lunes, 11 de noviembre de 2013

LA BASURA Y LOS AZNAR

LA BASURA Y LOS AZNAR

DIARIO PUBLICO
 Mientras Madrid reventaba de basuras, su alcaldesa, Ana Botella, asistía en la capital a la presentación de las memorias de su eximio marido. Se la veía sonriente y arropada por los suyos, la vieja guardia del PP, Jaime Mayor Oreja y adláteres, los más impudorosos franquistas de nuestro partido conservador. Y, afuera, la basura.

Era una buena imagen de lo que es la España actual. Los legionarios del poder sonriéndose victoriosos entre autocomplacencias, canapés y vino español en el saloncito climatizado y vaporoso de perfumes carísimos. En la calle, el pueblo sorteando basuras en este Madrid beirutizado de contenedores ardientes y sobras de restaurantes pudriéndose y contaminando el aire que respiramos los no llamados a la gloria por Dios, por la Patria y por la oligarquía, que es la esencialización de los dos anteriores.

Bush,_Barroso,_Blair,_Aznar_at_AzoresJosé María Aznar presentaba con naturalidad sus memorias casi limpias de sangre iraquí y oncemera, como no podría ser de otra forma en un personaje de memoria (o desmemoria) tan selectiva. Nos volvió Aznar a repetir que aquella foto de las Azores situó a España, por primera vez en mucho tiempo, en lo más elevado de la política internacional. Pero sigue sin aclararnos dónde situó aquella foto a los diez o veintemil niños muertos de Irak. Es lo que tienen los grandes estadistas, jamás reacios a pasar por alto las menudencias. Tampoco puso empeño alguno el presidente en aclararnos dónde colocó aquella misma foto de las Azores a los 191 muertos del 11-M, pues algunos pensamos que aun estarían vivos de no haber posado Aznar en aquella foto. Disculpad mi brutalidad, pero veo como gran metáfora al pueblo pisando en la calle basura física mientras la derechona se regodea disfrazándonos de jardín sus vertederos morales, que huelen distintos pero no menos mal.

Mientras la alcaldesa aplaudía a su marido con furor casi ginecológico, las ratas enseñaban sus hocicos camusianos por las calles basureras de Madrid, como muestra la foto de Jairo Vargas. Si yo fuera presidente, como el gran García Tola, hubiera disculpado mi ausencia y la de mi gobierno ante el presidente alfa con el tema de las basuras, evitando así el conflicto político que se vive en el PP entre vieja y nueva guardia.
-Perdona, José Mari, pero es que las basuras no me dejaron llegar a tiempo.

Porque estuvo feo que este nuevo PP de viejas caras no asistiera a la presentación del nobelizable y novelizable libro de Aznar. Es una ruptura no solo circunstancial, sino también histórica. Jamás Manuel Fraga renunció a la memoria de Francisco Franco. Como tampoco Aznar se desmarcó nunca de la trayectoria del asesino Manuel Fraga (Julián Grimau y otros muchos RIP en la culata de su revólver franquista antes de convertirse en denodado demócrata).

 Aznar “tomó nota”, y así lo hizo público, del ostracismo al que le sometió el Gobierno de su sucesor a dedo esta semana. Cría cuervos, José Mari, en la jaula de tu cuaderno azul. Lo mismo llama a Bush para que bombardee Moncloa, que este hombre es muy de prontos.

La basura, toda la basura, se quedó en la calle, habrá pensado Aznar mientras presentaba, sin ningún miembro del Gobierno a la vista, El compromiso del poder, título de su magna obra. El libro no me lo he leído, pues aun tengo que terminar el de cuentos infantiles reinterpretados por Ana Botella. Porque este matrimonio no deja de engrosar las glorias literarias de España mientras el pueblo ignaro y simple continúa –continuamos– sorteando ratas y basura por las calles de Madrid. Que es lo que nos merecemos por votar a tontos y a locas.

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