EL JARDINERO BORRELL Y LA CREDIBILIDAD
DE LA UNIÓN EUROPEA
DIARIO
RED
Si, mientras Israel
sigue matando niños cada día, la Unión Europea se va a dedicar a departir sobre
abstracciones de medio y largo plazo en reuniones de «jardineros», casi es
mejor que no haga nada. Así, al menos, nos ahorraría la infinita vergüenza
ajena que produce contemplar tanta hipocresía
Hace ya más de 100 días que Israel lleva perpetrando el genocidio más pavoroso de lo que llevamos de siglo en la Franja de Gaza. Aunque todavía proliferan los actores políticos y mediáticos que prefieren la equidistancia y hablan de «guerra» o «intervención», los hechos y las cifras no arrojan ninguna duda. En estos tres meses y medio, el ejército de Israel ha asesinado a más de 25.000 palestinos, aproximadamente la mitad de ellos menores de edad. Estamos hablando de aproximadamente el 1% del total de la población de Gaza. Para que podamos comparar, es como si un ejército extranjero hubiese asesinado a 450.000 españoles. Además, los bombardeos han obligado al 85% de la población de Gaza a abandonar sus hogares, los cuales han sido total o parcialmente destruidos en un 50% de los casos. La práctica totalidad de los hospitales han sido inutilizados, han atacado escuelas, mezquitas, iglesias católicas y convoyes de ONGs, y han asesinado a más de 100 periodistas. Han cortado el agua, la electricidad, el gas, Internet y el suministro de alimentos. Son miles los desaparecidos cuyos cuerpos todavía no han podido ser recuperados de debajo de los escombros y seguramente serán otros tantos miles los que morirán a causa de las heridas y las enfermedades derivadas de la carnicería y el bloqueo.
Ante esta limpieza
étnica, ante este exterminio industrial de un pueblo entero, ¿qué ha hecho la
Unión Europea para detener el horror? La respuesta cabe en dos palabras:
absolutamente nada. De todas las medidas de presión económica, jurídica y
política que los 27 decidieron aplicar inmediatamente sobre la Rusia de Putin
como consecuencia de la invasión de Ucrania, ninguna de ellas se ha
implementado contra el Israel de Netanyahu. Ni cortar relaciones diplomáticas
—antes de ayer, la embajadora de Israel en España celebraba que las
declaraciones de Sánchez y de Albares son «equilibradas»—, ni sanciones
económicas a la cúpula política y militar, ni bloqueo comercial, ni siquiera
dejar de comprarles y venderles armas. Mientras los carniceros sionistas
asesinan a 100 niños al día, la Unión Europea y el conjunto de los líderes
políticos de los estados miembro —incluido Pedro Sánchez— a lo máximo que han
llegado es a decir cosas. De hecho, la única acción material que han tomado
algunos países europeos y a la que posiblemente se va a sumar España en las
próximas semanas, el bombardeo de posiciones hutíes en Yemen, es una acción que
no busca detener el genocidio en la Franja de Gaza sino todo lo contrario:
garantizar su continuidad.
Decía hace unos
meses el Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, el socialista Josep
Borrell: «Sí, Europa es un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de
libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha
logrado construir, las tres cosas juntas […] La mayor parte del resto del mundo
es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín.» Para redondear el mensaje
eurocéntrico y colonialista, Borrell añadía: «Los jardineros deberían cuidarlo,
pero no podrán cuidar el jardín construyendo muros […] los jardineros tendrán
que ir a la jungla.» Pues bien, mientras los cuidadores del «jardín europeo» no
hacían nada para parar un genocidio, ha tenido que ser Sudáfrica —un país
perteneciente a la peligrosa «jungla» del Sur Global— el único que se ha
atrevido a tomar una acción decidida, llevando al gobierno de Netanyahu ante la
Corte Internacional de Justicia en la Haya. Veremos si este organismo
internacional decide tomar medidas cautelares para frenar la masacre y veremos
si, en tal caso, Israel acepta cumplirlas o se declara en desacato; pero ya ha
hecho más Sudáfrica por el pueblo palestino que todos los países de la Unión
Europea juntos.
Mientras los
cuidadores del «jardín europeo» no hacían nada para parar un genocidio, ha
tenido que ser Sudáfrica —un país perteneciente a la peligrosa «jungla» del Sur
Global— el único que se ha atrevido a tomar una acción decidida, llevando al
gobierno de Netanyahu ante la Corte Internacional de Justicia en la Haya
Ante está
preocupante y oscura realidad, el «jardinero» Borrell ha decidido presentar en
estos días a los ministros de Exteriores de la Unión un plan de paz «integral»
basado en la llamada solución de dos Estados (algo que apoya Estados Unidos
pero que ni siquiera está claro que desee el conjunto del pueblo palestino).
Según han filtrado a los medios de comunicación, el plan incluye una
conferencia internacional «preparatoria» y una agenda para que esté completado
«en el espacio de un año». Dado que no ha trascendido ninguna propuesta de
medida contundente que pueda adoptar la Unión Europea para detener el genocidio
mientras sus diplomáticos se dedican a charlar y a organizar cumbres, y dado
que Netanyahu ya ha demostrado que los llamamientos al alto el fuego le entran
por un oído y le salen por el otro, podemos calcular que, al ritmo actual de
exterminio, durante ese año que se da a sí mismo el «jardinero» Borrell, el ejército
sionista asesinará a otros 80.000 palestinos, 40.000 de ellos niños y niñas.
Lamentablemente, la
Unión Europea, el lugar del mundo que se contempla en el espejo como la cuna de
la Ilustración y los derechos humanos, ha perdido en estos algo más de 100 días
cualquier credibilidad internacional que pudiera tener a este respecto. El
seguidismo europeo de los intereses militares, económicos y geoestratégicos de
Estados Unidos —una de las potencias imperialistas que más personas ha
asesinado en la historia de la humanidad— ha incinerado, mediante una inacción
que es complicidad con el genocidio israelí, cualquier credencial como agente
de paz y de estabilidad mundial que todavía pudiese quedar en el «jardín».
Incluso si, ahora, la Unión Europea se separase completamente de la trayectoria
criminal del hegemón crepuscular norteamericano y su aliado genocida en Oriente
Medio y decidiese tomar medidas inmediatas y contundentes contra Israel,
resultaría difícil explicar por qué no lo hizo antes; por qué permitió el
brutal asesinato de 1 de cada 100 habitantes de la Franja de Gaza. Pero, por lo
menos, estaría haciendo algo. Si, mientras Israel sigue matando niños cada día,
la Unión Europea se va a dedicar a departir sobre abstracciones de medio y
largo plazo en reuniones de «jardineros», casi es mejor que no haga nada. Así,
al menos, nos ahorraría la infinita vergüenza ajena que produce contemplar
tanta hipocresía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario