MIGUEL, EL HIJO ÁRABE DEL REY
FERNANDO EL CATÓLICO
ANA SHARIFE
Amanece el 2 de enero de 1492. Boabdil contempla Granada desde Torre de Comares cuando un oficial castellano entra en el salón del Trono. El último sultán del reino nazarí lo recibe y le entrega las llaves de la Alhambra, el palacio donde había nacido él y la dinastía que dominó el Reino de Granada durante cinco siglos.
A las tres de la
tarde abandona la Alhambra por la puerta de los Siete Suelos. La entrada se
tapió para siempre, para que nadie pudiera volver a atravesarla, recordando de
esta forma la desgraciada suerte del último de los Reyes de Granada.
El destronado sale
a las puertas de Granada para rendir homenaje a los Reyes Católicos, quienes le
devuelven, escoltado por soldados castellanos, a Ahmed, uno de sus dos hijos.
Los pequeños habían permanecido nueve años cautivos dentro de la corte
castellana con su propio personal a su servicio, donde crecieron educados en la
fe cristiana, jugando con los hijos de Isabel y Fernando, según las memorias
sobre Boabdil del Conde de Benalúa, duque de San Pedro de Galatino. Del pequeño
Yusuf nunca más se supo. Murió siendo muy niño.
Boabdil entrega las
armas y se encamina con su familia hacia la Alpujarra. Según la leyenda, al
salir de Granada volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y, desde el
Cerro de las Lágrimas lloró, escuchando de su madre la sultana: “llora como una
mujer lo que no supiste defender como hombre”.
Sólo un año después
de la entrega de Granada moría Morayma, la mujer de Boabdil, hija del famoso
príncipe Aliatar, un personaje mítico vencido en la Batalla de Lucena. Había
caído gravemente enferma durante el prolongado cautiverio de sus hijos y no
pudo soportar la pérdida del pequeño Yusuf.
Boabdil pide asilo
al sultán wattásida Al Sheikh y se instala en Fez con Ahmed. Sin embargo, su
hija Aixa Abd Muhammad (1472-1560) se queda en la nueva corte asentada en la Alhambra
por Isabel la Católica. Durante la larga conquista del reino de Granada, entre
el doble juego, el enfrentamiento e incluso las alianzas entre Boabdil y
Fernando II de Aragón de Trastámara, el rey católico había conocido a la joven
Aixa, una princesa nazarí que vestía como las cristianas.
El
linaje árabe Trastámara y Borgoña
El rey de Aragón
tenía 40 años y la princesa nazarí 20 cuando empiezan a tener encuentros
amorosos, de cuyo romance nace un hijo al que Fernando II bautiza como Miguel
Fernández Caballero de Granada (Reino de Granada, 1495 - Priego de Córdoba,
1575).
Aixa, arrepentida
de haber concebido fuera del matrimonio, se recluye por voluntad propia en el
convento de Santa Clara de Santiago de Compostela, como sor Isabel de Granada,
donde se conserva un documento que señala que en 1549 fue su abadesa.
Mientras tanto
Miguel, un niño rubio y de ojos celestes, permanece en la Corte y se convierte
en hermano de Catalina de Trastámara (reina de Inglaterra) –de apenas 10 años–,
y las jovencitas Juana I de Castilla (Juana la Loca) e Isabel de Castilla
(reina de Portugal). Al rey Fernando sólo le había sobrevivido descendencia
femenina, salvo Juan, príncipe de Asturias que muere al año de nacer el nieto
de Boabdil.
Cuando el monarca
nombra a Miguel Infante español, levanta la furia de la reina Isabel de
Castilla, celosa del pequeño al ser el único descendiente varón del rey y de
una amante regia, de estirpe real. Para protegerlo, el rey solicita a una de
las familias más importantes de Castilla, los marqueses de Priego, Pedro
Fernández de Córdoba, señor de la Casa de Aguilar y de Córdoba (sobrino del
Gran Capitán), y su esposa Elvira Enrique de Luna, que se encarguen de la
educación de Miguel.
El pequeño recibe
los mejores tutores y el mejor de los tratos como Infante de España. Su padre
el rey Fernando de Castilla y Aragón le regala haciendas, lo arma caballero y
le otorga el título nominal de Príncipe del Nuevo Reino de Granada. Miguel
tiene la misma edad que Catalina, la primogénita de los marqueses de Priego,
con lo que crecen muy unidos en el seno de un matrimonio que tendría seis hijas
más.
A los 20 años de
edad, Miguel pierde a su padre y a su preceptor casi al mismo tiempo. Catalina
se había prometido en matrimonio con Lorenzo III Suárez de Figueroa y Álvarez
de Toledo, conde de Feria, un hombre muy rico de Castilla y de linaje
nobiliario con enorme poder. Ante la ausencia del padre, se le encomienda a
Miguel conducir las capitulaciones esponsales de la pareja.
