LA NUEVA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS
Ugo Codevilla, Analista
SABEMOS QUE LA DEUDA PÚBLICA ESTADOUNIDENSE SUPERA EL 100 POR
CIENTO DE SU PIB. ESTE DATO ES SIGNIFICATIVO PERO ES MENESTER AGREGAR QUE SU
DEUDA PRIVADA SUPERA SU PIB EN UN 300 POR CIENTO.
Esto
no es relevante si lo cotejamos con la deuda de Japón y de varios países
europeos; lo que llama la atención es lo afirmado por Lawrence Kotlikoff,
profesor de Economía de la Universidad de Boston, quien asegura que la deuda
total de EEUU se aproxima más a los 222 billones de dólares; mientras que en el
2008 Alfredo Jalife-Rahme, columnista del periódico La Jornada y comentarista
de CNN, consignó que el Instituto Frankfurt reconoce que el nivel total de
deuda de Estados Unidos corresponde a 60 veces su PIB; en tanto que Cubadebate
publicó en el 2011 que esa deuda rebasaba los 114 billones de dólares.
La
disparidad de los cálculos es evidente, pero todos ellos señalan una verdad
incontrovertible: que la deuda total norteamericana es mucho mayor de lo que
están dispuestos a reconocer, además de lo más significativo, que es impagable.
Lo
aducido es ilustrativo, también, de que ese país vive de las deudas, lo que
sugiere que su agresividad militar la mueve su pretensión descarada de seguir
siendo el gran parásito del mundo.
A
esto y a la protección de sus macrocefálicos corporativos se debe la
intervención norteamericana en el mundo entero, hasta declararse el gendarme
del orbe. Desde esta atalaya, no pierden oportunidad para amenazar a cualquier
nación con una guerra “preventiva”, luego de una densa campaña de informaciones
tan amarillistas como mendaces. Antes, un ataque era anticipado por una
descarga de artillería; en la actualidad, lo previo es la detonación letal de
los misiles comunicativos, convirtiendo a los mass media en el primer frente de
lucha.
Hoy
es Siria el blanco de sus acciones militares, cuyo gobierno es acusado de haber
usado armamento químico, haciendo caso omiso a lo destacado por Rusia, que
aseguró que esos cohetes eran de origen saudí y que fueron estallados por los
opositores al régimen.
Mentiras
son las que se acumularon contra el aliado Kadafi en Libia, como en contra del
aliado Hussein en Irak y la misma táctica se utiliza contra Siria e Irán. Lo
importante es el dominio de la región donde se concentra la mayor parte de
crudo del mundo; misma razón que tensa la relación entre Washington y Caracas.
Estados
Unidos le ha declarado la guerra al mundo y, ante todo, tiene muy presente que
nadie pretende enfrentar al ejército más poderoso del planeta, con un gasto en
defensa de más de 600 mil millones de dólares y cerca de mil bases establecidas
en los cuatro puntos cardinales, sin descontar la red satelital que como un ojo
panóptico, nos espía desde el espacio.
La
intervención norteamericana en África y en el Cercano Oriente ha provocado una
inocultable crisis civil en regiones enteras y ese es el objetivo fundamental
del Imperio: provocar una desestabilización que debilite a las naciones y
permita convertir su propio raquitismo en fortaleza. En tierra de ciegos el
tuerto es rey.
Asimismo,
la citada intervención norteamericana en Medio Oriente posee otra finalidad, la
de socavar los equilibrios de Rusia y China, considerados sotto voce como los
más temidos enemigos de Estados Unidos. No solamente por su crecimiento y
expansión económica (más en el caso chino), sino porque representan una alianza
militar capaz de confrontar la fuerza yanqui. De ahí su incansable protagonismo
en Medio Oriente, que dio inicio con el apoyo a los resistentes afganos cuando
la intervención soviética. Fue en este entorno que nació Al Qaeda junto al
vigoroso “terrorismo” yihadista, organización entrenada por la CIA y la
inteligencia paquistaní, la que en vez de encogerse se diversificó luego del
9/11. Esta fuerza actuó en Chechenia cuya base religiosa es musulmana y hoy
está presente en Siria como rebeldes alimentados por la ayuda de Occidente.
La
antes descrita tendencia a la amenaza y a la imposición global crecerá, a
medida que el gran coloso del Norte se endeude más, consolidándose como ya ha
sido señalado, como un parásito mundial. Con más razón tras la declaración
reciente de los chinos de que es imperiosa la “desamericanización” de la
economía global.
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