ETA Y EL PITO DE LA CAVERNA
DAVID TORRES
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo,
durante la clausura de un acto sobre el nuevo curso escolar, en Zaragoza. EFE/
Javier Cebollada
Muchos pensaban -no se sabe bien por qué razón- que Feijóo iba a ser un líder moderado, reflexivo, consciente y ecuánime, es decir, el líder que la derecha española lleva necesitando prácticamente desde el día en que se inventó, pero que todavía no ha tenido tiempo de sacar al mercado entre unas cosas y otras. Por un lado está Ayuso, que lo empuja hacia el abismo, y por otra la afición, que pide ceremonias vikingas, de ahí que Feijóo tenga que tirar de rock’n roll, empuñar la guitarra y repetir los viejos éxitos del aznarismo, los mismos con los que el PP lleva dando la matraca casi dos décadas, es decir, ETA, la pésima gestión del gobierno, ETA, la ruina económica, ETA, Venezuela y ETA.
Lo de ETA es un
clásico de la banda que ha vuelto a ponerse de moda estos días por el inminente
traslado a cárceles vascas de Txapote, Henri Parot y otros once reclusos
etarras, un movimiento que Feijóo asegura que viene del chantaje de Bildu a
Sánchez y que en realidad procede del cumplimiento de la vigente legislación
penitenciaria. Poco importa recordar el tiempo en que Aznar negociaba
directamente no con Bildu sino con ETA, excarcelaba terroristas y aproximaba
presos que por aquel entonces, en labios de Jose Mari, no eran asesinos sino
miembros del "Movimiento de Liberación Nacional Vasco". Muchas
víctimas y un montón de familiares de las víctimas les han dicho mil veces que
los dejen en paz, que es una indecencia ponerles pegatinas a los ataúdes e
intentar sacar rédito político de los muertos, pero Feijóo, lo mismo que tantos
otros antes que él, una vez que coge el estribillo no puede parar. Se lo pide
el cuerpo.
También es cierto
que, aparte del estribillo de la ETA, el hombre poca cosa más puede ofrecer a
la hora de hacer oposición borroka. Cada vez que abre la boca, sube el pan, lo
mismo si anuncia el apocalipsis que si promete una hipotética ayuda en materia
educativa. La verdad es que la economía española ha crecido el doble que la
media de la UE durante el último semestre, que los ERTES y la subida del SMI
han ayudado a paliar los efectos del paro y de la crisis provocada por la
pandemia y en cuanto al imaginario cheque estudiante de 200 euros suena
contradictorio con los recortes salvajes en la educación pública (más del 75%)
que Feijóo promovió al frente de la Xunta de Galicia. Debe de ser aterrador
comprobar que en Europa están a dos pasos del comunismo cuando la presidenta de
la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propone las mismas medidas de
intervención del mercado eléctrico que en su día sugirió Pablo Iglesias.
En medio de esta
marejada de contradicciones, trolas y memeces, Feijóo tira de retórica y
estrena una aventurada metáfora marinera: "Salir a la mar cuando no hay
olas y el viento está en calma es fácil, pero para gobernar en una caverna se
necesita una tripulación y un capitán distinto que para gobernar la mar
calma". Muchos le han reprochado el lapsus de confundir
"caverna" con "galerna", pero Feijóo sabe que lo único que
puede gobernar el PP, lo que lleva décadas gobernando, es la caverna, no ya la
caverna platónica con sus sombras y sus esclavos encadenados, sino la caverna
reaccionaria de los savonarolas periodísticos, los villarejos policíacos y las
cloacas. Platón hablaba del mito de la caverna y Feijóo del pito de la caverna,
pero de momento toda su experiencia de capitán se reduce a subirse al yate de
un narco y untarse de crema la espalda.
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