En 1519 Francisco
I, rey de Francia, solicita los servicios del Infante español como
bibliotecario de la corte. El joven lleva consigo una carta del obispo de
Córdoba, Alonso Manrique de Lara, en la que se deshace en elogios hacia el hijo
de Aixa, al que describe como inteligente, culto y diplomático.
‘El
Príncipe’
Sólo tres años
antes de llegar el nieto de Boabdil a la Corte del rey de Francia, Leonardo Da
Vinci se había instalado en Amboise con su ayudante y secretario, el pintor
Francesco Melzi. El rey los había acomodado en el castillo de Clos-Lucé para
convertirse en su nuevo mecenas y protector, a cambio del placer de escucharle
conversar. Miguel asiste a los encuentros y entabla una profunda amistad con
Francesco. Cuando muere Da Vinci asisten a su sepelio. Según su última voluntad,
sesenta mendigos siguieron su séquito y fue enterrado en la capilla
Saint-Hubert del castillo de Amboise.
Es entonces cuando
Miguel y Francesco se trasladan a su villa en Vaprio de Adda en Milán. Se
llevan La Gioconda, La Virgen y el Niño con Santa Ana y un San Juan Bautista
que el genio del renacimiento había terminado de pintar en el castillo de
Clos-Lucé. Leonardo había legado el conjunto de sus obras artísticas y
científicas y colecciones a su discípulo. Juntos se encierran en la villa y
trabajan en la recopilación y organización de los manuscritos, cuadernillos y
documentos del maestro.
En 1520, una serie
de alianzas dinásticas y fallecimientos prematuros convierten a un joven
Carlos, de veinte años, en el monarca más poderoso de Europa
El príncipe del
reino de Granada se traslada a Italia, donde permanece tres años como
secretario del diplomático y teórico político Nicolás Maquiavelo, cuando
trabajaba traduciendo la obra griega de Polibio, uno de los primeros
historiadores (junto con Tucídides) en excluir la acción divina entre las
causas materiales y sus consecuencias, de donde Maquiavelo recogió muchas ideas
sobre el gobierno de una República.
Curiosamente El
príncipe (1531, obra póstuma) está inspirado no sólo en gobernantes como
Lorenzo de Médici, mecenas de las artes y filósofo renacentista, sino también
en Fernando II de Aragón (padre del infante Miguel) a quien retrató como “el
hombre que conseguía grandes conquistas bajo el manto protector de la religión,
pero que en realidad desconocía los principios de la piedad”. Algunos
historiadores relacionan este texto con su estrecha relación con Miguel.
En 1520, una serie
de alianzas dinásticas y fallecimientos prematuros convierten a un joven
Carlos, de veinte años, en el monarca más poderoso de Europa que, aun así,
necesitaba el apoyo de la nobleza centroeuropea para poder contrarrestar el
poderío del Imperio otomano. Para ello, concertó el matrimonio de su hermana
María de Austria con Luis II, rey de Hungría, Bohemia y Croacia. La boda se celebró
en Praga el 13 de enero de 1522. Miguel, el nieto de Boabdil, acudió como
representante de su sobrino el emperador Carlos V a la imperial boda de la hija
de Juana y de Felipe el Hermoso.
El 9 de enero de
1522, Adriano VI fue elegido Papa cuando se encontraba en Vitoria ejerciendo
como regente de España. El 30 de agosto, el infante Miguel se integra como su
secretario personal y, al día siguiente, tiene lugar la ceremonia, mientras el
sultán Solimán el Magnífico tomaba la isla mediterránea de Rodas. En septiembre
de 1523, el infante regresa al reino de Hungría solicitado por el rey Luis II
como consejero y lo nombra príncipe de Transilvania. Durante siglos, el reino húngaro se había
convertido en el bastión de defensa del cristianismo. Tras la batalla de
Mohács, donde el Imperio otomano pasó a ser la potencia más fuerte de la Europa
Oriental, Miguel regresa a su tierra natal, Córdoba.
Boabdil
y los Lara
El príncipe de
Granada contrae matrimonio el 27 de noviembre de 1528 con la hija menor de su
preceptor, Ángela Fernández de Córdoba y Enríquez (Priego de Córdoba,
1512-1560), con quien tiene un hijo: Juan Fernández Caballero y Fernández de
Córdoba (Priego de Córdoba, 1550-1627), de la dinastía Trastámara y Borgoña por
parte de padre, y de los Fernández de Córdoba por parte de madre.
