He tratado de
componer estas notas, tomadas para la
Presentación del
libro de Laureano, que traemos aquí
como recuerdo del
buen amigo, al par que homenaje
a un entusiasta del singular
quehacer en que,
como él, muchos estamos.
José.
José Rivero Vivas
acerca de
PUÑETERA CASA
de
LAUREANO DE LORENZO Y
JULIÁN
____
_______(Del libro inédito
TEXTOS DIVERSOS
Distintas Fechas
Obra: E.21 (a.109)
José Rivero Vivas
Enero de 2016
José Rivero Vivas
PUÑETERA CASA
Decía Saul Bellow, aproximadamente -en una revista que cayó en mis manos, hace ya mucho tiempo-, que del autor se espera, hoy en día, que aparezca como figura cinematográfica, resplandeciente y señera, apta para salir a escena en cualquier evento que se produzca en su entorno particular. Ello no pretende destacar un sentimiento de modestia en el que se rechace la oportunidad de estar en primer plano, expuesto a los fogonazos de la brillante luminaria que entraña la publicidad, tras el gozo de la fama. No obstante, hemos de convenir, con el célebre premio Nobel –recordando su novela Herzog-, que existen personas, dentro y fuera de esta profesión, propensas a padecer grave incomodidad cuando protagonizan estos actos, sin duda necesarios para gloria y reclamo de la obra, que paradójicamente sale a la luz y, no obstante, precisa de iluminación y fogueo, con objeto de que, en este mundo de plena indiferencia hacia determinados alumbramientos, no pase desapercibida y caiga en total olvido desde el inicio de su árida andadura.
Ignoro, respecto de
lo previamente declarado, si un escritor es sujeto idóneo para presentar la
obra de otro escritor, por causa de mostrarse exigente en exceso, o, por el
contrario, ser demasiado indulgente a la hora de enjuiciar el texto que tiene
en sus manos. La máxima implica la previsión de establecer cierto
distanciamiento relativo a la ineludible valoración acerca de la novela
presentada, de la cual, en este caso, trataremos de enumerar algunas
impresiones inferidas de su lectura, con el fin de hacernos acreedores al honor
que nos confiere su autor, Laureano de
Lorenzo y Julián, con quien acordamos la ardua tarea de andar por esta PUÑETERA CASA.
Su título nos lleva
a pensar que una casa nunca merece el calificativo que ésta ostenta, toda vez que es lugar de refugio, reposo y aislamiento,
sitio adecuado para el mantenimiento de pálpito secreto y de intimidad. Ahora
bien, esta casa que, en cuanto autor de la novela, Laureano describe con la minuciosidad de un experto en ventas,
tiene, ciertamente, el aspecto que determina la consideración de quien a través
de su acertada expresión la exhibe.
La novela,
configurada en capítulos no numerados, aunque sí titulados, relata la singular
aventura de Juan, ardoroso amador, sufriente de exacerbado priapismo, como
causa de la ilusa gama erótica que le provoca su fantasía sexual. De uso
coloquial, reiterativo, y forma adoptada canario-andaluza, el autor cuenta,
auxiliado por voz al margen, dicha en off,
las peripecias de Juan en esta casa, un tanto extraña, adonde ha sido
trasladado en “vehículo especial”, conforme los dictados de quien propone el
pacto, a voluntad aceptado, lejos de analogía con el que Mefistófeles extiende
a Fausto; aunque desconoce la identidad de su interlocutor, Juan sigue fiel sus
instrucciones, cumpliendo sin ambages las indicaciones del trato. Aquí comienza
su confesión donjuanesca, con términos licenciosos y esquivos, cual si su
propiedad se resintiera en el empleo adjetival, acaso por un derroche barroco
del léxico empleado, lo cual es factible confirmar en la descripción del guapo
amador.
