CARLOS SUÁREZ. EL LÁTIGO NEGRO DE LA POLÍTICA CANARIA VIVE YA EN LA LEYENDA
FRANCISCO
JAVIER GONZÁLEZ
Uno sabe que está
viejo cuando se va quedando sin amigos y sin referencias, cuando aquellos que
lo apoyaron y estimaban o aquellos a los que apoyaba y estimaba van pasando a
ser moradores de una verde estrella en el firmamento del recuerdo.
Esta vez ha sido
Carlos Suárez Cabrera, aquel azote de la ramplona y explotadora burguesía
criolla y de la colonial española, por lo que se ganó a pulso el sobrenombre de
“Látigo Negro”, quien nos ha dejado, de forma callada, sin alharacas, para
vivir en la Historia -con mayúscula- de esta nación colonizada y de sus clases
trabajadoras y desfavorecidas.
Solo que cuando
hombres como Carlos mueren, su vida sigue siendo un ejemplo, un faro que
alumbra un camino que, a pesar de los
innegables avances, sigue siendo tenebroso.
El despacho
laboralista de Carlos Suárez, en la calle Sagasta, fue un auténtico puntal en
todas las luchas antifranquistas, protagonizadas entonces mayoritariamente por
las clases obreras y los militantes del PCE. Cuando Sagaseta regresa a Canarias
tras su prisión en Burgos, llega ya afiliado al PCE que, en Gran Canaria en
esos momentos, estaba dirigido por Tony Gallardo. Con Augusto Hidalgo, también
laboralista, y Sagaseta como penalista se monta un nuevo despacho en la calle
San Bernardo y, finalmente, los dos bufetes se unen estableciéndose en la calle
Viera y Clavijo, bufete al que se unirá otro puntal independentista canario, el
civilista Félix Parra. Contó con la ayuda inestimable de compañeros como
Armando León Herrera, Luis Alsó o Arturo Cantero, miembros todos, como el
propio Carlos, de “Canarias Libre”, que servían de contactos fundamentales con
los trabajadores de base. Precisamente la condena de Arturo Cantero a 4 años
por rebelión –pertenencia a Canarias Libre- estuvo muy determinada por las
delaciones de la empresa de abonos nitrogenados “Cinsa” en la que trabajaba por
haber llevado a los trabajadores en lucha al despacho de Carlos Suárez. Ignoro
la razón por la que el franquismo no lo encausó en la “rebelión” de Canarias
Libre, movimiento al que pertenecía, pero uno de los encausados, mi amigo Jesús
Cantero me confirmó que Carlos asistió como público al Consejo de Guerra que se
celebró en el ya desaparecido Cuartel de San Francisco, lo que entonces era un
acto verdaderamente temerario.
Allí, en ese
despacho, empieza la leyenda de estos
luchadores por los derechos de los trabajadores y, de trasfondo, por una
Canarias Libre y Socialista. Las luchas alcanzaron tal volumen que el bufete
experimentó sucesivas ampliaciones. Si mal no recuerdo por allí pasaron al
menos Gonzalo Angulo, Pedro Limiñana y Juan Carlos Domínguez al que en el
FREPIC llamábamos familiarmente “El Pífano”.
Los estibadores,
los guagüeros, los aparceros, los panaderos…hasta las mujeres de Tenoya, cuando
la familia Lezcano, usando al gobierno civil, prohibió a las mujeres del Lomo
de Tenoya, que carecían de agua corriente, lavar la ropa en la acequia porque
perjudicaba a sus platanares, y el comandante Antonio Tejero -aquel facista
que, años más tarde siendo teniente coronel, asaltó el Congreso español-
quiso cumplir la orden y amenazó al
bufete diciendo que ya sabía quiénes eran los comunistas que estaban tras la
protesta. Todos los sectores en conflicto encontraron en el despacho de Viera y
Clavijo, como antes en el de Sagasta, su apoyo y defensa.
El franquismo lo
premió con años de exilio y clandestinidad que forjaron a fuego una rebeldía y
un afán de lucha que marcó toda su vida, afán que determinó los encuentros que
tuve con él. Sostuve una negociación infructuosa antes de las elecciones de
1977, cuando se fundaba PCU, en vistas a integrar al PTC, pero no fue posible.
Algunas conversaciones con Carlos y Alfonso O’Shanahan en Tafira dieron como
resultado afianzarnos mutuamente en la necesidad de continuar la lucha, a pesar
del evidente retroceso que estábamos sufriendo, pero seguros de la pertinencia
de nuestros planteamientos. Mucho más adelante, como Secretario General del
FREPIC-AWAÑAK mantuvimos una “Mesa de Unidad” para intentar la cohesión de las
diferentes visiones independentistas en La Garita en Telde con personas y
organizaciones. Carlos fue de los valedores de un movimiento unitario fuerte
que no se pudo entonces cuajar.
El sábado 29 le
pregunté por él a Pedro Brisson al leer un artículo suyo anterior titulado
“Carlos Suárez, el Látigo Negro de Canarias” y ayer domingo me comunicó la
triste nueva de su fallecimiento. En el artículo vienen unas palabras que le
dijo Carlos que son un auténtico resumen del pensamiento de un hombre íntegro y
luchador: “Hay que continuar en la lucha, y a día de hoy, sí que me arrepiento
de haber permitido que nos ganaran la partida y haberme marchado por el
cansancio a tantas traiciones”.
No es verdad
compañero Carlos. Sigues con nosotros y sigues formando parte de esta lucha
porque, como tú mismo declaraste en “El Envido” del Diario de Las Palmas, marzo
1992 y que también recuerda Pedro Brisson: ¿Qué debemos hacer los que nos
consideramos nacionalistas consecuentes, los que queremos la transformación
radical de nuestra realidad colonial? Te lo contesto rápido: Seguir la lucha en
que empeñaste tu vida.
Francisco Javier
González
Gomera a 1 de julio
de 2019.
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