SI NO LO HACE SÁNCHEZ, LO CONSEGUIRÍA
FEIJÓO (Y LO SABES)
ANA
PARDO DE VERA
El expresidente de la
Generalitat Carles Puigdemont a su salida del Parlamento Europeo, en Bruselas,
en una imagen del pasado noviembre. EUROPA PRESS
La pelota estaría ya en el tejado de Junts y, en todo caso, en el PSOE ya hay voces destacadas que admiten las ganas de dar la patada al tablero y mandar el proyecto de ley de amnistía a Waterloo envuelto en un sobre con sello de No encontrado. Pedro Sánchez tiene muy difícil, por no decir imposible, retocar más el texto de la norma: después del lío mal gestionado del terrorismo que nunca fue y que la fachosfera rápidamente situó en su marco como una división surrealista entre "terrorismo malo y terrorismo bueno" cogida al vuelo por Alberto Núñez Feijóo, los socialistas han frenado en lo que consideran ya su línea roja y no van a aceptar la supresión absoluta de los delitos de terrorismo y de traición de la propuesta. Eso es exactamente lo que querría el PP.
Los planteamientos
de inicio de la negociación de la amnistía para los implicados en el procès y
los sucesos de 2019 en Catalunya, cuando se conoció la sentencia demoledora del
Tribunal Supremo contra los procesados, ha ido a trompicones y sin partir del
hecho fundamental que tenía que haber nucleado su desarrollo; si el PSOE ya ha
aceptado, como explicó Sánchez en su última entrevista en La Vanguardia, que
existió y existe una ofensiva judicial contra el independentismo catalán solo
por el hecho de serlo (o sea, política y en alianza armónica con el PP y las
cloacas de Mariano Rajoy en la operación Catalunya), ¿por qué no se partió de
ese hecho para armar el texto si esa ofensiva es, en definitiva, la que está
torpedeando la aprobación de la ley?
Es posible que el
PSOE no calculara bien el lawfare que vendría estos días, concretamente, desde
el juzgado número 6 de la Audiencia Nacional, con el juez Manuel
García-Castellón, y el juzgado número 13 de Barcelona, con Joaquín Aguirre
liderando una operación judicial y mediática en Alemania (¿Se ha pronunciado ya
el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sobre este hecho impropio de un
instructor en pleno proceso resucitado?) Ninguno de estos magistrados consideró
que los delitos que trataron de imputar en su día a los independentistas
catalanes (terrorismo y traición con un sainete ruso que no tiene desperdicio
... para un TBO), y que fueron decayendo por falta de pruebas y negativas de la
Fiscalía a asumirlos como tales, fueran relevantes hasta que se activó la
posibilidad de la amnistía en el Legislativo, pactada entre PSOE y Junts y a la
que se sumaron el resto de partidos que apoyaron la investidura; o sea, hasta
que se activó una mayoría parlamentaria más que absoluta (178) dispuesta a
tirar para adelante con el olvido del procés y sus consecuencias penales.
Ahora, para Aguirre y García-Castellón, los delitos de terrorismo y traición
con Putin de estrella invitada son evidentísimos, cuatro años después. Sería un
chiste si no fuera un lawfare de manual contra el Ejecutivo de coalición.
La cuestión, que
Sánchez intuye, es que si la ley de amnistía decae, estos dos jueces harían
decaer a su vez, y de nuevo, las causas por terrorismo y confabulación con
Rusia para desestabilizar a la Unión Europea (al juez Aguirre no le basta
España, hemos tenido que ver publicado en la fachosfera que Puigdemont conocía
que Rusia iba a invadir Ucrania años antes de hacerlo para confirmarnos el
delirio de la derecha anti-independentista) ¿Por qué iban a decaer estas
causas? Porque el PP necesitaría a Junts, la derecha catalana, para gobernar y,
si algo puede garantizar en estos momentos Feijóo, con el Poder Judicial
secuestrado desde hace más de cinco años; controlando por detrás y por delante
la Sala Segunda del Supremo, y con García-Castellón cumpliendo sus órdenes de
forma descarada, es que ni Puigdemont ni los suyos, al menos, no irían a la
cárcel. Es lo único que separa a Junts del PP, y cosas peores hemos visto sin
que pase nada.
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