invierno donde las olas callan solo, el murmurar de la mar. La mar, un mar con nombre de mujer. Me levanto y me desvisto, estoy en la ducha y dejo el agua correr, un agua tibia, un agua que me da todo lo que necesito acariciando cada poro de mi entereza. El móvil suena y no lo cojo, dejo que el agua correr.
Correr donde los sentidos despiertan de igual manera que los recuerdos. Y ahora
recuerdo, sí, ese amor. El único amor esparcido entre mis desastres. Ya hace
muchos años ¡Los años¡me han derivado en la desgana, porque soy yo. Yo, yo
misma inquiriendo este aislamiento. Vallas de aceros de desperdigan en mi
derredor y me niego que bajo este techo surque otro aliento, otras manos que no
sean las mías. Hace tiempo que hice la maleta, hace tiempo que dije adiós, hace
tiempo que me he acostumbrado a esta cultura del silencio de mis labios, de mis
sentidos. Mi casa. Mi piano y el acompañamiento de notas que brotan de la
insonoridad de los días, de las semanas, de los meses. No tengo prisa, la celeridad de cada
movimiento se evaporó cuando mi mirada se pierde en el vacío. Y puede ser que
algún día vuelva amar. Y puede ser….. Y puede ser que mis alas de mariposa
levanten cabeza y sienta algo extraño en su vientre, esa extrañeza que llamamos
amor. Mi piano. Mi yo. La noche. El susurro de un frío que se avecina. Siento
frío. Me levanto y el espejo. El móvil suena de nuevo. Me pongo ante la
ventana, un cierto olor a rosas penetra desde el jardín y la ciudad somnolienta
asume su desánimo de continuar. Las estrellas colonizan el firmamento, medito.
Son brío espectacular con esa belleza perfecta de las noches de invierno. Pido
un deseo. Sí, un deseo. Deseo que paz restaure todo este mundo llamado tierra.
Muchas guerras eternas y el invierno aprieta. Muchas guerras en que los
inocentes adolecen a cada golpe de un bombardeo, de ese avance áspero, dañino,
insensible de los armentos. Guerras estúpidas creadas por estúpidos, por
febriles mentes aferradas a su ego. Enciendo la tele, paraíso que enjaula cada
imagen sangrienta, ahora, en directo, vemos lo destructivos que somos. El
hombre no cambia por mucho que pasen los siglos, seguimos estando estancados en
un retroceso de la mentalidad, de la manera de hacer el mal. Imagino alguien débil, caminando entre
escombros , gritos y dolor. Y ese alguien no comprende, no quiere comprender el
porqué de tanto y tanto desastre. Camina solo, herido, con la tez polvorientas
donde sus lágrimas se han secada dejando en su rostro un dibujo del horror
entre sangre y polvo. Temblor y el adiós. Las raíces de la tierra emanan un
manifiesto ante los necios de esta esfera. Un manifiesto donde se desata el
anhelo, la esperanza ¡Ay la esperanza¡Que venga con amor. Que venga con olvido.
Que venga con propósitos de un mundo mejor. Aquí cabemos todos y tenemos los
mismos derechos, la dignidad humana. Sea cual sea tu punto de origen, tu punto
de ideales. Temblor. Respeto. Mi piano y la dejadez de mis pensamientos, de
esta memoria mía que estas horas me atraganta, me corta la respiración y aspira
de mi en una larga y contenida pena. Mi piano. La noche. El cansancio.
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