PALABRAS A MARIO
VARGAS LLOSA
Leí su
novela Conversación en la Catedral, años atrás. Pese al tiempo
transcurrido, guardo una imagen de su libro; cuando asegura llevar en su
interior un “sartrecillo valiente” (se refería al escritor-filósofo
francés Jean Paul Sartre, como remedo del cuento El
sastrecillo valiente).
Leyendo a
Sartre encontró a quien mejor había ensayado sobre el arte de narrar.
Ahí no estaba
sólo la materia de su magistral novela. Mas el sumo logro sería llegar a
rebatirle al maestro en alguno de sus pasajes. Lo que cuenta es intentarlo, una
y otra vez.
En 2010 Mario Vargas Llosa es galardonado con el Premio Nobel de Literatura. En 1964, le otorgaron el Nobel al propio Jean Paul Sartre. Pocos días después, los académicos suecos recibieron la negativa de Sartre a aceptar el Nobel. No era el gesto del rebelde que habitaba en él. Había algo más.
Para sí lo
hubieran querido cuatro de los grandes escritores, en cuatro lenguas
diferentes, como James Joyce, Marcel Proust, Franz Kafka y Jorge Luis Borges.
En el discurso
de la Academia de Suecia, el Nobel Vargas Llosa inició su discurso con viva
defensa de los indígenas iberoamericanos.
Citó a César
Vallejo, junto a un trivial textito. Desconozco el motivo de no querer
aprovechar la ocasión de elogiar al poeta. Lo haré yo.
Quisiera ser
breve. El profesor Volodia Teitelboin, biógrafo de Gabriela Mistral y Pablo
Neruda, vino a Bilbao a dar una conferencia. El director de la edición vasca
de El País me pidió que fuera con un fotógrafo a
entrevistarle. Así lo hice. El profesor lo sabía todo de la poesía y los
poetas. Me habló hasta de Juan Rulfo y de su magnífica novela, Pedro
Páramo, muy elogiada por Borges. “Tal un día como hoy, muchos años antes,
en 1970, entrevisté a Juan Rulfo en México”. “Cómo pasa el tiempo, señor
Merino”. “Dígamelo a mí, señor Teitelboin”.
La entrevista
llegaba a su fin. “César Vallejo es el mayor poeta en lengua española, de
Quevedo y Góngora a nuestros días”. Llegó la lacónica respuesta del señor
Teitelboin: “Sí, César Vallejo fue el poeta del hambre”.
***
Vuelvo al
discurso de la Academia. El señor Vargas Llosa, en dos ocasiones, mencionó
cuatro palabras bélicas. Armas de Destrucción Masiva, las
cuales pasaron de boca en boca por medio mundo. Nadie conocía su origen. Solo
tres hombres conocían su historia. Todo se inició con los antiaéreos
estadounidenses bombardeando sin piedad el territorio de Irak. Los soldados
iraquíes repelieron la agresión con armas convencionales, porque no tenían
armas de destrucción masiva ni las tuvieron nunca. Aquellos tres hombres que
arrasaron Irak, siguen llamándose George Bush (USA), José María Aznar (España)
y Tony Blair (Reino Unido).
Pasados algunos
años de la mal llamada guerra de Irak, el Primer Ministro Inglés, Tony Blair,
acudió al prestigioso medio británico de la BBC, para dar las siguientes
noticias:
Los tres
responsables de la ofensiva contra el régimen de Sadam Husein, George Bush,
José María Aznar y yo mismo, aun sabiendo que el ejército iraquí carecía de
armas de destrucción masiva, emprendimos el ataque al territorio de Irak. Fue
un acto criminal contra la población civil. Pido perdón con toda el alma en
nombre de mis compatriotas y en el mío propio por los miles de muertos causados
y por los destrozos a la población. Que los otros dos mandatarios no deseen
pedir perdón a nadie, quede para ellos. La infamia criminal es un hecho
compartido de lesa humanidad.
Pienso en
aquellos niños de Irak que no podrán ver más la luna y las estrellas ni
escucharán las canciones de los nidos…
Imagen de
portada: Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura | 29/11/2018 – Flickr | Detalhes da
licença – Criador: Casa de América
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