El bisnieto de
Boabdil sería el último de los Caballero, depositario del linaje de la Casa de
Borgoña y Trastámara en llevar el apellido Fernández al ser descendientes del
rey Fernando y del rey Boabdil.
El hijo de Miguel contrae
matrimonio con la noble Isabel Gómez, de quienes nació Juan Cristóbal Caballero
Gómez (Priego de Córdoba, 1611-1684) manteniendo vivo de esta manera el linaje
de Borgoña y Trastámara por esta vía.
Juan se casa con la
noble María de Espinar y tiene descendencia, Juan Esteban Caballero y Espinar
(Priego de Córdoba, 1655-1724), quien a su vez contrajo nupcias con Mariana de
Ojeda y tuvieron un hijo: Juan Caballero y Espinar de Ojeda (Priego de Córdoba,
1680 - 1744).
Este noble español,
bisnieto de Miguel, se casaría con Ana Antonia de Góngora y Lara. La sangre de
Boabdil se mezclaría con el linaje de los Lara, descendientes de Alfonso X el
Sabio, Luis IX de Francia, Jaime el Conquistador y Teobaldo de Navarra, entre
otros.
Un tataranieto de
Boabdil, Antonio Caballero y Góngora (Priego de Córdoba 1723- 1796), se
convierte en virrey de la Nueva Granada (actual Colombia y Ecuador), gobernador
de Perú y miembro de la Orden de Carlos III. Era un prelado culto y amante de
las artes. Coleccionó pinturas de Velázquez, Rubens, Tiziano, etc., y su
biblioteca contenía las obras más modernas de todas las ramas del conocimiento.
En 1788 regresa a Córdoba, donde es nombrado obispo, funda la Escuela de Bellas
Artes y dona su colección a la ciudad.
Juan de
Granada, capitán General
Los tres últimos
reyes nazaritas (Zagal, Muley Hacén y Boabdil) dejaron descendencia. La rama
del gran Zagal en tierras de Tlemecen, donde se autoexilia. El resto se queda y
entronca con la nobleza española.
Saad y Nsar, los
hijos de Muley Hacén (padre de Boabdil) casado con la noble cristiana Isabel de
Solís (Zorayda), fueron bautizados como príncipes Hernando de Granada y Juan de
Granada, y fueron “colmaron de prebendas y posesiones. El servicio de
vigilancia y espionaje de la Corte les buscó mujeres de la nobleza castellana
para contraer matrimonio”, señala el periodista e investigador Gabriel Pozo
Felguera, autor de obras como Sulayr. La tumba de Muley Hacen (1998) o El
Evangelio de la Alhambra (2016). Zorayda entra a formar parte de la Corte como
dama de honor de la reina Isabel I.
El príncipe
Hernando de Granada fallece muy joven, su cuerpo reposa en el monasterio de
Nuestra Señora del Prado (Valladolid). Juan de Granada fue gobernador y capitán
general del reino de Galicia. Aunque la Junta Santa requiere desde Ávila su
intervención, el infante permanece fiel a Carlos I, que le confía en 1530 el
gobierno de Galicia en calidad de virrey y nombrándolo gobernador y capitán
general de Galicia el 29 de julio de 1531. El hermano de Boabdil residió
después cerca de la Corte, con casa solariega en Valladolid y posesiones en
Granada, un señorío en tierras de Castilla y el castillo de Monleón en León.
Conocemos su
azarosa vida gracias a un minucioso trabajo que realizara el historiador
medievalista López de Coca. Entroncado plenamente en la nobleza castellana,
Juan de Granada estuvo casado en primeras nupcias con Beatriz de Sandoval
(nieta de Diego de Sandoval, I conde de Castro), y en segundas con María de
Toledo y Monzón. Su hijo Juan de Granada y Sandoval fue caballero de la Orden
de Santiago y casó con Beatriz de Velasco y Mendoza (hija del virrey de México
Luis de Velasco). Su hija Magdalena de Granada y Sandoval tuvo por esposo al
caballero luso Luis de Alencastre (nieto del rey de Portugal don Juan, gran
maestre de la Orden de Avís).
“De Diego se sabe
(por una carta de su hermana María) que fue militar en la batalla de San
Quintín y posteriormente también estuvo como capitán en Flandes”, de Pedro que
“acabó con un cargo real de las Indias”, señala Felguera.
Entre las leyendas
que circulan por Granada, se encuentra la última voluntad del abuelo de esta
rama, Muley Hacén. Vencido y destronado por su hijo Boabdil, se ocultó en algún
lugar de Sierra Nevada acompañado de su amada Zorayda. Entonces le rogó que,
cuando le llegase la muerte, lo enterrara en el pico más alto de Sulayr (la
Sierra Nevada de la Edad Media), en un lugar lo más cercano posible a su
Granada y el cielo, en zona olvidada y desconocida, pues solo donde nadie
pudiese llegar, conseguiría el descanso eterno, y allí se quedó, en las laderas
del pico que recibiría su nombre, el Mulhacén.
