JM AIZPURUA
Lo que hoy practica
Carlos Alberto, no puede designarse de otra manera que “Riverismo” y representa
lo peor del Regimen78, una excrecencia que pervierte el espíritu de la
Transición, para intentar la provocación y la mentira como método de práctica
política en sustitución del respeto por el diferente.
¿Pudiendo ir a Bollullos
de la Sierra, que pintaban en Altsasu, Errenteri, o Ugao? Buscaban la
confrontación. No había allí ninguna justificación política diferente a la
provocación. Y este ha sido el argumentario de Carlos Alberto y su jauría.
Surgió en el
panorama político catalán en pelota picada, ridículo, y en unos pocos años se
encuentra muy bien pertrechado, con buen patrimonio y mejor futuro. Dice que
tiene dos viviendas en propiedad y 7500 € mensuales de salario. ¿Cuál fue su
mérito?: incendiar Cataluña y huir a Madrid a refugiarse sin responsabilidad.
No llevaron
soluciones a Cataluña, sólo provocaciones incendiarias, para irritar a los
nativos catalanes desde su condición de charnegos desagradecidos que no
reconocen la sociedad que les permitió rehacer su vida lejos de sus orígenes
andaluces donde no encontraban las condiciones para su progreso. Hoy Cataluña
está cercada y fraccionada y el Riverismo es uno de los principales
responsables, sin olvidar el marianismo momificado.
Y hoy ya podemos
observar el fiasco del Riverismo, oportunismo barato, donde se han refugiado
frikis y fracasados con una ambición desmedida y sin ningún escrúpulo. No es
racional pasar de la socialdemocracia al liberalismo y asociarse a la derecha
ultra de Vox y PP. Este viaje ideológico necesitaría de grandes tesis y motivos
justificados para cambio de propuestas, pero el Riverismo es pura ficción y con
sus provocaciones obtiene la notoriedad que sus tesis no reportan. Es tal su ambigüedad
que cualquier voto les vale.
Su desconocimiento,
su osadía ignorante es de gran calibre ya que estando en contra del foralismo y
planteando la eliminación de los Conciertos Económicos vascos, se alía con los
foralistas navarros de UPN en Na+, los máximos defensores del foralismo, que no
es otra cosa que la cesión del Estado en 1839 para evitar la desafección del
empresariado vasco-navarro cuando les fueron eliminando sus fueros
vasco-navarros en su parte más popular como era el privilegio de no ir a la
mili española. En nombre de su España no respetan los acuerdos forales de su
España; incoherencia riverista.
No aportan nada al
panorama político estatal, su pretensión de bisagra se ve ridiculizada con su
negativa a negociar con Psoe, Podemos, Vox y los “separatistas”: solo le queda
el PP de la corrupción que dijo venía a regenerar y con sus apoyos lo mantienen
vivo y a su maquinaria corrupta intacta. Curiosa bisagra.
La ambición
desesperada de Carlos Alberto es porque cree que es el mejor candidato a
Presidente, y se desespera cuando ve que Sánchez o Casado le superan en
expectativas y nadie ve su enorme valor, según le dicen su madre y los del IBEX
que lo soportan, aunque estos; cada vez menos. Es un personaje vulgar,
acelerado hasta la sospecha que él niega con reiteración, pero que lo
inhabilita para grandes decisiones por su vehemencia y precipitación, además de
la utilización constante de la mentira como arma dialéctica que reitera de
forma goebbelsiana.
En Santa Cruz,
donde sus representantes dieron su voto a Patricia para librar a la ciudad del
nefasto Bermídez, ahora Carlos Alberto quiere enmendarles el voto para
beneficiar a la corrupción del falso nacionalismo. Típico de Carlos Alberto, ya
liberado de su Albert y entregado a su andalucismo visceral españolista de
señorito venido a menos.
Este partido,
caudillista y falso, es una desgracia para la política estatal que agrede el
espíritu de la transición e impide el nacimiento de una derecha centrada, de
carácter europeísta y dispuesta a la negociación con sus adversarios.
Saquen esta basura
del panorama electoral, por prescripción democrática.
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