MÁS GRAVE QUE LA GÜRTEL, OIGA
JUAN CARLOS ESCUDIER
Quizás el juez Escalonilla encuentre el cuerpo de Lenin oculto en el sótano, que estos de Podemos son muy fetichistas de las momias, pero montar un caso de financiación ilegal contra el partido con la declaración de su exabogado, José Manuel Calvente, es casi tan difícil como que a Inda le den el Pulitzer en reconocimiento a toda su carrera. Aunque para nuestra Justicia no hay nada imposible.
Si uno ha entendido bien, lo que el despechado Calvente denuncia como el escándalo más importante de la historia moderna y parte de la antigua se basa en lo siguiente: sobresueldos o complementos salariales que él mismo recibía y con los que algunas nóminas superaban el máximo de tres salarios mínimos que el propio partido se había autoimpuesto; el espionaje del ordenador de una abogada que ni ella ha denunciado; la licitación de las obras de la sede, irregular según Calvente aunque fuera él quien la asesorara; la existencia de una caja B, que no es que se nutriera de mordidas a empresas o de donativos de Maduro sino de parte del sueldo de los cargos públicos de Podemos; que se contratara en fraude asesoramientos o servicios en período electoral a empresas ‘amigas’ de la casa y no del PP; y, por último que se bloqueara el portal de transparencia siguiendo su propio consejo.
¿Pruebas? Bueno,
aquí viene lo mejor. Haberlas seguro que las hay, que es lo que dice todo el
mundo y viene en los periódicos, pero Calvente no las tiene ahora a mano. ¿Los
contratos simulados? Bueno, podrían serlo, lo sospechábamos todos, me lo dice fulanito
y a él un consejero y al consejero otras personas de dentro. Cosas raras en
definitiva. ¿Que Monedero se lo llevaba crudo? Pues yo no lo he visto pero es
lo que me dicen, lo que me cuenta fulanito, lo que se rumorea dentro. ¿Los
sobresueldos? Un escándalo, oiga. ¿Y el suyo? El mío no, que estaba aprobado
por la Ejecutiva. ¿Y lo de que se fundían la caja de solidaridad? Pues me
alegro que me haga esa pregunta porque la gente no para de comentarlo. ¿Quién?
La militancia, la rumorología para que se nos entienda.
Con esos mimbres
–lo que a Calvente le dicen, lo que él mismo escucha porque sordo no es o lo
que le transmiten fuentes confidenciales, que no se pueden desvelar porque de
hacerlo no serían confidenciales- se hace el cesto. Oiga, pero los contratos
que asegura que eran simulados y que respondían a servicios ficticios,
¿llegaron a ejecutarse? Pues seguro que no, pero no pudimos verlo. Y los
trabajadores que iban a ocuparse de esas tareas y que procedían de Brasil,
¿vinieron o no? La verdad es que no sé si llegaron, o si eran de Brasil, de
México o de la Patagonia, que uno es malo para los acentos. ¿Los fondos de esa
caja de resistencia eran opacos? Oscuros como el tizón. ¿Se los llevaba
menganito? No sé si era menganito o zutanito; lo que tengo claro es que uno de
ellos era muy amigo de otro que yo me sé y viajaban juntos a Brasil. De ahí que
la empresa de los contratos simulados sea brasileña, ¿verdad? Hombre, no me
consta que fuera por eso, pero verde y con asas.
Lo mejor de la
extensa declaración de Calvente es la definición que sugiere de lo que es
irrefutable, que se pensaba que era algo irrebatible y categórico, pero no. Un
hecho cierto es algo que se cuenta a otro de manera confidencial y que ese otro
cuenta a un tercero con idéntica confidencialidad. Y eso, siguiendo la cadena,
llega a la gente, que si hay algo que no soporta son las cosas ilícitas, dicho
sea confidencialmente.
No es extraño que
ante semejante catarata de verdades incontestables, y nunca mejor dicho, el
juez se haya liado la manta a la cabeza o al cuerpo, tipo pareo, y haya pedido
diligencias a siniestro porque a diestro hubiera sido contraproducente. Y que
la prensa seria, la que ha hecho de la investigación su modus vivendi y
operandi se haya apresurado a exigir dimisiones. Esto es un escándalo de tomo y
lomo, aunque quizás más de lomo que de tomo. Lo ha dicho Calvente, al que
seguramente se lo ha contado otra persona que ha debido oírlo de algún
confidente, que es el que lo sabe de buena tinta: "Esto es más grave que
la Gürtel". Acabáramos.
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