A lo largo de su
lectura se advierte una como intención de engaño, sagazmente utilizada por el
autor, en la profusión explicativa de variados pasajes y diversas situaciones,
lo que en cierto modo rompe la atmósfera sugerida, impidiendo la cristalización
reflexiva de su protagonista. Ello nos lleva a intuir que, detrás de esa
primera visión proporcionada, existe algo recóndito, susceptible de ser hallado
en último extremo de la trama; así, el lector, bucea profundo en el texto,
impelido por el acuciante celo de verse ante el inextricable misterio que,
traspasado su impenetrable umbral, haya de prodigarle feliz descanso, una vez
resuelta la abierta contienda entablada.
Pródigo en escenas
escabrosas, el autor usa un lenguaje veraz, ni desvergonzado ni procaz, pese a
rayar en lo soez en alguna ocasión precisa; se trata, pues, de mera realidad
expresiva, sin recurso a tremendismo ni afectado realismo, sino de manera llana
y sencilla, dando nombre verídico a las cosas que menciona. Es su forma de
narrar la que nos muestra, en versión indirecta, la acción desarrollada, por
medio de esa voz que va contando cuanto acaece, cual si con el índice nos
señalara lo sucedido a través de una distante pantalla, colocada justo en el
límite donde tiene lugar la escena evocada.
En cercana mitad de
la sensacional odisea nos enteramos de que Juan es también escritor, o quiso
serlo, desde muy joven, estudiante en el instituto, cuando inició el relato que
ahora quiere reanudar, cuyo argumento nos recuerda en parte Oikia
Dualidad, novela de Iván Morales
–con quien tenemos el honor de compartir mesa, a instancias del propio
Laureano, ávido de constatar el parecer de lectores, antípodas en años-. Claro
es que, al no especificar su origen, nos deja en la duda de su correspondiente
autenticidad, que una acertada referencia hubiese subsanado al punto.
Otro detalle menor
es el lanzamiento publicitario que da a determinados productos, no integrantes
del conjunto, introducidos aquí como elementos indicativos del carácter del protagonista,
cual rasgos inherentes a su naturaleza y condición. Esta misma impronta deja
entrever las hembras gozadas, aunque sólo percibimos el cómputo hecho por la
voz narradora, no la realización consumada por el extraordinario amador, que al
cabo termina casi en voyeur. Más
adelante insiste en las magníficas dotes de este varón, en cuanto semental
experimentado, tesis que apoya en su tratado del buen copular, expuesto a
través del habla del propio Juan.
Hacia la parte
final de la novela, involucrada quizá en su propia dinámica, la narración
parece ser más consecuente, exenta de aditamentos explicativos, que en cierto
modo entorpecen el discurso, reducen la intriga y acaban con el misterio, lo
cual entraña el riesgo de dispersar el interés suscitado por la intrincada
estructura erigida.
Nos encontramos
ahora ante el espectro, que nos recuerda el que irrumpe en escena al principio
de Hamlet; aunque éste, más comunicativo y explícito, no es tan tenebroso, como
salido de un cuento de Poe o Lovecraft, ni fluctúa pavoroso en el aura de Oficio de tinieblas, de Cela. Juan, por
asesoramiento del fantasma, es remitido a un códice ignorado que ha de hallar
en la biblioteca de esta PUÑETERA CASA,
en el que encontrará la clave de aquella aventura que le ha tocado en suerte,
cual si se tratara del famoso héroe de cine en busca de su arca legendaria.
En cabalística
conversación con el espíritu, identificado ya a estas alturas, se viene
veladamente a esclarecer la sutileza del tema, con lo cual queda asimismo
desvelado el misterio, como intríngulis de cuanto acontecer se ha venido
experimentando; aunque no se alcanza a percibir luz que ilumine el largo túnel
que recorre en toda su gesta.
Referente a la
incógnita planteada, en absoluto despejada, nada se aporta en favor de su
posible solución; sin embargo, surge inapelable un nuevo enigma, en la triple
alternativa -sugerida a Juan, como respuesta a la anhelante demanda-, que lo
sume en delirio, estupor y desasosiego.
José Rivero Vivas
Santa
Cruz de Tenerife
Islas
Canarias
Abril
de 2010
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(Del libro inédito
TEXTOS DIVERSOS
Distintas
Fechas
Obra:
E.21 (a.109)
José Rivero Vivas
Enero de 2016
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Tenerife
Islas Canarias
Julio de 2020
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