EL PASADO ESCLAVO DE TUNTE
ANA SHARIFE
Descendientes de negros en una cueva en
Gran Canaria (sin fecha).
A partir del siglo XV empieza a documentarse en Canarias la presencia masiva de esclavos negroafricanos procedentes del África subsahariana (Cabo Verde, Senegal, Gambia y río Níger, etc.). Su llegada se debe a las expediciones (‘cabalgadas’) emprendidas desde las islas que se fue incrementando en el siglo XVI, cuando se establece el sistema plantacional azucarero, introducido desde Madeira, cuyo producto se convierte en uno de los productos más lucrativos del mercado europeo (península ibérica, Flandes, Francia y Génova).
La presencia de
esclavos negros en las islas fue muy numerosa. Sólo en Gran Canaria (el
principal centro de compra-venta del Archipiélago), se llegó a contabilizar en
el siglo XVI un total de 10.000 esclavos negros, lo cual dejará importantes
huellas étnicas y culturales en la población.
Dedicados al
cultivo de la caña, pero sobre todo al ingenio, las tareas domésticas tampoco
les serán ajenas, así como labores de cultivo y pastoreo o artesanales en los
trabajos de la palma e hilados. “Abrían los caminos, ayudaban a construir las
casas y obras civiles que se levantaban con celeridad en el solar de la urbe,
trabajaban en las canteras y en las máquinas que levantaban piedras, y en otros
trabajos más peligrosos, en los cuales se recurría a una vida cuyo valor se
tasaba en dinero. Del mismo modo acarreaban agua a las casas y las esclavas
lavaban la ropa y cuidaban a los niños”, señala el historiador Manuel Lobo en
La población esclava de Las Palmas en la primera mitad del siglo XVI (2016).
La presencia de
esclavos negros en las islas fue muy numerosa. Sólo en Gran Canaria se llegó a
contabilizar en el siglo XVI un total de 10.000 esclavos negros
Los grandes
hacendados isleños no les pagaban un salario. Solo alimento y un techo, muchas
veces en pésimas condiciones. Su posesión en número elevado constituirá
asimismo un factor de distinción social para sus dueños, procedentes sobre todo
de la aristocracia insular (representada por los descendientes de los
dirigentes de la conquista), la burguesía mercantil (generalmente de origen
extranjero, asentada en las islas), y el clero. “En 1525, cuando los esclavos
comparecen ante el inquisidor para declarar su genealogía. De los 324
registrados, 203 declaran quiénes son sus amos, es decir casi el 63%”, indica
Lobo. “De ellos son los eclesiásticos los que acaparan el mayor número de
cautivos, en especial los canónigos, priores, beneficiados”.
Sus descendientes
acabaron mezclándose con el resto de la población y poco a poco se va
produciendo el mestizaje en las islas. “Una vez que los portugueses, súbditos
de la Corona española en el período de la Unión Ibérica (1568-1640), se
apoderan del comercio esclavista, los mercados de abastecimiento de los
canarios descendieron hacia el sur, alargándose la geografía de la esclavitud
hasta Angola y Mozambique, a la vez que decrecía la importación, pues tras más
de un siglo de existencia en el suelo insular, los mulatos abastecían las
demandas de los isleños y habitantes de las islas”.
“En 1677 había
tantos negros en la isla de Gran Canaria que el Mando de Canarias del Ejército
de Tierra forma una milicia integrada por negros y mulatos libres de
nacionalidad española, y hace nombramiento de capitán alférez a Juan Felipe
Liria, un cristiano viejo y negro libre, de Taidía (Santa Lucía)”. Encargado de
recorrer la isla hasta conformar una lista “halló un número de 648 negros, que,
con los mulatos, criollos, esclavos y otros, llegaron a 6.478, con los cuales
acudía a la plaza de Armas el día de la ocasión, a ponerse a las órdenes del
capitán a guerra”. (La comarca de Tirajana en el antiguo Régimen, por Suarez
V., Rivero B., Lobo M., González A., en una publicación de 1995).
“La población
esclava convivió con la local sin problemas, lo que se ha podido constatar en
territorios como Gran Canaria donde convivió un alto porcentaje de población
calificada social y culturalmente como mulata o negra. Una parte de ella estaba
sometida a esclavitud, pero un sector nada desdeñable de ella era libre",
aunque de una clase social inferior, señala el profesor Manuel Hernández
González, en Mulatos y negros libres y esclavos (1670-1820). Todos se
estabilizaron en territorio insular y tuvieron descendientes, con excepción de
aquellos que eran exportados de forma fraudulenta por los comerciantes
insulares al continente americano.
Los negros de
Tirajana
Los asentamientos
de comunidades afrodescendientes en San Bartolomé de Tirajana (sur de Gran
Canaria), cuya cabecera municipal es el núcleo rural de Tunte, están documentados al menos desde el siglo
XVII, cuando se inicia un proceso de mestizaje entre la comunidad
afrodescendiente y la población local.
Dichos documentos
notariales nos indican que “el primer negro que se estableció en el lugar fue
Antón Pérez Cabeza, en 1605. Como negro libre, compraventa los terrenos al
capitán Francisco Amoreto ascendiente de los futuros condes de la Vega Grande”,
escribe Francisco Tarajano en Memorias de Agüimes. Allí se situaría la
población negra al regidor Marcos de León, y allí tuvo Antón a sus hijos y
nietos.
