URGENCIA DE UNA RUPTURA
EDUARDO
SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
Creo que les agradaría, tal vez, no leer mi mensaje de lo indecible, pero no puedo dejar de hacer mención del poder de los infames, de las bestias genocidas, de la justicia criminal, de la cobardía de la clase media burguesa, de la hipocresía de los organismos internacionales que simulan «bregar por la paz» y la «armonía», de la estafa y fraude de las corporaciones de medios del mundo, medios obscenos, que impulsan y justifican el estado de guerra permanente instalado en este pobre planeta degradado, habitado por millones de seres temerosos, en estado de indigencia, pobreza mental y física.
La humanidad se
está cocinando un porvenir con los miembros paralizados, los nervios
destrozados y la cabeza congelada… en Argentina, símbolo de la decadencia y el
quiebre total y absoluto de un país, podemos apreciarlo en magnitud
superlativa…
Hago mención
también de cárceles hacinadas de presos sin sentencia ni proceso, las torturas
elevadas a categoría de ley y las neuralgias sociopolíticas simuladas. ¡Ah! y
no olvido a los distribuidores de premios a la paz y la solidaridad, en nombre
de la hermandad de todos los hombres: Academias escleróticas que existen para
justificar la ubicuidad de ausencia de sentido vital en este mundo que ya no se
comprende.
¿O bien debo hacer
un discurso de agradecimiento? O dedicar unas palabras a los intelectuales
patisserie de ONG, los aplaudidores seriales de íconos inventados para
entretener a la gilada, a los mercaderes de personas, armamentos y drogas, a
las top models escort de hoteles 5 estrellas, al tráfico de seres humanos,
mercadería de intercambio de la imagen y cultura de la actualidad, a los
notorios periodistas-conductores mercenarios, que llegan a la noticia cuando
todo ha pasado o simplemente la inventan, a los empresarios que se legitiman en
la estafa, a la irreflexión y la bajeza, a la vejez como horror ejemplar, al
suicidio de los pueblos.
No hago más que
arrojar algunas palabras: aislamiento, genocidio, degeneración, vulgaridad,
prostitución… Hago hincapié en el espectáculo de la existencia que un día en un
solo instante, en el instante decisivo, arrojará al hombre al espejo que ya no
reflejará su imagen.
No hablo de
imperios en putrefacción, ni de religiones, ni de repúblicas estúpidas, ni de
tratados entre naciones, ni de amor a la patria, ni de abyecta neutralidad,
pero no puedo evitar sonreír ante quienes gobiernan este mundo o los poderosos
de turno. Pienso que no hay nada que exaltar, mucho que condenar. ¡Qué horror!:
una humanidad que no sospecha nada, hombres con simplicidad, cierta bajeza y la
pobreza de sus necesidades. Todo es prehistoria altamente filosófica e
insoportable. Los siglos son pobres de espíritu, los componentes de la
brutalidad más intransigente son necesidad cotidiana. La vida hoy es
desesperación en que se apoyan reflexiones religiosas, productoras de
Evangelios con activos incorpóreos.
Instrumentos de la
decadencia, criaturas de la agonía, todo es claro, nada se comprende. La resurrección
de dioses y demonios crece cuando aumenta la incertidumbre. En ella afloran al
mismo ritmo todo tipo de creencias y descreencias, que nacen en su propio
ocultamiento, del mismo modo que los desastres ecológicos, la extensión de un
apocalipsis, se sustenta en siglos y siglos de valores que contemplan y
predestinan holocaustos cotidianos frente a los que la indolencia de esta
civilización, que descree lo que supone superado, convirtiéndose en cómplice de
los delitos que se perpetran minuto a minuto, en nombre del entendimiento y el
ensimismamiento de la diferencia en relación.
La realidad se
transformó en sujeto del destino, mientras el sujeto es apenas su objeto:
absoluta crisis de lo absoluto. Paralizados en la anarquía de la página, el
origen cierra sus puertas, y la tierra de nadie recoge el desperdicio de restos
humanos, que respiran la atmósfera podrida de este tercer milenio, apestado de
Covid-19 y otros virus que acechan... nada es lo que la corpo de medios afirma
que 'es', desde la base de datos que almacenan la existencia de la humanidad
toda, se espía se sigue se conspira contra la esfera privada, ya inexistente...
la humanidad parece le agrada ser custodiada en nombre de la seguridad que le
ofrece el sistema a cambio de su libertad, término vacío de significado en este
presente distópico.
Deviene manifestar,
que por todo lo expresado, soy un iconoclasta, y de manera coloquial deseo
aclarar, que me refiero como tal a aquella persona que va en contra de lo
establecido por el sistema y cuyo comportamiento es contrario a las normas,
modelos, estatutos de la sociedad actual o a la autoridad de funcionarios
dentro de ésta. En este sentido, el iconoclasta es una persona que reacciona
críticamente a su realidad, de actitud controversial y revolucionaria, sin que
esto se asimile a un perfil negativo de la persona que se asimila en verdad y
libertad a esta categoría. Un iconoclasta, en su sentido original, es una
persona que se opone al culto de imágenes.
Y cual sinonimia
asimilo la heterodoxia a mi ser y estar, pues no me asimilo, ni sigo doctrinas
y opiniones vetustas, que toman carácter de dogmas irrefutables. Deviene de lo
antedicho, en que me haya convertido para la comunidad en un disidente a lo
establecido. He ahí la razón puntual por la que el sistema intolerante y
esclerótico, conformado por seres sin libertad de conciencia ni de expresión,
con opiniones obligatorias y tendencias establecidas como modelo de vida
anquilosante, tienda a silenciarme de manera permanente y torpe, grosera y
violentamente… marginarme y eliminar mi obra, excluyéndome, ignorándome y
censurándome… tácticas y estrategias mnémicas, de las denominadas culturas
‘cultivadas’, conformadas por seres que hacen de la ortodoxia un culto y de la
hipocresía un modo de vida.
(*)Filósofo y
poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario