LAS LUCES Y SOMBRAS DE LA GESTIÓN DE
LOS MENA DE CANARIAS
LUCILA
RODRÍGUEZ-ALARCÓN
Un cayuco llega al puerto de La Restinga, a 26 de enero de 2024, en El
Hierro, Santa Cruz de Tenerife, Tenerife, Canarias (España).-Europa Press
Una vez me dijo una
educadora de la Fundación Raíces que nunca había tratado con un c olectivo más maltratado que el de los MENA. Me contaba que los
centros de acogida para jóvenes, son en general espantosos. De hecho esta
organización ha liderado múltiples denuncias de malos tratos a jóvenes en
centros de toda España. Pero cuando se trata de chicos MENA es todo muchísimo
peor.
Ahora hay más de 5500 chavales MENA varados en Canarias. Vienen principalmente de Senegal y de Marruecos, arriesgando su vida en un viaje peligrosísimo. Llegan muertos de miedo y destrozados porque, aunque muchos no lo parezcan, solo son chavalines, jóvenes, medios niños. Ahora llegan por esa ruta maldita porque es la que ha quedado abierta. Antes entraban por Melilla y Ceuta. En Melilla llegó a haber 1000 chavales en la Purísima, el centro de acogida con capacidad para 250 personas. Pero las ciudades autónomas son más porosas que Canarias, no necesitan de un avión para llegar a la península, y ese movimiento irregular que tenía lugar evitaba crear concentraciones tan elevadas como la que hay ahora en las islas, que alberga a chavales que llegaron incluso en 2020.
Sigo sin entender
el empecinamiento de nuestros gobiernos por cerrar los pasos e intentar vender
a la opinión pública que la represión y la securitización son control. No hay
control, siento decirte. El orden se consigue cuando se comprenden los sistemas
y se actúa sobre ellos de forma inteligente y estratégica. La primera regla
relativa a la migración es que los flujos migratorios no se pueden parar. Se
pueden desviar, adulterar, transformar, pero nunca parar. Los flujos son el
agua de un río, que por mucha presa que le pongas, siempre fluirá en el mismo
sentido, y desbordará lo que sea necesario. De modo que han cerrado los pasos
de Melilla y Ceuta y los MENA están ahora en Canarias. Es el caos pero porque
siempre lo ha sido, desde el 2006.
En 2006, en la
llamada crisis de los cayucos, el gobierno de Zapatero, en plena desesperación,
empezó a dar palos de ciego y alguno le salió bien. En realidad pilló al
sistema desprevenido y fue como la fábula del burro y la flauta, pitó y ya se
pensaron que eran flautistas. Maletines entregados a los gobiernos de los
países de origen lleno de dinero público en formato caja B fueron algunas de
las acciones "exitosas" que se pusieron en marcha. No hace falta que
te explique que se trata de un sistema insostenible basado en una extorsión que
solo podía ir a más.
Pero volviendo a
los MENA, ese año Canarias ya solicitó un reparto equitativo de la presión entre
todas las autonomías. Es decir, que este debate tiene ya casi 20 años. La
solución que se encontró fue el famoso acuerdo que nuestro desalmado ministro
del Interior, el señor Grande-Marlaska, intentó usar para justificar las
devoluciones, recién declaradas ilegales, de decenas de menores marroquíes en
2021. Algunas voces se alzaron pidiendo de nuevo la dimisión de Marlaska, sin
darse cuenta, pobres almas, que Marlaska es Sánchez y viceversa, y que nada de
esto sucede sin la completa y absoluta convivencia de la Presidencia. El que
fuera el salvador del Aquarius es también el que valoró como "bien
resuelta" la acción en la valla de Melilla en la que se estima que
murieron casi 100 personas.
Pero en todo este
panorama rancio y conocido aparecen algunas novedades. Parece ser que el recién
estrenado Ministerio de Juventud e Infancia tiene algunas propuestas
innovadoras e inspiradoras entre las que se incluye promover la acogida
familiar para estos chavales. Así se iniciaría un proceso de desinstitucionalización
que podría convertirse en una de las primeras acciones exitosas de gestión
migratoria de este gobierno. No se trata de una idea loca, no te vayas a creer.
Hay casos de éxito de acciones de acogida temporales en Canarias que dan una
idea de cómo puede salir. Por supuesto tiene sus riesgos pero ninguno de los
mismos incluye maltratos sistémicos a los menores, lo cual ya es esperanzador.
Y tanto es así que se trata de un enfoque recomendado por la UE. Seguramente
una de las primeras recomendaciones en temas migratorios de la Unión de los
últimos años con las que estoy de acuerdo.
Luces y sombras,
así es.
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