El historiador José
de Viera y Clavijo anota en Historia de Canarias que “hay en Tirajana algunas
familias de negros, que ignoran su origen. Tal vez están allí desde que hubo
Ingenios de azúcar”. Escrita entre 1764 y 1770, esta obra le causó tremendos
disgustos.
Sobre el Barranco
de los Negros (ubicado en el tramo desde Cueva Grande a la Cuesta de Garrotes,
y entre Los Cuchillos y El Gallego) cuentan que dicho asentamiento llegó
procedente del naufragio de un barco. Según las actas notariales documental
hubo grandes pleitos entre los curas de Tirajana y Agüimes (1690-1694) por la
jurisdicción de estas familias.
Tras la imagen de
San Sebastián de Tunte se esconde el culto de Oshosi, una deidad yoruba vinculado al consuelo de
cautivos y protección al fugitivo
Según Santiago
Cazorla León en Los Tirajanas de Gran Canaria (1995), el misionero Fray Juan de
Medinilla apuntaría que, en 1756, en Santa Lucía y Tunte “hay muchos negros y
mulatos avecindados y muy antiguos. Vi a un negro y lo traté, llamado Francisco
Liria, cabal en su juicio y de buena razón. El suegro de este negro murió en
esta parroquia de 115 años; llamábase Pedro de la Cruz, era negro también”.
El conde Pedro
Agustín del Castillo dice en Descripción histórica y geográfica de las Islas de
Canaria (1737) que “las tierras están habitadas por cuatrocientos dieciséis
vecinos, muchos de ellos negros, que se mantiene su color tan atezado como si
vinieran ahora de Guinea, ignorando el tiempo de su entrada; sí solo se sabe
que son libres de cautiverio”.
En Tunte, hasta su
santo (San Sebastián) es una devoción que se da en regiones donde hubo marcada
presencia esclavista, como Brasil. En 1817, los negros de Tunte, que formaban
una parte significativa de la población y pertenecían a la Cofradía de San
Sebastián, tuvieron un percance con el cura del pueblo, por no haberles
permitido llevar la imagen en la procesión de aquel año: “Que los morenos de
San Bartolomé de Tirajana se quejan de su Cura, porque ellos han estado siempre
en la posesión de sacar la función de San Sebastián en aquel puesto, cargada la
Efigie del Santo, y que este año el Cura se los han impedido, insultando a los
demás de su clase”. (ACDC. Actas. Cabildo, 30 de enero de 1817).
Tras la imagen de
San Sebastián de Tunte, una de las devociones de mayor antigüedad en San
Bartolomé de Tirajana, se esconde el culto de Oshosi, una de las deidades de la
religión yoruba, vinculado al consuelo de cautivos y protección al fugitivo,
considerado como benefactor tanto por los sujetos esclavizados como por los
hacendados de la zona. De ahí que los esclavos y esclavas de la cofradía vieran
en la imagen a su divinidad.
Los esclavos
africanos dejaron una profunda huella cultural en Canarias. Arrancados de su
contexto geográfico a través del impulso criminal y brutalmente inhumano de la
trata, estos hombres, mujeres y niños que llegaban a las islas con grilletes o
enjaulados hacinados en la cubierta de los barcos, nos legaron sus sistemas
religiosos originales, su folclore y divinidades de una enorme complejidad que
se fusionaron en las islas en combinaciones imprevistas: espiritismo y
curanderismo, y la santería, un culto que llegó al Archipiélago en el siglo
XVIII para quedarse. Así como en La Palma se conserva el conocido como Cristo
de los Mulatos, obra flamenca propiedad de los esclavos de Santa Cruz de La Palma,
y así también, la mayoría de bailadores y tocadores en las procesiones eran de
origen africano hasta finales del siglo XVIII, como los Bailes de negros al son
del tambor por las calles de Tunte.
Es tanto lo que
ignoramos sobre las culturas africanas. Aportaron a la civilización occidental
no sólo sus riquezas materiales, sino también sus valores psíquicos,
intelectuales, artísticos, humanos. “A ninguno de los europeos que arrancaban
enormes masas humanas de su tierra natal para venderlas como esclavas en
América, a ninguno de los bandidos y aventureros sin escrúpulos que destruían y
despojaban los campos africanos de sus hombres y mujeres mejores, se les
ocurrió indagar lo que era el continente negro antes de su llegada”, denunció a
mediados de los setenta el profesor Luciano Franco Ferrán, especializado en la
trata africana y las sublevaciones esclavas, en La diáspora africana en el
Nuevo Mundo (1978).
“No sabían de la
capacidad humana y social de aquellos negros, hábiles en el cultivo de la
tierra, fundidores de minerales, tejedores de algodón quienes crearon con sus
manos de artistas los maravillosos bronces y esculturas de Ife y Benin;
administradores de imperios como los sudaneses: Ghana, Mandinga y Gao; de los
reinos Yoruba y Dahomey”.
“Muchos siglos
antes de que el islam y el cristianismo se expandieran, África había
desarrollado sistemas religiosos originales en el seno de sociedades
autónomas”, recuerda en El exilio de los dioses, Luz María Martínez Montiel
(2005). Eran divinidades de una enorme complejidad que aportaron una moral
religiosa altamente desarrollada, resultado de las relaciones de respecto del
hombre con la naturaleza.
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