HUELGA GENERAL EN LA ARGENTINA
PEDRO
BRIEGER
Tanto el DNU como
la “Ley Ómnibus” implican cambios estructurales que buscan revertir derechos,
en sintonía con la visión de quien desprecia cualquier alusión a “justicia
social”, como lo manifestó Milei en el Foro de Davos
A los argentinos les gusta jactarse de su singularidad y hacer alarde de ella. Es así que siempre hablan de Maradona, Messi, el Che Guevara o el papa Francisco. Ahora le han agregado un presidente mesiánico y —posiblemente— el paro general más rápido hecho a un gobierno, apenas a 45 días de comenzado.
El 10 de diciembre
Javier Milei asumió la presidencia y en los primeros días de su mandato no se
cansó de explicar que, a corto plazo, todos estarían peor. A nadie se le escapa que el “todos”, nunca
incluye a todos, ya que una pequeña franja de la sociedad nunca está peor, sino
más bien todo lo contrario. A la mayoría
de la población le prometióun futuro radiante a muy largo plazo solo si se
implementan reformas estructurales para —entonces sí— convertir a la Argentina
en algo similar a Irlanda o Alemania.
Sin embargo, estas mayorías solo ven que están peor que antes. La galopante inflación del gobierno anterior
—que en cuatro años se acercó al 1000 por ciento— y cerró con 211,4 por ciento
en 2023 no bajó con el gobierno de Milei.
Muy por el contrario, los precios de los consumos básicos siguieron
aumentando y diciembre del año pasado cerró con un 25.5 por ciento mensual. La falta de control inflacionario provoca
también que exista una sensación de continuidad entre el gobierno de Alberto
Fernández y el de Javier Milei aunque sean de signo político diferente. Todo
aumenta y nadie parece encontrar la manera de evitarlo.
Los sindicatos y
movimientos sociales convocaron a un paro general de 12 horas y realizaron
movilizaciones multitudinarias el 24 de enero en todo el país contra un Decreto
de Necesidad y Urgencia (DNU) y una llamada “Ley Ómnibus” —impulsados por
Milei— que buscan recortar numerosos derechos sociales adquiridos durante décadas.
Milei, en un primer
momento, intentó prescindir del Congreso para imponer el DNU consciente de que
provocaría numerosos rechazos. No se equivocó. Tanto el DNU como la “Ley
Ómnibus” implican cambios estructurales que buscan revertir derechos, en sintonía
con la visión de quien desprecia cualquier alusión a “justicia social”, como lo
manifestó Milei en el Foro de Davos.
Allí expuso las mismas ideas que viene señalando hace años en
conferencias y apariciones televisivas, pero que dejaron boquiabiertos a los
poderosos empresarios que se reunieron en Davos. Portador de una verdad revelada y en actitud
mesiánica los acusó de haber sido cooptados por el socialismo, como si fuera el
único sobre la tierra que entendiera el funcionamiento del capitalismo; habría
que decir de SU visión de capitalismo de laboratorio e inexistente en ningún
país. Milei dejó mudo a más de un
empresario cuando negó los efectos del cambio climático, a contramano de todas
las grandes empresas multinacionales, que hacen alarde de cuidar el planeta lo
que —justamente— favorece sus negocios.
Los planteos de
Milei en Davos, que parecen sacados de un escrito de comienzos del siglo
veinte, son los que intenta implementar en la Argentina gracias al voto popular
que lo llevó a la presidenciaaunque su partido en ambas cámaras es minoritarioy
por eso intentó evitar un debate en el Congreso y ahora está obligado a
negociar con los partidos opositores.
Un aspecto
fundamental del gobierno es evitar que las manifestaciones populares corten las
calles a través de un “protocolo anti-piquetes”. Es una forma solapada de criminalizar la
protesta tomando en cuenta la larga tradición de movilizaciones callejeras que
tiene la Argentina. Frente a la
masividad de la jornada del 24 de enero el gobierno se tuvo que rendir ante la
evidencia: cuando la población toma las calles la única forma de frenarlas no
es con un protocolo sino con represión.
Pero esto ocurrió el 19 y 20 de diciembre de 2001, provocó la muerte de
varios manifestantes y la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.
La pulseada en la
Argentina recién comienza.
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