jueves, 18 de julio de 2019

DISPLICENCIA

DISPLICENCIA
José Rivero Vivas
Del libro inédito:
LETRAS DE
REFERENCIA
CANARIA
Distintas Fechas
Obra: E.23 (a.112)
José Rivero Vivas
Febrero de 2019
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José Rivero Vivas
DISPLICENCIA
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En la novela DE ANAGA ES EL CANTOR nos encontramos con los preparativos para la instalación de una central nuclear en un profundo valle de Anaga. Este hecho enfrenta a los vecinos entre sí, de manera que la población se debate entre la aprobación y el rechazo del proyecto, cuyo destino se ve maldecido por el mensaje que porta la copla que canta Mamés, personaje principal, quien pasa el día entonando versos de su propia inventiva. Sin embargo, de esta copla, relativa a El furor de Beneharo, dice no ser su autor, sino que la oyó un día, en su descenso valle abajo, que el viento, con su silbido, la fue transportando para que él la aprendiera y la cantara a los vecinos, que imbuidos de grave superstición, la toman como mal agüero mortificante, causa por la cual la emprenden contra él, con ánimos de acabarlo. No obstante, en sus versos, introduce el nombre de Marcelo, cuando menciona a sus predecesores.

Publicada por Editorial Globo -así llamada entonces-, DE ANAGA ES EL CANTOR tuvo magnífica presentación en el Ateneo de La Laguna, con intervención de Isaac de Vega y Ricardo García Luis, así como del Grupo Guahedum, que además de su buen hacer en el folclore canario, fue un deleite oírle alguna copla del propio Mamés. El excelente análisis realizado durante el evento, pone de manifiesto el entusiasmo de quien arriesga su fortuna en el cometido de promover una producción literaria que, de no efectuarse su intento, se perdería sumergida en el denso silencio que envuelve nuestro quehacer. Estas obras, largas o cortas, últimas o primeras, quedarían, de otro modo, huérfanas de amparo, suspendidas en el aire, desconocidas para esta sociedad, este pueblo que, pese a considerarse defensor a ultranza de su geografía, su entorno y sus auténticos valores, con indiferencia ignora, y aun condena a la inexistencia, a quienes queman sus pestañas en el estudio, tanto como al que empeña parte de su vida en el arduo esfuerzo de conseguir el pleno desarrollo de su actividad creativa.
La trama del relato parte de un supuesto, acaso no tan irreal, según rumor que al parecer corrió en determinados ámbitos, acerca de la posibilidad de instalar una base o estación en algún lugar de las Islas. Ello nos induce a pensar en otro tipo de planta cuya presencia es susceptible de emponzoñar el ambiente en derredor, con la consiguiente tala de árboles, por causa del deterioro producido, como consecuencia de vertidos incontrolados de industrias químicas y otros excesos en cualquier región del planeta. La narración no es lineal, y, en cierto sentido, evoca secuencias de RASHOMON, de Akira Kurosawa. Claro es que, aquí ningún personaje termina su aportación, sino que, a lo largo del proceso, lo que cada uno cuenta, unido a cuanto a su vez refieren los demás, forma un mosaico de datos y aspectos, a cuyo tenor se ha de inferir cuál es la historia global reseñada que, en definitiva, porta lo sucedido en Roquefino, lugar donde finalmente fue ubicada la Central.
En el espíritu de la obra no existe intención de aleccionar a nadie en su conducta para con el medio en que vive. Pero late en su seno el vivo deseo de refrendar que la Tierra no es propiedad de nadie. La Tierra es suya, de sí misma, y todas sus criaturas deben respetarla.
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Como colofón al acto de presentación de su novela, José Rivero Vivas recuerda otro cantor, real, de Anaga, concretamente de San Andrés, recientemente fallecido en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad donde obtuvo un éxito clamoroso, dada su magistral actuación en el programa Tenderete, hacia 1972, y aduce que, su traslado a esta ciudad, fue quizá motivado por el ansia de rememoración, en vívida apoteosis merecida, con su momento álgido de fulgor y predicamento.
Pasado el tiempo, en HILVÁN INSINUATIVO DE SAN ANDRÉS, libro inédito entonces, el pasaje referido a esta participación, a la cual fue invitado, junto con varios componentes de la antigua rondalla del pueblo, dice: “Marcelino Rodríguez Hernández, después de tantos años de entera dedicación, da a conocer su prodigiosa voz y su gran talento: un cantante de hondo significado que Canarias no supo apreciar lo suficiente en sus años de plenitud.”
Sin entrar a valorar otros activos personales, ya que supondría redundancia en este capítulo, El gran Marcelino, trovador de dotes extraordinarias y variado repertorio, bien pudiera en nuestro folclore, tras diáfana interpretación de isas, folías y malagueñas, ser considerado como LA VOZ, pues, no saldrá fácilmente otra, de sus características, destinada pura y exclusivamente a enaltecer la esencia y belleza de nuestro canto.
Superado el impacto causado por su pérdida irreparable, cabe esperar que su nombre llegue a ser un día conocido más allá de donde prodigó su ensueño y la singular magnificencia de su arte.
José Rivero Vivas
Marzo de 1999
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Del libro inédito:
LETRAS DE
REFERENCIA
CANARIA
Distintas Fechas
Obra: E.23 (a.112)
José Rivero Vivas
Febrero de 2019
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Abril de 2019
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