EN EL 2024 EL FÚTBOL DE CUATRO
POR IBON CABO ITOIZ
Los últimos tiempos en el fútbol han estado marcados por la gestión interna y externa del caso “Rubiales”. Con ello se obvia la existencia de nueva legislación tanto en materia deportiva como de igualdad de género que tiene una aplicación directa en la nueva estructuración del mismo. La sustitución y recuperación permanente del poder por parte del propio sistema, no tiene en cuenta que los mecanismos de control han variado susceptiblemente y que pueden afectar a sus intereses de siempre si no los tienen en cuenta.
Esto,
junto con los debates sociales, políticos y mediáticos, ha llevado a una nueva
redimensión de las categorías conceptuales en el fútbol y en el fútbol sala que
a mi juicio deberían ser tenidas en cuenta a la hora de abordar los procesos
electorales en los clubes y las distintas federaciones. Las formas de
interacción social han variado pero queda por ver si lo han hecho las formas de
organización.
Se
ha producido el desarrollo de un curriculum oculto del que depende en mayor o
menor medida el éxito en el mundo del fútbol. Existe lo que Collier definiría
como una conciencia práctica en clave de trato e igualdad pero quizás
no una auténtica transformación. Desde la visión de quienes se han visto
forzados al cambio, la apuesta por hitos en clave de igualdad o la inclusión en
los discursos de frases hechas, se han convertido en parte de aquello que les
hace o bien mantenerse o bien ascender jerárquicamente. Así pues son un nuevo
elemento al que saltar si se quiere no caer en el saco de los desposeídos, más
concretamente, en la bolsa de los cercanos a Rubiales.
Sin
embargo las mujeres que han peleado por llegar aquí y pilotar el cambio no lo
han hecho porque las altas jerarquías y los empleados hagan aflorar una falsa
implicación entre sus méritos curriculares. Lo han hecho de buena fe con
la intención de acabar con el hetero patriarcado futbolístico pero
desde un sentido de la oportunidad diferente. Para ellas, después de algunas
pequeñas batallas ganadas y muchas otras perdidas, el cambio del escenario
deportivo ha supuesto una nueva oportunidad de denuncia y a la vez de progreso.
Ante ellas se abre una oportunidad única de avanzar hacia escenarios de
igualdad nuevas, hacer frente a la violencia y a la masculinización del fútbol,
y sobre todo, tener mecanismos de control y rectificación a los que agarrarse
cuando la sordera generalizada recupere su lugar. Este es sin duda el primer elemento
nuevo de transformación en el fútbol.
El segundo elemento de cambio es el nuevo escenario político y la
importancia normativa y legislativa que han alcanzado las minorías sociales y
culturales de la periferia ibérica. Las alianzas electorales fundamentadas en
la afinidad o en la necesidad, abren espacios de convivencia y de cambio
institucional que pueden verse de manera diferente.
Por
ejemplo, dentro del marco vasco de competición aprobado por el parlamento vasco
y observando la realidad del parlamento navarro, se abren vías para la creación
de grupos únicos vasco navarros de competición dentro de la propia RFEF.
También en los países catalanes o en el marco de Galicia. Además de, por
supuesto, la oficialidad y representación internacional de las selecciones de
pelota y de surf en Euskadi, de pelota valenciana en el País Valenciano o de la
lucha canaria en las islas afortunadas.
La
descolonización del fútbol de determinados lugares es fruto también del propio
sentimiento de expansión que desde FIFA y UEFA quieren aparentemente
transmitir. El monopolio occidental toca a su fin y otros continentes comienzan
a imponer sus propios criterios, cuestión que puede facilitar también a las
minorías para sacar su propia representatividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario