UNA LARGA NOCHE...
DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN
La noche sería larga. La llanura cual tenía que recorrer era
densa en hierbas y algún que otro árbol
desorientado. La jornada anterior
había tenido un sueño. Un sueño difícil de descifrar para ella. No lo entendía,
iba más allá de su comprensión. Por ello se decidió. Y campo a través cuando la
luna es la que marca el camino se dirigió casa de una curandera. Una mujer
anciana bien conocida en la vecindad. Cuya alma revoleteaba entre espíritus y
hierbas. Se sentía cohibida. Era la primera vez. Llegó. Una vieja casa de una
nave con la hiedra rebosando sus paredes. La puerta estaba abierta y una leve
luz salía desde adentro. La atrajo. Entró. Todo era silencio. Alguien de una
esquina o detrás de ella le habla. Le dijo que se sentase que ya sabía a que
venía. Ella se sentó. Como un murmullo
empezó a escuchar. Una canción que muy bien pudo descifrar. Una sombra se le
aproximo y con una especie de danza y unas hierbas iba rozando todo su cuerpo.
Que salga de ti ese sueño que tanto te preocupa. En ese instante del vientre de
ella, de su ombligo, comenzó a brotar una llama donde diminutas yeguas veloces
recorrían la casa. Ya está mujer, le habló la anciana. Solo ha sido un mal de
ojo. Un mal de ojo que te hubiera llevado a tomar errores. Cuando llegues a tu
casa date un baño de romero y rosas para que todo mal se vaya. Y se fue. La
luna tomaba su tono más esplendoroso. Ella la miraba para su retorno. Andaba
descalza quería sentir la humedad de la hierba. En el pueblo todo era
oscuridad. Solo algunas farolas encendidas. Solo el rasguear de algún grillo.
Miró la luna por ultima vez antes de meterse bajo su techo y le dijo buenas
noches. Hizo lo que la curandera le había dicho. Lleno la bañera y se sumergió.
Se quedó dormida. Un sueño de una nube blanca beso sus labios y despertó.
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