Los
poderosos Granada Venegas
Retrocedemos en el
tiempo. “Un par de años antes de la capitulación de Granada, Cid Yahya,
príncipe de Almería y primo de Boabdil, había decidido pasarse al bando
cristiano; a cambio recibió cuantiosas prebendas, posesiones y distinciones por
la entrega de Baza y Almería”, explica Pozo Felguera.
Cidi Yahya, nieto
de Yusuf IV, sultán nazarí de Granada, se bautiza con el nombre de Pedro de
Granada Venegas, lo que marcaría el inicio de la poderosa familia morisca de
los Granada Venegas. Se convierte en uno de los colaboradores más directos de
los Reyes Católicos y toma partido en los hechos más importantes hasta que se
produjo la caída de Granada. Por los hechos que fue considerado un traidor por
el pueblo de Granada, la familia obtuvo nuevos y grandes beneficios, todos sus
descendientes recibieron trato de grandes caballeros y numerosos títulos
nobiliarios.
“Aquella familia de
origen nazarita fue propietaria de los palacios de Cetti Meriem y Casa de los
Tiros”, indica Felguera. Se les respeta una serie de heredades de viñedo,
fortalezas y alquerías enteras que habían sido propiedad de él recibidas por
herencia de su padre. “Sirvieron a la corona castellana con absoluta fidelidad,
tanto en lo militar como en la diplomacia”, y Pedro llegó a ser alguacil mayor
de la ciudad de Granada (1500).
Los Reyes Católicos
le otorgan al nieto de Yusuf I privilegio de hidalgo. Adquiriere la caballería
de Santiago, el señorío de Campotéjar, la mitad de las salinas de Malahá, todas
las tierras y morales de la Taha de Andarax y el reconocimiento de otras
heredades, y lo nombra alcalde de Baza.
Todos los
descendientes de los reyes nazaríes que se quedaron en España recibieron
tierras, palacios, títulos nobiliarios y entroncaron con la nobleza
Le sucede en el
mayorazgo su hijo Alonso de Granada que capitaneó tropas cristianas contra los
moros como capitán general de mar y tierra.
Este bisnieto de reyes nazaríes destacó militarmente participando en el
cerco de Granada (20 de mayo de 1490), en la batalla de Adra. También en la
cruzada africana, destacándose en la toma de la ciudad de Orán en 1509 como
jefe de Infantería, y se convierte en alguacil Mayor de Granada y alcaide del
Generalife.
Esta rama obtuvo
numerosos títulos nobiliarios, entre ellos los marquesados de Casablanca y
Campotéjar, incluso se mezclaron con la más alta nobleza italiana que detentó
el uso del Generalife y sus fincas durante los siglos XVIII, XIX y parte del
XX.
Tras un histórico
pleito por el expolio de La Alhambra, los jardines pasaron a otra rama de los
Granada Venegas, los “Casilda de Bustos y Figueroa, XIX marquesa (de la familia
del Conde de Romanones) y José María Finat y Bustos, XX marqués”, señala el
investigador. La actual Casilda Finat y Riva, XXI marquesa de Campotéjar.
“A principios del
siglo XX, el IX marqués de Corvera, Alfonso de Bustos, se declaró descendiente
de Cidi Yahya (nieto de Yusuf IV, sultán nazarí de Granada)”, destaca. Y
“solicitó al rey Alfonso XIII la concesión del título de duque de Cidi Yahya
con categoría de principado”.
Todos los
descendientes de los reyes nazaríes que se quedaron en España recibieron
tierras, palacios, títulos nobiliarios y entroncaron con la nobleza. Sus
descendientes se encuentran entre los grandes de España, tienen ducados,
marquesados, condados, señoríos y baronías. Sólo Al Sad, ‘el Zagal’ (el
valiente), el verdadero estratega y militar inteligente, el penúltimo rey
nazarí de Granada se autoexilia en 1490 con su familia a África, donde le
esperaría un desventurado final.
La rama del infante
Miguel (el hijo del rey Fernando el católico con Aixa, la princesa nazarí) se
halla entrelazada con algunas de las más importantes casas nobiliarias de
España. Juan Fernández Caballero y Fernández de Córdoba (nieto de ambos) fue el
último Caballero depositario del linaje de la Casa Borgoña y Trastámara en
llevar el apellido Fernández como descendiente de rey. Su más joven
descendiente es príncipe de Antares, entre otros muchos títulos nobiliarios. Es
cristiano, tiene 13 años y se llama Luis.
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