Y ENTONCES LLEGÓ TIMPLE
POR ALEJANDRO JOSE
Parece que el terrible asesinato de Timple, el perro callejero más famoso de Canarias, ha despertado el espíritu bregador en el archipiélago, tanto en gente concienciada como en la que no lo estaba tanto.
La espantosa imagen de los últimos momentos del hermoso animal, han generado una oleada de indignación, ya no solo en el país canario sino en el resto del estado español y en otras partes del globo (no olvidemos que pocos lugares gozan de tanta diversidad cultural como Canarias).
El pasado lunes, 17
de agosto, se celebraron manifestaciones en las distintas islas del
archipiélago y ,tal como se esperaba, todas ellas fueron secundadas por un buen
número de personas, principalmente en RRSS dada la situación actual que hizo
pedir mesura en las concentraciones físicas. Nunca antes una alzada animalista
había tenido tan buena acogida aquí.
Sin embargo, tengo
la sensación de que, a pesar de que ese impacto emocional, visual, que ha
causado Timple marca un antes y un después en la concepción de la defensa
animal en Canarias a modo positivo, no terminará por ser el golpe en la mesa
que necesitamos para acabar de una vez por todas con la dejadez en estos (y
otros) asuntos y, una vez pasado el momento de gritar bien alto lo que
queremos… no trabajaremos todo lo que debemos por ello. Al fin y al cabo, es
sólo un presentimiento, pero fundamentado en un histórico negativo.
Porque, si algo
sabemos bien los que estamos constantemente denunciando situaciones sociales
injustas y opresivas, es que no basta con tomar la palabra un día, soltar la
rabia y recoger un par de firmas. Así solo logramos desahogo y, en el mejor de
los casos, dar un paso adelante, pero un solo paso no te lleva a la meta.
La reivindicación
máxima de estas manifestaciones es conseguir de una vez por todas un marco
jurídico decente y eficiente para la defensa de los animales, y, por otro lado,
una verdadera implicación constante de las instituciones públicas en el fomento
y enseñanza del buen trato hacia ellos. Pues bien, sino trabajamos por ello con
constancia, sino batallamos con inteligencia, no lo vamos a lograr.
Tal como se dará un
paso adelante, el tiempo nos echará dos hacia atrás y así estaremos
constantemente en un ciclo sin fin, como dice la canción del Rey León. O
bregamos, o seguimos escachados. O bregamos, poniéndonos el mono de trabajo, o
los animales seguirán con una defensa jurídica mínima, por no decir
inexistente. Y haciendo eso, además, veremos que igual que lo hacemos por ellos
podemos hacerlo perfectamente por nosotros mismos, y así con todo.
Hagámoslo por
Timple. Hagámoslo por todos los animales maltratados y abandonados, en Canarias
y en todo el planeta. Demos ejemplo al resto de países. Por nosotras mismas.
Porque podemos, porque debemos.
Alejandro José.
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